Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Lo que puede el oír misa es una obra teatral de Antonio Mira de Amescua, dramaturgo español del Siglo de Oro. En esta comedia de carácter religioso, el autor presenta una trama que juega con los conceptos de apariencia y ocultación de la realidad. La historia se enfoca en el poder de la asistencia a misa y su impacto en la vida de los personajes. El recurso de suplantar una personalidad humana con una entidad sobrenatural añade un elemento de intriga y misterio, amplificando la tensión dramática de la obra. En la tradición de las comedias del Siglo de Oro, Lo que puede el oír misa se caracteriza por su lenguaje lírico y poético, así como por su tratamiento de temas religiosos y morales. En su tiempo, esta obra habría servido no solo para entretener, sino también para instruir a la audiencia sobre la importancia de la asistencia a misa y la vida espiritual.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 84
Veröffentlichungsjahr: 2010
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Antonio Mira de Amescua
Lo que puede el oír misaEdición de Vern Williamsen
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: Lo que puede el oír misa.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-9953-541-8.
ISBN rústica: 978-84-9816-106-9.
ISBN ebook: 978-84-9897-583-3.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 47
Jornada tercera 89
Libros a la carta 137
Antonio Mira de Amescua (Guadix, Granada, c. 1574-1644). España.
De familia noble, estudió teología en Guadix y Granada, mezclando su sacerdocio con su dedicación a la literatura. Estuvo en Nápoles al servicio del conde de Lemos y luego vivió en Madrid, donde participó en justas poéticas y fiestas cortesanas.
Conde Fernán González, viejo
Garci Fernández, infante, su hijo
Violante, infanta, su hija
Blanca, dama
Fortún, su hermano
Sancho Osorio
Mirabel, gracioso
Mendo
Un Ángel
Argentina, francesa
Su Padre
Un Alcalde
Ricardo
Manuel
Acompañamiento
(Suenan cajas y salen el Conde, Infante, Fortún y Mendo.)
Conde No toquen a marchar. Las cajas callen
porque en esta ribera
pretendo que me hallen
las luces que vagando en esta esfera
alumbran otro polo.
Aquí me han de mirar, o muerto o solo.
En Burgos no he de entrar, ni mi palacio
en sus umbrales vea
que me vuelvo de espacio
sin vencer a los moros; aquí sea
mi habitación agora
del expirar el Sol hasta la aurora.
En las tiendas de campo viviremos.
No digan en Castilla
que los altos extremos
del blasón que a los orbes maravilla
faltarán por ser viejo
Fernán González. Hoy fuerza y consejo
administran mi pecho, y el Infante
Garci Fernández puede,
como mi hijo, ser cristiano Atlante
que mi valor herede.
Infante Señor y padre mío,
bien haces; la ribera de este río,
como Burgos reciba
tus ejércitos hoy; tu gente viva
en el campo entre tanto
que venzas a los moros con espanto.
No digan que volvemos sin victoria;
esperemos que vuelva
Sancho Osorio. Si ha ido
con ambición de gloria
para espiar del moro en esta selva
a vista de los astros luminosos,
tu campo en escuadrones dividido,
hasta volver deshechos o gloriosos,
alegre vivirá.
Fortún A verte ha venido
la Infanta, mi señora.
Infante De la luz de mi Sol será aurora.
(Salen Violante y Blanca, con espadas, sombreros y plumas.)
Violante Señor, si vuestra alteza
dos soldados admite,
ejercitados mal en la milicia,
ya los tiene a sus pies.
Conde Di, la belleza
que con el Sol compite,
¿cuándo más rosicleres desperdicia?
Violante, hija, dame
esos lazos de amor, y no me llama
tu lengua padre amado,
pues vengo sin vencer y retirado.
En Burgos no entraré sin dar victoria
a la insigne memoria
de los famosos condes de Castilla.
¡Oh, Blanca, dame tus brazos!
Infante (Aparte.) (¡Oh, quién se viera en los hermosos lazos
de Blanca! ¡Qué envidioso
de mi padre me siento!
