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La hija de Carlos V es una comedia teatral del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a un malentendido amoroso que tiene lugar en la corte del Rey Carlos, y que propiciará numerosas situaciones de enredo, todas ellas presentadas bajo un prisma de profunda moral católica, en consonancia con la visión del mundo que tiene su autor.
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Seitenzahl: 72
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Antonio Mira de Amescua
Saga
La hija de Carlos V
Copyright © 2002, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726660869
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Salen don Diego y el Condestable
DON DIEGO
¡Notable sentimiento!
CONDESTABLE ¡Es en Castilla
el amor de sus reyes tan notable!
DON DIEGO
Su lealtad y su celo maravilla.
CONDESTABLE
Y es el César también Príncipe amable;
5 con clemencia engrandece lo que humilla.
DON DIEGO
Es porque tiene en vos tal Condestable.
CONDESTABLE
Señor don Diego de los Cobos: eso
gana, en tanta prudencia, tanto seso.
DON DIEGO
Tres pedazos del alma se dividen
10 hoy en Juana, en Felipe y en María,
que de los Orbes la distancia miden,
pasando a diferente Monarquía.
CONDESTABLE
Los negocios de Italia al César piden,
conde, hoy se parta; a Portugal y a Hungría,
15 Juana y María, con la misma priesa,
donde una es Reina ya, y otra, Princesa.
DON DIEGO
Felipe se nos queda, que Dios guarde,
en el gobierno solo.
CONDESTABLE Sí, que ha hecho,
de su prudencia y su valor, alarde.
DON DIEGO
20 Postra el valor de su invencible pecho;
que, si la sangre en las entrañas arde,
es forzoso el sentir.
CONDESTABLE En él sospecho,
que es bronce el corazón.
DON DIEGO Mucho de él tiene
quien le resiste tanto.
CONDESTABLE El César viene.
Sale Carlos Quinto
EMPERADOR
25 Don Diego de los Cobos, Condestable,
ya el plazo se llegó, ya llegó el día
en que el gozo mayor el alma entable:
triunfan Bohemia, Portugal y Hungría.
Pónese el Condestable el pañuelo en los ojos
¿Qué es aquesto..?
CONDESTABLE ¡Señor, es tan notable
el común sentimiento!
30 EMPERADOR ¿Mi alegría
con llantos celebráis? Dios da, en los hijos,
los pesares así y los regocijos;
suyos son, él los da, y pensar debemos,
los padres, que los hijos son preciosos
35 cristales que estimamos y queremos,
siempre de que se quiebren cuidadosos:
en ellos los espíritus bebemos,
transparentes, purísimos y hermosos;
mas con la prevención de efectos tales,
40 que hay poca eternidad en los cristales.
Yo apenas conocí los padres míos,
pues Felipo, mi padre, de mí ausente,
postró a la muerte sus gallardos bríos,
en lo purpúreo de su hermoso oriente;
45 a la aprehensión de tantos señoríos,
de trece años subí gloriosamente,
y tanto sus cuidados me obligaron,
que de mi madre siempre me apartaron.
Perdí la Emperatriz, faltóle al nido
50 del Águila Imperial la mitad della,
y así, de sus tres pollos dividido,
quiero ganar lo que he perdido en ella;
y, aunque debiera hacerlo enternecido,
el pesar en el gusto se atropella,
55 siendo hoy, en resignar a Dios mi gusto,
César más soberano y más augusto.
Decidme de la suerte que ha quedado
dispuesta la jornada.
CONDESTABLE Deuda es mía
a Vuestra Majestad siempre obligado,
60 ofrecer el caudal con bizarría:
y así el gusto me toca y el cuidado
del Rey Maximiliano y de María,
joya preciosa con que el cielo premia
las coronas de Hungría y de Bohemia.
65 Gran parte de nobleza me acompaña,
a quien honrosamente ilustra y ciñe
la espada de rubí, que el Patrón baña,
que al moro postra, aunque en diamantes bruña
hasta que en el cristal que cala y tiñe
70 de coturnos de plata la Coruña,
se engolfen los fuertes Galeones,
vanagloria del Sol, del mar pavones.
EMPERADOR
Ya, don Pedro Fernández, desde hoy quedo
más deudor al Velasco.
CONDESTABLE Deuda es mía
75 donde soy lo que valgo y lo que puedo.
EMPERADOR
Miradme por el alma que os confía.
CONDESTABLE
Dudar de mi fe es eso.
EMPERADOR Este es mi miedo
de padre, y como padre desconfía:
y a Portugal ¿quién va?
DON DIEGO
Con tal grandeza
80 gloriosa a Portugal parte su Alteza.
El Duque de Escalona, acompañado
de don Pedro de Acosta, justamente,
de Osma, señor, dignísimo prelado,
como lucido en la facción presente
85 en Yelves, como está capitulado,
o en la pequeña y líquida corriente,
línea de plata, que los Reinos parte,
tálamos ha de hacer tronos de Marte.
