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Los prodigios de la vara y capitán de Israel es una de las comedias religiosas del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. Se articula en torno al episodio bíblico de Moisés, contada en tono desenfadado aunque bajo la perspectiva de profundas raíces católicas de su autor y de su época.
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Seitenzahl: 98
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Antonio Mira de Amescua
Edición de Antonio Cruz y Juana Toledano
Saga
Los prodigios de la vara y capitán Israel
Copyright © 2004, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726660579
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Personas que hablan en ella:
Suena un tambor y salen Nacor y Eliacer, egipcios
NACOR El militar alboroto
me obliga, amigo Eliacer,
a preguntar, por saber
la causa de este rumor;
5 que como yo he estado ausente
tanto tiempo de esta tierra,
no he sabido de esta guerra.
ELIACER
¿ Eso es pedir que lo cuente?
NACOR Sí, amigo.
ELIACER
Pues escuchad,
10 que brevemente sabréis
la causa y pretexto; veréis
por los ojos la verdad.
Sabed, que el rey de Etïopia,
rey de bárbara opinión,
15 rendir quiso a Faraón,
fïado en su mucha copia
de soldados.
NACOR
¿ Y qué causa,
siendo convecinos todos
y tratados por mil modos,
20 en la amistad puso pausa?
ELIACER
Sobre una ocasión bien leve
se deshizo el amistad,
que quien tiene voluntad
de reñir, presto se atreve.
25 De una peculiar cuestión
en los tratos comenzó,
y a fe que caro costó
al principio a Faraón.
Porque los nuestros volvieron
30 de Etïopia maltratados,
y fueron tan apretados
que a los pies alas pusieron.
Mas ya veréis que gozosos
en bien han trocado el mal,
35 y este atambor es señal
de que vuelven victoriosos.
NACOR ¿ Quién el capitán ha sido?
ELIACER Un hebreo de nación.
NACOR ¿ Cómo, o por qué?
ELIACER
Faraón
40 se vio en el caso afligido.
Al oráculo acudió
y, habiéndole consultado
todo lo que había pasado,
aquesta respuesta dio:
45 « Si en vuestro favor y ayuda
en tan peligroso empleo,
tomáis capitán hebreo,
de que venceréis no hay duda» .
Y luego eligió a Moisén,
50 que sus ejércitos rija.
NACOR ¿ Es el que sacó su hija
del Nilo?
ELIACER
El mismo.
NACOR ¡Qué bien ejércitos regirá
quien de guerra no ha tratado!
55 ELIACER Antes es tan gran soldado
que vencedor vuelve ya.
NACOR Decid, si sabéis, por qué
su madre le echó en el Nilo.
ELIACER Aunque con rústico estilo,
60 escuchadme, y lo diré.
Viendo el rey Faraón que los hebreos
en número crecían cada día,
temió que no creciesen en deseos
contra su potestad y monarquía;
65 y antes que en este caso fuesen reos,
quiso atajar aquello que temía,
y pretendió salir de estas quimeras
convocando de Egipto las parteras.
Con potestad de rey, aunque tirana,
70 mandó que en cualquier parto que se hallasen
de la nación hebrea, loca y vana,
si era varón, al punto le matasen,
aunque era acción crüel y poco humana;
pero que siendo hembras, las guardasen,
75 porque haciéndolo todas de esta suerte,
nunca de Egipto trazarían la muerte.
Las parteras, al fin, a Dios temieron,
y aunque el rey como rey lo había mandado,
de aquesta tiranía se abstuvieron
80 por no ver de su Dios el rostro airado;
otra vez ante el rey llamadas fueron,
riñéndolas no haber ejecutado
[el cumplimiento de su real orden,]
que los hebreos ya de ellas se esconden.
85 Para poner por obra el rey su intento,
en público pregón pronunció un bando,
mandando nadie tenga atrevimiento
del pueblo de Israel, caso nefando,
a los hijos varones dar sustento;
90 sino que luego al punto, aunque llorando,
en el Nilo los echen, porque sea
sepulcro el Nilo de la gente hebrea.
