El parecido - Agustín Moreto - E-Book

El parecido E-Book

Agustín Moreto

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Beschreibung

El parecido es una comedia teatral del autor Agustín Moreto. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro español, la historia se desarrolla en torno a un malentendido amoroso tras el que se suceden numerosas situaciones de enredo.

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Seitenzahl: 94

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Agustín Moreto

El parecido

 

Saga

El parecidoOriginal titleEl parecidoCover image: Shutterstock Copyright © 1754, 2020 Agustín Moreto and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726597592

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 2.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS

Don Fernando de Ribera

Don Pedro Luján, viejo

Don Lope Luján

Don Luis, galán

Un cartero

Doña Inés, dama

Doña Juana

Leonor

Tacón, gracioso

JORNADA PRIMERA

Salen don Fernando y Tacón, de camino

Fernando Mi albedrío dejo preso

desta pasión tan rigurosa,

no vi mujer más hermosa.

Tacón Señor, ¿has perdido el seso?

Fernando No, Tacón, que a lo que infiero 5

del fuego que incendios fragua,

que esparcen mis ojos agua.

Tacón Pues, ¿son hisopo de herrero?

Fernando Lo que decirte sabré

en pena que es tan crecida: 10

que a Madrid llegué sin vida

y que al punto que miré

su clara luz celestial...

Que estoy sin mí decir puedo,

pues miré en su espejo.

Tacón Quedo, 15

que se quebrará el cristal.

Fernando A que salga espero aquí,

que en aqueste templo entró

y su hermosura embargó

los intentos que hay en mí. 20

Tacón ¿Es de veras o es un poco

de culebra?

Fernando La amo fino,

¿en qué dudas?

Tacón Lo imagino,

por no decir que estás loco.

Fernando ¿No reparaste, en el gozo 25

de mi pecho, estos amores?

Tacón ([Ap al senado]¡Virgen de Regla! Señores,

este caballero mozo,

que hoy se apea en esta villa,

es, porque vean su quimera, 30

don Fernando de Ribera,

de los guapos de Sevilla.

Hizo allá algún desatino,

y, viendo el riesgo al proceso,

como le cogió el suceso, 35

nos pusimos en camino.

Cuantas prendas y dineros

traía el desventurado,

hasta el Madrid se ha gastado,

con que llegamos en cueros. 40

Y, acabados de llegar

a esta calle, que entre tantas,

la llaman de las Infantas,

porque se vino a apear

donde el mozo ha de vivir 45

de las mulas, sin tener

con qué almorzar ni comer,

ni saber dónde dormir,

ni amigo que ir a buscar,

de una dama que ha encontrado 50

dice que se ha enamorado,

y que la quiere esperar;

pues a mí el toro de Europa

me espere, si yo aquí más

parare.)

Fernando Pues, ¿dónde vas? 55

Tacón A un convento.

Fernando ¿A qué?

Tacón A la sopa.

Fernando Esperar forzoso es,

que luego hay tiempo.

Tacón Eso niego,

comamos antes, que luego

cualquiera cosa es después. 60

Fernando Hasta volverme a informar,

no me he de ir.

Tacón Yo pierdo el seso,

pesia mi alma ¿pues por eso

te paras a enamorar?

¿Aquí a una dama tan ancha 65

en ayunas has de hablar?

¿Vas a obligarla a pecar

o a sacarla alguna mancha?

Yo, en viéndome sin un sueldo,

de enamorar me retiro, 70

que en ayunas un suspiro

me le tienen por regüeldo.

Fernando Si la herida repetida

con su ausencia vi en mis ojos,

he de buscar los despojos 75

de lo que me da la vida.

Tacón En Madrid, si alrededor

deste barrio vuelta das,

ciento y cincuenta hallarás,

que te parezcan mejor. 80

¿No ves que desta materia

de cualquier ciudad de allá

vienen las damas acá

como mulas a la feria?

Fernando Deja locuras y extremos, 85

esperaré en conclusión.

Tacón Pues si eso es resolución,

esperemos.

Fernando Esperemos.

Tacón Pues ya que hemos de esperar,

mientras se acaba el sermón, 90

¿no me dirás la ocasión

que a esto te pudo obligar?

Fernando La ocasión de mi desdicha

diré, pues quieres saberla.

Tacón Pues me desayuno della, 95

dila y hágote salchicha.

