La segunda Magdalena y sirena de Nápoles - Antonio Mira de Amescua - E-Book

La segunda Magdalena y sirena de Nápoles E-Book

Antonio Mira de Amescua

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Beschreibung

La segunda Magdalena y sirena de Nápoles es un texto teatral del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. Se articula en torno al dolor que siente un hidalgo porque su amada se ha casado con otro, y los extremos a los que estará dispuesto a llegar para recuperarla.

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Seitenzahl: 67

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Antonio Mira de Amescua

La segunda Magdalena y sirena de Nápoles

 

Saga

La segunda Magdalena y sirena de Nápoles

 

Copyright © 2011, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726660746

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Hablan en ella las personas siguientes

ludovico carlos lisardo alberto baldovino césar crispín celio fabio un astrólogo dionís magdalena margarita serafina justina

JORNADA PRIMERA

Salen huyendo Crispín y César, loco, con un palo, y Fabio tras ellos

crispín ¡Guarda el loco, que asegura

para dar!

césar Si el seso pierdo

por la mayor hermosura,

en ser loco estoy muy cuerdo

5 y el ser cuerdo era locura.

crispín ¿Concepticos y sin seso?

césar Ven acá.

crispín Yo te confieso

que tengo mucho temor.

césar ¿ Sabes qué cosa es amor?

10 crispín Es un muchacho travieso

que a diestro y siniestro tira.

césar ¿ Y tú, sabes qué son celos?

fabio Sí, César, son una ira

arrojada de los cielos.

15 césar Todo es muy grande mentira.

Yo soy el amor constante

Y mi furor arrogante

son celos; y, siendo así,

no me llaméis loco a mí:

20 llamadme celoso amante.

crispín Señor Amor, ¿por qué está

tan celoso? ¡Qué gran pena

con tantos celos nos da!

césar Si se casó Magdalena,

25 ¿qué vida me queda ya?

crispín Jamás he de ser criado

de alquimista enamorado,

de astrólogo ni versista,

de músico ni arbitrista

30 de estos de razón de estado;

porque es perder el servicio

si a la primera ocasión

volaverunt el juicio.

fabio Dé lugar que la razón

35 haga en el alma su oficio;

estas memorias olvida,

porque se aplaque ofendida

la ocasión de tanta pena.

césar Si se casó Magdalena

40 ¿para qué quiero la vida?

crispín Vive, señor, que me debes

muchos años de salario

y no es razón que los lleves

al otro mundo.

césar Hombre vario,

45 ¿a mis méritos te atreves?

¿ Cómo te osaste casar

con el ángel singular

de Magdalena, sabiendo

que la adoro y la pretendo,

50 y la merezco gozar?

crispín Que no soy yo el desposado,

sino Crispín, tu criado.

césar ¿No eres Carlos?

crispín No, señor.

fabio Diviertan tu ardiente amor

55 memorias de otro cuidado;

sosiega un rato, que luego,

o con música o con juego,

mitigaremos la pena.

césar Si se casó Magdalena

60 ¿para qué quiero sosiego?

fabio Para amarla.

césar Y ¿si no es mía?

fabio Amarás lo que es ajeno.

césar Y ese amor, ¿ no es tiranía?

fabio Al amor, si es justo y bueno,

65 lo ajeno y propio se fía.

césar Y quien ama cosa ajena,

¿ goza lo amado?

crispín No ordena

la razón tan ciego error.

césar Pues ¿para qué quiero amor,

70 si no gozo a Magdalena?

fabio Pues olvídala.

césar No puede

olvidar quien bien amó.

fabio Pues porfía, hasta que quede

rendida.

césar Dichoso yo

75 si eso el Amor me concede;

pero, si está ausente, ¿cómo?

Ahora bien, consejo tomo.

¿No voló Dédalo?

crispín Sí.

césar Pues vuela tú tras de mí.

80 crispín […………………….. -omo]

[…………………….. -or]

[…………………….. -alas]

césar A grave metal te igualas.

a mí el Amor volador

alas me da.

85 crispín No son malas.

césar Ásete bien de ese alón.

crispín ¡Miren de qué perdigón!

Adonde vuelas me di.

césar A Manfredonia, que allí

90 tengo preso el corazón.

crispín Lindamente se acordó

del lugar.

césar Sin miedo ven.

¿ Sabes el camino?

crispín Yo,

el de la tierra, muy bien;

95 pero el de los aires, no.

césar ¿Qué monte es éste?

crispín De España.

césar Si el mar de Venecia baña

de Manfredonia los muros,

no vamos bien.

crispín Ni seguros,

100 pues son las alas de caña.