Y para que ninguno se escapase
crïándole secreto, se hiciese
95 general escrutinio, y se mirase
en todo el pueblo hebreo lo que hubiese
cada tres meses, y se castigase
al que aqueste mandato no cumpliese;
y con tanto rigor se ha ejecutado
100 que sólo aqueste hebreo se ha escapado.
Nació Moisén, y viéndole hermoso,
sus padres con secreto le crïaron;
llegóse al fin el tiempo riguroso
de los tres meses, y los dos trazaron
105 de las manos librarle de aqueste oso;
un ataúd de mimbres fabricaron
en él al rapaz tierno le pusieron
y en confïanza al cielo se le dieron.
Entregáronle al Nilo y su corriente;
110 y la voluble casa del infante
sobre el curso veloz de la creciente
comienza a navegar, pasó adelante
cuando Termud, saliendo con su gente,
a la orilla del Nilo, vio vagante
115 andar sobre las aguas la cestilla,
y mandó que la saquen a la orilla.
Del ataúd corriendo la cortina,
perlas vertiendo al rapacillo hallaron,
y al instante la infanta se imagina
120 que al Nilo los hebreos le entregaron
por no ver de su vida la rüina;
quien el pecho le diese procuraron,
y sin saber de madre ni de padre,
ama fue del rapaz su misma madre.
125 De la infanta, por hijo, fue adoptado,
y como era tan bello y tan hermoso
de todos los egipcios adorado,
de Termud mucho más, y de su esposo.
El cielo sabe por qué oculto hado,
130 pues teniendo principio riguroso,
y tanto, que quisieron darle muerte
agora es estimado de esta suerte.
NACOR ¿ Quién le quiso matar?
ELIACER
Estadme atento.
Por hacer fiesta al padre y alegría,
135 Termud se le llevó con gran contento,
diciéndole que viese lo que hacía;
en sus brazos el rey le hizo asiento,
y la corona real que le ceñía,
en señal de amistad y por grandeza,
140 al infantico puso en su cabeza.
Y como quien no estima la corona,
con notable furor la echó en el suelo;
sentida se mostró la real persona
corriéndose al contento un triste velo.
145 Termud, por inocente, su hijo abona,
que no es presagio aquel del santo cielo,
mas el rapaz, al fin, con ser criatura,
del dios Amón, deshizo la figura.
Un sacerdote quiso darle muerte,
150 ostentando que a Egipto le importaba,
y mirando la infanta el trance fuerte
lágrimas por el hijo derramaba:
« ¡Ser infeliz, diciendo, y triste suerte!»
Mas viendo Faraón lo que lloraba:
155 « Que no le maten» , dice, dando vida
al que casi la tuvo ya perdida.
Creció Moisén; al fin, llegó a ser hombre.
Hubo esta controversia en Etïopia,
el oráculo dice que se nombre
160 un capitán hebreo, y con la copia
de soldados gitanos, y su nombre
tendrán los Etïopes mucha inopia.
Nacor, ésta es su historia, esto contiene,
y aquéste es Faraón que a verle viene.
Al son de chirimías sale con majestad Faraón y Termud, su hija*, y siéntanse
165 FARAÓN Con externo regocijo
te puedes mostrar, Termud,
cuando viene con salud
y con vitoria tu hijo.
TERMUD
Es tan grande, mi señor,
170 el regocijo que tengo
que contigo a verle vengo
llena de gusto y amor.
Por muchas partes me toca
el estar con mucho gusto,
175 y tanto que fuera justo
en esta ocasión ser loca.
Porque esta ocasión abona
la persona de Moisén,
mostrando no ser desdén
180 el arrojar tu corona.
Y el que con resolución
darle la muerte intentaba
lo que su vida importaba
verá en aquesta ocasión.
185 FARAÓN Bien lo sabes ponderar
como parte apasionada,
pero verás si me agrada
cuando le llegue a premiar;
que tal premio darle pienso
190 que si otro hijo no tienes,
haré, dándole mis bienes
que le dé aromas e incienso
Egipto, pues es testigo
de su notable valor,
195 que obliga a tenerle amor
aun el mayor enemigo.
TERMUD
Que los pies os bese, es bien
por tan notable favor;
De rodillas
que a mí me le hacéis, señor,
200 cuando está ausente Moisén.
