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Los ensayos de C. G. Jung sobre la psicogénesis de las enfermedades mentales pertenecen, en su mayoría, a las publicaciones tempranas del autor. Aparecieron como primer punto culminante dentro de su trabajo aún preponderantemente psiquiátrico. Su importancia para la comprensión del trabajo de investigación de C. G. Jung todavía no puede valorarse en su justa medida. A pesar de que algunos aspectos tienen actualmente un interés principalmente histórico, en conjunto no han perdido en modo alguno su importancia en el campo de la psiquiatría. Medio siglo después, las investigaciones y ulteriores propuestas del autor siguen aguardando su desarrollo y experiencia.
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Seitenzahl: 607
Veröffentlichungsjahr: 2025
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OBRA COMPLETA
VOLUMEN 3
C. G. JUNG
Traducción de Luciano Elizaincín
EDITORIAL TROTTA
CARL GUSTAV JUNG
OBRA COMPLETA
TÍTULO ORIGINAL: PSYCHOGENESE DER GEISTESKRANKHEITEN
© EDITORIAL TROTTA, S.A., 2015, 2024 WWW.TROTTA.ES
© STIFTUNG DER WERKE VON C. G. JUNG, ZÜRICH, 2007
© WALTER VERLAG, 1995
© LUCIANO ELIZAINCÍN, TRADUCCIÓN, 2015
DISEÑO DE COLECCIÓN
GALLEGO & PÉREZ-ENCISO
CUALQUIER FORMA DE REPRODUCCIÓN, DISTRIBUCIÓN, COMUNICACIÓN PÚBLICA O TRANSFORMACIÓN DE ESTA OBRA SOLO PUEDE SER REALIZADA CON LA AUTORIZACIÓN DE SUS TITULARES, SALVO EXCEPCIÓN PREVISTA POR LA LEY. DIRÍJASE A CEDRO (CENTRO ESPAÑOL DE DERECHOS REPROGRÁFICOS, WWW.CEDRO.ORG) SI NECESITA UTILIZAR ALGÚN FRAGMENTO DE ESTA OBRA.
ISBN: 978-84-1364-266-6 (obra completa, edición digital e-pub)
ISBN: 978-84-1364-269-7 (volumen 3, edición digital e-pub)
Prólogo de los editores
1.SOBRE LA PSICOLOGÍA DE LA DEMENTIA PRAECOX: UN ENSAYO
Prólogo
1.Exposición crítica de las consideraciones teóricas sobre la psicología de la dementia praecox
Resumen del primer capítulo
2.El complejo afectivo y sus efectos generales sobre la psique
El efecto del complejo agudo
Efecto crónico del complejo
3.La influencia del complejo afectivo sobre el valor de la asociación
4.Dementia praecox e histeria: un paralelo
A.Los trastornos de los sentimientos
B.Anormalidades caracterológicas
C.Trastornos intelectuales
D.La estereotipia
Resumen
5.Análisis de un caso de demencia paranoide como paradigma
A.Historia clínica
B.Asociaciones simples de palabras
C.Asociaciones continuas
a)La satisfacción de los deseos
b)El perjuicio
c)El complejo sexual
d)Resumen
e)Apéndices
Epílogo
2.EL CONTENIDO DE LA PSICOSIS
Prólogo a la segunda edición
El contenido de la psicosis
Apéndice: Sobre la comprensión psicológica de los procesos patológicos
3.CRÍTICA DE LA TEORÍA DEL NEGATIVISMO ESQUIZOFRÉNICO DE E. BLEULER
4.SOBRE EL SIGNIFICADO DE LO INCONSCIENTE EN PSICOPATOLOGÍA
5.SOBRE EL PROBLEMA DE LA PSICOGÉNESIS EN LAS ENFERMEDADES MENTALES
6.ENFERMEDAD MENTAL Y ALMA
7.SOBRE LA PSICOGÉNESIS DE LA ESQUIZOFRENIA
8.CONSIDERACIONES RECIENTES ACERCA DE LA ESQUIZOFRENIA
9.LA ESQUIZOFRENIA
Bibliografía
Índice de nombres
Índice analítico
Los ensayos de C. G. Jung sobre la psicogénesis de las enfermedades mentales pertenecen, en su mayoría, a las publicaciones tempranas del autor. Aparecieron como primer punto culminante dentro de su trabajo aún preponderantemente psiquiátrico. Su importancia para la comprensión del trabajo de investigación de C. G. Jung todavía no puede valorarse en su justa medida. A pesar de que algunos aspectos tienen actualmente un interés principalmente histórico, en conjunto no han perdido en modo alguno su importancia en el campo de la psiquiatría. Medio siglo después, las investigaciones y ulteriores propuestas del autor siguen aguardando su desarrollo y experiencia.
Los primeros dos ensayos, los más extensos, Sobre la psicología de la dementia praecox y El contenido de la psicosis, surgen del periodo fructífero en que Jung trabajó en Burghölzli, sanatorio del cantón de Zúrich y clínica universitaria psiquiátrica. Las publicaciones, maduradas por el encuentro y la colaboración con Auguste Forel y Eugen Bleuler, le aseguraron de una vez y para siempre su rango en la investigación psiquiátrica. También Sigmund Freud empezó a interesarse por Jung debido a estos escritos, lo que originó el encuentro y durante un tiempo el vivo intercambio de ideas entre ambos pioneros en el ámbito de la psicología profunda. De todos modos, la concepción de Jung de las enfermedades mentales lleva el germen que condujo a su rechazo vital y decidido del psicoanálisis.
La investigación del mundo de representaciones de la esquizofrenia sugiere a Jung las hipótesis de la energía psíquica y de lo inconsciente colectivo con sus contenidos arquetípicos, experiencias y conceptos que han revelado ser muy fructíferos en su trabajo posterior. Jung considera que ni la teoría sexual de la libido, que conduce finalmente al narcisismo, ni tampoco la de una génesis hereditaria o personal, explican satisfactoriamente los fenómenos típicos del proceso disociativo de estas enfermedades psicóticas: el torrente de imágenes y la degeneración de las funciones psíquicas.
De hecho, Jung fue uno de los primeros en llevar a cabo psicoterapias individuales con pacientes esquizofrénicos. Ya a comienzos de este siglo investigó las relaciones psicológicas entre el personal y la administración del establecimiento, por un lado, y la evolución de la enfermedad de sus pacientes, por otro, extrayendo las correspondientes conclusiones para el tratamiento. En la actualidad se reconocen de forma más o menos universal las innovaciones en la atmósfera del establecimiento introducidas en aquel entonces, que confirman los resultados favorables previstos por Jung.
En el ensayo Nuevas consideraciones sobre la esquizofrenia (1959) Jung constata con pesar que desde sus propias publicaciones tempranas los conocimientos sobre la esencia de esta enfermedad mental han seguido siendo fragmentarios y a lo sumo pueden exponerse como esbozos en relación con estudios de casos particulares.
Éste es el primer volumen en que no han podido participar las editoras Marianne Niehus-Jung y Lena Hurwitz-Eisner, lamentablemente fallecidas. Les debemos sincero agradecimiento a ambas, especialmente a Marianne Niehus, quien, junto a los editores angloamericanos, ha desempeñado una decisiva labor preparatoria a través de los años. Klaus Thiele-Dohrmann tradujo al alemán los trabajos IV, V y VII, redactados en inglés. Marie-Luise Attenhofer y Jost Hoerni se encargaron de elaborar los índices de nombres y temático. Les expresamos nuestro agradecimiento por su minucioso trabajo.