Fernando Ya sabes cuán sin cuidados

vivió en Sevilla mi pecho

libre de aquellos arpones

que reparte el amor ciego, 100

y que mis ocupaciones,

paseos y galanteos,

se cifraron en los gustos

de un honesto pasatiempo

que dan las conversaciones 105

en las juntas y los juegos.

Viniendo una noche dellas

(¡con qué pesar lo refiero,

que una ofensa sin venganza

mejor la dice el silencio 110

hasta que pública la hace

la lengua de los aceros!)

llegando a mi casa, oí

llamar con confuso estruendo,

como que la privación 115

ocasionaba el suceso.

Sobresalteme de ver

que entonces me respondieron

las crïadas y una dellas,

bajando con pasos lentos, 120

turbada torció la llave,

dándome a entender en ello

que ocasionó su tardanza

el descuido de su sueño.

Del recelo me cobré, 125

hallando, por sabio acuerdo,

no echar a perder las iras

hasta hacer examen cierto.

Preguntela por mi hermana

y me respondió diciendo 130

que en su cuarto retirada

se recogió a su sosiego.

Quitela la luz entonces

y, con honor y recelos,

fui a su cuarto que ya había 135

cerrádole por de dentro.

Y, ciego de enojos y iras,

tomando mi enojo el medio

de buscar satisfación,

poco atento o poco cuerdo, 140

me dejé la puerta abierta.

¡Mal haya el descuido fiero

que ocasionó no tomar

satisfación deste duelo!

Llamé a la puerta y aquel 145

ruïdo que oí primero,

tan otro cuidado era,

que de alboroto a silencio

le trocó la prevención

de temor del escarmiento. 150

Furioso la puerta rompo,

y, al entrar, vi un caballero

que embozado se me opuso

a mis intentos violentos.

Quién era intento saber 155

y, aunque el embozo cubierto

tuvo el rostro a sus traiciones,

que allí para mí lo fueron,

por ir a la resistencia

de la luz a los reflejos, 160

le pude ver, mas no pude

saber de mi agravio el dueño,

porque en mi vida aquel hombre

haber visto no me acuerdo.

Acometile valiente, 165

y tanto, que por su pecho

le alcancé con una punta

por cuya boca los ecos

de «—Herido estoy» pronunció,

pero no faltó al esfuerzo 170

mi noble sangre, y aquí

pretendo matar muriendo

hasta que en salvo asegure

la causa de aqueste empeño.

Falto de sangre le vi, 175

pero bizarro y resuelto

cogió una puerta que iba

a otro cuarto al tiempo mesmo

que las luces se apagaron,

causa de no haberle muerto. 180

Al ruido de las espadas,

la justicia, que a este tiempo

acertó a pasar, entró,

porque, como dije, ciego

me dejé la puerta abierta 185

de la venganza al deseo.

Viendo dentro la justicia

y que para aqueste empeño

de tomar satisfación

no daba lugar mi riesgo, 190

fui a salir por el jardín,

cuando, ¡ay de mí, cielos!, veo

que también estaba abierta,

por donde aquel monstruo fiero

de mi hermana había salido 195

todas mis iras huyendo.

Fuime a casa de un amigo

y, refiriendo el suceso,

mi deshonra fue a saber,

a pesar de mi silencio; 200

el cual supo que mi hermana,

aleve, ingrata al respeto

de su sangre, de mi casa

faltaba y que un caballero

estaba muy mal herido, 205

y que le llevaban preso

a su posada y que todos

le juzgaban casi muerto;

que la justicia, buscando

mi persona, andaba haciendo 210

diligencias excesivas,

con que fue fuerza que luego,

ayudado de su amparo,

déjase a Sevilla huyendo,

sin prevención de buscar 215

para la fuga dineros.

Veniste hasta aquí conmigo

a esta corte, donde pienso

vivir oculto hasta tanto

que me permitan los cielos 220

que yo acabe la venganza

del deshonor que padezco.

Ésta es la causa que hasta hoy

oculta ha estado en mi pecho

sin decírtela. Aquí aguardo 225

de mi amigo verdadero

que destos lances me escriba

lo que fuere sucediendo.

Tacón ¡Jesús mil veces! ¡Jesús,

si trayendo ese veneno 230

en el cuerpo sin matarte,

ha entrado amor en tu pecho!

