Hasta el fin nadie es dichoso - Agustín Moreto - E-Book

Hasta el fin nadie es dichoso E-Book

Agustín Moreto

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Beschreibung

Hasta el fin nadie es dichoso es una comedia teatral del autor Agustín Moreto. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro español, la historia se desarrolla en torno a la enemistad de los hijos del Conde de Urgel, Sancho y García.

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Seitenzahl: 91

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Agustín Moreto

Hasta el fin nadie es dichoso

 

Saga

Hasta el fin nadie es dichoso Original titleHasta el fin nadie es dichoso Cover image: Shutterstock Copyright © 1765, 2020 Agustín Moreto and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726597530

 

1. e–book edition, 2020

Format: EPUB 2.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga–books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS

Sanchode Moncada García de Moncada

Laín, su lacayo El conde de Urgel

Don GastónLa Infanta de Aragón

El Rey D. Alfonso de Aragón Chapado, villano

Marina, villana Rosaura, dama

Músicos

JORNADA PRIMERA

Salen por una puerta Sancho y García, y

Laínpor otra, sin mirarse el uno al otro

 

Sancho ¡ Que excuse hablarme García

viéndome ya en Aragón!

Laín ¡Ah, señor! Si es suspensión

mira que es descortesía;

habla a tu hermano.

García Antes quiero, 5

Laín, que él llegue y lo fundo

en que quien nació el segundo,

nunca ha de ser el primero.

Laín ¿Que en esta tema crüel

dando a Aragón qué notar, 10

dos hermanos han de andar,

hijos de un conde de Urgel?

¿Qué preeminencia se entabla

con atestarse las gorras?

¿No son cosas de modorras 15

andar quitándose el habla?

Yo de entenderos no acabo.

Toda la vida reñidos,

¿siempre habéis de andar torcidos

como bigotes de bravo? 20

Todo el reino, aunque os venera,

os tiene a los dos al veros

por muy malos caballeros

porque nunca hacéis carrera.

Si uno a algo da testimonio, 25

otro a oponérsele llega;

si uno niega, otro reniega,

con que os dais siempre al demonio

tanto, que hasta el competir

os competís sin compás, 30

pues sobre cuál riñe más,

habéis llegado a reñir.

Dejad, pues, tan necio estilo

y no andéis buscando el riesgo,

siempre mirándoos al sesgo 35

para encontraros al hilo.

Pero, pues tú te detienes,

yo quiero llegar por ti:

Sancho, García por mí

te pregunta cómo vienes. 40

Sancho ¿Por qué no llega mi hermano?

Laín Por que tú llegues primero.

Sancho Pues si es eso, llegar quiero

porque yo soy el que gano.

Dame los brazos, García. 45

García Seas, Sancho, bien llegado,

¿cómo en Navarra has estado?

Sancho Como ausente, aunque sería

este cuidado dichoso

a no parar en mayor. 50

García ¿Mayor cuidado?

Sancho Un amor

en su principio dudoso.

García ¿No puedo saberlo?

Sancho Sí.

García ¿Es en Navarra?

Sancho Aquí muero.

García ¿Puede lograrse?

Sancho Eso espero. 55

García Pues prosigue.

Sancho Escucha.

García Di.

Sancho Después que el real precepto obedecido

de Alfonso nuestro Rey, dejé a Pamplona

sabiendo que del campo entretenido,

palacio hizo a esta quinta su persona, 60

vine a su estancia, el paso dirigido

por esa falda a quien el sol corona,

subiendo al Pirineo aquel asombro,

que al cielo nuevo Atlante arrima el hombro;

por ella una mañana al alba hermosa 65

bajé a un valle de aquí poco distante,

donde una admiración –¡qué venturosa!–

más me asaltó el deseo que el semblante.

La divina Rosaura, hija dichosa

de Ramón de Cardona el almirante, 70

cazando en él traía a su violencia

lo que pudiera sólo a su presencia.

