Nuestra señora de los Remedios - Antonio Mira de Amescua - E-Book

Nuestra señora de los Remedios E-Book

Antonio Mira de Amescua

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Beschreibung

Nuestra señora de los Remedios un auto sacramental del dramaturgo Antonio Mira de Amescua. Se articula en torno a la Advocación Mariana de la Virgen de los Remedios de Valencia de Alcántara y el pozo en el que se apareció a los pastores según la leyenda. Al igual que sucede con los autos sacramentales de otros autores del Siglo de Oro, tales como Lope de Vega, en él se cargan las tintas en el fondo humano de los personajes más allá del poso católico y alegórico que suele tener el subgénero.

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Seitenzahl: 33

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Antonio Mira de Amescua

Nuestra señora de los Remedios

 

Saga

Nuestra señora de los Remedios

 

Copyright © 2007, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726660524

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Personas

AMBICIÓN LA HEREJÍA CUSTODIO LA FE UN SOLDADO ESPAÑOL UN VILLANO MÚSICOS

Cae una escala de lo alto y sale, de la boca de un dragón, La Ambición

y desciende al tablado por la escala al son de un clarín

 

AMBICIÓN

Cuando el clarín se toca,

el tártaro dragón abre la boca

arrojándome della

con ser mi luz la primitiva estrella

5 de aquel primero día.

¡Sal a esta ronca voz, torpe Herejía,

horror de sombras lleno,

aborto oscuro de este mismo seno!

Sale la Herejía por la misma parte

HEREJÍA Dime, pues, qué es tu intento.

10 Tú, que pisaste el alto firmamento,

Ambición, ¿desasida

de los impíreos reinos de la vida?

AMBICIÓN

Que manches los países

de Flandes con tu error; que estrellas pises;

15 que estas islas rebeles

al católico rey; que a los claveles

de la verdad divina

bebas la sangre que es púrpura fina;

que esas islas y mares

20 me erijan sus imágenes y altares.

Las de los santos quemen

y de la Iglesia cándida blasfemen,

para que infames labios

venganza ardiente den a mis agravios.

25 HEREJÍA ¿Las imágenes quieres que persiga

como otro Julïano? ¿Qué te obliga

a cólera tan nueva? ¿Qué pretende

tu malicia infernal?

AMBICIÓN Escucha, atiende.

Antes que mi luz bajase

30 despeñada a los abismos

y el hombre fuese criado

para mi envidia y castigo,

en aquel segundo instante

de mi glorioso principio,

35 en la morada segunda

que los ángeles tuvimos,

la Deidad omnipotente

del acto puro infinito

y eterno que ha de durar

40 por los siglos de los siglos,

nos presentó una imagen

más hermosa que los lirios

de los valles, más que el Fénix

de los cielos, poco digo,

45 más que todas las criaturas,

más hermosa que yo mismo.

Era una mujer vestida

de los cabellos más ricos

que peinaba el sol que entonces

50 aún no estaba bien nacido;

anticipada la luna

primero a sus pies la vimos,

que en el orbe celestial

¡cuánto esta hermosura envidio!

55 Aquí empezó mi desdicha,

porque en esta imagen quiso

ostentar su omnipotencia

el Sumo Autor que la hizo.

Que la adorásemos manda,

60 a su voluntad resisto

y así la tercera parte

tomó las armas conmigo;

batalla tan rigurosa

ni la han contado ni escrito

65 lenguas mortales, ni eternas,

sacros, ni profanos libros.

Desasidas las estrellas

de sus orbes y epiciclos,

planetas eran errantes

70 por los campos cristalinos.

Si la traigo a la memoria

con mortales ansias gimo,

con villana envidia rabio,

con fuego eterno suspiro.

75 Aborrecí la mujer

y cuando en el paraíso

mi voz la borró la gracia,

el que la crió me dijo:

mujer hollará tu frente,

80 romperá tu cuello inicuo,

atará tu lengua torpe,

vencerá tu ardid maligno.

Creció mi envidia con ella

y así la imagen que he dicho

85 en mí causó dos efetos

no contrarios, no distintos.

Aprendí a que me adorasen

los hombres, retratos míos

fueron sus ídolos vanos

90 y comenzaron los hijos

de Cam a darme el incienso

a su eterno dios debido,

¿que fueron sus dioses falsos

sino imágenes y signos

95 de mi ardiente potestad?

Vencida en el sacro impíreo,

las imágenes que tuve

treinta mil dioses han sido

porque tantos adoró

100 la Antigüedad; pero vino