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Nardo Antonio, bandolero es una comedia teatral de corte histórico del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. Se articula en torno a la amistad que existe entre el Conde de Miranda y varios bandoleros de la sierra comandados por el aguerrido Nardo Antonio, quien le pide protección por las muchas afrentas que ha hecho a la ley.
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Seitenzahl: 74
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Antonio Mira de Amescua
COMEDIA FAMOSA
Saga
Nardo Antonio, bandolero
Copyright © 2010, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726660562
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Representóla Prado
Suena música y salen [ Roselo], Batistela, Leonelo y Timbrio, soldados
ROSELO
¡Bravo recibimiento!
LEONELO
¡Generoso!
BATISTELA
Dé Nápoles su esfuerzo acreditado;
que al Conde de Miranda valeroso
muestra en festines general agrado.
[TIMBRIO]
5
Puede llamarse el reino venturoso
con tal virrey, que a fuer de buen soldado,
hoy ha honrado con premios la milicia
mezclando la piedad con tal justicia.
LEONELO
A aquesta sala viene.
BATISTELA
Aquí veremos
10
más espacio el valor de su presencia
a quien tan grande amor los más debemos,
claros indicios de su real clemencia.
[TIMBRIO]
Y al buen amigo Nardo aguardaremos
en este puesto.
ROSELO
Alcanza su presencia
15
de valeroso Alcides testimonio.
LEONELO
Es la flor deste reino Nardo Antonio.
Sale el Conde de Miranda y acompañamiento
CONDE
Estoy como admirado, agradecido,
familia noble, de admirar festines,
y de haber cuidadosa prevenido 20
burlas a mayo con mentir jardines;
parece que Amaltea, en el lucido
espacio de claveles y jazmines,
porque dure de Nápoles la fama,
copia fragante con amor derrama.
25
El mar, la tierra, a toda priesa mueven
dulce armonía, aquélla tremolando
banderolas al aire, a quien se atreven
lisonjeros bullicios, caminando;
sobre estotras, de fuego estrellas llueven,
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que hasta el cielo al principio van volando
y después en los vientos desatadas
bajan del cielo al suelo despeñadas.
Pedazos arrancados de los vientos,
menuda arena, castigados, huellan, 35
y de airosos veloces movimientos,
descubiertas tal vez las piedras mellan;
al freno humildes, al clarín atentos,
presumiendo poder, la tierra sellan,
y en cada asiento del compás menudo
40
de sus armas estampan un escudo.
Todo mueve a deleite, todo admira,
el mar del humo forma nubes densas,
escura niebla que al cañón respira,
paran las aves al rumor suspensas;
45
y como cuando el sol al mar retira
hermosas luces, de temor defensas,
recelando tinieblas y temores,
ansí buscan el miedo entre las flores.
Sale Liseno
LISENO
Ricardo, viejo, y el Barón Gerardo,
50
para hablarte, señor, piden licencia.
CONDE
Ya con los brazos a los dos aguardo.
Salen Ricardo y Gerardo
GERARDO
Los pies nos mande dar vuestra excelencia.
CONDE
Los brazos recibid; llegad, Ricardo.
RICARDO
¡Príncipe heroico!
GERARDO
¡Señoril presencia!
CONDE
Sillas para los tres.
55
RICARDO
¡Honroso intento!
CONDE
Dejadnos solos.
GERARDO
¡Español aliento!
CONDE
Decid lo que queréis.
RICARDO
Invicto conde,
poner en vuestras manos mi nobleza.
Defensa pido de mi honor, que adonde
60
guarda esta joya mujeril belleza
pocas veces honrosa corresponde,
y más habiendo con honor pobreza;
ésta, señor, me tiene deslucido,
poniendo en tronco noble eterno olvido.
65
Diome el cielo una hija, que Gerardo
honrar pretende en tálamo amoroso,
que aunque es la propia sangre de Ricardo
hízole su riqueza más dichoso.
Por esto con su mano honrar aguardo
70
lustre que llame aliento poderoso:
que acobarda al más noble la pobreza,
aunque al sol se aventaje la nobleza.
Pero amor, envidioso de mis dichas,
cegó, atrevido, la deidad más bella,
75
porque borrando las grandezas dichas,
pierda el honor, que me guardaba en ella;
si bien no son tan ciertas mis desdichas,
si el poder de un Virrey las atropella,
que no llegó de honor al rompimiento
80
quien pretende tan alto casamiento.
Los dos conformes, enlazar quisieron
nobleza y humildad, pero advertido
dije que sí, cuando a mi honor pidieron
aquel estrecho lazo prevenido;
85
temor fue que mis canas previnieron,
porque el mozo, señor, es atrevido,
y aunque humilde, valiente, por quien goza
desenvuelta amistad de gente moza.
Pedíle por entonces, con engaños,
90
que el fin de sus deseos dilatase,
fingiendo en mi Leonarda breves años,
y la palabra que le di guardase;
previniendo con esto, que mis daños
brazo robusto a tiempo remediase,
95
sin dar parte a mis deudos que sería
hacer mayor esta desgracia mía.