Amor, dice riguroso,
no fleches el arpón, templa el tormento.)
A Sancho Osorio espero,
que fue, como valiente caballero,
a ser perdida espía
reconociendo el campo y los intentos
del moro.
Violante A tiranía
tal acción corresponde.
No eres mi padre, castellano Conde,
pues pones a peligro el alma mía.
Tráigalo amor con bien.
Conde Violante, vamos
a mi tienda, y en tanto que esperamos
a Sancho Osorio, en ella
gozaré de tu vista alegre y bella.
Infante Sí, hagan las cajas salva,
pues llegan al real el Sol y el alba.
(Tócanse las cajas y vanse, quedándose Fortún y Blanca.)
Fortún Oye, doña Blanca.
Blanca Hermano,
¿cómo estás? ¿Cómo has venido?
Fortún Del conde favorecido,
como siempre; al soberano
resplandor de tu hermosura
lo debo, que si el infante
es tu galán, es tu amante,
de ti nace mi ventura.
Blanca, pues nuestra nobleza
ni brilla ni resplandece,
y el conde me favorece
en virtud de mi riqueza
y de tu beldad, gocemos
la ocasión, que de estos modos
suelen subir casi todos
los que en gran linaje vemos.
Haz de suerte que el infante
se venga a casar contigo,
y haz de suerte que conmigo
se quiera casar Violante.
Eres su dama y te quiere,
como a mí su hermano. Blanca,
mientras la fortuna franca
con nosotros anduviere,
no desmayemos.
Blanca Hermano,
yo sospecho que Violante
tiene cuidados de amante.
Conquistarla será en vano.
Fortún ¿A quién presumes que estima?
Blanca A Sancho Osorio sospecho
que da lugar en su pecho.
Fortún Eso no me desanima.
Yo desharé sus hazañas
con industria, de manera
que Violante no lo quiera.
Blanca Si ella tiene amor, te engañas;
no lo podrás conseguir.
Fortún Todo el ingenio lo alcanza;
a manos de mi privanza
le pretendo perseguir.
(Salen el Conde, el Infante y Violante por una puerta, y Sancho Osorio por otra, vestido de moro.)
Conde Si Sancho Osorio ha venido
saldremos de este cuidado.
Infante Es animoso soldado.
Violante (Aparte.) (Mis cuidados le han traído.)
Sancho Déme la mano tu alteza.
Conde Ya con los brazos te aguardo.
Sancho Honores, que me acobardo
solo en mirar su grandeza.
Conde ¿Pudiste reconocer
lo que el moro intenta?
Sancho Fui,
supe, miré y entendí.
Conde Relación puedes hacer.
Sancho A penetrar el reino de Toledo,
donde el dosel pendió de tus pasados,
de Castilla partí con el denuedo
que me daban tus bélicos cuidados.
Ni conocí lo pálido del miedo,
ni respeté la fuerza de los hados,
que con valor en el morisco traje
el ánimo entregaba a tu homenaje.
Por moro me tuvieron y, corrido
de parecerlo tanto, discurría,
disimulando el alma en el vestido,
como en la nube el rosicler del día.
Escuadrones hallé que ya han venido
de la fértil y antigua Andalucía,
como abismo fatal que África aborta,
para probar si tu cuchilla corta.
Con invasión intentan los paganos,
hollando riza nieve en Guadarrama,
oscurecer blasones castellanos.
Al vuelo infatigable de la fama
ejércitos convocan tan ufanos,
que el que Jerjes juntó corto se llama,
y parece que ya el África ciega
con diluvios de moros nos anega.
Para socorro de la gran Marruecos,
publican que se juntan las legiones,
que pudieran dejar, bebiendo, secos
los piélagos del mar en sus regiones.
Por desmentir así, queden los ecos
en los oídos hoy de tus leones,
como el rayo que ya, de furor lleno
hizo su efecto cuando se oye el trueno.
Todo es armas, rigor, bélico trato,
en Córdoba, en Toledo, y en Sevilla,
que pretenden sus huestes dar rebato
en los valientes hombres de Castilla.
