La casa del Tahúr - Antonio Mira de Amescua - E-Book

La casa del Tahúr E-Book

Antonio Mira de Amescua

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Beschreibung

La casa del tahúr es una comedia teatral del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a un malentendido amoroso que propiciará numerosas situaciones de enredo, todas ellas presentadas bajo un prisma de profunda moral católica, en consonancia con la visión del mundo que tiene su autor.

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Seitenzahl: 96

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Antonio Mira de Amescua

La casa del Tahúr

 

Saga

La casa del Tahúr

 

Copyright © 2002, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726660944

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Personajes

Marcelo Gentil*, Viejo Alejandro, su hijo Roque, lacayo Don Diego Osorio, galán Don Luis, galán Fabián, criado Isabela, esposa de Alejandro Carlos De Villamayor, sevillano Ángela De Mendoza, dama Ángela De Heredia, madre de Angelica** Gómez, escudero viejo Domingo, lacayo sevillano

ACTO PRIMERO

Salen Marcelo y Alejandro

Marcelo

Hijo, que único heredero

de mi casa y de mi honor

has nacido, no es amor

la pasión con que te quiero.

5 Un afecto es, más asido

al alma. Aunque dije mal

-amor es, mas sin igual.

Amor singular ha sido.

La escuela de mis verdades

10 y consejos te ha crïado,

pero tu error te ha llevado

por juegos y mocedades.

Jugabas lo que tenías

y no tenías también,

15 y tierno quisiste bien

cuantas mujeres veías.

Contrario amor suele estar

al juego, y en tu sosiego

ni el amor divirtió el juego

20 ni el jugar venció al amar.

En una y [en] otra guerra,

que el juego y amor son lides,

siempre estabas como Alcides,

un pie en el mar, otro en tierra.

25 Remedio, por mil caminos,

intenté en vano a mi pena,

y al fin hallé el que refrena

juveniles desatinos.

Caséte con Isabela

30 de quien fui tutor y a quien

ha aprovechado más bien

la doctrina de mi escuela.

En su rostro, en su cordura,

con singular eminencia,

35 aun están en competencia

la virtud y la hermosura.

Ha durado la alegría

en tu casa, en quien estoy

como huésped, hasta hoy.

40 Este es el octavo día.

En la casa del tahúr

se dice que dura poco.

Pues ya los umbrales toco

de la muerte, y su segur

45 siento casi a la garganta,

¡dulce muerte me acomoda!

Haz cuenta que siempre es boda.

Dure, oh hijo, esta paz santa.

Yo, en mi casa y retirado,

50 mirar tu enmienda pretendo;

procedo bien advirtiendo

que ya mi hacienda te he dado.

Tuya es ya la renta mía;

no tengo más que dejarte.

55 Sólo reservo la parte

que al alma me convenía.

Si le perdieres, apela

al hospital y no a mí.

Hacienda y mujer te di.

60 Buen dote trujo Isabela.

Bien sé que cuerdo dispones

el gobierno de tu casa;

que el error del joven pasa

con nuevas obligaciones.

65 Bien sé que el dichoso estado,

en que ya vives contento,

despierta tu entendimiento,

y nueva razón te ha dado;

pero nunca inútil es

el buen consejo.

70 Alejandro Señor,

agradecido a ese amor,

beso mil veces tu pies.

Yo con Isabela vivo,

preso de amor. ¿Qué cuidado

75 vencerá un enamorado?

¿Ni qué juego al que es cautivo?

Mucho estimo tus consejos,

que al fin me doctrinan y aman.

Vejeces los mozos llaman

80 lo que prudencia los viejos;

pero a mí ya me recrea

tu elección. No la condeno,

que siempre el consejo es bueno

aunque menester no sea.

Adentro Roque y dos músicos

Roque

¡Brindis, sos músicos!

85 Músico 1º Mía

es la obligación. Espera,

ya la pago.

Roque ¡Oh, quién tuviera

una boda cada día!

Marcelo

Tus amigos te visitan

90 si te alegran tus crïados.

Yo me voy, hijo. Los hados

vida feliz te permitan.

Vase [Marcelo]. Salen don Diego, don Luis, y Carlos

Don Diego

Aún huele a boda la casa.

Alejandro

¡Oh, don Diego! ¡Oh, don Lüis!

95 ¡ Qué tarde a verme venís!

Don Luis

Mientras que la octava pasa

desta doméstica fiesta,

no era ocuparte razón.

Alejandro

La amistad, la obligación,

100 en ningún tiempo molesta.