Partióse de mi casa satisfecho
de la palabra que yo le di, en tanto
quise apagar las ansias de mi pecho,
100
templando sus congojas con mi llanto;
por el raudal de aquel cristal deshecho,
risa fingí con el hermoso encanto,
en quien mi honor su presunción apoya,
horror oscuro de luciente joya.
105
El mozo en la marcial caballería
ejercitar sus fuerzas deseando
aquel felice y venturoso día,
su honor con mi palabra acrecentando;
pero llegó, para ventura mía,
110
vueselencia a este reino, a quien besando
los pies, suplico que mi honor defienda,
para que Nardo Antonio no le ofenda.
Que de Gerardo, la familia honrada,
y con mis deudos, que al valor exceden,
115
defenderán con belicosa espada
que acciones bajas mi nobleza enreden;
si vos, en ocasión tan apretada,
no procuráis que divididos queden
estos lazos de amor, que tan sutiles
120
manchan noblezas con personas viles.
GERARDO
Vueselencia, señor, acreditando
la parte que Ricardo le suplica,
su honor defienda, su nobleza honrando
con el valor que a todos comunica;
125
pues los intentos nuestros estorbando
imprudente rigor, la paz aplica,
que si no, toda Italia admirara
de la venganza que su honor tomara.
No porque ha habido mancha, en que pretenda
130
un desigual tan alto casamiento,
mas porque, castigado, Nardo entienda
su altivo arrogante pensamiento;
que no es razón que un hombre vil defienda
injusto de su amor atrevimiento,
135
diciendo que le culpa la palabra
quien en diamantes su nobleza labra.
Si un viejo se la dio, fue de cobarde
al valor de un mancebo tan esquivo;
si un mozo se la diera, fuera alarde
140
y aliento superior mostrarse altivo;
mas cuando llega a su valor tan tarde,
júzguele muerto, no le llame vivo,
y así el rigor con que el casarme impide
a edad pequeña la palabra pide.
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Estos daños, señor, estos rigores,
como vuestra excelencia se lo mande,
gustos serán y perderán temores,
reconocidos a merced tan grande;
prosiga vueselencia sus favores,
150
que el brazo noble no es razón que ande
gastando en tosco ingenio heroico estilo,
ni con espada vil midiendo el filo.
CONDE
Haré cuanto pudiere por serviros,
si bien promete el caso resistencia, 155
si la palabra que llegó a pediros,
le disteis vos, aunque alegáis violencia;
bien podéis sin cuidado despediros,
que yo prometo con mayor prudencia
deshacer este lazo, interponiendo 160
mi autoridad, y su valor venciendo.
¡Lisardo!
Sale Lisardo
LISARDO
Mi señor.
CONDE
A los soldados
preguntaréis por Nardo Antonio. Id luego
y decid que entre a verme.
Vase Lisardo
RICARDO
Mis cuidados
con tal favor admitirán sosiego.
165
CONDE
Los dos en ese cuarto retirados
esperaréis.
GERARDO
A ver mis dichas llego.
RICARDO
Dame tus pies, señor.
CONDE
Alzad, Ricardo.
RICARDO
De ti el remedio de mi honor aguardo.
Vanse. Sale Lisardo
LISARDO
De Nardo Antonio ha venido
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un crïado suyo afuera;
que venga a palacio espera,
despejado y atrevido.
CONDE
Decid que entre, y en llegando
Nardo Antonio, me avisad.
LISARDO
175
Su excelencia os llama, entrad.
Sale Morón
MORÓN [ Ap.]
A besar sus pies temblando
llego.
CONDE
Salid fuera.
Vase Lisardo
MORÓN [ Ap.]
A mí
me manda el conde pringar.
CONDE
¿ De dónde sois?
MORÓN
De un lugar
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que está muy lejos de aquí.
CONDE
¿ Sois español?
MORÓN
¿ No lo ve
vueselencia en el despejo
y en lo adusto del pellejo?
CONDE
Decís bien. No lo miré.
¿ De qué tierra sois?
185
MORÓN
Manchego.
CONDE
¿ Y cómo os llamáis?
MORÓN
Morón.
CONDE
¿ Valiente?
MORÓN
Soy un Nerón
si de cólera me ciego.
Un aduar de gitanos
190
allá en mi tierra quemé,
y por eso me llamé
Nerón. Tengo buenas manos.
CONDE
¿ Y servís?
MORÓN
A Nardo Antonio.
CONDE
¿ Es valiente?
MORÓN
¡Pesia tal!
195
Es un varón inmortal.
Yo sólo gran testimonio
de sus pendencias he dado.
CONDE
¿ Le ayudáis?
MORÓN
No, mi señor;
para contarlas mejor
200
las miro desde un tejado.
CONDE
¿ No es mejor hallarse en ellas?
MORÓN
Ni tan bueno. Yo, señor,
soy piadoso en el rigor
y, si participo dellas,
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por no matar al contrario
vuelvo la espalda y camino.
CONDE
¡Gran valor!
MORÓN
Soy peregrino;