Industrias contra finezas - Agustín Moreto - E-Book

Industrias contra finezas E-Book

Agustín Moreto

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Beschreibung

Industrias contra finezas es una comedia teatral del autor Agustín Moreto. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro español, la historia se desarrolla en torno a un malentendido amoroso tras el que se suceden numerosas situaciones de enredo.

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Seitenzahl: 87

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Agustín Moreto

Industrias contra finezas

 

Saga

Industrias contra finezasOriginal titleIndustrias contra finezas Cover image: Shutterstock Copyright © 1911, 2020 Agustín Moreto and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726597523

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 2.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAJES

DANTEA, infanta de Hungría.LISARDA, su hermana.FERNANDO, hermano del rey de Bohemia.CELIA, criada.EL CONDE PALATINO. EL SENESCAL, barba.TESTUZ, gracioso.UN CAPITÁN. ROBERTO, príncipe de Transilvania.UN CRIADO, de FERNANDO. Músicos.Soldados.Criados.Acompañamiento.

La escena es en Presburgo y en un campo de las fronteras de Bohemia y Hungría.

Jornada I

Galería inmediata al jardín del palacio.

Escena I

FERNANDO, el PRÍNCIPE ROBERTO, el CONDE PALATINO; DANTEA, leyendo unacarta; LISARDA, CELIA, TESTUZ, MÚSICOS, acompañamiento. Las damas con muletilla y sombreros conplumas.

 

MÚSICOS ¿Cual dolor debe escoger

la más hidalga fineza:

ver la querida belleza

muerta, o en otro poder?

DANTEA (Leyendo para sí.)

«Otras dos veces he avisado a vuestra alteza del cuidado que debe tener con los que le asisten, porque hay envidia que solicita su muerte. Quien le da este aviso por la evidencia sin que pueda decir más»

(Aparte.

¿Quién será (¡válgame el cielo!) 5

quien este aviso me da,

que tercera vez es ya;

aumentando mi recelo

los riesgos tan sin pensar

que me avisan cada día, 10

pues no hay fiesta ni alegría

que no la turbe este azar?

Fuerza es que finjo y que calle,

aunque es grande confusión

ver el riesgo la razón 15

sin voz para averigualle.)

Proseguid esa canción,

que es muy del afecto mío,

porque con ella confío

alumbrar mi confusión. 20

LISARDA Todos, hermana Dantea,

sabiendo tu gusto, quieren

lograrle, porque prefieren

a su inclinación tu idea;

y hacen bien, si ha de ser tuya 25

esta corona por ti.

DANTEA No es cierta, Lisarda en mi,

pudiendo también ser tuya.

De un parto las dos quedamos

sobrinas del rey de Hungría, 30

sin que para ser más mía

cual fue primera sepamos.

Entre tan igual razón

hará el reino tuyo o mío

la elección de nuestro tío, 35

ausente y sin sucesión,

porque así el Emperador

la causa ha determinado,

como tan interesado

en la paz del sucesor. 40

Pues si es igual el derecho,

y en nuestro tío hasta ahora

la resolución se ignora,

¿por qué imagina tu pecho

que los príncipes en mí 45

festejen una esperanza,

de que no menor te alcanza,

sino mayor parte, a ti?

y si por ver festejarme

con vanidad, has pensado 50

que les debo más cuidado,

y es eso lisonjearme,

no lo has hecho con cordura;

porque ultraja mi persona

pensar que hace la corona 55

lo que puede mi hermosura.

Y así, hermana, cuando es llano

que esa duda no te inquieta,

si es lisonja, no es discreta,

y si celos, son en vano. 60

LISARDA No es sino conocimiento,

pues aprueba la razón,

que hará mejor elección

mi tío en tu entendimiento.

ROBERTO (Aparte.)

Con esa seguridad 65

me parece a mi mejor;

que más festeja mi amor

a Hungría que a su beldad;

pues siendo de Transilvania

dueño yo, con la de Hungría, 70

nada es mejor que la mía

la corona de Alemania.