FARAÓN Aquesto, hija querida,
no te cause espanto, no,
que no es mucho le honre yo
cuando él me da honor y vida.
Al son de chirimías y atambores, entran en forma de escuadrón Masar, gracioso, y todos los más que pudieren con bandera, y delante Moisén con bastón, muy galán, a lo gitano, y todos los demás
205 MOISÉN Los pies beso a vuestra alteza.
FARAÓN Alza, capitán valiente.
MOISÉN En lugar tan eminente
así ha de estar mi bajeza.
FARAÓN Tu madre presente tienes,
210 su mano puedes besar.
MOISÉN
No soy digno de alcanzar
tan gran favor.
TERMUD
¿ Cómo vienes
de la jornada, Moisén?
MOISÉN Seguro ya de embarazos.
215 TERMUD Levanta, y toma mis brazos,
que en la tierra no estás bien.
FARAÓN ¿ Cómo tanto has tardado?
MOISÉN No he podido más, señor.
FARAÓN Créolo de tu valor.
220 Cuéntame lo que ha pasado.
MOISÉN Después, señor, que partí
al son de trompas bastardas,
animando a tus soldados
el retintín de las cajas,
225 y yo con nuevo valor
deseando que llegara
tiempo de escaramuzar
para mostrar mis hazañas,
no porque yo confïase
230 de mí, mas porque llevaba
dentro en mi pecho tu nombre,
que al más cobarde animara;
y fuera de esto, señor,
los favores de tu gracia,
235 porque la gracia del rey
infunde esfuerzo en el alma
del vasallo. Finalmente
partí con tus reales armas
a castigar a arrogantes
240 llenos de esperanza vana.
Y como el feliz suceso
de la buena guerra es trazas
por hallarlos descuidados
usé de una extraordinaria.
245 No quise embarcar tu gente,
porque entregándome al agua
el vernos era forzoso
y había duda en la batalla.
Mas caminando por tierra,
250 aunque toda llena estaba
de serpientes y culebras,
obstáculo de la entrada
por su ponzoña, mandé
que se fabricasen arcas
255 de mimbre y juncos marinos,
porque sirviesen de jaulas
la gran copia de cigüeñas,
en quien puse mi esperanza,
enemigos capitales
260 de esta nociva canalla.
Hice el viaje con ellas
y determiné soltarlas,
antes de llegar al paso
donde la ponzoña estaba.
265 De sus moradas salieron
al viento dando sus alas,
y, viendo a sus enemigos
como si el clarín tocaran,
la batalla comenzaron,
270 siendo los picos sus lanzas,
despedazando serpientes
con el furor de sus garras.
Teniendo ya el paso libre,
llegué en muy pocas jornadas
275 a dar vista al enemigo,
que bien descuidado estaba.
Orden di de acometer
y al fin llegando a las armas
les sobrepujé y vencí;
280 muriendo las esperanzas
que tenían de reinar
en Egipto, y la batalla
vencida, sus heredades,
todos sus panes y casas,
285 no dejando cosa en pie,
convertí, señor, en brasa.
Y entrando la tierra adentro
llegué a la ciudad de Gaba,
y por ser inexpugnable,
290 por estar de agua cercada,
forzoso fue hacer el real
a vista de sus murallas.
Tarbis, la hija del rey,
en esta ocasión reinaba
295 por haber muerto su padre;
y saliendo a una ventana
a ver mi esfuerzo y valor
por estar aficionada
de quien tuvo atrevimiento
300 de tan valerosa hazaña,
que fue llegar a sitiar
su fortaleza y alcázar,
cuando yo, por ser el Nilo
de tal valor y pujanza,
305 tímido estaba y confuso
de ver que no podía entrarla,
Tarbis, forzada de amor,
me envió aquesta embajada:
« Que si me quiero casar
310 con ella, que su real casa
con su reino y la corona
sujeta y rinde a mis plantas» .
Y aunque era ocasión aquésta
que honor y reino me daba,
315 pretendiendo ser leal
con bien resueltas palabras,
respondí al embajador
diciendo: « Que aunque ganaba
en acetar el partido,
320 vasallo era del monarca
más excelente del mundo;
y que así más estimaba
ser leal a Faraón,
que esta jornada me encarga,