Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
La adversa fortuna de don Bernardo de Cabrera es un texto teatral de corte histórico del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. Se articula en torno a la figura histórica de Bernardo de Cabrera, noble aragonés que ayudó a reconquistar Mallorca en el siglo XIV, pero que fue acusado de traición por negarse a apoyar a los aliados del rey.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 97
Veröffentlichungsjahr: 2021
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Antonio Mira de Amescua
Saga
La adversa fortuna de don Bernardo de Cabrera
Copyright © 2003, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726660968
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
Compuesta por el doctor Mira de Mescua Representóla Morales
Hablan en ella las personas siguientes:
Sale don Lope y Lázaro, lacayo
don lope
Las veces que considero
del modo que me ha traído
la fortuna, le agradezco
que me reservara el juicio.
5 «Que han de ser los hombres nobles
–un sabio romano dijo–
en prosperidad, modestos,
y en la adversidad, sufridos» .
Dirame alguno que yo
10 pocas desdichas he visto;
que habiendo nacido pobre,
en mi mismo estado vivo.
Porque solamente aquellos
que estado humilde han tenido,
15 y que se ven levantados,
desdichados llama el siglo;
pero yo digo que son
de mayor lástima dignos
los que jamás en su vida
20 prosperidad han tenido.
Aunque se viva edad corta,
es mejor haber nacido,
y en las cosas de fortuna
puede decirse lo mismo.
25 En un tiempo a Zaragoza
Don Bernardo y yo vinimos;
decir puedo que la dicha
de César traje conmigo;
más la inconstante Fortuna,
30 que en este profundo abismo
de la corte le echó a tierra
y a mí me trae en bajíos.
Cuatro títulos le han dado,
y en palacio tres oficios,
35 y la Encomienda Mayor,
y hoy es el hombre más rico
que en Zaragoza conocen.
Mañana, a ser su padrino,
llega el príncipe don Juan,
40 que tanto el Rey le ha querido
que con su hermana le casa.
Sabe Dios que no le envidio,
sino que en su bien me alegro,
porque, en efeto, es mi amigo.
45 Él gobierna aquestos reinos
tan amado y tan bienquisto,
que todos al Rey bendicen
porque su cortés le hizo.
Y a mí, que en las dos batallas,
50 como la fama habrá dicho
desde el Ebro hasta el Danubio,
desde el Betis al Calisto,
hice en servicio del Rey
cosas que no se han escrito
55 de Aníbal, ni de Cipión,
César, Alejandro y Pirro,
nunca el Rey merced me ha hecho.
Sordo ha estado a mis servicios;
traidor y loco me llama
60 cuando mercedes le pido.
Entre aquestas desventuras
una dueña, que maldigo,
muchas veces me ha engañado,
con amor, pienso, que ha sido.
65 Ella, en nombre de la Infanta,
muchos papeles me ha escrito,
muchos favores me ha dado
aquí, al sereno y al frío.
Al fin, los seis mil ducados
70 que darme Cabrera quiso,
cogió el huésped, y por deudas
casi andamos fugitivos.
Éste es, Lázaro, el estado
en que en la corte vivimos
75 yo y el dichoso Almirante:
bien contrario y bien distinto.
Al fin estoy sin dineros
y sólo aqueste vestido
viejo, pobre y desdichado.
80 lázaro ¿Monda nísperos el mío?
El primer sastre del mundo
me dijeron que lo hizo;
no perdiera por añejo
a ser queso o a ser vino.
85 Tal está que andaré presto
en carnes como Cupido,
y diré que soy yo Eva,
que vengo del paraíso.
También pudiera contar
90 mis desgracias y peligros;
muchos son, pero yo callo.
don lope
¿Por qué?
lázaro Porque no los digo.
Si tú imaginas, señor,
hacerte fraile benito,
95 yo de mala gana ayuno
y mis carnes disciplino.
Fray Lázaro no es buen nombre,
ni es buen regalo el cilicio.
¡Basta!, que aquí y en la guerra
100 andamos tripivacíos.
Tu amigo es el Almirante;
así, señor, te suplico
que en su servicio me dejes
en pago de mi servicio.
don lope
105 Harélo de buena gana.
lázaro Tus pies beso, aunque no limpios,
y vivas más que dos ciervos
y cuatro cuervos marinos.