CONDE (Aparte.)

Yo, cuya vida es Lisarda,

siento el ver que haga la suerte

reina a Dantea, y su muerte 75

será el estorbo, aunque tarda.

Pues si logra mi persona

lo que está dispuesto ya,

su muerte asegurará

en Lisarda la corona. 80

Con que en competencia mía

no habrá en el Norte otro estado,

si junto el Palatinado

con la corona de Hungría.

FERNANDO (Aparte a TESTUZ.)

Yo, sin hacer competencia, 85

sigo mi destino aquí,

pues en Bohemia nací

segundo y sin otra herencia;

y sin que mi asunto sea

la corona que procura, 90

solo aspiro a la hermosura

de la divina Dantea.

TESTUZ (Aparte a FERNANDO.)

¡Qué poco, Fernando, alcanza

quien aprecia la hermosura

más que un reino? ¿A quién le dura 95

la belleza sin mudanza?

La corona es firme basa,

y la hermosura en que fías

es almendra cuatro días,

y luego se vuelve pasa. 100

FERNANDO Esto, Testuz, es querer.

TESTUZ No es sino ser loco al fin.

DANTEA Vamos entrando al jardín,

porque ya deseo ver

sobre el problema propuesto 105

argüir y defender

a los príncipes, y ver

si puedo salir con esto

de mi oscura confusión.

ROBERTO De vuestras luces, Señora, 110

para discurrir ahora,

se alumbrará la razón.

CONDE Y yo de que he de acertar

a la presunción me atrevo,

cuando por mi norte os llevo. 115

(Aparte a LISARDA.

Aquesto, Lisarda, es dar

seguridad a mi ardid.)

LISARDA Ya entiendo.

FRENANDO (A DANTEA.)

Yo no aseguro

el acierto que procuro,

porque voy ciego.

DANTEA Venid. 120

 

(Vanse ROBERTO, el CONDE, DANTEA, LISARDA, CELIA, los MÚSICOS y el acompañamiento.)

Escena II

FERNANDO, TESTUZ; dentro, MÚSICOS.

 

MÚSICOS (Dentro.)

¿Cual dolor debe escoger

la más hidalga fineza:

ver la querida belleza

muerta, o en otro poder?

TESTUZ ¿Señor?

FERNANDO ¿Qué quieres, Testuz? 125

TESTUZ ¿Es esto amor?

FERNANDO Bien logrado.

TESTUZ Pues si estás enamorado,

voyme a poner un capuz.

FERNANDO Pues ¿por qué?

TESTUZ Pregunta fría.

Cuando un amor has vencido, 130

donde un año arreo has sido

muerto seis veces al día,

¿qué gusto hallas en querer?

¿Tan buena vida es morir,

de soñar y no dormir, 135

suspirar y no comer?

Si hay desden, por su rigor

no comes; si no hay desdén,

ayunas siempre también

con el gusto del favor. 140

¿Gusto es andar uno echando

los bofes entre mil sustos,

por dar regalos o gustos

a quien le está maltratando?

Bien al amor los primeros 145

pintan desnudo en la fama,

pues por regalar su dama

se quedan todos en cueros.

Mas si de otra enamorado

estabas antes, Señor, 150

¿cómo olvidaste este amor?

FERNANDO Con este nuevo cuidado.

TESTUZ Pues aquella llama ardiente,

aquel tormento incesante

¿fue amor de dos, y pasante 155

que se acabó de repente?

¿Tan presto le has olvidado?

FERNANDO Oye, si quieres saberlo.

TESTUZ ¡Y cómo! Para aprenderlo,

por si fuere enamorado. 160

FERNANDO Ya sabes cómo ofendido

del Rey, mi hermano, salí

de Bohemia, cuando fui

a Francia, donde admitido

de su rey Carlos, hallé 165

tanto agasajo en su corte,

que a los príncipes del Norte

fama y aplauso gané;

y que al triunfo de mi nombre...

