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El poder de la amistad es una comedia teatral del autor Agustín Moreto. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro español, la historia se desarrolla en torno a un malentendido amoroso cuando su protagonista intenta doblegar el desdén de una dama de alta condición social.
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Seitenzahl: 82
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Agustín Moreto
Saga
El poder de la amistadOriginal titleEl poder de la amistadCover image: Shutterstock Copyright © 1652, 2020 Agustín Moreto and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726597585
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 2.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
La escena es en Creta.
Plaza delante del palacio.
ALEJANDRO, TEBANDRO, LUCIANO, MOCLÍN.
LUCIANO Otra vez a mis brazos,
De tan firme amistad eternos lazos
Sean, noble Alejandro.
ALEJANDRO Docto Luciano, capitán Tebandro,
Que hoy le debe a tu diestra 5
Tan alto imperio Scitia, patria nuestra;
Y a tu pluma, Luciano,
Honor del griego, envidia del tebano,
Para ser, sin segundo,
La enseñanza política del mundo. 10
TEBANDRO No de su Imperio excluyas tu nobleza,
Que aunque debe a mi diestra
Muchas de las provincias que avasalla,
A ti te debe, no en menor batalla,
El gobierno, de todos venerado, 15
Siendo en la paz supremo magistrado.
MOCLÍN ¿Ni abrazo para mí, ni deuda queda?
Déjenme algo que deberme pueda
Scitia, y abrácenme.
LUCIANO Moclín amigo.
MOCLÍN Y caballero de Moclín, pues sigo 20
A mi amo, que en Creta enamorado,
En Minotauro ya se ha transformado.
TEBANDRO Pues ¿qué te debe Scitia?
MOCLÍN Más que a todos,
Pues en las guerras que con Creta tiene,
Cuando mi amo a sosegarlas viene, 25
Soy de estas paces plenipotenciario,
Y ya me debe un año de salario.
ALEJANDRO Pues, Luciano, Tebandro, amigos míos,
¿Qué ha sido la ocasión desta venida?
Aunque no es maravilla, 30
Cuando en el mundo está, por desusada,
La amistad de los tres tan celebrada.
TEBANDRO Ya sabes, Alejandro, que a las paces
Del rey de Creta, nuestro feudatario,
El Senado en su corte te ha tenido, 35
Y para efetuar este concierto
El ejército tengo en sus fronteras,
Para entrar por su reino con más veras
Si este designio de la paz no es cierto.
Estando pues, para cumplir el plazo 40
Que el Senado me dio por su decreto,
Para que suspendiese al golpe el brazo,
A mi oído llegó con vivo efeto,
De Margarita la amorosa fama,
Hija del rey, a cuyo casamiento 45
Los príncipes vecinos junta y llama,
Y arrebatado a tan feliz intento,
Vengo a ver de secreto su hermosura,
Por si acaso, cesando la venganza,
Lograr pudiera en ella mi ventura, 50
Las paces de la patria y mi esperanza.
LUCIANO Y yo, Alejandro, viendo en este empeño
Hoy a Tebandro, nuestro fiel amigo,
Por si ayudarle puedo a hacerle dueño
Desta ventura, con lealtad le sigo, 55
Por tener más noticia desta corte,
Donde ya muchas veces he asistido,
Con que a su intento serviré de norte,
Pues ya sabéis cuán deseado ha sido
Del Rey y la princesa Margarita, 60
A cuyo claro ingenio no limita
La esfera de mujer, y ha deseado
Que logre mis estudios a su lado.
MOCLÍN Hombres de mil demonios, ¿estáis locos?
¿Tenéis sesos? o ¿acaso habéis querido 65
Quitarle a mi pobre amo aquellos pocos
Que le han quedado? ¿A eso habéis venido,
Cuando él muriendo está, de puro tierno,
Por aquesa princesa del infierno?
TEBANDRO Moclín, ¿qué dices?
MOCLÍN Que esa Margarita 70
Es la perla por quien se precipita
Al mar de amor, adonde se congela
De ingratitud tirana que la hiela;
Más según en su pecho alza la roncha,
No pienso yo que es perla, sino concha. 75
LUCIANO Alejandro, ¿qué es esto?
ALEJANDRO Amigos míos,
Si el mar en que de amor los desvaríos
Me tienen, queréis ver, daré al aliento
Fuerzas con que renueve mi tormento.
LUCIANO No lo dilates.
TEBANDRO Sólo eso esperamos. 80
ALEJANDRO Oíd atentos.
LUCIANO Di; que ya escuchamos.
ALEJANDRO Ya sabéis, nobles amigos,
Que las guerras del imperio
Con el rey de Creta han sido
Escándalo destos tiempos. 85
Tras tantas sangrientas lides,
Sitios y asaltos diversos,
Muertes, ruinas y destrozos
Que se han seguido a estos reinos,
A la paz tan deseada 90
En nosotros, como en ellos,
Me envió el Senado a Grecia,
Y yo vine, suspendiendo
En tu valeroso brazo
La espada, terror del griego, 95
En tanto que obraba yo
Con las armas del ingenio.
Llegué a Creta una mañana,
Cuando abril, de flores lleno,
Hace en olorosas auras 100
Blanda lisonja al aliento.
Antes de entrar en sus muros
Entretejido y cubierto
De verdes olmos, un parque
Remata el áspero ceño 105
De un monte que, sobre el río
A su cristalino espejo,
Las garzotas de los robles
Le rizan la frente al viento.