Sobre un cándido cisne, hijo del viento

que a un azul palafrén daba la espalda,

de cuyo curso el leve movimiento 75

apenas ajó al prado la esmeralda,

corría figurando al pensamiento

que nevaba al correr la verde falda,

pero como era sol, la nieve luego

con una misma acción borraba el fuego. 80

Todoslos tiros acertaba en vano,

pues llegando a sus plantas los despojos,

cuanto murió a los golpes de su mano,

resucitó a las luces de sus ojos.

La fiera, que de arpón tan soberano 85

se libró al parecer con más enojos,

envidiosa perdió vida y acierto,

porque luego murió de no haber muerto.

En esto un jabalí, que el golpe fuerte

cobarde huyendo la fiereza olvida, 90

o acaso dilató tan dulce muerte

para lograr más riesgos a la vida,

la provocó a su alcance, y fue de suerte

lo que volaba al paso de su huída,

que el poderla seguir de ansias y enojos 95

mucho más que a los pies costó a los ojos.

Encendiose el caballo y desbocado

sin senda penetraba la maleza

que, inobediente al dueño, intenta osado

hacer mejor Faetonte su belleza; 100

a un alto precipicio iba arrojado

tan veloz, que perdió su ligereza

la vista, y sólo vio que aún no caía

porque aún no le faltó la luz al día.

Viendo que ya el impulso de la mano 105

desobedece, apela a los acentos

de sus voces que, hiriendo el aire vano,

ya que su curso no, paran los vientos;

yo, que más cerca estaba, corto el llano

sacando la cuchilla y los intentos 110

al bruto, que se arroja a hacer pedazos,

de un revés sólo le llevé los brazos.

Cayó en los míos sin aliento, activa

Rosaura, pues al pecho abrió otra puerta,

que para herir un alma está más viva 115

Unahermosura cuando está algo muerta.

Mas como suele en risa fugitiva

morir el alba cuando el sol despierta,

saliendo él de sus ojos, rayo a rayo

iba muriendo el alba del desmayo. 120

Volvió en sí y yo, al contrario, de admirado

tan sin alma quedé sin movimiento,

que parece que viéndome a su lado,

para cobrarse me quitó el aliento.

Preguntome quién era y yo, turbado, 125

mi nombre disfracé no sé a qué intento,

mas uso es del cautivo, aunque se abate,

negar la calidad para el rescate.

Llegó su gente y fuese agradeciendo

mi fineza con honras y favores 130

que me ofrecía, y yo quedé muriendo

de tan precisa ausencia a los rigores.

Llego a la quinta, tanto ardor creciendo,

muere mi gusto, viven mis temores:

éstas mis ansias son, pues las escuchas, 135

mira si menos bastan para muchas.

García Que a esa dama hayas mirado,

Sancho, me pesa.

Sancho ¿Por qué?

García Porque antes yo la miré,

y también me he enamorado. 140

Laín Acabose. Llego a vella

pues yo pondré lo que valgo,

que sobre la dama hay algo

sin haber nada sobre ella.

Sancho Siempre, García, te precias 145

de ser mi competidor.

García Y tú en tener de mayor

siempre presunciones necias.

Sancho Pues aquí el amor mejor

ha de ser el preferido. 150

García Pues haz cuenta que lo ha sido,

porque es muy grande mi amor.

Sancho Antes que es muy poco siento,

pues que le has callado todo.

García No arguye eso, que él es poco, 155

sino mucho el sufrimiento.

Sancho Luego va más adelante

mi amor, pues ya le ha rompido.

García Serás tú menos sufrido,

mas no serás más amante. 160

Sancho Tú en sufrir nada mereces:

nadie ardió sin interés,

luego si lo sufres, es

porque es poco y no padeces.

García Como mi amor por sí ama, 165

para sí halla premio en mí.

Sancho Pues si tú amas para ti,

¿para qué quieres la dama?

García Yo la aspiro a merecer

en obligarla en amar. 170

Sancho No la podrás obligar

con lo que puedes querer.

García Sí podré, mas me ha de dar

el callar premio mayor.

Sancho Luego ya es menos tu amor, 175

pues más merece el callar.