Pero si la vida es tal,
110 ningún bien yo te encamino,
que el hombre pobre y honrado
muere el tiempo que ha vivido.
Pero pregunto yo agora:
¿por qué al parque venimos
115 esta noche de San Juan?
¿Hay otra de ochenta y cinco
que por niña se te venda?
don lope
Yo diré a lo que he venido:
esta segunda Medea
120 un tierno papel me ha escrito;
dice que venga esta noche
porque quiere darme aviso
de mis negocios, y quiere
que yo sea su marido.
125 Yo, que procuro venganza
de las burlas que me hizo,
pienso dejalla burlada,
si algunas joyas le quito.
lázaro ¿Y es bien hecho eso, fray Lope?
130 Casi huele a latrocinio.
¡No lo mandará en su regla
nuestro padre San Benito!
don lope
Moriré, si no me vengo.
Suena ruido de dentro
¿ Qué será aqueste ruido?
235 lázaro Como es noche de San Juan,
van con músicas al río.
don lope
Esperemos mientras pasan
en sus márgenes floridos.
lázaro De buena gana lo hiciera,
140 a ser márgenes de vino.
Aquí estaremos mejor.
Pónense a un lado y salen al balcón Leonor y Dorotea
dorotea
No son cincuenta mis años,
que, a celos y desengaños,
me tiene vieja el amor.
145 Muchos maridos me dan,
y aunque todos buenos son
quise hacer la devoción
de la noche de San Juan.
« Estos que habemos trazado...»
150 en mi niñez se decía,
y del nombre que se oía
venía a ser el desposado.
leonor ¿ Y es cierto?
dorotea Sin falta alguna.
Oigamos. Buen fin aguardo.
leonor Ap.
155 ¡Oh, quién oyera a Bernardo!
dorotea Ap.
¡Quién oyera « Lope» o « Luna»!
Salen don Ramón, y don Tiburcio y Lisardo, músico, tañendo y cantando
don ramón
¡Callen! ¡Oigan! ¡Atención!
Haciendo, pienso que están,
la devoción de San Juan;
160 [vamos], ¡démosles picón!
don tiburcio
¿Cómo?
don ramón Diciéndolas nombres
extraordinarios, y cosas
que las dejen temerosas.
leonor Escucha, que suenan hombres.
don tiburcio
165 El Sofí y el Tamorlán.
lisardo ¡El Gran Turco podrá ser!
¡Nunca será su mujer!
dorotea
¡Mala Pascua y mal San Juan
te dé Dios!
don ramón Esos deseos
170 nunca se verán logrados.
don tiburcio
Para nadie están guardados,
señora, tus ojos feos.
leonor Desengañadas estamos.
Vanse
lisardo Eso no será imposible.
175 El Ebro corre apacible.
don ramón
A los barcos vamos.
todos Vamos.
Vanse
leonor No es devoción buena, a fe.
dorotea
Ninguna, no, bien me dice.
Y treinta veces la hice
180 después que viuda quedé.
[Vanse y] sale[n] a otro balcón Violante y Leonor
leonor ¿Por qué espera al Almirante
Vuestra Alteza, si mañana
ha de casar?
violante Tengo gana
de hablarle aquí como amante,
185 que dicen que suele ser
conversación más gustosa,
y para la de su esposa
mil siglos podrá tener.
Demás que quiero tratar
190 cosas que importantes siento
para nuestro casamiento.
lázaro En el balcón siento hablar.
Salgan los que pudieren tañendo y cantando y Leonido
músicos
Las olas del Ebro
llenas de oro van
195 en la noche alegre
del señor San Juan.
Barcos enramados
de verde arrayán
rompen [en] el Ebro
200 líquido cristal.
Abundan las damas,
que en la puente están
en la noche alegre
del señor San Juan.
205 leonor Si ha venido el Almirante,
ya le tendrán enfadado
estos que aquí se han parado.
violante
Ellos pasarán delante.