En representación de los editores
F. N. RIKLIN
Esta obra es el fruto de tres años de investigación experimental y de observaciones clínicas. Debido a la dificultad y a la extensión del tema, mi trabajo no pretende agotarlo ni tampoco que las conclusiones y afirmaciones posean una seguridad completa; antes bien, este trabajo reúne todas las desventajas del eclecticismo, y es posible que a algún lector le llamen tanto la atención como para pensar que mi escrito es más bien una confesión de fe que un libro científico. Peu importe! Lo importante es que logre mostrar a mis lectores de qué modo he llegado a determinadas intuiciones a través de la investigación psicológica, intuiciones que considero adecuadas para proponer una dirección nueva y fructífera a las preguntas acerca de los fundamentos psicológicos individuales de la dementia praecox. Mis intuiciones no son espectros de una fantasía meditabunda, sino pensamientos que han madurado en el contacto casi diario con mi respetado jefe, el profesor doctor Bleuler. Debo agradecer especialmente a mi amigo el doctor Riklin de Rheinau por el notable enriquecimiento de mi material empírico. Incluso una mirada superficial a las páginas de mi trabajo revela cuánto debo agradecer a las concepciones geniales de Freud. Puesto que Freud aún no ha alcanzado un justo reconocimiento y dignidad, sino que continúa siendo combatido por círculos muy influyentes, permítaseme precisar brevemente mi posición frente a él. Fue a través de la lectura como descubrí a Freud, y en primer lugar y de manera fortuita su Interpretación de los sueños; a partir de allí comencé a estudiar sus restantes escritos. Puedo asegurar que desde el principio mismo me hice todas las objeciones que la literatura especializada suele esgrimir contra Freud. Pero me dije que solamente puede refutar a Freud quien haya utilizado en muchos casos el método psicoanalítico y quien investigue realmente como lo hace Freud, esto es, quien observe la histeria y el sueño con paciencia y durante un periodo prolongado, desde su punto de vista. El que no lo haga o no pueda hacerlo, no debería juzgar a Freud, pues de lo contrario actuaría como los tristemente célebres hombres de ciencia que rehusaban mirar por el telescopio de Galileo. Ser justos con Freud no significa, como temen muchos, someterse incondicionalmente a un dogma; uno puede reservarse siempre un juicio independiente. Cuando, por ejemplo, reconozco mecanismos del complejo del sueño y de la histeria, esto no significa en absoluto que admita que el trauma sexual de la juventud posea una importancia exclusiva, como al parecer hace Freud; tampoco significa que le otorgue un papel tan preponderante a la sexualidad o que incluso le conceda la universalidad psicológica que postula Freud, como parece hacer teniendo en cuenta el papel decisivo que la sexualidad juega en la psique. En lo referente a la terapia freudiana es, en el mejor de los casos, una entre las muchas posibles y quizá no siempre ofrezca lo que se le presupone teóricamente. Pero todas estas cuestiones son menores y desaparecen totalmente si consideramos los principios psicológicos cuyo descubrimiento es el mayor legado de Freud y a los que la crítica ha prestado muy poca atención. Quien quiera actuar con justicia frente a Freud debe proceder según las palabras de Erasmo: Unumquemque move lapidem, omnia experire, nihil intentatum relinque [Remueve hasta la última piedra, recurre a todo, que nada quede sin intentar].
Dado que mi trabajo se apoya frecuentemente en investigaciones experimentales, sepa disculpar el lector si encuentra demasiadas referencias a los Estudios diagnósticos de asociación editados por mí.
Zúrich, julio de 1906
C. G. JUNG
[1] En aras de una interpretación de los trastornos psicológicos en la dementia praecox la literatura ofrece meros gérmenes, que en parte llegan lejos, pero que nunca tienen una conexión explícita entre sí. Todos los datos de los autores más antiguos poseen un valor condicionado, ya que se refieren ora a ésta, ora a aquellas enfermedades que difícilmente pueden subsumirse bajo la dementia praecox. Por tanto, no puede presuponerse que estos datos tengan validez universal. La primera visión algo más general sobre la esencia del trastorno psicológico en la catatonia es, hasta donde yo sé, la de Tschisch (1886)1, quien señaló como esencial la imposibilidad de la atención. Freusberg2 propone una visión similar, aunque concebida de otra manera: las acciones automáticas de los catatónicos están unidas a un estado de debilitamiento de la consciencia, que ha perdido su dominio sobre los sucesos psíquicos. El trastorno motor es solamente una expresión sintomática del grado de la tensión psíquica.
[2] Para Freusberg, por tanto, los síntomas motores catatónicos dependen de los fenómenos psicológicos correspondientes. El debilitamiento de la consciencia apunta en la misma dirección que la moderna concepción de Pierre Janet. También Kraepelin3 y Aschaffenburg4 constatan el trastorno en la atención, asimismo Ziehen y otros; en 1894 nos topamos por primera vez con un trabajo de psicología experimental que tiene por objeto a la catatonia: se trata de la investigación de Sommer Zur Lehre von der «Hemmung» geistiger Vorgänge [Para una doctrina de la «inhibición» de los procesos mentales]5. El autor realiza las siguientes consideraciones, que poseen una importancia general:
1. El curso de las representaciones se enlentece.
2. Las imágenes presentadas al paciente ocupan hasta tal punto su atención que se libera de ellas con bastante dificultad.
[3] Sommer explica los bloqueos frecuentes (prolongaciones del tiempo de reacción) en este caso mediante la fascinación óptica6. El estado de dispersión en personas normales muestra ocasionalmente fenómenos similares. (El «asombro», «mirar fijamente».) Gracias a esta analogía del estado catatónico con la dispersión normal, Sommer constata algo similar que Tschisch y Freusberg, a saber: la disminución de la atención. Otro fenómeno cercano a la fascinación óptica es, según Sommer, la catalepsia, que considera «en todos los casos como un fenómeno totalmente condicionado por la psique». Con esta concepción, Sommer se coloca en las antípodas de la visión de Roller, a quien se une también incondicionalmente Clemens Neisser.
[4] Roller dice: «Las representaciones y sensaciones que en la demencia se abren paso hacia la percepción, hacia la entrada en el campo visual de la consciencia, son aquellas que se disuelven mediante el estado enfermo de los centros subordinados, y cuando entra en funcionamiento la apercepción activa, la atención, ésta resulta impedida por las percepciones enfermas», etcétera7.
[5] Inmediatamente después Neisser señala a este respecto: «Hacia donde miremos en la locura, siempre volvemos a chocar con otra cosa, con lo extraño; son sucesos no explicables mediante la analogía de la vida anímica sana. El mecanismo lógico en la locura no se pone en movimiento a través de la actividad psíquica aperceptiva o la asociación consciente, sino por medio de unos estados de excitación patológicos que se encuentran por debajo del umbral de la consciencia»8. Por tanto, Neisser secunda la concepción de Roller. Esta visión no me parece estar a salvo de toda objeción. En primer lugar, se apoya en una concepción anatómica del acaecer psíquico, frente a la cual toda advertencia es poca. Ignoramos completamente qué importancia pueden tener los «centros subordinados» para el surgimiento de los elementos psicológicos (representaciones, sensaciones, etc.). Por consiguiente, una explicación de este tipo desemboca en meras palabras.
[6] En segundo lugar, la visión de Roller y Neisser parece tener como fundamento la concepción de que más allá de la consciencia se termina la psique, por así decirlo. De la psicología francesa y de las experiencias del hipnotismo se puede aprender que éste no es el caso.
[7] En tercer lugar, Neisser, con sus «estados de excitación patológicos que se encuentran por debajo del umbral de la consciencia», está hablando, si no me equivoco, de los procesos celulares de la corteza. Esta hipótesis va demasiado lejos. Todos los procesos psíquicos son correlatos de procesos celulares (tanto desde la concepción materialista como desde el paralelismo psicofísico). Por tanto, no tiene nada de singular que también los procesos psíquicos de la catatonia sean correlatos de una serie física. Sabemos que la serie psíquica normal se desarrolla bajo el influjo permanente de innumerables constelaciones psicológicas de las que normalmente no somos conscientes. ¿Por qué tendría que desaparecer repentinamente esta ley fundamental de la psicología en el caso de la catatonia? ¿Acaso porque el contenido catatónico de representaciones es ajeno a la consciencia? ¿No sucede exactamente lo mismo con nuestros sueños? Y sin embargo nadie se atrevería a sostener que los sueños sin constelación psicológica surgen en cierto sentido directamente desde la célula. El que haya analizado una sola vez sus sueños según el método freudiano sabe cuán fuerte es el influjo de la constelación precisamente en este punto. La aparición en la consciencia de representaciones extrañas sin una relación demostrable con representaciones anteriores no es algo escandaloso para la psicología normal ni tampoco para la histérica. Las «ocurrencias patológicas» de los catatónicos poseen abundantes analogías con las de las personas sanas e histéricas. (Véase más abajo.) Lo que nos falta no es tanto material empírico que pueda compararse, sino más bien la llave que logre abrir la psicología del automatismo catatónico. En general me parece bastante osado aceptar en las ciencias naturales algo novedoso toto coelo y absolutamente extraño.
