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Las desgracias del rey don Alfonso el Casto es una comedia teatral de corte histórico del dramaturgo Antonio Mira de Amestua. Se articula en torno a diferentes episodios de la vida del rey Alfonso II, apodado El Casto por su renuncia a las mujeres y nombrado rey de Castilla tras la muerte de Silo.
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Seitenzahl: 103
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Antonio Mira de Amescua
Saga
Las desgracias del rey don Alfonso el Casto
Copyright © 1616, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726660685
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Queriendo la hermosa Dido
que aquel padre de troyanos
le refiriese la historia
de sus lamentables llantos,
5 le dice de aquesta suerte:
«Eneas, fuerte y gallardo,
cuéntame, si acaso gustas,
aquel desastre pasado
que entre ti y los griegos hubo».
10 Él dice: «Quiero contarlo,
con tal que me des silencio».
Concediólo. Yo me espanto
poderlo acabar consigo,
que las mujeres son diablos.
15 Yo salgo a pedir silencio,
no a los hombres, porque es llano
que tienen de concederlo.
Sólo con mujeres hablo,
que tienen tan largos picos
20 que pretendiendo gastarlos,
están parlando contino,
sentadas, corriendo, andando,
en sus casas, en la iglesia,
en el sermón, en los autos,
25 y aun me dicen que hay algunas
que están durmiendo y hablando.
Y, porque vengo mohíno
de un caso que me han contado,
referiré algunos males
30 de los muchos que han causado
para que se eche de ver
que las mujeres son diablos.
Ya saben que la primera
causa de nuestro pecado
35 fue mujer, y de mujer
la forma en que la engañaron.
Mil males causó la Cava
a España, pues que duraron
sus reliquias hasta que
40 el cielo envió a Pelayo.
Y también los causó Helena
a atenienses y troyanos
y a griegos, pues que dos veces
a dos príncipes la hurtaron.
45 La primera a Teseo,
rey de Atenas a quien Castor
y Pólux en campal guerra
de su poder la sacaron;
y la segunda, fue Paris,
50 que era hijo del troyano
Príamo, y éste la hurtó
a otro rey, que es Menelao.
Ningún bien causó tampoco
Clitemestra, pues dando
55 a su marido la muerte
fue causa de tantos daños.
Pero, ¿qué me maravillo?
¡Que las mujeres son diablos!
La cautelosa Semíramis,
60 estando un tiempo reinando
con su marido, el rey Nino,
le pidió por solo espacio
de cinco horas su poder,
y apenas se le hubo dado
65 cuando le mandó matar
por quedar con todo el mando.
Mil más pudiera decir,
pero déjolo, mirando
que vengo a pedir, y el pobre
70 nunca ha de ser porfïado,
y también me mueve a ello
ver que de allí me han mirado
dos mujeres que por señas
me dicen que calle, y callo,
75 que me lo mandan mujeres,
que las mujeres son diablos.
Mas, si me fuera yo ahora
con el cabello así largo
a meterme entre mujeres,
80 ¡cómo saliera pelado!,
mas quiero volver la hoja
y deshacer el agravio
y en lo que toca a ser Eva,
causa de nuestro pecado,
85 yo digo que Adán lo fue
y sábese de San Pablo
cuando dice que en Adán
mueren, y resucitamos.
Y Cristo, nuestro maestro
90 nos dice aquesto bien claro,
que mujer nos dio el remedio
si por mujer fue el pecado.
Y así mal dice el que dice
que las mujeres son diablos.
95 Si algún mal causó la Cava
a España, sólo Rodrigo
la forzó, y donde hay fuerza
nunca interviene pecado.
Si Semíramis mató
100 a Nino, fue porque estando
en sus reinos, no quisieron
amplificar sus estados.
Después de muerto quedó
por reina, y en un caballo,
105 de todas armas vestida,
con sus gentes salió al campo
sujetando muchos reinos:
Etíopes, Egipcianos.
La valerosa Cenobia,
110 de Palmirenos espanto,
es quien rindió a Capadocia
y a Persia, y está enseñando
a dos hijos que tenía
el latín, griego y hebraico.