Sale[n] don Bernardo y Roberto de noche
don bernardo
La Infanta manda que en esta
210 parte a visitarla venga,
para que, viéndola, tenga
vísperas la grande fiesta
de mañana. ¡Ah, dueño mío,
qué favores manifiestos
215 me das...! ¿Quiénes son aquestos?
roberto
Músicos, que van al río.
músicos
Ebro, corre apriesa
por llegar al mar,
porque el bien y el agua
220 no saben parar;
que alegres [las] cosas
trocadas están
en la noche alegre
del señor San Juan.
don bernardo
225 Roberto, dos versos
de aqueste cantar,
« porque el bien y el agua
no saben parar» ,
me han dado gran pena.
roberto
230 ¿En agüeros das
en la noche alegre
del señor San Juan?
don bernardo
Fingidas sirenas,
que cantando estáis
235 mudanzas del tiempo,
Dios os haga mal.
Las obsequias vuestras,
cual cisnes, cantad
en la noche alegre
240 del señor San Juan.
Después volveremos.
Vamos a rondar.
Vanse los dos
lázaro A cantar porfían.
¡Cómo cantan mal!
don lope
245 Díles que se vayan.
lázaro Váyanse a cantar,
en la noche alegre
del señor San Juan,
otro poco al río.
leonido
250 ¡Calle el ganapán,
porque algún cobarde
lo quiere estorbar!
don lope
¡Vive Dios, villanos,
que os haga callar!
255 lázaro En la noche alegre
del señor San Juan.
leonido
Miente quien llama villanos
a los que estamos aquí.
don lope
¡Oh, traidor, mentís! ¡A mí..!
260 ¡Muerte os darán estas manos!
[ Luchan]
leonido
¡Vive Dios, que es un león!
Irémonos retirando.
don lope
Noble soy, que voy buscando
mi honrada satisfacción.
Éntranse huyendo [mientras luchan]
265 leonor ¿Quién es hombre tan gallardo
que puede atreverse a tantos?
violante
¿Quién puede reñir con tantos
que no sea don Bernardo?
Echarlos quiso de aquí;
como estorbaban...
270 leonor Él es.
Voces daré.
violante No las des,
que él sabrá volver por sí.
leonor Pasemos a otras ventanas
para verle acuchillar.
violante Ap.
275 Bastábame a enamorar
con sus fuerzas más que humanas.
Quítanse del balcón y sale Leonido herido
leonido
Mortalmente estoy herido.
Quien mal hace, mal recibe;
y mal muere quien mal vive.
Cáese muerto. Entra don Bernardo y Roberto
don bernardo
280 Ya las músicas se han ido.
Una señal hacer quiero
que la Infanta me ha ordenado.
¡ Jesús! ¿ en qué he tropezado?
roberto
Ya tenemos otro agüero.
don bernardo
285 ¡Un hombre muerto está aquí!
roberto
Sin duda que aquel rüido
fue pendencia, o caso ha sido.
don bernardo
Claro está que no es por mí.
Sácale en brazos, Roberto,
290 del parque, porque después
a enterrar le llevaréis.
roberto
Es una torre este muerto.
don bernardo
Aquí te espero, arrimado
a esta pared de la huerta.
Tómale en brazos y llévale
roberto
295 En el umbral desta puerta
le pienso dejar echado.
Suenen golpes dentro junto a él, como que cae alguna cosa
don bernardo
¡Válgame Dios! La pared
a do me arrimé se cay.
Misterios secretos hay;
300 en tal caso, detened,
cielos, vuestras profecías.
Vuelve Roberto
roberto
Vuélvete esta noche a casa,
que a quien mañana se casa
sobrarán noches y días.
don bernardo
305 ¡Ay, Roberto!, si se advierte,
la humana dicha es tan poca,
que entre la taza y la boca
se suele esconder la muerte.
La ocasión es desigual
310 y vuela si no se toma.
Por esperar perdió a Roma
el africano Aníbal;
Jerjes se perdió, arrogante,
por esperar a otro día.
315 La angélica jerarquía
se condenó en un instante.
No dió la nación romana
sustento a cuervo jamás
sólo porque dice « cras» ,
320 que quiere decir « mañana» .
Torres que dejan al viento
con chapiteles extraños
tardan en crecer cien años,
y cáense en un momento.
325 Este tiempo que ha de haber
hasta la mañana clara,
para subir no bastara
y basta p ara caer.
En la Infanta ¿qué esperanza,
330 ni en el tiempo, he de tener,
si del tiempo y la mujer