Allí la ha de entregar con soberana
90 majestad al de Aveiro, que la espera,
siendo la portuguesa y castellana
nobleza destos campos primavera;
con ellos serenísima mañana,
hará su sol traspuesto a nuestra esfera,
95 donde teja mortal entre los brazos,
donde teja mortal entre los lazos.
EMPERADOR
Dios os oiga, don Diego, y logre en nietos
lo que pierdo en dos almas: viendo España,
por unos, esos bárbaros, sujetos;
100 y, por otros, la parte que el Rin baña.
CONDESTABLE
Si de tan alta causa son efetos,
heredando el valor que os acompaña,
serán la Majestad de todo el mundo.
EMPERADOR
Esa goza Felipe en el segundo:
¿qué damas hay con la Princesa?
105 DON DIEGO Doce,
que por signos el sol dorar pudiera,
número que aun a Borja reconoce.
EMPERADOR
¿Llegó ya de Gandía?
DON DIEGO Aún hoy la espera
.......................................................-oce
110 .......................................................-era
su Alteza, y va sin ella disgustada.
EMPERADOR
Soledad la ha de hacer en la jornada
¿y está la prevención de mi partida
concluida también?
CONDESTABLE Ya el Duque de Alba,
115 madura edad en juventud florida,
nuncio de vuestro sol, de Italia es alba,
los espera, la armada prevenida,
monarquía del mar, del viento salva.
DON DIEGO
Difunta queda España.
EMPERADOR Viva queda,
120 que don Felipe mi justicia hereda.
Sale don García
DON GARCÍA
Ya vienen a despedirse
sus Majestades y Alteza.
EMPERADOR
Aquí de su fortaleza
el ánimo ha de vestirse,
125 porque, si llega a rendirse
al grave dolor que siento,
culparán al sufrimiento,
y así será en tanto amor
en mí la hazaña mayor,
130 resistir al sentimiento.
Salidlos a recibir
en tanto que me prevengo
para la ocasión, que tengo
que temer y resistir
135 lo que resta de morir
tan poco ¡qué suerte dura!
por más que se le asegura
la vida al bien, que está ausente,
para no ser, solamente
140 le falta la sepultura.
Vanse
Ahora que solo estoy,
Majestad, dejadme ser
padre en sentir y temer,
pues, siendo Rey, piedra soy;
145 lágrimas, licencia os doy
a que del alma salgáis,
en que anegándome estáis;
que, en un César, es bajeza,
mas pienso que, con certeza
150 de padre, me disculpáis.
Salid, porque padre sea,
y piedra deje de ser;
salid antes que el poder
y la majestad se vea.
155 Procurad que el amor crea,
alma, que llorar sabéis,
pues, si aquí me enternecéis,
veréis, en tantos enojos,
que monarquía en los ojos
160 de los Césares seréis.
Salen don Felipe, doña Juana, doña María, Maximiliano,
el Condestable y acompañamiento
Mis hijos vienen aquí,
y es recibirlos razón.
Ea, llegue la ocasión
en que he de vencerme a mí:
165 para trabajos nací,
no hay que rehusar los vaivenes
de la fortuna: aquí tienes
dolor, amor, sin segundo,
que bien sé yo que da el mundo
170 pago de todos sus bienes.
¿Está, en el solio, dispuesto
lo que ordené?
CONDESTABLE Sí, señor,
EMPERADOR
Pues alto embista el amor,
que ya le aguardo en el puesto.
CONDESTABLE
175 Lo soberano y modesto
mezcla tan grave y ufano,
que en él, sin afecto humano,
tanto sus astros mejora,
que lo modesto enamora,
180 y espanta lo soberano.
Híncanse de rodillas los Príncipes
FELIPE Dénos Vuestra Majestad
su mano y su bendición.
EMPERADOR
¡Ay, prendas del corazón!
Reina, alzad; Príncipe, alzad;
185 llegad al pecho, llegad
al alma, Dios os bendiga,
y, en versos, David os diga
que veáis, Reina y Princesa,
ceñir los hijos la mesa,
190 como renuevos de oliva.
¡Hija, Felipe, sobrino,
Maximiliano, escuchad!
MAXIMILIANO
¿Qué manda tu Majestad?
CONDESTABLE
¡Hay tal caso!
DON DIEGO ¡Peregrino!
DOÑA JUANA
195 Él nos enseña el camino
con que le hemos de imitar.
EMPERADOR
Ojos, dejad el llorar.
¡Ay, queridas prendas mías!
¡Qué largos serán los días!
200 ¡Qué grande será el pesar!
Siéntense
Hijos, no os espante en mí
tan notable prevención,
que, de todas mis hazañas,
esta es la hazaña mayor.
205 El amor me saca al campo
y es tan valiente el amor,
que, siendo Rey soberano,