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La conquista de las Malucas es una comedia teatral del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a un malentendido amoroso que propiciará numerosas situaciones de enredo, en este caso con el telón de fondo de la disputa entre Portugal y España por las Islas Molucas en el siglo XVI.
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Seitenzahl: 98
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Antonio Mira de Amescua
Saga
La conquista de las Malucas
Copyright © 2011, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726660920
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Personas que hablan en ella
Salen Salama y Tubalica
tubalica
1065 ¡Salama, pisa muy quedo!
salama Ya, a pesar de mi valor,
sólo es árbitro el horror
de las pisadas del miedo.
tubalica
No te vean.
salama Ya me privo
1070 de la hermosa claridad,
siendo en esta oscuridad
inmóvil cadáver vivo.
tubalica
No te escuchen.
salama Ya el acento
tan cobarde le retiro,
1075 que aun no consigue el suspiro
la felicidad de aliento.
Ya en mi suerte cruel y atroz
todo me asusta y me espanta;
ya truecan de voz, y planta
1080 grillos la planta y la voz;
y, ya mudo el hado y yerto,
soy verdad de lo fingido.
Si por muerto me han tenido,
ya estoy aquí más que muerto.
tubalica
1085 Aunque tu congoja es mucha,
en ella puede haber medio.
salama.
¿Tiene la mía remedio?
tubalica
Sí le tiene.
salama ¿Cómo?
tubalica Escucha.
En aquel duro combate
1090 que tanto es justo se llore,
pues nuestro rey de Tidore
llevaron preso a Ternate...
salama
De una y otra cruel herida
la fiera fatalidad
1095 me castigó en la piedad
de no acabarme la vida.
tubalica
La mía te halla y te lleva
donde, para todos muerto,
encontraste feliz puerto
1100 en el horror de mi cueva.
salama
Aquí, con las repetidas
piedades de tu favor,
quedó más vivo el dolor
con sanar de las heridas.
tubalica
1105 Y viendo que en tu importuna
suerte sería más cierto
que, teniéndote por muerto,
mejorases de fortuna...
salama
Pues en la infelice suerte
1110 de un desgraciado desvelo,
no puede haber más consuelo
que el de apelar a la muerte.
tubalica
Fue, pues, de todos creído;
y, al fin, muerto te lloraron.
salama
1115 En qué poco se engañaron,
viviendo yo aborrecido.
tubalica
¿ Sabes los rigores graves
en que Quisaíra crece?
salama
Sé que, aun muerto, me aborrece.
tubalica
1120 Pues oye lo que no sabes.
Ese joven extranjero,
español o monstruo, pues
prodigio en la tierra es
y en el mar lo fue primero,
1125 después de haber defendido,
con tan poca de su gente,
el tirano, el inclemente
ímpetu con que ofendido
se vio nuestro reino, hoy mira
1130 tan premiado su valor
que domina en el favor
de la infanta Quisaíra.
Todo en Tidore sujeto
está a su brazo robusto,
1135 y tanto que ya su gusto
se venera por precepto.
La infanta hacer dueño quiere
de su mano, en dulce exceso,
a cualquiera que a su preso
1140 padre libertad le diere.
Hoy, por el viento veloz,
pues como a sacerdotisa
me toca por ley precisa,
lo ha de publicar mi voz;
1145 y hoy, aunque el astro tirano
esfuerce el fatal empeño,
has de ser tú el feliz dueño
de su hermosísima mano.
Oye, cuando paz había
1150 en ternates y tidores,
no es posible que tú ignores
que yo en Ternate asistía,
adonde, por el ejemplo
de la religión fïel,
1155 me trajeron desde aquel
a cuidar de ese otro templo,
en cuya grande y divina
ocupación que serví,
dueño del secreto fui
1160 de una prodigiosa mina,
por cuyo profundo espacio,
que tiene entrada escondida
por nuestra playa, surtida
alcanza hasta su palacio,
1165 siendo su principio y fin
dos bocas; que la primera
se esconde entre la ribera
nuestra; la otra, en el jardín
más bello y más principal
1170 de su palacio. Guardada
en él, por más retirada
parte, la persona real
está de Aerio. Esta llave,
Dale una llave
que pronta, sutil y diestra,
1175 y con propiedad maestra
se llama pues abrir sabe
cuanto su cuidado sella,
toma; y no dificultad
pongas en la novedad
1180 que yo me halle con ella,
porque, si en el templo he sido
dueño de su religión,
no causará admiración
que yo me la haya traído,
1185 ni que, si en un propio espacio,
el templo, como se sabe,
y el palacio están, la llave
vaya del templo al palacio.
Muy cerca de adonde estamos
1190 tiene su rústica puerta
la mina, toda cubierta
de espesos, confusos ramos;
ven conmigo a descubrir
su triste, su estrecha boca.
1195 En tanto empeño te toca
obrar y no discurrir,
deja ahora el agradecer
y deja el imaginar,
que suele muy cerca estar
1200 el discurrir del temer.
Y pues que ya se dedica
mi piedad a tu favor
has de vencer el rigor.