[8] En la dementia praecox, en donde realmente existen innumerables asociaciones normales, debemos esperar que durante mucho tiempo sigan interviniendo las leyes de la psique normal antes de que conozcamos aquellos procesos, seguramente muy precisos, que son verdaderamente específicos. Ahora bien, nuestros conocimientos de la psique sana se encuentran lamentablemente en un estadio muy primitivo, para gran perjuicio de la psicopatología, en que se empieza a estar de acuerdo acerca de la ambigüedad de los conceptos empleados.
[9] Debemos otros estímulos fructíferos a las investigaciones de Sommer9 sobre las asociaciones de los catatónicos. En ciertos casos de catatonia las asociaciones transcurren con carácter normal para ser de repente interrumpidas por un enlace de las representaciones aparentemente inconexo, peculiar y artificial, como muestra el siguiente ejemplo10:
Oscuro: verde
blanco: marrón
negro: Buenos días, Wilhelm
rojo: marrón
[10] Diem11 también pudo confirmar estas asociaciones inesperadas; las clasifica como «ocurrencias» repentinas. Sommer las considera con razón como un criterio importante de la catatonia. Las «inspiraciones patológicas», como las describe Breukink12 apoyándose en Ziehen, podrían encontrarse sin dificultad en el material de manicomio, que es donde estos autores las han observado, y exclusivamente en los casos de dementia praecox; sobre todo en el caso de formas paranoides las «ocurrencias» de este tipo juegan un papel bien conocido. Las «ocurrencias patológicas» de Bonhoeffer13 podrían referirse en principio a un fenómeno similar. La pregunta suscitada por el descubrimiento de Sommer es algo que obviamente está lejos de ser resuelto, pero de todos modos debemos intentar, antes de que sepamos algo más, encontrar un denominador común para los diferentes fenómenos observados por los autores y transmitidos con nombres muy parecidos. Aunque para la experiencia clínica las «ocurrencias patológicas» parecen presentarse únicamente en el terreno de la dementia praecox (dejamos de lado naturalmente los repentinos falseamientos de la memoria de la demencia orgánica y el complejo sintomático de Korsakov), desearía llamar la atención sobre el hecho de que en el terreno de la histeria —cierto es que en casos que no acaban en las instituciones— las «ocurrencias patológicas» juegan con frecuencia un papel importante. Flournoy14 refiere los ejemplos más interesantes. He observado similares irrupciones repentinas del cambio de la actividad psicológica en un caso muy claro de histeria15, y recientemente pude volver a constatarlo en un caso parecido. Como he demostrado, el trastorno repentino de la asociación a través de la irrupción de representaciones conectadas de forma extraña es algo que también aparece en los sujetos normales16. En el caso de la asociación repentina o de la «ocurrencia patológica» podría tratarse, por tanto, de un fenómeno psicológico extendido universalmente que, de todas formas —y dándole la razón a Sommer—, aparece en su forma más aguda en la dementia praecox.
[11] En sus investigaciones sobre las asociaciones de catatónicos Sommer encontró además numerosas asociaciones sonoras y estereotipos, entendiendo por estereotipia la repetición frecuente de reacciones anteriores. (En nuestros experimentos lo llamamos «repetición».) Los tiempos de reacción presentaron enormes oscilaciones.
[12] En 1902 Ragnar Vogt17 vuelve sobre el problema de la consciencia catatónica: parte de las investigaciones de Müller y Pilzecker18 y toma en consideración fundamentalmente sus observaciones sobre la «perseveración». La persistencia de los sucesos psíquicos (o de sus correlatos), incluso cuando en la consciencia ya hayan sido disueltos por otras representaciones, es, según Vogt, la analogía normal con los procesos de perseveración catatónica (verbigeración, catalepsia, etc.). Por lo tanto, en la catatonia sería especialmente notable la capacidad de perseveración de las funciones psicofísicas. Ahora bien, debido a que en las investigaciones de Müller y Pilzecker la perseveración aparece solamente de manera clara cuando no se impregna ningún contenido nuevo en la consciencia19, Vogt supone que en la catatonia la perseveración se ve posibilitada porque en la consciencia no se produce ningún otro suceso interesante. Debe aceptarse, por consiguiente, un cierto estrechamiento de la consciencia. Y esto también nos ayuda a comprender por qué los estados hipnóticos y catatónicos poseen cierta similitud entre sí20. Vogt explica las acciones impulsivas de los enfermos también por la estrechez de la consciencia, que impide la intervención de inhibiciones. Este investigador se encuentra evidentemente bajo la influencia de Pierre Janet, para quien «estrechamiento de la consciencia», «disminución de la atención» es igual a abaissement du niveau mental21. Aunque aquí volvemos a toparnos, bajo una forma algo más moderna y universal, con la visión de que la atención en la catatonia —o para expresarlo de modo general: el rendimiento psíquico positivo22— se encuentra distorsionado. Es interesante la alusión a la similitud con los estados hipnóticos, aunque Vogt lo expone lamentablemente sólo a grandes rasgos.
[13] Evensen23 expresa opiniones similares. Este autor establece un hábil paralelismo entre catatonia y dispersión. La escasez de representaciones en el caso de un campo de consciencia estrecho es la base de la catalepsia, etcétera.
[14] La tesis de René Masselon es una investigación minuciosa y exhaustiva de la psicología catatónica24. Como característica específica el autor constata desde el comienzo la disminución de la atención (distraction perpétuelle). Por eso concibe la atención, de acuerdo con su formación francesa en psicología, en un sentido muy general y abarcador. Masselon escribe: «la percepción de los objetos exteriores, la percepción de nuestra propia personalidad, el juicio, la noción de las relaciones, la creencia, la certidumbre desaparecen cuando desaparece la capacidad de atención»*.
[15] Como demuestra esta cita, mucho depende de la atención tal como la concibe Masselon. En el resumen menciona como rasgos más generales del estado catatónico los siguientes: «apatía, abulia, pérdida de actividad intelectual»**. Una breve reflexión sobre estas tres abstracciones enseña que sustancialmente significan lo mismo; y Masselon siempre se esfuerza en su trabajo por encontrar esa palabra o comparación que sea capaz de expresar de la mejor manera posible la esencia más íntima de su sentimiento verdadero. Pero ningún concepto del lenguaje humano podría llegar a ser tan polifacético, y tampoco existe ninguno que no haya sido explotado anteriormente por alguna escuela o sistema en campos de significado unilaterales. Lo mejor que puede decirnos Masselon es lo que él siente como la esencia de la dementia praecox cuando prestamos atención al significado literal de algunos de sus juicios: «El estado habitual es la apatía emocional — estos trastornos están íntimamente ligados a los trastornos de la inteligencia: son de la misma naturaleza — [los enfermos] ya no manifiestan ningún deseo — se quiebra toda volición — la desaparición del deseo está relacionada con todos los demás trastornos de la actividad mental — un verdadero embotamiento de la actividad cerebral — los elementos [del espíritu] tienden a vivir una vida individual y dejan de estar sistematizados por el espíritu inactivo»25.