¿Quién es aquel gentilhombre?

Don Diego

De Sevilla y caballero,

y nuestro amigo.

Alejandro Yo quiero

que mío también se nombre.

Don Luis

105 Hanos dado a conocer

una dama sevillana...

No mujer, no cosa humana...

Ángel es, que no mujer.

Aquí a Madrid ha venido

110 con su madre a proseguir

ciertos pleitos.

Don Diego Y a decir

que sola Sevilla ha sido

la madre de la hermosura.

Don Luis

Con este conocimiento

115 de Carlos, en su aposento,

en amistad casta y pura,

tenemos conversación.

Rífanse dulces y aloja,

y pasamos la congoja

de las siestas.

120 Alejandro No es razón,

señor Carlos, que yo sea

de tal amistad ajeno.

Carlos

Si para servir soy bueno,

serviros mi alma desea.

Alejandro

125 Mi persona y esta casa

están a vuestro servicio.

Salen los dos músicos y Roque con una taza y un jarro

Roque

¡No es boda donde hay juicio!

Don Diego

¡Hola! ¡Mirad lo que pasa!

Alejandro

Roque y dos músicos son.

130 Mi boda están celebrando,

más bebiendo que cantando.

Don Luis

No es mala la ocupación

si cantan mal, pues bebiendo

no cantarán.

Alejandro Son malditos.

Roque

135 No es, oh músicos mosquitos,

voz la vuestra sino estruendo;

zumbadme en estos oídos,

bailaré.

Alejandro ¡Loco, despierta!

Roque

La boca sola está alerta

140 mientras duermen los sentidos.

Alejandro

¿A qué habéis salido aquí?

Roque

Para danzar -¿no lo ves?-

en tus bodas.

Alejandro ¡Lindos pies

de danzar!

Don Luis Serán ansí

145 bacanales, no himeneos.

Roque

¿No veis los que representan?

¡Qué bailecillos inventan

de visajes y meneos!

En ellos, si consideras,

150 dos diferencias se ofrecen;

que allá borrachos parecen

y aquí lo estamos de veras.

Allá se dejan caer,

tuercen el cuerpo al desgaire,

155 dan traspiés, burlan del aire

que el danzar debe tener.

¿Qué oficios hay inventados

que no se imiten allí?

Parecen, bailando ansí,

160 o locos o endemoniados.

No hay cosa en la vida humana

que no baile a su despecho.

La matemática han hecho

bailarina escarramana.

165 Una araña, roja y fiera,

en Italia he visto yo,

y cualquiera que picó

baila de aquesta manera.

Y pienso que no se engaña

170 un señor muy avisado

que dice que se han pasado

las tarántulas a España.

Alejandro

Y aun hacen esos errores,

que en España renovemos

175 bailes que culpados vemos

en los antiguos autores.

Roque

Cantad, músicos panarras,

que ya me voy meneando.

Músico 1º

Reventaremos cantando.

Roque

180 Eso hacen las cigarras.

Cantan. Baila Roque

Músicos

« Cualquier casamiento

alegra la casa,

como no se casen

el vino y el agua.

185 Goza de Isabela,

hermosa y gallarda,

el nuevo Alejandro,

honra de su patria.

Haya muchos siglos

190 placer en su casa,

como no se casen

el vino y el agua» .

Alejandro

Basta, basta, que este día

no estáis para nada buenos.

Don Diego

195 De vino los tiene llenos

vuestra dichosa alegría.

Tanta os dé vuestra mujer

que nunca podáis mirar

ni la cara del pesar

200 ni la espalda del placer.

Años del fénix no visto

viváis con ella, Alejandro,

los de Néstor, los de Evandro,

los de Príamo y Egisto.

205 El tiempo que corre aprisa

tardo movimiento tenga,

y al fin vuestra muerte venga

envuelta entre sueño y risa.

Alejandro

Deseos son lisonjeros

210 de una voluntad pagada.

Tráeme la capa y la espada;

que con estos caballeros

saldré un rato.

Don Luis Es honra nuestra.

Músico 2º

En otra boda os veáis.

Alejandro

215 Mala música tengáis.

¡Que sí tendréis si es la vuestra,

que yo no quiero enviudar!

Vanse los músicos y Roque

Don Luis

No, ¡plega a Dios! Antes sean

tantos tus hijos que vean,

220 de los cielos y del mar,

luces y arenas iguales

a su número, y de flores

se coronan vencedores

en mil batallas navales.

225 Uno en la guerra crüel

ciña de roble su frente,

otro sabio y diligente

en la escuela, de laurel.