Caiga la estatua, pues, de este aparato
al heroico esplendor de tu cuchilla.
Saquemos de los términos del moro
en las ondas del Tajo arena de oro.
Reparaba un alcaide en mi semblante
y tuvo pretensión de que era espía;
osando examinar, como arrogante,
esta sospecha que de mí tenía,
pretendió presentarme a Taludante,
el bárbaro señor de Andalucía,
mas yo, como milito en tus banderas,
asombré con valor las once esferas.
Vive Dios, que el alcaide con la gente
que intentó mi prisión, aunque animosa,
al acero que ves resplandeciente
fue débil y cobarde mariposa.
¿No viste alguna vez turbia corriente
que peñascos arranca generosa?
Perdone mi modestia, de este modo
lo aniquilaba mi violencia todo.
Redimí con su muerte mi persona,
y vagando después de clima en clima,
al estruendo de Marte y de Belona,
que a los árabes bárbaros anima,
los límites pisé de tu corona.
¡Ea! Conde y señor, lamente y gima
esa África infiel que al cielo injuria,
oprimida del peso de su furia.
Conde En campaña he de esperar
toda esa gente pagana,
y, con ser Pascua mañana,
en Burgos no pienso entrar.
Fortún No serán tantos, señor,
los moros, ni sus rigores;
que hacen las cosas mayores
los antojos del temor,
y si Sancho no encarece
el número al paganismo,
alabándose a sí mismo
sus hazañas oscurece.
Sancho Yo dije que por soldado
del conde tuve valor,
y así no fue propio amor
el haberme yo alabado.
En lo que toca a que el miedo
pudo en mí poner antojos,
engañándome los ojos,
no es así.
Fortún (Aparte.) (Agraviado quedo.)
A tantos moros, don Sancho,
fuerza fue tener temor,
y así es así.
Sancho Mi valor
tiene el ánimo más ancho,
que, siendo noble, los bríos,
como ilustre sangre hereden,
recibir temor no pueden
de moros ni de judíos.
Fortún (Aparte.) (Entre malicias me ha puesto.)
No me toca a mí ese nombre,
y quien dijere...
Conde Tente, hombre,
no te arrojes.
Infante ¿Qué es aquesto?
¿No respetáis la presencia
de mi padre?
Conde Bueno está.
Sancho Ninguno a su alteza da
más humilde reverencia.
Blanca Don Sancho, de esta aventura
muy arrogante venís.
Sancho Será, pues vos lo decís,
con donaire y hermosura.
(Vanse todos, y quedan Violante y Sancho.)
Violante (Aparte.) (Albricias quisiera dar,
¡oh, Sancho!, de tu llegada,
pero el alma enamorada
no se atreve a declarar.
La lengua pude enfrenar,
no los ojos, que lo miran
y tan tarde se retiran
que publican mis pasiones.)
Sancho (Aparte.) (¡Qué rigurosos arpones
tu beldad y amor me tiran!
Amo a Violante callando;
ya un mismo pensamiento
en tan grave atrevimiento
de sí mismo está temblando.)
Violante (Aparte.) (Sin mostrar que muero amando
le pienso dar un favor.)
Don Sancho, vuestro valor
se muestra más cada día.
(Deja caer una banda.)
Sancho (Aparte.) (Dulce amor, dame osadía;
muéveme la lengua, Amor.)
Señora, quien ha aprendido
del conde, que rayo fue
en defensa de la fe,
tal favor ha merecido.
Esta banda se ha caído.
Violante ¿En el reino de Toledo,
cómo os fue?
Sancho No tuve miedo
como dice Fortún.
Violante Pudo
no sentirlo así y lo dudo.
Sancho Ésta se os cayó.
Violante Yo quedo
con cargo de que agradezca
vuestros servicios el conde.
Sancho Siempre a quien es corresponde.
Violante Bien es que en voz resplandezca
que el premio y honor merezca.
Sancho Ésta es vuestra, mi señora.
(Aparte.) (Divertida está.)
Violante Si agora