La tercera de sí misma - Antonio Mira de Amescua - E-Book

La tercera de sí misma E-Book

Antonio Mira de Amescua

0,0

Beschreibung

La tercera de sí misma es una comedia teatral del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a un malentendido amoroso que propiciará numerosas situaciones de enredo, todas ellas presentadas bajo un prisma de profunda moral católica, en consonancia con la visión del mundo que tiene su autor.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 97

Veröffentlichungsjahr: 2021

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Antonio Mira de Amescua

La tercera de sí misma

LA FAMOSA COMEDIA DE LA TERCERA DE SÍ MISMA, DEL DOTOR MIRA DE MESCUA*

Saga

La tercera de sí misma

 

Copyright © 2004, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726660739

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS**

lucrecia, dama camilo conde, galán floro duque fisberto fabio, criado cosme ricardo gila octavio lisardo porcia marcela

JORNADA PRIMERA

Sale Lucrecia, Duquesa de Amalfi, en hábito de hombre y Fabio, criado***

fabio En tu mismo arbitrio dejo

mi razón, que eres discreta.

lucrecia

Grande amor no se sujeta

a la razón ni al consejo.

5 Los tuyos, Fabio, son vanos;

que tienen valor pequeño

cuando el amor se hace dueño

de los afectos humanos.

fabio En hábito de hombre, sola,

10 y amante, tres cosas son

que más parecen ficción

hecha en comedia española.

lucrecia

Injustamente condenas

mi osadía y mi despecho;

15 de mujeres que esto han hecho

están las historias llenas.

fabio Duquesa de Amalfi eres.

lucrecia

Duquesa de Amalfi soy,

pero yo sola no doy

20 este ejemplo a las mujeres:

reinas hicieron lo mismo.

fabio Con esa resolución,

a tu obstinada opinión

no habrá fuerte silogismo;

25 mas, ya que a Mantua has llegado,

¿ qué determinas hacer?

lucrecia

Sufrir y amar, hasta ver

tan inmenso amor premiado.

fabio ¿ Dónde nació tanta fe?

30 ¿ Dónde nació ese deseo?

lucrecia

Nápoles hizo un torneo

muy grandioso.

fabio Ya lo sé.

lucrecia

Fue el Duque de Mantua a ver

esta fiesta singular;

35 mal dije, pues fue a matar

una mísera mujer;

vile allí (¡nunca le viera!)

y arrebatóme de modo

la libertad que, del todo,

40 quiso amor que me perdiera.

fabio ¿ Hablástele?

lucrecia No.

fabio Ese amor

flaco accidente sería.

lucrecia

¿ No ves que en la fantasía

cobra fuerzas y valor?

45 fabio

Mucho temo que ha de ser

tanto amor, amor perdido.

lucrecia

¿ Qué imposibles no ha vencido

la industria de una mujer?

Sale Ricardo

ricardo

¡Buen lance habemos echado!

50 ¡Buen camino habemos hecho!

lucrecia

¿ Qué hay Ricardo?

ricardo

Sin provecho

te fatigas: ya es casado

el duque.

lucrecia ¿ De quién lo sabes?

ricardo

No corre por la ciudad

otra voz.

55 lucrecia Si eso es verdad,

llegarán mis penas graves

a crecer más que mi amor.

¿ Y supiste quién ha sido

la que tal dicha ha tenido?

ricardo

60 La Condesa de la Flor.

lucrecia

¿ La condesa Porcia?

ricardo Sí.

lucrecia

¿ No es pobre?

ricardo Y con hermosura.

lucrecia

Dí, Ricardo, « con ventura» ,

que es la que me falta a mí.

65 ¡En hora infelice vi

aquellas trágicas fiestas,

que desdichas como estas

no serán desdichas breves!

[ Ap.] (¡Ay, duque, lo que me debes!

70 ¡Ay, duque, lo que me cuestas!

La que aventura el honor,

como yo, mísera, hice,

cierto está que es infelice,

cierto está que tiene amor.

75 Disculpárase el error

de venir de aquesta suerte

si llegara a Mantua a verte

sin esta alegre mudanza;

que un amor sin esperanza

80 ya no es amor sino muerte.

¡Ay, qué rigurosa estrella!)

Dime, Ricardo, ¿ has sabido

si la condesa ha venido?

ricardo

Pienso que han ido por ella.

lucrecia [ Ap.]

85 (¡Cuántas honras atropella

un mal nacido deseo..!)

Perdida, ay de mí, me veo;

mi desdicha es inmortal,

que remedio a tanto mal

90 ni lo tengo ni lo espero.