¡Bandoleros hay! Yo siento

miedo y me bajo a una viña.

césar ¿En el aire? ¡Lindo cuento!

crispín Los pájaros de rapiña

105 son bandoleros del viento.

Déjame ya descender

a una hostería a beber.

césar Si un poco más alto subes

beberemos en las nubes,

110 que están ya para llover.

crispín No vuela un pájaro aguado.

césar Las nubes que el aire celan,

agua beben.

crispín Vas errado.

También los mosquitos vuelan

115 y en el vino se han criado.

césar Llegado habemos, sin duda.

crispín Sí, señor.

césar Dame tu ayuda,

hermosísima mujer.

crispín Pues ¿he volado yo a ser

120 la Magdalena barbuda?

¿ Tan linda cara es la mía?

césar Señora...

fabio Locura extraña.

crispín ¡Que soy Crispín todavía!

fabio Aun a los ojos engaña

125 la turbada fantasía.

césar ¡La Magdalena has de ser

o su marido!

crispín Señor,

pues que me das a escoger,

su marido soy.

césar ¡Traidor!

130 ¡Dame luego a mi mujer!

crispín [Ap.]

Menos peligro tuviera

si Magdalena me hiciera.

césar ¿No eres Carlos?

crispín Señor, sí.

césar ¡ Da mi mujer!

crispín ¡Vesla allí..!

135 césar ¡Oh, traidor! Espera, espera.

Vanse los dos

fabio ¿Qué amor sin correspondencia,

sin desdén, favor, ni agravio,

hizo en hombre tal violencia?

 

Sale Ludovico

¡Oh, Ludovico!

ludovico ¡Oh, mi Fabio!

140 fabio Mucho he sentido tu ausencia.

¿Cuándo viniste de Roma?

ludovico

Ahora mis brazos toma.

fabio ¿Vienes bueno?

ludovico Y admirado

de ver el mísero estado

de César.

145 fabio ¿Con cuál idioma

podré explicar la pasión

de su ardiente corazón?

El mismo Amor no acertara.

ludovico

La pasión ya se ve clara;

150 dime, Fabio, la ocasión.

fabio Aquí, en Nápoles la bella,

en quien el cielo y los astros,

haciendo alegres los aires

como fértiles los campos;

155 aquí, donde el mar hermoso

con sus alas de alabastro

en riberas de esmeraldas

duerme ocioso y vive manso;

aquí, donde varios montes,

160 siempre verdes, siempre en mayo,

vestidos están de frutas

y de flores coronados;

aquí pues, de nobles padres,

Magdalena, de este llano

165 nació al mundo, y dio a los hombres

admiración y cuidado.

Por su virtud y belleza,

por tener cabellos largos

y querer mucho a la santa

170 que ejemplo y nombre le ha dado,

«la segunda Magdalena»

en Nápoles la llamaron

y la hermosura exterior

de la del alma es traslado.

175 Ella, pues, quiso ser monja,

sus padres se lo negaron

porque es hija única y sola,

y ellos son ricos y honrados.

César, que ya por la fama

180 a su hermosura inclinado,

aspiró a este casamiento;

yendo una vez paseando

a la puerta de un pintor

vio, puesto al sol, un retrato,

185 porque los frescos colores

se enjugasen a sus rayos.

Admiróle su belleza,

que siempre el alma da aplauso

a la hermosura pintada

190 cuando el pincel es gallardo.

Preguntó al pintor quién era

original soberano

de aquella muda belleza,

supo quién (¡oh, duro caso!).

195 Supo que era Magdalena

y quisiera ser un Argos

para tener varios ojos

con que mirarla de espacio.

Hurtó el retrato al pintor,

200 y en él siempre contemplando

pasó los mejores días

de sus juveniles años

con esta imaginación;

y una vez que la vio acaso,

205 a pesar de su clausura

y su modesto recato,

creció el amor y pidióla.

Como amante desdichado

llegó tarde, que sus padres

a Carlos la dan.

210 ludovico ¿ Qué Carlos?

fabio Carlos de San Severino,

que sirvió al rey en palacio

y ya vive en Manfredonia,

rico, ocioso y retirado;

215 hombre de méritos grandes,

galán, valiente y bizarro,

de los más nobles que gozan

despojos napolitanos.

César, pues, como se ha visto,

220 con deseos malogrados,

con inútil esperanza,

firme amor y trato vano,

oprimió la fantasía

con melancólicos actos

225 y confusos desvaríos,

su discurso trastornando.

ludovico

¿Previénese algún remedio

a su mal creciente?

fabio Extraño

es el que ahora imagino,

230 si ya no me sale falso:

de la hermosa Magdalena

tengo en mi casa el retrato

ocasión del accidente