TESTUZ Ya sé que de ti obligada, 170

a tu valor inclinada,

la...

FERNANDO No tu labio la nombre,

que no conviene a su fama.

Si su error quieres que cuente;

que aun ya perdida y ausente, 175

no es bien desairar la dama.

TESTUZ Ya yo sé (llámese pues

Laura, Porcia o Margarita;

que el nombre no da ni quita

más del saberse quién es) 180

que ella pudo enamorarte,

que tú pudiste perderte,

que ella dio en aborrecerte

y que tú diste en ahorcarte.

Y al crêr, viéndola en sus trece, 185

que por malo te dejaba,

hallaste que a otro adoraba,

como a todas acontece.

Que este era un necio, y vencella

con su roña o carantoña 190

pudo; y cierto que fue roña,

pues te la pegó con ella.

Que tú te volviste atrás,

y que esto se quedó así.

FERNANDO Pues si sabes hasta ahí, 195

oye agora lo demás.

Yo, del desprecio encendido

de su divina belleza,

que arrastra más la hermosura

por ingrata que por bella, 200

viéndome ya despreciado

por galán de menos prendas,

contra mi amor, de la injuria

quise armar la resistencia;

mas en quien tiene discurso, 205

ser vencido en competencia

de otro inferior no es alivio;

porque aunque inferior le vea

la cautela del dolor

luego a imaginar le lleva 210

que él es el de menos partes,

pues por el otro le dejan.

Y cuando el conocimiento

este sentimiento venza,

y a la luz de la verdad 215

yo a todos mejor parezca,

si la dicha a que yo aspiro

es mi dama, y ella premia

o condena en su elección,

si su mal gusto la yerra, 220

¿qué le importará a mi brio

ni a mi discreción que sea

la mejor para con todos

si no lo es para con ella?

Para agradar a la dama, 225

no es menester que yo tenga

gala que aventaje a todos,

discreción que a todos venza;

que como está en su elección

y el gusto es quien la gobierna, 230

no es menester ser mejor,

sino que se lo parezca.

Por esto se ve en el mundo,

en esta y otras materias,

preferir hombres indignos 235

a gala, valor y ciencia;

porque en las varias fortunas

del mundo y sus diferencias,

están las dichas de muchos

del error de otros compuestas. 240

Lidiando en esta batalla

mis locos discursos, era

mi imaginación un muro

que asaltaban las potencias.

Ya la voluntad subía 245

tremolando la bandera

del triunfo de los sentidos;

ya iba la razón tras ella,

aunque violenta, arrastrada,

derribando las almenas 250

que ella misma en el discurso

fabricó para defensa.

Y cuando en el duro asalto

desmayaba su violencia,

de refresco la memoria 255

entraba rigiendo fiera

un tercio de pensamientos,

armados de duras penas,

de horas alegres pasadas,

locas esperanzas muertas. 260

Y a este postrero combate

quedando el alma suspensa,

sin armas para ofender,

para resistir sin fuerzas,

clamaba el amor victoria; 265

y entrando la fortaleza,

el rendido corazón,

gobernador de la fuerza,

a la voluntad tirana

(haciendo en aplauso ella 270

la salva de los suspiros)

bajaba a dar la obediencia.

Pasando pues esta muerte

con la vida de la queja,

me logró la suerte un día 275

la ocasión de hablar con ella.

Y viendo que mi valor,

mi persona y mi nobleza

con el que me prefería

no admitía competencia, 280

la dije, llegando ya

a la apelación postrera:

«Señora, aunque tu elección

haya dado la sentencia,

apelo a ti de ti misma, 285

y viendo al galán que premias,

el favor que ya me debes

te pido, no el que me niegas;

favor pido de justicia,

justicia, sin ser soberbia: 290

que lo que era gracia ha hecho