Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
A buen padre, mejor hijo, es una comedia teatral de Agustín Moreto. En la línea de la comedia palatina del Siglo de Oro Español, la trama se desarrolla en torno a un malentendido amoroso a raíz de una pedida de mano aparentemente falsa, y a las situaciones de enredo que esta provoca.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 92
Veröffentlichungsjahr: 2021
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Agustín Moreto
Saga
A buen padre, mejor hijo o Antíoco y Seleuco
Original title
A buen padre, mejor hijo o Antíoco y Seleuco
Cover image: Shutterstock
Copyright © 1800, 2020 Agustín Moreto and SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726597752
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Antíoco, príncipe
Luquete, gracioso
Estratónica, reina
Floreta, criada
Músicos
Nicanor
Seleuco, rey de Siria
Astrea, dama
Erisístrato
Suena ruido de tempestad y salen Antíoco y Luquete, de camino
Antíoco
¡Terrible tempestad, válgame el cielo!
Luquete
¡Sí hará, que todo se nos viene abajo!
A alguna claraboya de él apelo,
o a un pozo para echar por él abajo.
Antíoco
Luquete.
Luquete
¿Gran señor?
Antíoco
Toda mi gente
5
sin duda se ha perdido.
Luquete
Nosotros, si ellos ya se han acogido,
seremos los perdidos solamente,
pues aquí el cielo, aunque nos coge lejos,
tratándonos está como abadejos.
10
Vive el cielo que, cuando considero
que, Antíoco, eres tú el hijo primero
de Seleuco –a quien Siria cedió el mando–,
y que aquí, como yo, te estás mojando
–y aun más, porque mi capa tosca y basta
15
algo más tarde el agua la contrasta
que la tuya, delgada y guarnecida–,
caigo en lo que son honras desta vida:
todo es mentir. A mi pobreza apelo,
que aquesta burda capa en que me fundo
20
tiene menos adorno para el mundo,
pero más resistencia para el cielo.
Antíoco
Dices verdad.
Luquete
¡Y cómo que la digo!
La experiencia, señor, es fiel testigo.
¿Hay más que ver que al labrador sencillo
25
al sol de julio, en la ardïente siesta,
azotando las mulas desde el trillo,
trinchar la parva de haces descompuesta
y, despreciando al sol, amontonalla;
y cuando el aire corre, desnudalla
30
con la horca ganchosa contra el vïento
que la ligera paja lleva a un lado
y del pesado grano, que hace asiento,
le deja un rubio pez amontonado,
sin que le ofenda el sol, si no es que vea
35
que se va antes que acabe su tarea?
Pues si al campo va un príncipe, seguido
de caballos, carrozas y crïados,
de tantas atenciones asistido,
reverencias, lisonjas y cuidados,
40
¿atreverase a estar sin muchos miedos
un cuarto de hora al sol? Que si dos credos
le da en la bola –cuando el colodrillo
no le taladre, agudo, un tabardillo–,
porque fueron sus rayos más corteses,
45
tiene jaqueca para treinta meses.
Hártase un labrador –de regla falto–
de ajos, migas, pepinos y tomates,
y brinca treinta pies de sólo un salto.
Tiembla un señor de aquestos disparates,
50
y sólo por templanza da a su muela
pollas, capones y agua de canela;
y si pasa un arroyo algo arrojado,
del salto, a casa va desvencijado.
¡Ah, señor, que el ser pobre en esta vida
55
es más riqueza y menos conocida!
Antíoco
Luquete, moral vienes.
Luquete
Heme hartado
de moras hoy, y me han moralizado.
Antíoco
Deste monte al abrigo esperaremos
al día.
Luquete
Aquí la noche pasaremos,
60
aunque poco del agua defendidos.
Antíoco
Aquí es fuerza quedarnos detenidos,
porque el término es éste señalado
donde a la Reina he de encontrar.
Luquete
¡Que ha dado
tu padre en ser marido!,
65
porque ya cincuenta años que ha vivido,
de tres mujeres ha arrastrado el luto,
y aún no de la tercera el llanto enjuto,
se casa con la cuarta.
Y si, como a las otras, ésta ensarta,
70
lo ha de hacer con la quinta y la requinta,
con que puede, si el naipe ansí le pinta,
para cantar de todas los placeres,
hacer una guitarra de mujeres.