[16] En Masselon se mezcla una diversidad de cosas e intuiciones de las que cree que todas parten de una raíz común que él no puede hallar sin que su trabajo se torne poco claro. A pesar de la falta de agudeza, las investigaciones de Masselon contienen observaciones útiles. Encuentra, por ejemplo, una gran similitud con la histeria: fuerte autodistracción de los enfermos con cualquier cosa, especialmente con los síntomas propios (la «fascinación óptica» de Sommer), agotamiento, una memoria caprichosa —los críticos ale-manes le reprocharon este hallazgo, de modo ciertamente injusto si se supone que Masselon se refiere únicamente a la capacidad de reproducción—. Cuando un enfermo no ofrece una respuesta correcta a una pregunta directa la escuela alemana lo concibe como un irse por las ramas, como negativismo, es decir, una especie de resistencia activa; Masselon, en cambio, cree que es una incapacidad de reproducir. Considerado desde fuera puede ser ambas cosas, la diferencia se hace visible solamente con las diferentes interpretaciones que se otorguen al fenómeno. Masselon habla de un «auténtico oscurecimiento de la imagen-recuerdo»*, considera el trastorno de la memoria como «la desaparición de la consciencia de determinados recuerdos y la incapacidad del enfermo de recuperarlos»**. La contradicción de ambas concepciones se disuelve sin más cuando pensamos en la psicología de los histéricos. Si un histérico dice en la anamnesia: «No lo sé, lo he olvidado», esto significa tanto como: «No puedo o no quiero decirlo, pues es algo muy desagradable»26. A menudo el «no lo sé» es tan torpe que inmediatamente puede entreverse el motivo del desconocimiento. La misma psicología tienen los errores (suspensión de la reacción) que aparecen en el experimento de asociación, para los cuales ya he aportado numerosas pruebas experimentales27. En la praxis con histéricos resulta a menudo difícil decidir si realmente no lo saben o si es que no pueden o no quieren decirlo. Todo el que esté habituado a investigar casos de dementia praecox un poco más exhaustivamente sabe cuánto trabajo cuesta a menudo obtener información correcta; a veces se está seguro de que los enfermos lo saben, a veces se trata de un «bloqueo» que le causa a uno una impresión bastante arbitraria, y finalmente existen casos en que uno se ve forzado a hablar de «amnesia», exactamente igual que en la histeria, donde sólo existe un paso desde la amnesia al no-querer-hablar. Finalmente, el experimento de la asociación nos muestra que estos fenómenos se encuentran también en las personas normales, pero meramente in nuce28.
[17] Para Masselon el trastorno en la memoria surge de la misma fuente que el trastorno en la atención, pero no queda claro de qué fuente. En cierta oposición a esto el autor encuentra representaciones que persisten tenazmente y las califica del siguiente modo: «determinados recuerdos ligados en otro tiempo más íntimamente a la personalidad afectiva de los enfermos tienden a reproducirse sin cesar y a ocupar continuamente la consciencia — los recuerdos que persisten adoptan una forma estereotipada — el pensamiento tiende a fijarse»29 («¡fijarse!»). Sin aportar más pruebas, Masselon explica aquí que las ideas estereotipadas (esto es: las ideas demenciales) son asociaciones del complejo de la personalidad. Es una lástima que el autor no se haya detenido con más precisión en este punto, pues hubiese sido muy interesante saber en qué medida, por ejemplo, un par de neologismos o una «ensalada de palabras» —con frecuencia los únicos restos a través de los cuales se manifiesta la existencia de representaciones— son asociaciones del complejo de personalidad. Que la vida anímica del demente temprano está «fijada» me parece una metáfora acertada del entumecimiento creciente; designa de manera muy precisa la impresión que seguramente haya tenido todo observador atento de la dementia praecox. La deducción de la sugestión (suggestibilité) a partir de sus premisas es algo que le resulta sencillo al autor. Sin embargo, sobre el surgimiento del negativismo propone únicamente suposiciones vagas, aunque en realidad la literatura francesa sobre fenómenos compulsivos podría ofrecerle numerosos puntos de apoyo para las explicaciones análogas. Masselon también analizó experimentalmente las asociaciones y encontró muchas repeticiones de palabras-estímulo y frecuentes ocurrencias de naturaleza aparentemente azarosa. Llegó a la conclusión de que estos experimentos revelan que los enfermos no son capaces de prestar atención. ¡Una conclusión verdadera! Sin embargo, Masselon prestó muy poca atención a las ocurrencias.
[18] Como resultado principal del trabajo de Masselon debe por tanto mencionarse que también este autor, como los anteriores, tiende a aceptar un trastorno psicológico totalmente central30, un trastorno que se instala allí donde fluye la fuente de actividad de todas las funciones anímicas, esto es, del conocer, del sentir y del desear31.
[19] Weygandt, en sus claras explicaciones sobre la psicología de la demencia en el caso de la dementia praecox, denomina el proceso final de la enfermedad —según la terminología wundtiana— un atontamiento aperceptivo32. Como es sabido, el concepto de apercepción wundtiano es muy general; cubre no solamente la concepción de la atención de Binet y Masselon, sino también el concepto de Janet de fonction du réel33, sobre el cual volveremos más tarde. La generalidad del concepto de apercepción en el sentido mencionado queda clara por las manifestaciones de Wundt, que reproduzco literalmente: «Al estado caracterizado por sentimientos que acompañan la concepción más clara de un contenido psíquico lo llamamos atención, y al suceso individual mediante el cual cualquier contenido psíquico es llevado a una concepción más clara lo llamamos apercepción»34. Pero la aparente oposición entre atención y apercepción puede disolverse: «Según todo esto, la atención y la apercepción son expresiones que designan el mismo estado psicológico de cosas. Utilizamos la primera preferentemente para designar el lado subjetivo de este estado de cosas, los sentimientos y sensaciones concomitantes; con la segunda denotamos principalmente los efectos objetivos, las modificaciones en la constitución de los contenidos de la consciencia»35.
[20] En la definición siguiente: la apercepción es «el suceso individual mediante el cual cualquier contenido psíquico es llevado a una concepción más clara» se dice mucho con pocas palabras. La apercepción es entonces voluntad, sentimiento, afecto, sugestión, fenómeno compulsivo, etc., pues todos éstos son procesos que llevan «un contenido psíquico a una concepción más clara». Con esto no pretendemos hacer una crítica negativa al concepto de apercepción, sino meramente señalar su desmesurada extensión; este concepto contiene en sí mismo toda producción psíquica positiva, además de la adquisición progresiva de nuevas asociaciones, esto es, nada más y nada menos que todos los enigmas de la actividad física, tanto de la consciente como de la inconsciente. El concepto de Weygandt del atontamiento aperceptivo expresa por tanto aquello que Masselon imaginaba. Pero de este modo hemos encontrado solamente una expresión común para la psicología de la dementia praecox, que es demasiado general como para albergar algo vinculante en la deducción de todos los síntomas.
[21] Madeleine Pelletier36 investiga en su tesis la sucesión de representaciones del flujo maníaco de las ideas y de la débilité mentale [debilidad mental], entre los cuales se encuentran claros casos de dementia praecox. El punto de vista teórico desde el que la autora considera el flujo de ideas coincide sustancialmente con el de Liepmann37. Presupongo que el lector conoce el contenido del trabajo de Liepmann.
[22] Pelletier traza un paralelismo entre el transcurso plano de la asociación en la dementia praecox y el flujo de ideas. Lo característico del flujo de ideas es la absence du principe directeur [ausencia de principio directriz]. Lo mismo se produce en el transcurso de la asociación en la dementia praecox: «La idea directriz está ausente y el estado de consciencia permanece vago sin una planificación de los elementos… El único modo de actividad psíquica que en el estado normal se puede comparar a la manía es la ensoñación, más aún considerando que la ensoñación es más bien el modo de pensamiento del débil mental que el del maníaco»*. Pelletier tiene razón al encontrar una gran similitud entre el estado normal del fantasear y las asociaciones planas de los maníacos, siempre que las asociaciones se encuentren sobre el papel. Clínicamente un maníaco no se parece en nada a un fantaseador. Evidentemente la autora percibe esto y encuentra que la analogía se ajusta mejor al estado de la dementia praecox, que desde Reil se ha comparado muchas veces con el sueño (por ejemplo, Chaslin: La confusion mentale primitive). La riqueza y la aceleración de las representaciones en el flujo maníaco de las ideas se diferencian nítidamente del tipo de asociación muy interrumpida y de transcurso lento del sueño, por no hablar de la pobreza y de las numerosas perseveraciones de las asociaciones catatónicas. La analogía sólo es correcta en el sentido de que en todos estos casos falta la representación orientadora; en el caso de la manía debido a que todas las representaciones se agolpan en la consciencia con una fuerte aceleración y una gran potencia emocional38. Es probable que por ello no pueda subsistir ninguna atención39. En el fantaseo no existe de antemano ninguna atención, y siempre que ésta falta, el decurso de la asociación debe hundirse en el fantaseo, esto es, en un proceso lento que avanza según leyes asociativas, principalmente según la similitud, el contraste, la coexistencia y la conexión lingüístico-motora40. La autoobservación cotidiana o el seguimiento atento de una «conversación» común ofrecen numerosos ejemplos. Como muestra Pelletier, el transcurso de la asociación en la dementia praecox está construido según el mismo esquema, lo cual queda muy claro en este ejemplo: «Je suis l’être, l’être ancien, le vieil Hêtre41, que l’on peut écrire avec un H. Je suis universel, primordial, divine, catholique, Romaine42, l’eusses-tu cru, l’être tout cru, suprumu43, l’enfant Jésus44. Je m’appelle Paul, c’est un nom, ce n’est pas une négation45, on en connait la signification46. — Je suis éternel, immense, il n’y a ni haut, ni bas, fluctuat nec mergitur, le petit bâteau47, vous n’avez pas peur de tomber48».