¡Cuánto mejor me estuviera

haber mi mal declarado

en Nápoles, y excusado

el venir de esta manera;

95 y mi silencio no fuera

mi desdicha y mi pesar!

No tengo bien que esperar

si, en efeto, vengo a ser

hoy yo la primer mujer

100 que se perdió por callar.

¡Ame, pues, desesperada,

la que nunca amó atrevida!

¡Ame y pene, aborrecida,

la que se precia de honrada!

105 Callé mi mal, confiada;

hablar quise y llegué tarde.

El alma entre celos arde;

que nunca dieron favor

la Fortuna y el Amor

110 al que ha nacido cobarde.

ricardo

A la ribera del río

el duque ha salido agora,

sufre y sosiega, señora.

lucrecia [ Ap.]

¿ Por qué, amando, desconfío

115 si no llega el amor mío

a otro humano pensamiento?

¿ Por qué máquinas no intento

que ninguno las iguale?

ricardo

Ya de la carroza sale.

lucrecia [ Ap.]

120 (Dame, Amor, atrevimiento).

[ a Ricardo y Fabio]

¿ Tendréis los dos osadía

para ayudarme a una acción

que, por dicha, a mi pasión

será remedio algún día?

125 fabio En nuestros ánimos fía.

lucrecia

¡Meted mano sin recelos,

que los astros de los cielos,

aunque adversos, han de ver

lo que puede una mujer

130 con ingenio, amor y celos!

Vanse. Sale el Duque de Mantua y Octavio, criado*

octavio

No atribuya tu alteza a atrevimiento,

sino a fuerza de amor y maravilla

lo que quiero decir.

duque Ya, Octavio, sabes

que conozco tu amor y lo agradezco.

octavio

135 Señor, en Mantua dicen que te casas

con la Condesa de la Flor, y muchos

afirman que Fisberto y que Camilo

partieron a traerla, y que se diga

esto por la ciudad, y los criados 140

no lo sepamos, confusión nos causa,

debiendo ser nosotros los primeros

sabidores de acciones semejantes.

duque Convínome el secreto, no te espantes;

mas ¿ cuándo al vulgo, vario y novelero,

145 secreto se encubrió? Siempre adivina

las razones de estado más ocultas.

Octavio, verdad es; con la condesa

de la Flor me desposo, y hoy la espero.

Señora es de un estado pobre y corto;

150 pero estando tan rica de virtudes,

de sangre ilustre y de belleza rara,

a la reina más alta se compara.

octavio

Pues ¿ cuándo vuestra alteza la vio?

duque

Nunca;

la fama y relación de su hermosura

155 me obligó a su elección, aficionado.

octavio

Satisfecho me dejas y obligado.

Entra Lucrecia, acuchillándose con Ricardo y Fabio*

lucrecia

¡Traidores! ¿ Dos a mí, sin tener culpa?

¿ En Mantua no hay Justicia?

duque

¿ Quién da voces?

lucrecia

Señores, amparad a un forastero 160

a quien siguen la muerte y la desdicha.

duque ¡Prended luego a esos dos! ¡Seguidlos, mueran!

lucrecia

Señor, ¡aquí, a tus pies, halle acogida

esta infeliz y mal segura vida..!

duque No temas, libre estás de tus contrarios.

lucrecia

165 ¡Oh, mal haya el tener tan pocas barbas,

que aunque el valor del pecho grande sea

no respetan al hombre!

duque ¿ Por qué causa

te ofenden estos dos?

lucrecia Son cuentos largos

y el recelo me tiene todavía

sin aliento.

170 duque No temas, pues el duque

te tiene en protección.

lucrecia Déme tu alteza

los pies, que no le había conocido,

como extranjero, al fin, y perseguido.

duque Gustaré de saber quién eres: dime

175 la historia de tus trágicos sucesos.

lucrecia

Si la vida me das, y yo he venido

a ampararme de ti, negar no intento

lo que mandas, señor, estame atento.

Mi patria, famoso duque,

180 es Nápoles la gentil,

y en ella de nobles padres,

si bien no ricos, nací.

Como la pobreza y honra

peleaban contra mí,

185 a la duquesa de Amalfi

me fue forzoso servir.

Asenté por paje suyo,

y fuera estado feliz

si no creciera en mi pecho

190 el amor que concebí.

Tiene su casa grandeza,

aunque no es muy rica, al fin

desciende por línea recta

del príncipe don Dionís.

