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La adúltera virtuosa es una comedia teatral del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a un malentendido amoroso que propiciará numerosas situaciones de enredo, todas ellas presentadas bajo un prisma de profunda moral católica, en consonancia con la visión del mundo que tiene su autor.
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Seitenzahl: 75
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Antonio Mira de Amescua
Saga
La adúltera virtuosa
Copyright © 2001, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726660982
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
Hablan en ella los personajes siguientes:
Don Felipe De Cardona
El Duque Mauricio
Rey
Barón
Conde
Carlos
Astolfo
Frisón, lacayo
El Duque Claudio
Doña Juana
[El Marqués Rodulfo]
Doña Inés
Reina
Glaudio [labrador]
Coridón [labrador]
Gaceno. [labrador]
Julio, criado
Lupercio,
Alberto
[Leonardo]
[Criado]
Salen el Duque Mauricio y la Duquesa doña Juana, su mujer, doña Inés, su camarera, el Duque Claudio, el Marqués Rodulfo*, y gentiles hombres, todos salen como desposorio
Carlos
Ya en el domo el cardenal
a vuecelencias aguarda
y en el Palacio Real
vi, cercados de la guarda,
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los mármoles del portal.
Claudio
¿ Qué falta para salir
ahora a la Santa Iglesia?
Mauricio
El Rey.
Claudio
¿ Pues ha de venir?
Mauricio
A honrarnos.
Claudio
De su presencia
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más se puede presumir.
Doña Juana
Quiere honrarnos siendo hoy
de nuestras bodas padrino
que, porque española soy, me favorece.
Carlos
Imagino
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que oyendo la guarda estoy.
Dentro
¡Plaza, plaza!
Mauricio
Él es sin falta.
A recibirle salgamos,
pues una merced tan alta
de su clemencia alcanzamos.
Carlos
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Pienso que caeréis en falta
porque ya está arriba y llega
donde estáis.
Dentro
¡Plaza!
Salen el Rey, el Conde y Barón.
Mauricio
Señor,
mi humildad a esos pies llega
pues tan inmenso favor
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hoy deja la envidia ciega.
¿ Cuándo, señor, merecí
que mi casa y su humildad
tal huésped tuviera en sí?
Rey
Alzad, Duque, Duque alzad.
Mauricio
30
Quisiera tener aquí
riquezas para ofrecerlas
a esos pies, que sólo ellos
pudieran enriquecerlas.
Y que del rubio arrebol
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tapices el sol le diera
sus Indias el español
y al fin, que esta casa fuera,
señor, la casa del sol.
Pero rica de pobrezas
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sin adorno y majestad,
está rica de grandezas
pues suple la voluntad
el tesoro y las riquezas.
Rey
Duque, su adorno y concierto
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es digno de gran valor,
a encarecerlo no acierto,
poned la gorra.
Mauricio
Señor.
Rey
Basta, no estéis descubierto.
Y vos, señora, seáis
50
a esta tierra bien venida,
que enriquecéis y adornáis.
Doña Juana
Y a que con alma y con vida
una criada tengáis
en mí.
Rey
¡Oh, España! Perfecta
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región, cielo de serafines
a quien el orbe respeta,
¡muerto soy! Para chapines
hoy doy, Duquesa, a Gayeta.
Doña Juana
Merced de esas manos es.
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Rey
Y a Coloneta posean
vuestros pies, que razón es
que estas dos ciudades sean
chapines de vuestros pies.
Doña Juana
Como de tan gran padrino
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son las arras.
Rey
Duque, a vos
por mil razones me inclino
¿ qué es esto? ¡Válgame Dios!
¿ De dónde mi suerte vino?
Parece cosa imposible,
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libre entré, cautivo estoy.
¡Oh Amor, oh dios invencible!
Pero soy rey y hombre soy
y enamorarme es posible.
¿ No vamos?
Mauricio
Gran señor, sí,
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porque aguarda el cardenal.
Rey
Loco estoy, no estoy en mí
¡oh, española! Por mi mal
y por mi muerte te vi.
Vuestro padre el Duque es
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deudo mío muy cercano
y un gran príncipe después.
Doña Juana
Es hechura de tu mano
y yo alfombra de tus pies.
Rey
Levantaos por vida mía,
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la gente de España sola
sabe enseñar cortesía;
un infierno es la española
y es su mano nieve fría.
¿ Queda en Ribagorza ahora
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su excelencia?
Doña Juana
Hasta Colibre
me acompañó.
Rey
¡Hola! ¿ No es hora?
¿ Qué aguardamos? Dios me libre.
Mauricio
A vuestra alteza.
Rey
Señora:
¿ cuándo la Reina veréis?
Doña Juana
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Mañana la iré a besar
las manos.
Rey
¡Hola! ¿ Qué hacéis?
¿ No vamos?
Mauricio
si has lugar,
sí señor.
Rey
¿ No le tenéis?
Ya, Amor, te rindo la palma.
Carlos
100
Al cardenal desigual
disgusto le da esta calma.
Rey
Ya me hace este cardenal
cardenales en el alma.
Vamos, Duquesa. ¡Oh, cuál voy!
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Ten lástima, Amor, de mí.
¡Conde!
Conde
A tus pies estoy.
Rey
Finge que me das aquí
un papel.
Conde
Ya te le doy,
señor, aqueste papel.
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Rey
¿ Es de la reina?
Conde
Señor,
es de su alteza.