Digo que ya no me admiro

de que no reviente luego

quien bebe agua tras tocino. 235

Habrá algunos en Toledo,

que te igualen la locura.

Fernando Mi locura te confieso.

Tacón Un loco hay que dice que es

el Papa y el Rey, su suegro, 240

y que está canonizado

noventa veces; mas esto,

¡qué va, que no pesa tanto

como eso, aunque tenga el peso

una que vende besugos! 245

Fernando Tus discursos son muy necios.

La calle de las Infantas

es aquesta en que nos vemos,

Tacón, paciencia.

Tacón Sin duda

se me ha metido en el cuerpo, 250

pues te he podido sufrir.

¿Y esta iglesia?

Fernando ¿Aqueste templo?

Los capuchinos.

Don Luis reparando en don Fernando

Luis ¿Qué miro?

¿Este caballero, cielos,

no es don Lope de Luján, 255

hermano del bello dueño,

dulce imposible que adoro?

¿Cómo, si dicen que es muerto?

¿Si es engaño? Llego [a] hablarle.

¿Dudo lo mismo que creo 260

cuando tantas señas toco?

No lo entiendo.

Tacón Estaré quedo,

señor, porque he reparado

que aquel hombre que está atento

te ha estado mirando mucho. 265

Fernando Sus atenciones advierto,

mas no le he visto en mi vida.

Tacón Acá viene, ponte al sesgo,

por si es algo de cuidado.

Luis Pregunto, amigo.

Tacón ¿Qué es esto? 270

Luis Si aqueste hidalgo es don Lope

de Luján, saber espero.

Tacón ([Ap a don Fernando] ¿Tú lo eres, por si es pulla?)

Fernando ([Ap a Tacón] ¿Siempre has de hablar descompuesto?

Di que no, Tacón.)

Tacón ¿Rey mío, 275

da usted de almorzar conejo?

Porque estamos en ayunas,

y el cómo se da comiendo.

Fernando Caballero, no soy yo

el que pensáis.

Luis ¿Cómo puedo 280

dudar lo que estoy mirando?

Porque el rostro, el talle, el eco

de la voz es un traslado,

que no lo neguéis os ruego.

No le deis a mi memoria 285

tal desagradecimiento.

Mirad que a tiempo venís,

que vuestro padre, don Pedro,

ha heredado a vuestro tío

y tiene solo en dinero 290

más de ochenta mil ducados.

Tacón ¡Ay Dios! Luego, ¿es muerto el viejo?

Dadme en albricias los brazos.

Fernando ([Ap a Tacón] Tente, ¿qué haces majadero?)

Tacón ([Ap a don Fernando] ¿Qué he de hacer?) Mi amo es don Lope, 295

señor, y lo está fingiendo,

porque viene por la posta

y quiere estar encubierto

hasta que llegue la ropa

por no ir a su padre en cueros. 300

Luis ¿Veis como don Lope sois

y fue el negarlo gran yerro

cuando aquí os he conocido?

Tacón Claro está, ¿no se está viendo

que es Lope hasta las entrañas? 305

Luis Dadme los brazos.

Fernando Teneos.

Tacón Hombre del diablo, ¿qué quieres?

Ya he desbuchado el secreto.

Si saben ya que eres Lope,

¿qué sirve hacerte Lorenzo? 310

Luis De gozo no estoy en mí,

buscaré al señor don Pedro

y llevarele una nueva,

que tanto en ella intereso;

ansí cumplo mi esperanza. 315

Que aquí me esperéis os ruego,

que al punto vuelvo. Vase

Tacón Señor.

Fernando Dudoso y confuso quedo:

¿qué es esto que por mí pasa?

Que me sucedan a un tiempo 320

dos lances: de amor, el uno;

y de un engaño tan cierto,

el otro; que aquí me tengan

por aqueste caballero...

Novela parece todo, 325

mas mi pasión es primero.

¿Qué dices desto, Tacón?

Tacón Que nos viene a ver el cielo

con ochenta mil ducados,

fíngete este indiano muerto. 330

Fernando ¿Cómo püedo fingir

ese caballero siendo

cierto que no le conozco?

Sin noticias del suceso,

dime tú, ¿cómo es posible? 335

Tacón ¿Pues en eso hay algún riesgo?

Tú eres a él tan parecido,

que dice que aún en el eco

de la voz eres el mismo,

deste caso hay mil ejemplos 340