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Las pruebas de Cristo es un auto sacramental del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. Se articula en torno a las tentaciones a las que el demonio somete a Cristo durante los cuarenta días y cuarenta noches que pasa vagando por el desierto.
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Seitenzahl: 36
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Antonio Mira de Amescua
Saga
Las pruebas de Cristo
Copyright © 2007, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726660661
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Personas que hablan en él
Suena clarín y aparece el Príncipe de las tinieblas en la galera, con chusma, y el Hombre con él de esclavo
príncipe
¡Boga, canalla, que quiero
anegar desde este abismo,
con las espumas ardientes,
los cristales del Impíreo!
5 ¡Boga, rompa este bajel
los Etnas y los Olimpos
que levanta mi furor
en estos campos sombríos!
¡Y tú, miserable esclavo,
10 que por siglos de los siglos
has de estar en este remo,
mira el bello paraíso
que perdiste por tu culpa!
Allí, pues, entre los lirios
15 y claveles, una fuente
le divide en cuatro ríos,
que después de haber cercado
con sus corrientes de vidrio
aquel jardín, sepultados
20 en la tierra, otros principios
muestran al mundo, éstos son
Tigres, Eufrates y el Nilo,
y el Ganges, cuatro monarcas
de las aguas, cuatro vivos
25 émulos del oceano
que en undoso precipicio,
le pagan de mala gana
feudo y tributo a aquel sitio
tan oculto y admirable;
30 lazos forma y laberintos
de yedras y madreselvas,
de acantos y de narcisos.
Las guijas de aquella fuente
son diamantes y jacintos
35 que tras el velo del agua;
todos parecen zafiros.
En las plantas siempre verdes
el fruto pende a racimos,
porque a tanta primavera
40 jamás se atrevió el estío.
Jurisdicción es negada
al áspid y basilisco;
aves solas, vivas flores
acordes con el rüido
45 del céfiro, de las plantas,
entonan místicos himnos
alabando a su Criador.
Flor ni planta ha producido
la naturaleza en quien
50 aliento vegetativo
allí no le haya inspirado.
Es Dios, no me maravillo.
Allí, pues, verás el árbol
que tu muerte eterna ha sido.
55 Mira sus pomos, que globos
encarnados y amarillos,
rubís y topacios fueron
de gualda y de nácar fino,
y ya son veneno y rabia
60 después que los he mordido;
mas fuerza es hacellos salva,
y a su hermosura me rindo,
si bien mis quejas son rayos
y truenos son mis suspiros.
Disparan
hombre
65 La esperanza me consuela
que entre los árboles mismos
que fueron mi perdición
habrá algún árbol tan rico
que con él pague mis deudas
70 y ya pienso que le miro,
si no es sombra o no es figura
de algún tesoro infinito.
príncipe
Esperanzas son las tuyas
sin fundamento ni aviso:
75 pena, entre tanto que yo
salto a tierra a ser castigo
de tu culpa, rebelando
cuantas criaturas han sido
tus obedientes vasallos
80 que ya son tus enemigos.
Vase
hombre
En el bajel del infierno,
en este banco del limbo,
mis pasadas culpas lloro
como mísero cautivo.
Todos los músicos y la Esperanza cantan
músicos
85 ¿Quién alivio alcanza
en cualquier tormento?
La Esperanza.
¿Quién da al hombre aliento
en igual balanza
90 a su sentimiento?
La Esperanza.
Pues no dé, violento,
agua su llanto, suspiros al viento.
esperanza
¡Ah del bajel coronado
95 de sierpes y basiliscos,
que son flámulas tremendas
producidas del abismo!
hombre
¿Quién me llama?
esperanza
Tu Esperanza,
que soy virtud y ministro
100 que modero con paciencia
el dolor más exquisito;
porque un hombre como tú,
porque el hombre de quien dijo
que es poco menos que el ángel
105 el rey profeta, en sus himnos;
porque el hombre que es el dueño
de las fuentes y los ríos
(que son las venas del mundo
y follajes cristalinos
110 desta fábrica y del mar,
cuyos cóncavos y riscos
forman repúblicas mudas
de los peces fugitivos);
el que es dueño de los montes
115 que, con el ceño atrevido,
parece que son escalas
del pavimento divino;