García Quien calla amando no intenta

obligar con el amar;

quien no ama para obligar,

los méritos se acrecienta. 180

Yo, pues, si ahora callando

merezco en lo que padezco,

no por callar lo merezco

sino por callar amando.

Luego si en mí deste amor 185

méritos no diferencio,

cuanto merece el silencio

merezco en fe de mi amor.

Sancho ¿Quieres ver cómo no es nada

lo que tu razón parece? 190

Quien no obliga, no merece:

ésta es verdad asentada.

Si aquesta mayor me das

cuando callando suspiras,

si a merecer más aspiras, 195

también has de obligar más.

Luego en ti el fin del callar

es, fingiendo esa atención,

hacer más la obligación

con no querer obligar; 200

porque si tu conocieras

que si tu amor declararas

más con decir le obligaras,

por merecer más, lo hicieras.

Esto arguye que tibieza 205

en publicar tu amor hallas;

luego, ¿de cautela callas

y no callas de fineza?

García Calle o no, ya declarada

mi empresa seguirla intento, 210

¡vive Dios!, y a tu argumento

responderé con la espada.

Sancho Pues si no hay quien nos reporte,

el que venciere sea el dueño.

Laín ([Ap] [H]e aquí, ustedes, un empeño 215

en que es malo dar un corte.)

García Hable pues la espada sola.

Sancho Al fin nuestras dudas lleguen.

Laín ([Ap] Pues por que mejor se peguen,

quiero yo volver la cola.) 220

 

Sacan las espadas y riñen, y al entrarseLaínle sale[n] al encuentro don Gastón yel conde de Urgel viejo

 

Conde Llegad presto, don Gastón.

Don Gastón Tened, sobrinos, ¿qué es esto?

Sancho Castigar una osadía.

García Postrar un atrevimiento.

Sancho ¿Tú te atreves?

García ¿Tú te arrojas? 225

 

Quieren volver a reñir

 

Conde Rapaces, locos, groseros,

¿delante de vuestro padre?

¿Ansí perdéis el respeto

a don Gastón, vuestro tío?

¿Qué es esto, atrevidos necios? 230

Laín Pues si no fuera por mí,

ya los dos se hubieran muerto.

Conde Cuando el Rey en esta quinta

de sus males el extremo

divertir procura en vano, 235

vosotros, en vez de atentos

procurarle regocijos,

¿le buscáis desasosiegos?.

¿Qué ejemplo queda a los nobles?

¿Qué enseñanza a los plebeyos? 240

¿Qué advertencia a los iguales

si dos hermanos opuestos,

hijos del conde de Urgel,

primos del Rey y que en ellos

a faltar él se asegura 245

un tan contingente riesgo

son, de ira mortal heridos,

el escándalo del reino?

A ejemplo de las cabezas

se compone todo el pueblo, 250

y a la luz deste principio

veréis siempre al vulgo atento,

que en diferenciando el traje

os imita el uso nuevo:

ya en la plática el lenguaje, 255

ya el estilo en los festejos

y en la vida las costumbres;

porque haciendo un argumento

el inferior en su daño,

si en vosotros ve el ejemplo 260

dice: si aquél este error

comete, bárbaro o ciego,

en quien es más el delito,

bien podré yo, en quien es menos.

Pues si vosotros sois siempre 265

de sus acciones espejo,

y en ellos naturalmente

la ceguedad tiene el centro,

¿cómo queréis que en su engaño,

si para obrar desatentos, 270

les da el espejo la espuela,

la ceguedad les dé el freno?

Y cuando no os persuadiera

la fuerza de error tan feo,

siendo hermanos, al reñir 275

si os da una sangre el aliento,

¿qué hazaña fuera del uno

dar muerte al otro sangriento?

Ea, afrénteos la vergüenza,

acobárdeos mi respeto, 280

que si no os vence el halago

ni os persüade el consejo,

vive Dios que en vuestras iras

con sangre apague el incendio.

Laín ¿No lo ven? Pues yo dejaba 285

que se matasen por esto.

Don Gastón