Por este frondoso sitio 110
Entré, y al paso primero,
De los jardines de Chipre
Me dio un retrato el encuentro.
En Margarita y sus damas
Vi oponer el sitio bello 115
Contra el sol, que le acechaba
Un escuadrón de luceros.
Al saludable ejercicio
Que usa la estación del tiempo
Bajaban de su palacio, 120
Mas yo entendí que del cielo:
Cotilla, enagua, y valona
Era el traje airoso al cuerpo,
Dando al viento lo que es suyo
Las plumas de los sombreros. 125
Iban blancas muletillas
Con las manos esgrimiendo;
Que por milagros de amor
Les dio muletas su templo.
Yo, que aún no la conocía, 130
Embelesado y suspenso,
En las luces de sus ojos
Bebiendo estaba el veneno,
Cuando un rumor impensado
Alborotó su sosiego, 135
Que ocasionó en mi ventura
Feliz principio a mi empleo.
Acosado un jabalí
De jabalinas y perros,
De un monte, en que a caza andaban 140
Acaso unos caballeros,
Veloz, rabioso y herido,
Bajaba hasta el parque huyendo.
Venía el furioso bruto
Del rayo con el estruendo, 145
Dos centellas en los ojos,
Por el tosco hocico abierto
Vertiendo espumosa sangre,
Y del lomo ceniciento
Vueltas las cerdas en flechas, 150
Y el pardo erizado cuello
De algún venablo partido;
Con que dejando corriendo,
Coral la herida a la yerba
Y fuego al aire el aliento, 155
Dio en el hermoso escuadrón,
Y del horror del estruendo
Asustados los criados,
Sin hacer defensa huyeron.
Quedó sola Margarita, 160
Y el bruto, airado y sangriento,
A su rabiosa venganza
Despeñó el curso violento.
Antes que del golpe
Del susto cayó en el suelo; 165
Mas yo, que vi su peligro,
Desnudando el limpio acero,
Y atravesándome al paso,
Le esperé con tanto acierto,
Que metiéndole la punta 170
Por entre garganta y pecho,
Quedó por vaina en mi espada
Desde las ancas al cuello.
Volví luego a Margarita,
Que sin voz y sin aliento, 175
Sobre la alfombra del prado
Estaba así el rostro bello:
Vueltos los ojos y el clavel partido,
Las perlas de sus dientes asomadas;
Que con estar sus luces apagadas, 180
No perdieron sus labios lo encendido.
Más blancura logró descolorido
El jazmín de su frente en las rosadas
Mejillas, como en flores deshojadas,
A trechos el color quedó esparcido. 185
Como quien ha deshecho un ramillete,
Cuyo vulgo de flores más vistoso
Queda esparcido en menos compostura;
Así del verde prado en el tapete
El ramillete de su rostro hermoso 190
Perdió la unión, creciendo la hermosura.
En la voz de sus criados
Conocí, cuando volvieron,
La princesa Margarita,
Que volvió, con sus acentos, 195
Como el sol, que entre la nube
Que cubrió sus rayos bellos,
Con más luz el horizonte
Llena de esplendores nuevos.
Agradeció mi fineza, 200
Dije mi nombre y mi intento,
Acompañéla a palacio;
Recibióme todo el reino
Con regocijos, grandezas,
Fiestas y aplausos diversos; 205
Y yo, a su gracia admitido,
Di a entender al Rey que el medio
Para ajustar estas paces
Era nuestro casamiento.
Agradóle mi designio; 210
Pero es costumbre en el reino
Que las princesas elijan
A su esposo, aunque propuesto
De su padre, y a este estilo,
Y a su conveniencia atento, 215
Con gusto de Margarita,
Me permitió el galanteo.
Yo, con aquesta licencia,
Viéndome en tal alto empleo,
Para conseguir mi dicha 220
Apuré con mis deseos,
A la voluntad finezas
Atenciones al respeto,
Lucimiento a la riqueza
Y primores al ingenio. 225
¿Quién pensara, amigos míos,
Que a quien obligó mi aliento
Con un rasgo del valor,
Un amago, de mi esfuerzo,
Adornándole después 230
De finezas y de afectos,
De galas, triunfos y aplausos.
No arrastrara a más empeño?
Pues no fue así, porque al paso
Que crecían en mi pecho 235
Las finezas y las ansias,
Menguó su agradecimiento.
Causó este injusto desvío
Una gran queja en mi pecho,
Y de ella, en su ingratitud, 240
Nació un aborrecimiento;
De suerte que cualquier cosa
Que imagino en su festejo,
Sin saber cúya es, la agrada,
Y por mía pierde el precio. 245
Mis finezas agradece
Sin la noticia del dueño,
Y en sabiendo que son mías,
La merecen un desprecio.
Yo de su misma hermosura, 250
Por quien Creta hizo un torneo,
Gané el premio disfrazado,
Y le perdí descubierto.
En este estado me hallo,
Pero también considero, 255
Que el verme suyo y rendido
La obliga a aqueste desprecio;
Que es como quien llega a un árbol
A coger fruta, y teniendo
En la más vecina rama 260
Para lograr su deseo,
La deja porque está fácil
Y pone los ojos luego
En la que está en la más alta;
Que el loco apetito nuestro, 265
No por mejor quiere aquella,
Sino porque está más lejos.
Loco de amor salgo al campo,
No hay fuente que no haga espejo,
Por si acaso en mí hallo causa 270
Que su rigor haga menos,
El nombre de Margarita
De espacio repito al viento,
Porque antes que yo le acabe,
Le vaya empezando el eco. 275