Y por que en la alusión nada me muerdas,
75
esto será porque ellas fueron cuerdas.
Antíoco
En ninguna elección mi padre ha sido
más atento que en ésta, pues ha unido
con su poder el [de] Demetrio el Grande
para que el Asia mande;
80
pues, por que toda su valor la rija
casa con Estratónica, su hija,
con que será el señor más poderoso
del Imperio Oriental.
Luquete
¿Pues más glorioso
casándote con ella no quedaba?
85
Pues el mismo trofeo en ti lograba
sin la desproporción de su edad vieja,
habiendo un mozo con que hacer pareja.
Antíoco
A mí me casa con mi prima Astrea.
(Ap No quiera el cielo que mi amor lo vea,
90
que mi vida será desesperada.
¡Ay, sombra de mi error idolatrada,
pues desde que el pincel te dio a mis ojos,
sólo vivo de penas y de enojos!)
A Astrea, en fin, ya le ofreció mi mano,
95
que esto debe al ser hija de su hermano.
Luquete
¿Y por qué por la Reina a ti te envía?
Antíoco
Por ver si acaso mi melancolía
viendo diversas tierras se divierte.
Luquete
Cuando la fama de la Reina acierte,
100
cuya hermosura iguala con su vuelo,
no te envía a ver tierra, sino cielo.
Antíoco
Por ver si es como dicen su hermosura,
nunca ver he querido su retrato.
Luquete
Si lisonja no fue del pincel grato,
105
en manos de tu padre su pintura
he visto.
Antíoco
¿Y sus facciones son tan bellas?
Luquete
Con sus ojos, son hongos las estrellas.
Nicanor
Dentro. ¡Hacia el monte guïad!
Otros
¡Por la ladera!
Antíoco
Mas, ¿qué voces son éstas?
Luquete
¡Malo!
Antíoco
Espera;
110
¿si es acaso mi gente
que me busca?
Luquete
No es, porque de enfrente
viene el tropel que escucho,
que aunque yo no lo veo, suena a mucho.
Nicanor
Dentro. Este abrigo tomemos hasta el día.
115
Luquete
¿Quién serán?
Antíoco
Que es la Reina he imaginado,
pues si esta noche aquí llegar debía,
y lo mismo que a mí les ha pasado,
como el caso es testigo,
fuerza es que tomen este mismo abrigo.
120
Luquete
¡Tate, la Reina es!
Antíoco
¿De qué lo infieres?
Luquete
Del mucho ruido que hacen las mujeres.
Antíoco
¿En qué hacen ruido?
Luquete
Con sus pompas vanas,
y por eso andan ya como campanas.
Nicanor
Dentro. Aquí puede apearse Vuestra Alteza.
125
Antíoco
La Reina es.
Luquete
¿«Apearse» una belleza?
Salen la Reina y damas, de camino, y Nicanor y todos los criados que pudieren
Nicanor
Aquí puede Tu Alteza retirarse
hasta que llegue el cielo a serenarse
de tanta tempestad.
Reina
¡Qué oscura noche!
Luquete
Yo sólo por el ruido he visto el coche.
130
Antíoco
Aquí, aunque no le encuentre con la vista,
tiene ya Vuestra Alteza quien la asista.
Reina
¿Quién es?
Antíoco
Quien, como hijo venturoso,
de vuestra mano el triunfo generoso
a vuestros pies espera.
Reina
Quién sois dudo.
135
Luquete
([Ap] Manos y pies: entrada de menudo.)
Antíoco
Antíoco soy, señora.
Reina
Vuestra Alteza
llegue a mis brazos, pues, y la extrañeza
culpe a la oscuridad y al accidente,
que haber sobrevenido de repente
140
a entrambos nos disculpa. ¿Cómo viene
Vuestra Alteza? […]
Antíoco
De hallaros deseoso,
y de algún daño vuestro temeroso
con la noche.
Reina
Ya en vos asegurada
buena vengo, aunque della fatigada.
145
Antíoco
El parabién le doy a mi deseo.
Luquete
([Ap] Pues ha bebido el cura, venga arreo.)
Reina
¿Y quién sois vos?
Luquete
Quien por mayor indicio
en la taza del Rey tiene su oficio.
Reina
¿Pues sois vos su copero?