[23] Este bonito ejemplo nos muestra de modo bien claro el tipo de transcurrir de las asociaciones en la dementia praecox; el transcurso es totalmente plano y se mueve a través de muchas asociaciones sonoras. Pero la descomposición es tan fuerte que ya no la podemos comparar con el fantaseo del estado normal, sino directamente con el sueño. De manera parecida suenan los discursos que pronunciamos en el sueño49. Se encuentran abundantes ejemplos en el libro de Freud La interpretación de los sueños.
[24] En el primer artículo de los Estudios diagnósticos de asociación se aportó la prueba de que la disminución de la atención genera un tipo de asociación plana (conexiones lingüístico-motoras, asociaciones sonoras, etc.), y a la inversa: de la aparición de un tipo plano siempre se puede concluir un trastorno de la atención. De acuerdo con nuestras pruebas experimentales, Pelletier tiene razón cuando relaciona el tipo plano de la dementia praecox con la disminución de la atención. La autora describe esta disminución con las palabras de Janet: un abaissement du niveau mental. Lo que también deducimos de este trabajo es nuevamente la reducción del trastorno al problema central de la apercepción.
[25] En particular, cabe señalar que la autora pasa por alto las perseveraciones; en cambio, debemos agradecerle una observación muy valiosa sobre los símbolos y las relaciones simbólicas que aparecen con tanta frecuencia en la dementia praecox: «Es preciso señalar que el símbolo desempeña un papel muy importante en las divagaciones de los alienados; en las personas con delirio persecutorio, en los débiles mentales los encontramos a cada paso; esto se debe a que el símbolo es una forma muy inferior del pensamiento. Se podría definir el símbolo como la percepción falsa de una relación de identidad o de analogía muy grande entre dos objetos que en realidad no presentan más que una analogía vaga»50.
[26] De esto se desprende que Pelletier vincule los símbolos catatónicos con el trastorno de la atención. Esta suposición encuentra también un decidido apoyo por el hecho de que el símbolo es un fenómeno habitual y largamente conocido en el fantaseo y en el sueño.
[27] Un capítulo especial lo constituye la psicología del negativismo, sobre la cual ya existen numerosas publicaciones. Es lícito dar por seguro que el síntoma del negativismo no es unívoco. Existen múltiples formas y grados de negativismo que todavía no han sido estudiadas ni analizadas clínicamente con la suficiente precisión. Resulta fácilmente comprensible la división de los negativismos en una forma activa y otra pasiva, con lo cual se presentan los casos psicológicos más complejos bajo la forma de la resistencia activa. Si en cada uno de estos casos fuese posible un análisis, probablemente podrían encontrarse motivos perfectamente determinados para el comportamiento resistente, lo que haría dudoso que en estos casos pudiera seguirse hablando de negativismo. Incluso en la forma pasiva no son pocos los casos difícilmente interpretables. De todos modos hay una cantidad de casos donde se muestra con claridad que también los procedimientos voluntarios simples se transforman ciegamente en su contrario. Según nuestra visión, el negativismo descansa siempre en última instancia sobre las asociaciones correspondientes. Si existe también un negativismo que ocurre en la médula espinal es algo que ignoro. El punto de vista más general en la cuestión del negativismo es el adoptado en el trabajo de Bleuler51, que demuestra la sugestibilidad negativa, esto es, la presión hacia la asociación contrastiva no solamente como elemento de la psique normal, sino también como mecanismo frecuente de síntomas patológicos en la histeria, los fenómenos compulsivos y la dementia praecox. El mecanismo de contraste es una función autónomamente activa de la asociación, arraigada totalmente en la «afectividad»; por eso se manifiesta principalmente en el caso de representaciones cargadas de sentimientos, en las decisiones y cuestiones similares. «El mecanismo sólo debe ofrecer protección ante una acción precipitada y forzar una ponderación de los pros y los contras». El mecanismo de contraste es un contrapeso de la sugestibilidad. La sugestibilidad es la capacidad de recepción y realización de representaciones cargadas de sentimientos, el mecanismo de contraste proporciona lo opuesto; por eso Bleuler lo llama acertadamente la sugestibilidad negativa. La estrecha conexión de estas dos funciones permite que se haga comprensible su reunión clínica. (La sugestibilidad frente a las autosugestiones insuperables y contrarias en la histeria; negativismo, automatismo al mandato, ecopraxia en la dementia praecox, etcétera).
[28] La importancia de la sugestibilidad negativa en el transcurrir cotidiano de la psique nos hace comprensible por qué las asociaciones por contraste son tan enormemente frecuentes: son las más cercanas52.
[29] También en el lenguaje observamos algo parecido: las palabras que expresan contrastes cotidianos se encuentran asociadas de modo muy firme y generalmente pertenecen a las conexiones lingüísticas asentadas (blanco-negro, etc.). Incluso en las lenguas primitivas existe ocasionalmente una palabra para las representaciones que contrastan. Por tanto, según el sentido de las explicaciones de Bleuler, se necesita solamente un trastorno relativamente leve del sentimiento para engendrar fenómenos negativos. Como muestra Janet53, es suficiente con el abaissement du niveau mental de las personas dominadas para desencadenar el juego de los contrastes. ¡Cuánto podemos esperar entonces del «atontamiento aperceptivo» de la dementia praecox! Y aquí nos encontramos realmente con el juego aparentemente caótico de positivo y negativo, que con frecuencia se reflejan muy bien en las asociaciones que se expresan lingüísticamente54. Por tanto, en la cuestión del negativismo la falta de puntos de apoyo no nos lleva a recurrir a la suposición de que también este síntoma se encuentra íntimamente relacionado con el «atontamiento aperceptivo»: el conducto central de la psique se ha vuelto tan débil que no puede potenciar el acto positivo y no puede evitar el negativo, o a la inversa55.
[30] Recapitulemos lo dicho antes de seguir adelante: los autores mencionados hasta el momento han constatado como rasgos característicos de la dementia praecox la disminución de la atención o, expresado de manera más general, el «atontamiento aperceptivo» (Weygandt). Con esta circunstancia hay que relacionar la peculiaridad del volverse planos las asociaciones, símbolos, estereotipos, perseveraciones, automatismo al mandato, apatía, abulia, trastorno en la reproducción y, en un sentido más estrecho, también el negativismo.
[31] A primera vista parece extraño que en el empeoramiento general no participen la comprensión y la capacidad de percibir. De hecho, en la dementia praecox, en los momentos accesibles, se encuentra una memoria sorprendentemente ágil, casi fotográfica, que prefiere justamente recrear las cosas más nimias, aquellas que una persona normal pasa siempre por alto56. Pero precisamente esta peculiaridad muestra de qué tipo de memoria se trata: no es más que el registro pasivo de los sucesos que tienen lugar en el entorno más cercano. Pero todo aquello que requiere un despliegue de interés pasa sin dejar huella en los enfermos o a lo sumo se registra à niveau con la visita diaria del médico o en la comida del mediodía; así, al menos, se nos aparece a nosotros. Weygandt57 ha descrito con elocuencia esta carencia de recepción activa. La comprensión también suele estar distorsionada solamente en los tiempos de excitación. La comprensión y la capacidad de percibir o la recepción y conservación son en gran parte procesos pasivos, que tienen lugar en nosotros sin un despliegue especial de energía, al igual que el mero ver u oír, mientras no vayan unidos a la atención.