115 Las invictas amazonas
dieron poderío y mando
a dos mujeres que fueron
las que a España han envïado
reliquias de aquellos godos
120 que se han ido prolongando
hasta el tercero Filipo,
que Dios guarde muchos años.
Y así mal dice el que dice
que las mujeres son diablos.
125 Bien las he vuelto su honra.
A fe que me deben harto;
que lo que dije al principio
era que venía enojado,
y ahora lo iré también
130 si no dan lo que demando,
que es el silencio que dio
Dido a Eneas, y gustando
oirán la mejor comedia
que se haya visto en tablado.
135 Y también doy la palabra
de que aquí y en cualquier cabo,
desmentiré al que dijere
que las mujeres son diablos.
FIN
Salen los músicos
MÚSICOS
Entre apacibles vergeles
que adornan flores vistosas
y cantan los ruiseñores
entre los lirios y rosas,
5 y las cristalinas fuentes
riegan hierbas olorosas,
y hacen sutiles labores
y aljófar sus hojas brotan
haciendo el céfiro manso
10 en el jazmín y amapola,
un sonoroso rüido
al menear de las hojas
andaba a caza Cupido.
Sale Cupido con arco y aljaba y flechas, vendado los ojos
Entre contento y congoja,
15 por negarle la obediencia
las damas bellas, graciosas,
miran que es obedecido
del pastor a la real pompa
rindiéndosele a sus pies
20 cuantos de este mundo gozan.
Siente que mujeres flacas
le quieren quitar la gloria,
y se la den a Interés
entre preseas y joyas;
25 quítase el arco y aljaba
y entre la hierba lo arroja
cuando vio entrar a Interés
con gran majestad y pompa.
Sale Interés, muy galán con cadena y sortijas de oro
Cadena de oro en el cuello,
30 sortijas, preseas y aljorcas,
alegre en ver que le estiman
el mundo y naciones todas,
paséase ante Cupido
y con meneos se entona.
35 No le hace acatamiento,
de que Cupido se enoja.
Quítase la venda Amor,
y dícele: «¿Cómo osas
parecer en mi presencia,
40 siendo invencibles mis obras?».
Interés le ha respondido:
«Como han sido cautelosas
conociendo sus afectos,
se han acogido a mi sombra.
45 Los dos hacemos el juego
y porque es cosa notoria,
escucha aquesta razón
y conocerás mi gloria».
Letra
Obras son amores,
50 hermano Polo,
obras son amores
que no amor sólo.
Cupido replica: «Aqueso
es porque mi fuerza afloja
55 cuando el amor es fingido,
y dádivas le sobornan».
A aquesta razón responde
Interés; aquesto nota:
«Dos amorosos galanes
60 quieren a una dama hermosa
Pregúntanla a quién más ama.
Y ella dice, melindrosa:
–«Fulano me quiere mucho,
mas Zutano me hace obras.
65 Da el uno amor y palabras,
el otro da amor y doblas».
Interés es cosa firme
y Amor una jerigonza.
Si no, mira aquesta letra
70 que tu mismo nombre nombra,
y por verse atropellado
de sus entrañas te arroja.
Danzan al son de la letra
Letra
Las damas de hogaño, Blas,
que visten sedas y galas,
75 querránte bien s i regalas
y más cuando dieres más.
Dice Amor: «Es cierta cosa
que no les diera su hacienda,
luego más parte me toca».
80 Quiso Interés replicar,
mas Amor con voz sonora
dice que es cosa muy justa
que esté por igual la gloria.
Interés no lo consiente;
85 que el premio de la victoria.
declaren por ser sentencia
Belisa y la bella Flora.
Salen Belisa y Flora en traje aldeano
Salen las pastoras bellas
como al salir de la aurora
90 salen los rayos de Febo
haciendo ricas alfombras.
Las dos hacen reverencia
y ellos que los campos bordan
con luces de sus reflejos,
95 con su mesura se adornan.
Amor les propone el caso
y con razones exhorta
a que sentencien por él,
que es cosa que les importa.
100 E Interés descubre el hecho
y su gran cadena toca,
mostrando preseas y anillos
y otras riquezas y joyas.
