Amor y obligación - Agustín Moreto - E-Book

Amor y obligación E-Book

Agustín Moreto

0,0

Beschreibung

Amor y obligación es una comedia teatral de Agustín Moreto. En la línea de la comedia palatina del Siglo de Oro Español, la trama se desarrolla en torno a un malentendido amoroso y a las situaciones de enredo que este provoca.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 84

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Agustín Moreto

Amor y obligación

 

Saga

Amor y obligaciónOriginal titleAmor y Obligación Cover image: Shutterstock Copyright © 1717, 2020 Agustín Moreto and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726597745

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 2.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PRIMERA JORNADA DE AMOR Y OBLIGACIÓN

Lidoro , príncipe de Alania Zancajo , gracioso

Filipo , duque de Atenas Tebandro , capitán

El Príncipe Del Bósforo , viejo Astrea , dama

Tostón , criado Fénix , dama

Músicos Nise , criada

Dicen los primeros versos dentro, y Filipo despeñado

Lidoro ¡Aquel caballo va precipitado!

Tostón ¡Socorredle, señor, que es desbocado!

Lidoro ¡Con la espada lo haré!

Filipo Válgame el cielo.

Lidoro Aquí tenéis mi brazo, alzad del suelo.

¿Os habéis hecho mal?

Filipo No a lo que infiero, 5

porque el socorro vuestro, caballero,

hizo el riesgo menor, y haber caído

el menor daño del peligro ha sido.

Sale Tostón

Tostón ¡Qué es aquesto, señor? ¿Vivo te veo?

Filipo Dicha ha sido, Tostón.

Tostón Yo no lo creo, 10

mira bien si te has descalabrado.

Filipo No, a Dios gracias.

Tostón ¿Ni nada te has quebrado?

Filipo Ningún daño me ha hecho.

Tostón Si eso es cierto ahora digo, señor, que no te has muerto.

Filipo ¡Con más aliento no me vi en mi vida! 15

Tostón ¿Serás tapiz que gana en la caída?

Lidoro Ya que tan buena suerte haya tenido

mi fortuna en haberos socorrido,

saber quién sois deseo, caballero,

y esto me permitid por forastero. 20

Filipo También yo, aunque me veis en esta tierra,

lo soy, y de mi patria me destierra

amor que aquí me tray con su esperanza;

mas ya en mi pecho tanto imperio alcanza

vuestro ruego que aunque era mi secreto 25

en esta empresa mi primer conceto,

para vos no ha de ser, que de mi empeño,

quien lo fue de mi vida, ha de ser dueño.

Yo soy Filipo, joven generoso,

duque de Atenas, no es blasón glorioso 30

de mi suerte mi estado,

sino el vivir de Astrea enamorado

del Bósforo princesa,

cuyo nombre en su aplauso tanto pesa

que no cabiendo en lenguas de la fama, 35

el sol por todo el orbe le derrama.

La fama, pues que della había volado,

me sacó del sosiego de mi estado;

a verla en su palacio de secreto,

llegué en efeto a verla, y os prometo 40

que quedé tan sin alma, que creyera

que se la di primero que la viera.

Sabiendo pues que el príncipe, su padre,

[aunque al reino de Citia no le cuadre,]

trataba de casarla, fue mi intento 45

pretender tan dichoso casamiento.

Y a este tiempo, del cita temerario,

de quien es este estado feudatario,

salió un injusto y bárbaro decreto,

que de sus bodas suspendió el efeto 50

Resistiolo su padre y valeroso

prosiguió en su disignio deseoso

de dar buen sucesor a su corona,

y de Grecia a los príncipes pregona

la posesión de tan dichoso empleo. 55

El cita, atropellando su deseo,

un ejército forma tan crecido

que hasta su corte entró mal resistido,

y a vista de sus altos torreones

por más horror plantó sus escuadrones. 60

Yo viendo tan injusta tiranía,

sin inquirir la causa que tenía

el estorbar de Astrea el casamiento,

me partí a mis estados con intento

de conducir mis armas a la empresa 65

de sacar deste empeño a la princesa.

Y mi cuidado obró tan brevemente,

como lo podéis ver en esta gente

que ese monte coronan sus hileras,

tremolando mi nombre en sus banderas. 70

Hoy a él juntos llegamos yo y el día,

y el ansia de impugnar la tiranía

del cita, para darla buen efeto,

me movió a ir a la corte de secreto

(solo asistido yo de ese criado), 75

a saber de las cosas el estado

y averiguar primero con qué intento

de Astrea impedir quiere el casamiento.

Y a este tiempo ese bruto -apresurado

de mi amor, de mi enojo y mi cuidado- 80

desbocado a un despeño me llevaba,

si de vuestro valor que lo miraba

no fuera mi peligro socorrido;

pero inferid si quedo agradecido

pues si mi vida aquí os debió la palma, 85

yo he puesto en vuestro oído toda el alma.

Lidoro Tan obligado quedo a la fineza

de haberme declarado con llaneza

quién sois, y con qué intento habéis venido

que por ser igualmente agradecido 90

haré por vos lo que por mi habéis hecho

sin reservar sagrados a mi pecho.

Yo soy Lidoro, príncipe de Alania,

[que en el Asia menor se llamó Hircania,]

con esto ya sabréis que mi nobleza 95

es solo mi valor, pues la pobreza

de mi fortuna vinculó a mi espada

la corona adquirida y no heredada.

Yo nací en Citia y me crió en su casa,

[por haber sido mi fortuna escasa,] 100

Tebandro, aquese capitán valiente

que hoy al Bósforo asusta con su gente;

nunca noticia oí de mis pasados

porque mis padres fueron ignorados,

mi valor me sacó de aquella tierra 105

y para Alania me llamó la guerra

donde igualmente, a un tiempo cada día,

mi edad, mi nombre y mi opinión crecía.