Rey
Y en él
qué me escribe ¡cómo, Amor,
siendo niño eres cruel!
Carlos
Las bodas vendrán a ser
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muy tarde ya.
Claudio
Por su alteza
se han venido a detener.
Carlos
Ser tarde es mayor grandeza.
Rey
Por fuerza he de responder.
Dadme recado; llevad,
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Duque, a la Duquesa al domo
y en ella un poco aguardad
mientras escribo; ya tomo
veneno.
Claudio
P laza.
Carlos
Apartad.
Doña Juana
Vuestra alteza dé licencia.
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Rey
Es darla muy justa cosa
que se ve, en vuestra prudencia, que sois cortés como hermosa y hermosa por excelencia.
Claudio
Sospecho que las dos son.
Mauricio
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Llega[n] carrozas ¿ qué esperas?
Vanse todos y quedan el Rey, el Conde y Barón.
Rey
¡Ay Elena de Aragón!
Nunca a Nápoles vinieras
si has de ser mi perdición,
nunca tu fama creí
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pero tus ojos han sido
basiliscos para mí,
que en un instante han perdido mi ser y mátanme así.
Conde, Barón: no hay quien venza
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mi enemigo, estoy mortal,
no hallo quien mi mal convenza.
Conde
Señor: qué tienes.
Rey
Un mal
que se dice con vergüenza.
El alma tengo ofrecida
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a un dios desnudo y sin ley.
Barón
¿ Hay vergüenza que eso impida?
Rey
Sí, que enamorarse un rey
es bajeza conocida.
¡Ay, hermosa doña Juana,
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divino sol de Aragón!
Nunca vieras las riberas
del mar, que lleno de asombros vieras sus entrañas fieras
cuando en sus celosos hombros 155
pasó en salvo tus galeras,
a pesar de los timones
las ondas se te cuajaran;
nunca ninfas ni tritones,
por verte pasar fundaran
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espumosos torreones.
En vuestras manos está
hoy mi vida.
Conde
¿ Eso, señor,
tanto cuidado te da?
Siendo rey y con amor
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¿ quién resistirte podrá?
Pero la que pasa allí
es, señor, su camarera.
Rey
Pues llámala, estoy sin mí.
Mas no la llames, espera.
Barón
170
Luego, ¿ tienes miedo?
Rey
Sí.
Barón
Pues desengañarte puedo
que será tu mal terrible.
Rey
De Amor este miedo heredo,
que es hijo de lo imposible
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y es compañero del miedo.
Más vale, Conde, llamar.
Conde
Voy ( Va) a esta mujer a llamar. ( Vase) Con dar, que las vence el dar, Eva tomó la manzana
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porque supiese tomar.
Sale el Conde y doña Inés
Doña Inés
¿ Qué me manda vuestra alteza?
Rey
Levantad.
Doña Inés
Muy bien estoy
delante vuestra grandeza,
que sois rey.
Rey
Aunque lo soy
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tratadme con más llaneza.
¿ De dónde sois?
Doña Inés
Soy, señor
de España.
Rey
Dicen que es bella.
¿ No entro bien?
Barón
Dile tu amor
que yo he colegido de ella
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que lo entenderá mejor.
Rey
Cuánto ha que acompañáis
la Duquesa.
Doña Inés
En su servicio
nací.
Rey
Y en qué os ocupáis.
Doña Inés
En su cámara.
Rey
En qué oficio.
Barón
195
Rey.
Conde
Señor.
Rey
Necios andáis.
Doña Inés
Soy, señor, su camarera.
Rey
¿ Es la Duquesa inclinada
a fiestas? Que hacer quisiera fiestas, si de ellas se agrada.
Doña Inés
200
No, de ninguna manera.
Rey
¿ Suele a saraos acudir?
Doña Inés
Pocas veces.
Rey
¿ Danza?
Doña Inés
Un poco.
Rey
¿ Nota bien? ¿ Sabe escribir?
Doña Inés
Bien, mas lo aborrece.
REY
Loco
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estoy, ¿ tiene en el vestir
cuidado?
Doña Inés
No, que es modesta
en las galas.
REY
¿ Es amiga
de visitas?
Doña Inés
Si es honesta...
Rey
¿ De tercero?
Doña Inés
Es enemiga.
210
Rey
¿ Es conversable?
Doña Inés
Es compuesta.
Rey
¿ Trata espejo cristalino?
Doña Inés
Las preguntas que he escuchado más son, a lo que imagino,
preguntas de desposado
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que preguntas de padrino.
Rey
Pues, a qué se inclina.
Doña Inés
Al monte,
donde sigue el jabalí,
o por el verde horizonte
al oso y, a hallarle allí,
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siguiera al rinoceronte.
Cuando estaba en Ribagorza,
por los matizados ramos
mataba al gamo y a la corza,
que son de bronce sus manos
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aunque parecen de alcorza.
Rey
Hola, desviaos allá:
si de mi parte un recado le das hoy, tuyo será
en Nápoles un condado
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y a mi cuenta quedará
el casarte, ¿ qué te alteras?
Yo soy rey, y por un rey,
cuando tú en ello perdieras
que hagas es razón y ley
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lo que por ninguno hicieras.
De tal suerte me ha dejado
su donaire y su hermosura
que hasta el alma me ha abrasado,
y no juzgues a locura
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este amoroso cuidado.
Doña Inés
Señor, si no imaginara