A un lado, dentro, Gualebo y otra voz
gualebo
¡Tubalica!
voz ¡Tubalica!
tubalica
1205 De dos partes me han llamado.
Ven.
salama Permíteme primero
que a tus pies rendido...
tubalica Deja
ahora cumplidos extremos,
y a la ejecución.
salama Mi vida,
1210 mi corazón y mi aliento
es tuyo.
tubalica Advierte, repara
que uno de estos dos acentos,
a quien oíste mi nombre,
es del anciano Gualebo;
1215 y, aunque según los que trae
consigo, presumir pienso
que no desayudaría
a nuestro intento su intento,
sin embargo, por ahora
1220 conviene estar encubierto.
Sígueme y calla.
salama De ti
la vida pendiente llevo.
Éntranse y salen Gualebo y tres malucos
gualebo
No parece Tubalica,
que sin duda al ministerio
1225 de su oficio fue a acudir
por Quisaíra; y, supuesto
que lo que aquí entre nosotros
se hiciere dará por hecho,
no es razón, nobles tidores,
1230 que, aguardándola, arriesguemos
el que no se pierdan juntos
la seguridad y el tiempo.
soldado 1
Traídos de tu obediencia
por la voz de tu precepto,
aquí nos tienes.
1235 soldado 2 Y aquí,
en solos los que estás viendo,
tienes a todo Tidore.
soldado 3
Habla, ¿qué temes?
gualebo ¿Los puestos
están tomados de espías?
soldado 1
1240 Al más leve movimiento
que hubiere en todo el distrito,
aquí avisados seremos.
gualebo
Pues escuchad me.
los tres Ya todos
te oímos, noble Gualebo.
gualebo
1245 Valientes tidores, hijos
del sol (que serlo os acuerdo
por si las muertas cenizas
a vuestro valor enciendo),
¿adónde estáis? ¿Dónde habitan
1250 los heroïcos esfuerzos
de que sólo fue capaz
tanto generoso pecho?
¿Qué torpe, inhumano, injusto,
desleal, atrevido sueño
1255 adormece los vigores
de vuestro sagrado aliento?
Respondedme, porque juzgo
que, apoderado el beleño
de oídos y ojos, os tiene
1260 tal vez sordos, tal vez ciegos.
¿No oís el injusto estrago
en que ya nos tiene puestos
la derrotada fortuna
de unos viles extranjeros?
1265 ¿No veis nuestra libertad
rendida a su yugo fiero,
sin permitir que las almas
respiren sin sus preceptos?
¿No oís de su tiranía
1270 los ejecutivos fueros
que aun para vivir sacamos
de su rigor privilegios?
¿No veis todos nuestros muros
a su obediencia sujetos,
1275 siendo su defensa propia
mayor enemigo nuestro?
¿No oís de su codiciosa
ira el coraje sediento
que aun no le acalla la suma
1280 benignidad de ese cielo?
¿No veis nuestra religión
los ultrajes padeciendo
de ignorados ritos, donde
es confusión el obsequio?
1285 ¿No oís quejarse a las aras
de haber dejado desierto
tantos días de caliente
púrpura su mármol terso?
¿No veis cuán pocos aromas
1290 cubren de fragancia el templo,
llorando en la hoguera triste,
ociosos humos el fuego?
Pues si lo oís, si lo veis,
decid, tidores, ¿ qué es esto?
1295 ¿ Cómo vuestro valor sufre
el que se os esté perdiendo
la patria, la libertad
y la religión a un tiempo?
¿Cuatro advenedizos hombres,
1300 que del coraje violento
del mar, en nuestras piedades
encontraron feliz puerto,
inhumanamente ingratos,
han de conseguir ser dueños
1305 no sólo del albedrío
y de nuestra isla, pero
de nuestra religión? ¿Cuándo
se ha visto rendir un reino
a la violencia de tan
1310 derrotado desaliento?
Os resistís a la ira
de Ternate, a los violentos
impulsos de Xiloló
y a los acometimientos
1315 de los chinos, a quien vi
con tres mil armados leños
volver la desnuda espalda
a nuestro sagrado esfuerzo,
¿ y ahora de cuatro españoles
1320 no bastáis a defenderos?
Despertad de ese letargo
en que morís, y volviendo
a acordaros de quien sois,
haced valor el recuerdo.
1325 Resucitad de entre ocultas
cenizas el valor vuestro
y, reconcentrado, arda
más eficaz el incendio.
Según la maña con que
1330 se han hecho absolutos dueños
de fortalezas, de muros
y de alcázares, no creo
que reducir a batalla
regular nuestro derecho
1335 es acertado, pues todo
está a su obediencia puesto.
Y así, ya todo perdido,
acábese todo menos
nuestro coraje, que nunca
1340 se ha visto a nadie sujeto.
¿La riqueza de esta isla,
las minas, que ocultos senos
esconden, el oloroso
clavo que perfuma el viento,
1345 los edificios, las casas,
los palacios y los templos
no son sólo quien incita
el insaciable, el sediento
impulso de su codicia?
1350 Pues, tidores, acabemos
de una vez sola con este
hermosísimo veneno,
que con el traje de halago
nos puso el peligro el cielo.
1355 Para ahora he menester
vuestro corazón; quememos
a Tidore, acabe todo
en nuestras iras envuelto.
No quede en toda la isla,
1360 desde el abrigo pequeño
de la rústica cabaña
hasta el palacio supremo,
piedra que pueda servir
de memoria ni de ejemplo.
1365 Encendámosla nosotros
con nuestra ira, volviendo
por la libertad la rabia
ya que no supo el esfuerzo.