[32] Si bien del concepto weygandtiano del atontamiento aperceptivo (Janet: abaissement du niveau mental) puede deducirse hasta cierto punto el origen de los síntomas resumidos más arriba (automatismo, estereotipia, etc.), no comprendemos a partir de esto la multiplicidad de formas de los síntomas individuales, su inestabilidad, el contenido característico de las ideas demenciales y de las alucinaciones, etc. Muchos investigadores han intentado resolver estos enigmas.
[33] Stransky58 ha analizado la cuestión de la dementia praecox desde su aspecto clínico. Partiendo del concepto de Kraepelin del «atontamiento cómodo», comprueba que bajo este concepto pueden entenderse dos cosas: «Primero, pobreza o más bien superficialidad de las reacciones “cómodas”; segundo, incongruencia de las mismas con el contenido de representaciones dominante en ese momento en la psique»59. Así pues, Stransky diferencia el contenido del concepto de Kraepelin y recalca que, clínicamente, no se observa meramente el «atontamiento cómodo». El llamativo desequilibrio entre representación y afecto que podemos observar diariamente en los dementes tempranos es un síntoma mucho más frecuente —para el tiempo de desarrollo de la enfermedad— que el atontamiento cómodo. La incongruencia entre representación y tono sentimental lleva a que Stransky asuma dos factores psíquicos separados, la noopsique y la timopsique, con lo cual el primer concepto cubre todos los sucesos puramente intelectuales y el segundo todos los sucesos afectivos. Estos dos conceptos se corresponden en cierta manera con la psicología de Schopenhauer: intelecto y voluntad. Naturalmente que en el alma sana tiene lugar un juego continuo y finamente coordinado entre ambos factores. Si aparece la incongruencia, esto se corresponde analógicamente con la ataxia, y entonces tenemos ante nosotros el cuadro de la dementia praecox con sus afectos desproporcionados e incomprensibles. Hasta aquí la separación de las funciones anímicas en noopsíquicas y timopsíquicas coincide con la realidad. Ahora bien, la pregunta es si en el caso de un contenido banal de la representación —que en el enfermo aparece con un afecto poderoso— la incongruencia está presente no solamente para nosotros —que atisbamos de modo muy deficiente su alma—, sino también para la percepción subjetiva del enfermo.
[34] Quisiera aclarar esta cuestión con un ejemplo. Visito a un señor en su oficina. Repentinamente este señor se encoleriza y reprende con gran furia a un copista que acababa de dejar un periódico en el lado derecho de la mesa y no en el izquierdo. Me asombro y empiezo a hacerme una idea particular sobre el carácter nervioso de este hombre. Pero poco después me entero por otro empleado de que el copista ya había cometido el mismo error docenas de veces en el pasado y que por eso la ira del señor estaba totalmente justificada.
[35] Si no hubiese sido iluminado posteriormente, me habría hecho una imagen falsa de la psicología de este señor. Los médicos nos encontramos a menudo en este caso frente a la dementia praecox: a causa del hermetismo característico del enfermo logramos ver muy poco en su interior; éste es un hecho que puede confirmar cualquier psiquiatra. Por tanto, resulta fácil pensar que con frecuencia las excitaciones permanecen incomprendidas debido a que no vemos sus causas asociativas. Esto incluso puede sucedernos a nosotros mismos: estamos durante un buen rato malhumorados, de manera totalmente inadecuada, sin tener consciencia de la causa. Ofrecemos las respuestas más simples en un tono inadecuadamente insistente e irritado, etc. Si la persona normal no siempre puede arrojar claridad sobre las causas de su contrariedad, ¡cuán poco podremos hacerlo frente al alma de un demente temprano! Debido al evidente carácter inaccesible de nuestro diagnóstico psicológico, debemos ser muy cuidadosos con el supuesto de una incongruencia real en el sentido de Stransky. Aunque para la impresión clínica la incongruencia esté presente con frecuencia, no es de ninguna manera verdadero que aparezca solamente en la dementia praecox. La incongruencia es algo cotidiano en la histeria; se la puede comprobar en el hecho totalmente banal de las denominadas «exageraciones» histéricas. El polo opuesto es la conocida belle indifférence del histérico. Del mismo modo, encontramos enormes excitaciones por cosas nimias, eventualmente por algo en lo que no es posible reconocer ninguna conexión con la excitación. Pero el psicoanálisis descubre los motivos de esto y empezamos a comprender por qué los enfermos reaccionan de esta manera. Todavía no podemos penetrar en la dementia praecox, por eso las conexiones siguen siendo incognoscibles para nosotros y suponemos una «ataxia» entre la noopsique y la timopsique. Por el contrario, en el caso de la histeria sabemos, gracias al análisis, que no existe ninguna «ataxia», sino meramente una hipersensibilidad que es inmediatamente clara y comprensible cuando conocemos el complejo de representaciones patógenas60. ¿Sigue siendo necesario que supongamos que existe un mecanismo totalmente nuevo para la dementia praecox cuando sabemos cómo se produce la incongruencia en la histeria? En general sabemos muy poco de la psicología normal e histérica61 como para atrevernos a asumir mecanismos totalmente nuevos y desconocidos para la psicología restante en una enfermedad tan impenetrable como la dementia praecox. Hay que ser ahorrativo con los nuevos principios explicativos; por eso rechazo la hipótesis de Stransky, que en sí misma es clara e ingeniosa.
[36] Pero como compensación poseemos del mismo Stransky62 un trabajo experimental muy interesante que ofrece el fundamento para la compresión de un síntoma importante: la confusión lingüística.
[37] La confusión lingüística es producto de un trastorno psicológico básico. (Stransky lo llama «ataxia intrapsíquica».) Cuando la vida de los sentimientos y de las representaciones se encuentra dañada en sus relaciones, como en la dementia praecox, y cuando debido a esto al pensamiento normal le falta la orientación propia según una representación superior (Liepmann), tiene que desarrollarse un raciocinio similar a la fuga de ideas. (Como ha mostrado Pelletier: preponderancia de las leyes asociativas sobre el influjo de la dirección.) Si, tal como muestran nuestros experimentos de asociación con la atención desviada, se trata de un acontecimiento lingüístico, tiene que aparecer una multiplicación de los elementos de unión puramente superficiales (asociaciones lingüístico-motoras y reacciones sonoras). Esto va acompañado de la disminución de las conexiones con sentido. Además se manifiestan otros trastornos: multiplicación de las asociaciones mediatas, de las reacciones carentes de sentido, repeticiones de la palabra-estímulo (a menudo reiteradas veces). Las perseveraciones muestran, dentro de la distracción, un comportamiento contradictorio; según nuestros experimentos, se multiplican en el caso de las mujeres y, por el contrario, disminuyen en el caso de los hombres. En muchos casos pudimos constatar en el surgimiento de la perseveración la presencia de un fuerte tono sentimental: la representación cargada de sentimiento revela principalmente una tendencia a perseverar. Esto es algo que enseña la experiencia cotidiana. Mediante el desvío de la atención se crea un cierto vacío de consciencia63 en donde las representaciones pueden perseverar con más facilidad que con la plena atención.
[38] Stransky investigó, pues, cómo se desarrollaban las series consecutivas de asociaciones lingüísticas bajo el influjo del relajamiento de la atención. Sus sujetos de experimentación debían decir espontáneamente a un fonógrafo lo primero que les viniera a la cabeza. Al hacerlo, no podían fijar su atención en lo que decían. Como punto de partida se ofrecía una palabra-estímulo. (En la mitad de los casos también se introdujo una distracción.)