150
Luquete
Yo por la falda tomo mi sombrero,
que no soy yo valiente de la sopa
para andarle tomando por la copa.
Reina
¿Pues qué sois?
Luquete
En su taza a mí me mete,
porque es goloso y bebe con luquete.
155
Reina
Ya yo os conoceré de aquí adelante.
Luquete
([Ap] Demonio sois, pues, cúbrome al instante.)
Nicanor
Mientras a buscar vamos el camino,
por ver si hay algún pueblo aquí vecino,
en este seno que este monte abriga
160
puede, con más reparo a la fatiga
del temporal, estarse Vuestra Alteza. Vanse
Antíoco
Haced la diligencia con presteza.
Y entre tanto que albergue más decente
os deja prevenir este accidente,
165
que la cavada gruta destas peñas
allí os ofrecen sus confusas señas
asiento.
Reina
Si a los dos no os le permite,
mi deseo, señor, por vos le admite.
Antíoco
Ya los favores que espero
170
de vos, señora, recibo.
Siéntanse los dos en unos asientos de peña fingida que habrá en el teatro, y las damas en el suelo, y Luquete topa con Floreta
Luquete
Vámonos todos sentando.
Floreta
¿Quién va?
Luquete
Pregunte quedito.
([Ap] Sin duda es ésta la gula,
que tienta por los hocicos.)
175
¿Quién es Usía?
Floreta
Más bajo.
Luquete
¿Mondonga?
Floreta
Más, un poquito.
Luquete
¿Cámara?
Floreta
No gasto ayudas.
Luquete
No hay en palacio otro oficio
de dama. ¿Eres sabandija
180
de hacia enanos o negrillos?
Floreta
Soy el placer de la Reina.
Luquete
¿Dama placer? Tal no he visto.
Floreta
Digo que soy el placer.
Luquete
¿Te habrás acaso salido
185
de un auto sacramental?
Pero, según lo que has dicho,
mi profesión confiriendo,
conmigo frisas.
Floreta
No friso.
Luquete
Pues, ¿por qué?
Floreta
Porque yo tundo.
190
Luquete
Conmigo ocioso es tu oficio,
porque tengo poco pelo.
Floreta
Ya veo que eres raído.
Luquete
Como capa de fidalgo.
Y, dejando el apellido,
195
¿cómo es tu gracia?
Floreta
Floreta.
Luquete
¿Cortada?
Floreta
Juguemos limpio:
¿y la tuya?
Luquete
¿Yo? Girada.
Floreta
¡Buena va la danza!
Luquete
Envido
un poco de galanteo.
200
Floreta
Mi resto; y demos principio.
Luquete
Pues, tomémoslo de asiento,
que yo he de quererte un siglo.
Reina
Muy cuidadosa me traen
de vuestro mal los avisos,
205
porque de melancolía
pasa ya, según me han dicho.
Antíoco
Mi mal, señora, es tristeza.
Reina
Si tiene causa, es preciso
que ya no es melancolía.
210
Antíoco
Y causa que en vuestro oído
tiene librado el remedio.
Reina
Pues seguro es vuestro alivio;
decid, ¿en qué puedo yo
lograr la dicha que estimo
215
de poder daros remedio?
Antíoco
Sólo del silencio mío
saldrán para vos mis penas,
con la fïanza que os pido
de que sea su sepulcro
220
vuestro pecho.
Reina
Yo lo fío.
Antíoco
Pues ya que vos me mandáis
lo que yo en vos solicito,
oíd, señora, la causa.
Reina
Ya mi atención apercibo.
225
Antíoco
El príncipe Ausonio, hermano
del Rey, mi padre, y mi tío,
compañero en sus victorias
fue de las más el caudillo.
Murió glorioso, quedando
230
–porque no tuvo más hijos–
mi prima Astrea heredera
de sus glorias y su brío.
Viendo mi padre la deuda
de la sangre y los servicios
235
que en dilatar sus estados
debió a hermano tan amigo,
por cumplir la obligación
de su hermano y de sí mismo,
resolvió hacerla mi esposa
240
a costa de mi martirio:
no porque este casamiento
fuese contra mi albedrío,
porque yo la miré siempre
sin aversión ni cariño;
245
ni porque a mis ojos nunca
tuviese en talle o estilo
desproporción la hermosura,
u desaires el aliño;
ni sin amor la miraba,
250