Uno suba en la conquista

230 de alguna empresa cristiana,

y otro en la corte romana

sagrada púrpura vista.

[Sale Roque con capa y sombrero]

Alejandro

Dulce cosa es el casarse

si tal parabién se espera.

Roque

235 Si quisiere salir fuera,

su merced, a pasearse,

Pónele su misma capa y sombrero [a Alejandro]

no se habrá visto jamás

tan galán.

Don Luis ¿Qué has hecho, loco?

Alejandro

A cólera me provoco.

240 Cansado borracho estás.

Roque

En éste, tu alegre estado,

de un modo estamos tú y yo.

Alejandro

Luego, ¿ estoy borracho?

Roque No, pero estás...

Alejandro ¿ Qué estoy?

Roque Casado.

245 Pues si yo mal no me acuerdo,

la mujer al vino imita;

porque en un momento quita

el seso al hombre más cuerdo.

Que se pueden comparar

250 oí a un discreto decir,

pues tal vez hacen reír,

y tal vez hacen llorar.

¿No has visto qué dulcemente

entra el vino por la boca,

255 y cuando a las tripas toca,

qué fuerte y bravo se siente?

La mujer, cuando se casa,

entra muy mansa, porque es

vino al beberse, y después

260 no hay quien la sufra en la casa.

Como vino puro ha sido

la que a ser ligera empieza,

pues se sube a la cabeza

del desdichado marido.

265 Una diferencia alego.

que el vino viejo ha de ser,

mas si es vieja la mujer,

leña es, seca, ¡vaya al fuego!

Un cortesano bizarro,

270 destos melífluos decía

que él en la mujer querría

las calidades del jarro;

limpio ha de ser, sano y nuevo,

y ansí mujer linda o fea,

275 ya que es vino, jarro sea,

que de otra suerte no bebo.

Salen Isabela y Fabián. Sacan de vestir a Alejandro

Isabela

¿Dónde, con tal diligencia?

Fabián

Dicen que salir quería.

Isabela

¿ Vais fuera?

Alejandro Sí, gloria mía;

280 mas no sin vuestra licencia.

Es forzoso acompañar

mis amigos.

Don Diego Servidores

suyos y vuestros.

Isabela Señores

míos os podéis llamar.

Van vistiendo [a] Alejandro

Carlos [Ap.]

285 ¡Mujer divina! El extremo

de hermosura manifiesta.

Ángela es ángel, mas ésta

es de otro coro supremo.

¿Qué superior jerarquía

290 contiene este ángel? En mí

siento, después que la vi,

nueva suerte de alegría.

Isabela

Por parecer desposado,

lleva más joyas, si quieres.

295 Envidiarán las mujeres

mi felicísimo estado.

La cadena de diamantes

llevarás.

Alejandro A mucho obligan

tus joyas.

Isabela Quiero que digan

300 como hay mujeres, amantes

de sus maridos.

Carlos [Ap.] ¡Qué grave

honestidad y qué hermosa

compostura! No vi cosa

a l[os] ojos más süave.

Apartados [Alejandro y don Luis]

Alejandro

305 Mi curiosa inclinación

ver esa Ángela desea.

Don Luis

¿Hay más, sin que se vea?

Alejandro

¿Y a cualquier conversación

está apacible? ¿O se espanta?

Don Luis

310 Con un honesto recato,

es agradable su trato.

Alejandro

¿Y su madre?

Don Luis Es una santa.

Argos es de la muchacha,

pero aplica su atención

315 a libros de devoción,

y es sorda.

Alejandro ¡Famosa tacha!

Carlos [Ap.]

Gloria inspira, si la veo.

Rige mis ojos razón,

que el ver con delectación

320 cerca está de ser deseo.

Vanse. [Quédanse Isabela y Roque]

Isabela

¿Qué amigos, Roque, son éstos?

Roque

Los amigos que se usan.

En el trabajo se excusan,

y en la dicha son molestos.

325 Todos son de la manera

que fáciles golondrinas,

que nos buscan, peregrinas,

en la verde primavera.

Vinieron de allende el mar

330 buscando el mayo templado,

y antes del diciembre helado,

van a otra parte a cantar.

Facilidad semejante

en nuestra sombra se vea,

335 que nos sigue y nos rodea

sin dejarnos un instante,

y aunque de nosotros nace

cuando el sol su luz no niega,

apenas la noche llega

340 cuando vana se deshace.

Estos vienen y se alejan

según los tiempos prosiguen.