[39] Estos experimentos arrojaron resultados interesantes: ¡las secuencias de palabras y de frases recordaban inmediatamente a los discursos (y también a los documentos escritos) de la dementia praecox! Las instrucciones del experimento excluían una dirección determinada del discurso, a lo sumo la palabra-estímulo podía obrar durante un lapso de tiempo como «tema» más o menos indeterminado. Se destacaron llamativamente los elementos de unión superficiales (esto se corresponde con la caída de los nexos lógicos), aparecieron grandes cantidades de perseveraciones (o bien repeticiones de la palabra precedente, lo que se corresponde aproximadamente con la repetición de la palabra-estímulo en nuestros experimentos), y, además, se encontraron numerosas contaminaciones64 y, estrechamente unido a esto, neologismos, construcción de nuevas palabras.
[40] Deseo citar algunos ejemplos del inmenso material de Stransky: «Las cigüeñas se sostienen sobre una pierna, tienen mujeres, tienen niños, son aquellas que traen a los niños, los niños que traen a casa, esta casa, una idea que las personas tienen de las cigüeñas, de la eficacia de las cigüeñas, las cigüeñas son pájaros grandes — con un pico grande y viven de las ranas, ranas [Fröschen], frescas [Frischen], ranas [Froschen], las ranas [Froschen] son Fruschen [sic] por la mañana [Früh], por la mañana están con — desayuno [Frühstück], café, y con el café también beben coñac, en el coñac también beben vino, y con el vino beben cualquier cosa, las ranas son animales grandes a los que las cigüeñas — hm — devoran, las cigüeñas devoran a los pájaros, los pájaros devoran a los animales, los animales son grandes, los animales son pequeños, los animales son humanos, los animales no son humanos…» etcétera*.
«Estas ovejas… han sido, ovejas merino, de las cuales se ha cortado la grasa por libras, con el Shylock se ha cortado la grasa, ha cortado una libra…», etcétera.
«K… era un K… con una nariz larga, con una nariz clavada [Rammnase], con una Rampfnase [sic], con una nariz para chocar, un veneno dañino, una persona, que ha chocado… que está chocada…», etcétera.
[41] A partir de estos ejemplos de los experimentos de Stransky se comprueba sin dificultad cuáles son las leyes de asociación que rigen el flujo de los pensamientos: son principalmente las leyes de la similitud, coexistencia, nexo lingüístico-motor y la conexión según el sonido. Además, llaman inmediatamente la atención las numerosas perseveraciones y repeticiones (Sommer: «estereotipos»). Si compraramos con esto la prueba de las asociaciones de la dementia praecox de la señorita Pelletier que citamos anteriormente, nos encontramos con un parecido llamativo65: tanto aquí como allí aparecen las mismas leyes de la ressemblance, contigüité y assonance. En el análisis de Pelletier faltan solamente estereotipos66 y perseveraciones, aunque ya estén claramente presentes en el material citado. Stransky también da cuenta de esta evidente similitud con numerosos ejemplos interesantes obtenidos con dementes tempranos.
[42] Es especialmente importante que en los experimentos normales de Stransky aparezcan numerosos conglomerados de palabras o frases que pueden designarse como contaminaciones.
Ejemplo: «… es en general una carne de la que uno no se logra liberar, los pensamientos no se pueden liberar, especialmente cuando hay que perseverar, perseverar, perseverar, severieren, Severin», etcétera.
[43] Según Stransky, en este conglomerado están condensadas las siguientes secuencias de representaciones:
a)En Inglaterra se consume mucha carne de carnero.
b)No puedo liberarme de esta idea.
c)Esto es perseveración.
d)Debo soltar sin más todo lo que se me ocurra.
[44] La contaminación es por tanto una condensación de diferentes secuencias de representaciones. Por consiguiente debe concebirse sustancialmente como una asociación mediada67. Este carácter de la contaminación se confirma claramente a partir de los ejemplos patológicos de Stransky:
Ejemplo:
«Pregunta: ¿Qué es un mamífero?
Respuesta [paciente]: Es una vaca, por ejemplo un obstetra».
[45] «Obstetra» es una asociación mediada con respecto a vaca y muestra el supuesto camino del pensamiento: vaca — dando a luz jóvenes vivos — igualmente humano — obstetra68.
«Pregunta: ¿Qué representación se hace usted bajo la “Sagrada Virgen”?
Respuesta: El cambio de una señorita».
[46] Como bien apunta Stransky, el pensamiento debe haber seguido aproximadamente el siguiente camino: «inmaculada concepción — virgo intacta — cambio virtuoso de vida».
«Pregunta: ¿Qué es un cuadrilátero?
Respuesta: Un cuadrado con ángulos».
La condensación se compone de:
a)Un cuadrilátero es un cuadrado.
b)Un cuadrilátero tiene cuatro ángulos.
[47] A partir de estos ejemplos debería ser evidente que las contaminaciones que aparecen frecuentemente en la atención desviada son algo similar a las asociaciones mediadas que hacen su aparición en las reacciones simples ante palabras. Como es sabido, nuestros experimentos han probado numéricamente la multiplicación de las asociaciones mediadas en la distracción.
[48] Esta coincidencia de tres experimentadores, Stransky, yo mismo y la dementia praecox, no puede ser casualidad; es la prueba de la veracidad de nuestra concepción y con ello una confirmación más de la debilidad aperceptiva que distingue a todos los síntomas degenerativos de la dementia praecox.
[49] Stransky advierte que la contaminación a menudo produce extrañas construcciones verbales (por ejemplo, Primordialrat), a veces tan peculiares que inmediatamente recuerdan a los neologismos de la dementia praecox. Estoy convencido de que una gran parte de los neologismos se crean realmente de esta manera. Un demente temprano que intentaba convencerme de la integridad de su salud, dijo: «Que estoy sano es obvio como el agua [Händeklar]». Repitió varias veces con énfasis esta expresión. Como resulta fácil de ver, esta construcción se descompone en:
a)Esto es obvio [Das liegt auf der Hand].
b)Esto es claro como el agua [Das ist sonnenklar].
[50] En 1898, Neisser69, basándose en la observación clínica, apuntó que las nuevas construcciones de palabras por lo general no son realmente verbos ni sustantivos, ni tampoco palabras, sino frases, en la medida en que sirven a hacer sensible la totalidad de un proceso. En esta formulación de Neisser está expresado el concepto de condensación. Pero Neisser va más allá y habla directamente de hacer sensible la totalidad de un suceso. En este sitio me gustaría recordar que Freud, en su obra La interpretación de los sueños, demostró una condensación70 en gran escala para el sueño. Lamentablemente no puedo entrar in extenso en el vasto y extremadamente valioso material psicológico de este investigador todavía poco reconocido, pues me llevaría demasiado lejos. Debo simplemente presuponer el conocimiento de este importante libro. Según mi saber nunca hasta ahora se han aportado verdaderas pruebas contra la concepción de Freud. Por tanto, me limito a constatar que el sueño, que ya de por sí tiene numerosas analogías con el trastorno asociativo de la dementia praecox, también revela la condensación lingüística especial en el sentido de contaminación de frases y situaciones. También a Kraepelin le llamó la atención la similitud de los discursos del sueño y de la dementia praecox71. De los numerosos ejemplos que he observado en los sueños propios y de otras personas quisiera mencionar uno muy simple, que revela al mismo tiempo condensación y neologismo:
Alguien quiere expresar en el sueño algo reconocible frente a determinada situación y dice: «Esto es feimos», que es una contaminación de:
a) fino [fein],
b) estupendo [famos].
[51] El sueño también es una debilidad «aperceptiva» par excellence, lo que se muestra con especial claridad en su tendencia generalmente reconocida hacia el símbolo72.
[52] Finalmente, debemos resolver una última pregunta que en realidad habría que haber contestado al principio, a saber: ¿se corresponde realmente el estado de consciencia de los experimentos normales de Stransky con el de una atención distorsionada? Ante todo debe notarse que los experimentos de distracción de Stransky no permitieron reconocer ninguna modificación sustancial frente a los experimentos normales; por tanto, la asociación no pudo haber sido muy diferente en ambos estados y, según esto, tampoco la atención. Ahora bien, ¿cómo debe pensarse el trastorno en los experimentos normales?