Las dos entran en acuerdo
105 y en sentenciar se conforman
que lleve sólo Interés
el lauro de la victoria.
Oyendo Amor la sentencia
a voces dice: «¿qué importa
110 que en los jardines del Chipre
tenga yo mi trono y pompa,
y allá en los campos Elíseos
suene mi sonora trompa,
y en el monte del Parnaso
115 que se publique mi gloria
si soy de Interés vencido?»
E Interés dice: «Aquí os toca
que hagáis lo que yo os mandare».
Y callando, Amor otorga.
120 «¿Por qué razón un bastardo,
hijo de una mujer loca,
conmigo se ha de igualar,
que soy quien el mundo asombra?
Seamos, Amor, amigos,
125 y con mudanzas graciosas
los dos quiero que bailemos
con estas damas hermosas».
Bailan al son de esta letra
Letra
Amor, pues quedáis vencido,
no t i réis,
130 porque os arrepenti réis.
Ya vuestras flechas, Amor,
que están de tormento y lloro,
Interés las vuelve de oro
que se reciben mejor.
135 Aplacad, luego, el rigor
y no tiréis
porque os arrepentiréis.
Amansad un poco el brío
en tirar a los amantes,
140 que con perlas y diamantes
tiene Interés señorío;
lo demás es desvarío.
No tiréis,
porque os arrepentiréis.
145 Bueno es Interés y Amor,
si los dos corren parejas;
que se entra por las orejas
este süave licor.
Mas Interés es mejor.
No tiréis
porque os arrepentiréis.
FIN
de Las desgracias del Rey don Alfonso el Casto
Suena música y salen al tablado dos tambores; uno con un pendón
levantado y en él un león; otro con una fuente de plata con una corona;
otro con otra fuente con una espada. Después, en orden, todos los que
pudieren; y, corriendo una cortina, aparece en un tribunal el rey don
Al f onso armado el pecho, galán, y descubierta la cabeza. Arrímanse
todos a los dos lienzos del vestuario
ALFONSO
Hidalgos asturianos,
reliquias y sucesión
de godos y de romanos,
fortaleza de León
5 que he de regir con mis manos.
Por el valor sin segundo
que tenéis, máquinas fundo
para dar a España asombros,
y he puesto sobre mis hombros
10 el mayor peso del mundo.
Los reinos y majestades
suelen tener por grandeza
lisonjas y falsedades,
y así pongo en mi cabeza
15 montes de dificultades.
Poca paz y mucha guerra
son columnas de reinar;
que el hombre que en rey se encierra
entre las sirtes del mar
20 y volcanes de la tierra,
siempre ha de vivir velando.
La vida le van gastando
los cuidados con que lidia,
y los linces de la envidia
25 sus obras le están mirando.
Desde la gallega sierra
hasta la andaluz nevada
me está llamando la guerra.
Mirad si es carga pesada
30 para un hombre hecho de tierra.
En efecto, a mi persona
el cuidado no perdona,
que a todo estaré ofrecido
desde hoy que habrá ceñido
35 mis sienes esta corona.
SANCHO Seas, Alfonso, de hoy más
para los moros un rayo
que abrase, y sí lo serás;
que eres nieto de Pelayo
40 y vas dejándole atrás.
Ya que es hecha la elección,
falta la coronación.
Permita, pues, tu persona
ponerle espada y corona
45 en señal de posesión.
De Pelayo es esta espada
que al mundo causaba espanto
en su brazo levantada,
y si viviera otro tanto
50 viera a España restaurada.
Ármate, señor, con ella,
serás sol de la milicia
y hemos de jurar en ella,
tú, de guardarnos justicia,
55 nosotros, de obedecella.
Con aquesta un león se doma,
de tus vasallos la toma,
que darte quisieran ellos
el águila de dos cuellos
60 con el imperio de Roma.
Y si en aqueste estandarte,
por insignia un león te han dado,
ellos gustarán de darte
el fuego del [es]cita helado,
65 del tracio el armado Marte,
las águilas del romano,
arco y flechas del persiano,
los leones del inglés,
los tres lirios del francés,