Llegué a ser capitán de aquella gente

y con ella fui pasmo del oriente 110

pues en mi brazo solo

estribó la firmeza de aquel polo;

muerto el Príncipe, el reino es electivo

y el hado, que hasta allí nunca hallé esquivo,

alentó siempre tanto mi persona 115

que me puso en la frente esta corona.

Logrado este trofeo, cuando trato

de casar igualmente, vi el retrato

de la divina Astrea

cuya hermosura me excedió la idea, 120

y apenas de mi alma la hice dueño

cuando supe del cita el loco empeño,

y aunque no a vuestro ejemplo, al mismo intento

de pretender tan alto casamiento,

a este estado guié mis escuadrones, 125

pues esos bien formados batallones

que miráis guarneciendo esa colina,

a este fin mi valor los encamina.

Yo os declaro mi intento sin reparo

de dudar si sentís lo que declaro, 130

mas (pues es por pagaros la llaneza)

suplid la oposición con la fineza.

Filipo Príncipe, ya no solo no he sentido

el haberos oído

mas antes me ha dejado más gozoso 135

tener competidor tan valeroso.

Porque, si acaso yo perdiese [a] Astrea,

el que el competidor tan digno sea

es el consuelo, aunque es desesperado,

que le puede quedar a un despreciado. 140

Mas ya que el competir nos es forzoso

[prevalezca el estilo generoso]

palabra se han de dar nuestros amores

de ser amigos y competidores,

y al que su suerte dé tan alta prenda 145

logre su dicha y la amistad no ofenda.

Lidoro Y os la doy y os la tomo, y que mi gente

hasta allanar aqueste inconveniente,

siempre siguiendo irá vuestro estandarte.

Filipo A vos la mía os seguirá por Marte. 150

Lidoro Toda Alania estará a vuestra obediencia.

Tostón Señor, pregunto, dándome licencia...

¿Es Alania muy grande?

Lidoro Sí en mis manos.

Tostón ¿Y todo aquel ejército es de alanos?

Lidoro Y a la guerra enseñados; 155

solo en matar y destrozar crïados

cada alano es un tigre.

Tostón Ya lo infiero

y más si se crió en el matadero,

pero si una merced quieres hacerme,

a pediros, señor, he de atreverme 160

que me deis…

Lidoro ¿Qué pedís?

TOSTÓN

No son tesoros...

un alano que esté enseñado a toros.

Filipo Calla loco. Ya, Príncipe, que estamos

de la corte a la entrada, los dos vamos

a salir de estas dudas en secreto, 165

pues para que esto tenga buen efeto

ninguno de los dos es conocido.

Lidoro Vamos.

Dentro ¡Ay, infelices!

Filipo ¿Qué alarido

tan triste es el que se oye?

Tostón Y aun no cesa.

(Dentro) ¡Entréguese al senado la princesa! 170

Príncipe (Dentro) ¡Oh, pueblo infame!

Todos ¡Oh, infeliz estado!

Lidoro Con el estruendo el llanto está mezclado.

Filipo ¿Qué puede ser?

Tostón ¿Qué va, que yo lo acierto?

Filipo Pues esto ¿a qué te suena?

Tostón A suegro muerto.

Sale Zancajo

Zancajo ¿Qué ahora sea yo gallina? 175

Maldito mil veces sea

el huevo que femenino

no me hizo gallo siquiera.

Filipo Un hombre sale de allá

y él informarnos pudiera. 180

Lidoro ¡Ah, buen hombre!

Zancajo ¿Es a mí?

Tostón Sí.

Zancajo Pues no soy hombre, sino hembra.

Filipo ¿Qué es lo que hay en la ciudad?

Zacajo Bueno... La cosa más nueva

que en relación de quintillas 185

anda entre ciegos impresa…

Aunque entre el monstruo, y la sangre

que llovió allá en las terceras,

y aquel pez, que en la Coruña

se halló con cara de dueña... 190

Lidoro ¿No nos diréis lo que pasa?

Zancajo ¿Quieren relación entera?

Filipo Nos haréis gusto a los dos.

Zancajo Pues va el cuento y tengan cuenta:

ya sabrán vuesas mercedes, 195

cómo el cita tuvo guerra

con nuestro príncipe, a fin

de que no hubiese cabeza

en este estado y hacerle

señoría a su obediencia. 200

Nuestro príncipe bizarro

se armó para la defensa

y a una batalla redujo

la duda de la sentencia.

Perdió la batalla en fin, 205

siendo prisionero en ella

él y su esposa y sus hijos;

y en prisión larga y estrecha

ella murió, él se hizo viejo

y al príncipe que le hereda 210

se le mataron los citas,

por cortar la descendencia.

La niña que le quedaba

se templaron, por ser hembra,

a casarla con un cita; 215

mas resistiolo su alteza

fuertemente, y hizo bien,

porque mudada una letra

el cita se vuelve cito,

y era perro para ella. 220

Al cabo de tantos años

de prisión, le dieron suelta

por el más duro rescate

que en las historias se cuenta;

y fue, que cada cinco años 225

les diésemos cien doncellas,

escogidas por la suerte

entre nobles y plebeyas,

sin que de ellas se excluyese

hasta la misma princesa. 230

El viejo no firmó el pacto

pero el senado le aceta,

teniendo por mayor mal

de su príncipe la ausencia.

Y, llegando al primer plazo, 235

aquí señor fue la gresca

porque, viendo su peligro,

las miserables doncellas

daban tal prisa a casarse

que con su dote y sus señas 240

se pregonaban diciendo:

«Quien quisiere una doncella