[53] Yo creo que debe buscarse el motivo principal en el «forzamiento». A los sujetos de experimentación se los instruye para que hablen espontáneamente y el hecho de que lo hicieron en parte con una gran aceleración se demuestra porque produjeron un promedio de 100-250 palabras por minuto, mientras que en el discurso normal el promedio es de 130-140 palabras73. Si alguien habla y quizá piensa más rápido de lo acostumbrado sobre asuntos indiferentes, ya no se puede prestar la suficiente atención a la asociación. Un segundo aspecto, no menos importante, es la situación anómala para la mayoría de los sujetos de experimentación y su influencia sobre el estado de ánimo. Hay que pensar esta situación comparándola con el caso de un orador excitado que desemboca en una «estupidez emocional»74. En este estado he encontrado cifras extraordinariamente altas de perseveración y repetición. Pero la estupidez emocional es asimismo un trastorno muy fuerte de la atención. Por eso podemos asumir con seguridad que en los experimentos normales de Stransky la atención estaba realmente distorsionada, aunque el estado de consciencia no fuera del todo claro.
[54] Debemos a Heilbronner75 una importante observación: en la investigación de las asociaciones seriales de una hebefrénica se encontró que, en un caso, un 41 % de las palabras de reacción y, en el otro, un 23 % de ellas se relacionaban con el entorno. En este hecho Heilbronner percibe una prueba del desvío del aferrarse que parte del «vacío», esto es, de la ausencia de nuevas representaciones. Puedo confirmar esta observación por experiencia propia. Sería interesante saber teóricamente en qué relación se encuentra este fenómeno con el síntoma de Sommer-Leupoldt de «nombrar y palpar».
[55] Otto Gross expresa intuiciones nuevas e independientes sobre la psicología de la dementia praecox76. Propone el nombre de dementia sejunctiva para la enfermedad: la razón de este nombre es la pérdida de la consciencia del demente temprano, la sejunción de la consciencia. Gross naturalmente toma el concepto de sejunción de Wernicke, pero también podría haber tomado igualmente el viejo concepto sinonímico de disociación (Binet, Janet). La disociación de la consciencia significa sustancialmente lo mismo que la «pérdida de la consciencia» de Gross. Con este último concepto lo único que hemos ganado es una palabra más, y la psiquiatría ya tiene suficientes palabras. La escuela francesa entendía por disociación un debilitamiento de la consciencia en la medida en que quedaban escindidas una o varias series de representaciones, esto es, se liberaban de la jerarquía de la consciencia del yo e iniciaban una existencia más o menos independiente77. Sobre esta base surgió por ejemplo la teoría de la histeria de Breuer y Freud. Según las nuevas formulaciones de Janet, la disociación es la consecuencia del abaissement du niveau mental, que destruye la jerarquía y favorece el surgimiento de automatismos o los causa directamente78. Qué tipo de automatismos son los que se liberan es algo que han especificado muy bien Breuer y Freud79. Pero lo nuevo e importante es la utilización que hace Gross de esta doctrina para la dementia praecox. El autor se expresa del siguiente modo acerca de su concepto fundamental:
«La caída de la consciencia en el sentido que yo le doy significa el cese simultáneo de las series de asociaciones funcionalmente separadas… En mi caso el punto central se encuentra en la concepción de que la actividad de la consciencia debe considerarse como la resultante de muchos procesos psicofísicos que acaecen sincrónicamente»80.
[56] Ambas citas deberían bastar para ilustrar la concepción del autor. Quizá se podría secundar la opinión de que la consciencia (mejor: el contenido de la consciencia) es la resultante de numerosos procesos psicofísicos no conscientes (o inconscientes). Esta visión ofrece incluso un nuevo avance para la psiquiatría frente a la psicología de la consciencia más corriente, para la cual más allá del epifenómeno «consciencia» empiezan inmediatamente los fenómenos de nutrición de la célula cerebral. Gross parece representarse el contenido psíquico (¡no el contenido de la consciencia!) bajo la forma de series únicas de asociaciones que transcurren en sincronía. Considero que esta comparación es algo confusa; me parece más acertado asumir complejos de representaciones que se tornan sucesivamente conscientes y que se transforman en una constelación por medio de complejos de asociaciones precedentes. El factor aglutinante de estos complejos es determinado afecto81. Cuando la enfermedad disuelve la unidad de las series sincrónicas de Gross, hace su entrada la caída de la consciencia. Traducido al lenguaje de la escuela francesa sería: cuando se escinden una o varias series de representaciones estamos ante la disociación, que provoca un debilitamiento de la consciencia. No queremos discutir por palabras: Gross vuelve aquí igualmente al problema del trastorno aperceptivo; pero se aproxima al problema desde un flanco nuevo e interesante, desde el flanco de lo inconsciente. Gross intenta descubrir las raíces de los numerosos fenómenos automáticos que irrumpen con una fuerza elemental y extraña en la consciencia de los dementes tempranos. Todo psiquiatra debería estar familiarizado con los signos de los fenómenos automáticos en la vida consciente de los dementes tempranos: son las ideas «autóctonas», los impulsos repentinos, las alucinaciones, los fenómenos del influjo de los pensamientos, las series de representaciones obsesivas con el carácter de lo extraño, el punto muerto y la desaparición de los pensamientos (designado muy acertadamente por una de mis pacientes como «abstinencia de los pensamientos»), inspiraciones (ocurrencias patológicas), etcétera.
[57] Gross dice que los fenómenos catatónicos son «modificaciones de la voluntad misma por medio de un agente que es sentido como algo exterior a la continuidad del yo y por tanto es interpretado como una potencia extraña». Son una «sustitución de la voluntad de continuidad del yo por una intercalación de otras series de la consciencia».
Debemos pensar que muchas —queremos decir series de asociaciones— simultáneas y sin influencia recíproca pueden desembocar en el órgano de la consciencia. De estas series de la consciencia una tendrá que transformarse en el soporte de continuidad de la misma. Las restantes series de asociaciones son naturalmente «subconscientes» o, mejor, «inconscientes». Ahora bien, en todo momento tiene que ser posible que también en ellas la energía nerviosa aumente y alcance tal nivel que la atención se dirija repentinamente a uno de sus eslabones finales, esto es, que sin mediación un eslabón de una serie de asociaciones inconsciente se intercale en la continuidad de los eslabones dominantes hasta ese momento. Cuando se cumplen estas premisas, el proceso subjetivo concomitante solamente puede ser que algún fenómeno psíquico sea percibido como algo que ingresa sin mediaciones en la consciencia y que es completamente ajeno a la continuidad de ella. Parece casi inevitable que tenga que agregarse la idea explicativa de que el fenómeno psíquico en cuestión (representación) no se origina en los propios órganos de la consciencia, sino que ha sido arrojado a la misma desde fuera82.
[58] Como ya he dicho, en esta hipótesis falla el supuesto de las series independientes de asociaciones sincronizadas. La psicología normal no nos ofrece para esto ningún tipo de apoyo. Allí donde podemos investigar de la mejor manera posible las series de representaciones escindidas, en la histeria, encontramos que se confirma lo opuesto: incluso cuando se trata de series que parecen estar completamente separadas encontramos en algún lugar oculto el puente que conduce de una serie a otra83. En el alma todo está intercomunicado: el alma actual es el resultado de millones de constelaciones.
[59] Dejando de lado esta objeción menor, creo poder decir que la hipótesis de Gross es feliz. Nos enseña, dicho brevemente, que las raíces de todos los fenómenos automáticos se encuentran en las unidades de asociaciones inconscientes. Si la consciencia «cae» (abaissement du niveau mental, debilidad aperceptiva), al mismo tiempo se liberan de toda inhibición los complejos que existen junto a la consciencia y pueden irrumpir en la consciencia del yo. Esta concepción es eminentemente psicológica y coincide claramente con las doctrinas de la escuela francesa, con las experiencias del hipnotismo y del análisis de la histeria. Si provocamos una serie de representaciones escindida mediante la sugestión bajo el debilitamiento de la consciencia, por ejemplo en el caso de la orden poshipnótica, el resultado es que la serie escindida vuelve a prorrumpir con una fuerza inexplicable para la consciencia del yo. También