195 Ap. (La alabanza en boca propia,

dicen que es cosa muy vil;

perdóneme la modestia,

que mi paz pretendo ansí).

duque Prosigue.

lucrecia Vestida de oro

200 y de un celeste tabí

(por parecer más al sol

en su cielo de zafir),

al campo salió una tarde,

y, de su rostro, el abril

205 las colores aprendía

para copiar el jazmín;

y, aunque rapaz sin discurso

(atentamente la vi

enamorando las aguas

210 y al céfiro más sutil),

quedéme sin libertad;

que no acerté a discurrir

quién soy yo y quién es ella,

con la ignorancia pueril.

215 Luché con mis pensamientos,

que tenían entre sí

una doméstica guerra,

una batalla feliz.

Llevado, pues, de mi afeto,

220 oculto como infeliz,

Argos fui de sus acciones,

lince de su pecho fui.

Curioso y enamorado

la escuché en su camarín,

225 mezclando en perlas lloradas

blandas razones ansí:

« ¡Ay, duque de Mantua mío,

si mío puedo decir

a quien mal y apenas tiene

230 noticia alguna de mí:

nunca tornear te viera,

vestido de carmesí,

más gallardo que Medoro,

más fuerte que un paladín.

235 Rayos de púrpura y nieve

me dabas, en un festín,

con los reflejos que hacían

los diamantes y rubís.

Si me viste, no lo sé;

240 sólo sé que he de vivir

llorando la libertad

que con tu ausencia perdí!»

Estas palabras me abrieron

el sentido y discurrí

245 sobre el amor libre y loco

que era forzoso sufrir.

Advertí que un ancho río,

que consiente un bergantín

en su espalda, fue al principio

250 un arroyuelo sutil;

y el ciprés que, con su punta,

al cielo intenta subir,

al principio fue una vara

con delicada raíz;

255 consideré que el amor

se debía resistir

cuando es vara y es arroyo

en márgenes de alhelís.

Pedí licencia, ausentéme,

260 y atravesando el país

de Campania, que es del mundo

el admirable jardín,

después de varios sucesos,

que al caso no hacen aquí,

265 llegué a Flor (¡nunca tuvieran

mis principios este fin!)

Aquí empiezan mis desdichas;

y, pues que vos las oís,

señor, con lástima y gusto,

270 todas las pienso decir.

Es La Flor villa pequeña

que, entre la francesa Lis

y las llaves de la Iglesia,

sobre la dura cerviz

275 de una montaña se asienta.

Su dueño es una gentil

y hermosa dama, a tener

fortaleza varonil.

Llámase Porcia, y su casa

280 fue mi amparo, y me acogí,

peregrino, a sus umbrales,

ya destinado a servir;

y, aunque a veces el amor

es un templado neblí

285 que con vuelo infatigable

se sube al cielo a rendir

la garza más remontada,

a veces es baharí

que se abate a presas bajas

290 de una humilde codorniz.

Esto digo, porque Porcia

puso los ojos en mí,

haciendo al rostro, del alma,

un transparente viril.

295 En los ojos y la boca,

en el mirar y el reír,

con néctar de amor brindaba

(néctar no, veneno sí);

tales fueron sus afetos.

300 Aunque es la edad juvenil

ignorante y divertida,

su oculto amor conocí.

No confrontaba la sangre

(o porque vario cenit

305 nuestras estrellas tenían),

su amor mismo aborrecí.

Pienso que fue la ocasión

que la vi sin la barniz

que las mujeres se ponen,

310 mezclando nieve y carmín.

¡Qué cosa para Lucrecia,

la duquesa a quien serví:

nunca en su rostro se ha puesto

artificioso matiz..!

315 Esto no importa, prosigo:

descubrióme Porcia a mí

su lascivo amor, y yo

fui ignorante al resistir:

enlacéme como yedra

320 en sus muros de marfil

y en dos hojas de clavel

toda el alma la bebí...

duque ¡Calla, sirena crüel,

porque no te quiero oír

325 voz y palabras que son

muerte y rabia para mí!

[ Ap.] (¡Válgame Dios! ¿ Qué escuché?

¿ Qué letargo y frenesí,

me arrebatan y suspenden

330 alma y memoria infeliz?

¿ La condesa Porcia es fácil?

¿ Porcia fue mujer rüin?

¿ Ya no come Porcia brasas?

¡Ya no es Porcia, Bruto fui..!

335 ¿ Huyendo dama de un rey

vengo, ignorante, a elegir

amiga de un paje? Cielos,

¿ cómo mi mal no sentís?

¡Venga la muerte, venga contra mí,

340 que no es para desdichados el vivir!)

Ven acá, prosigue, acaba,

llega de su historia al fin.

lucrecia Ap.