Belona dea urbis - José María Vargas Vilas - E-Book

Belona dea urbis E-Book

José María Vargas Vilas

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Beschreibung

«Belona dea urbis» (1910) es un ensayo político de José María Vargas Vila, donde el autor defiende sus ideas anticlericales y antiimperialistas y analiza la política de su tiempo. Entre otras convicciones, Vargas Vila se muestra a favor de una unión de países contra Alemania y Estados Unidos.

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Seitenzahl: 108

Veröffentlichungsjahr: 2021

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José María Vargas Vilas

Belona dea urbis

 

Saga

Belona dea urbis

 

Cover image: Shutterstock

Copyright © 1910, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726680867

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

El Espanto ha extendido su mano sobre la Tierra;

y, la sombra de esa mano vela el Sol;

no hay sombra igual a la sombra de la mano del Espanto, bajo la cual tiembla la Tierra;

el Mar aulla, la Tierra aulla, porque los lobos del Espanto aullan, sobre la Tierra y sobre el Mar;

y, pasan en jauría, hostigados por las manos del Espanto...

las alas de Azrráel cubren la superficie del globo, hecho una copa repleta de lágrimas y sangre;

¿quién cortará las alas de este Arcángel de las desolaciones?...

¿quién las hará plegarse sobre el cuerpo desnudo de esta divinidad sin corazón?

con el pincel rojo en sangre, con que marcó las puertas de los hebreos en una Noche de Maldición, ha marcado los límites del Mundo conocido, y el eje de la Tierra, se ha inclinado bajo la mano violenta de la Fatalidad;

el blanco cendal de los polvos, se ha hecho rojo, porque la sangre de los hombres ha represado sobre ellos, en un reflejo de Horror;...

el río de la Muerte ha desbordado y ahoga el Mundo...

¿quién salvará al Mundo, pronto a ser sumergido por la Muerte?...

las cuádrigas desenfrenadas, que los ojos de los viejos visionarios, vieron turbando la serenidad de los cielos antiguos, desplomarse sobre la Tierra, para desorbitarla, son juegos de niños, vuelos de nubes apacibles, ante este carro de la Devastación, que hoy rompe el Mundo;

el cañón habla...

solo él, tiene voz, sobre la superficie ensangrentada de la Tierra...

el corazón del Silencio le pertenece, y él, lo desgarra con una trepidación de tempestades;

los pueblos desaparecen, con una lúgubre monotonía de olas tragadas por el Abismo...

los hombres mueren, con los ojos desmesuradamente abiertos ante la Catástrofe, sin que otras manos, que no sean las manos enrojecidas de la metralla, vengan a cerrarles los ojos sorprendidos...

el corazón de Níobe se ha licuado en llanto, y su gemido, no conmueve ya nada, fuera de las regiones intempestivas de la Fábula...

¿qué vale ya ese Mito, hecho funambulesco, ante este río de lágrimas, con que las madres actuales han hecho desbordar los mares, empujándolos violentamente hacia riberas desconocidas hasta hoy por el humano Dolor?...

¡el grito de Hecuba!...

¡miseria de la creación homérica!...

¿qué vale ese sollozo, hasta hoy formidable, junto al grito de las madres de hoy, que hace recular de espanto, las selvas de la Antigüedad y las fronteras del cielo, donde se albergaron y se albergan los dioses irresponsables, incapaces de consolar el Dolor y de sentirlo?

la marea de la sangre sube...

estrella sus olas contra las costas trágicas...

y, las escupe sobre el mundo, hecho un vasto desierto...

. . . . . . . . . . . . . . . .

los peces solitarios, que en la riberas de la Catástrofe, vemos morir el Mundo... ¿qué haremos de nuestra Soledad?

¿poblarla de gemidos?

eso es inútil;

los gemidos y las lágrimas han perdido todo prestigio...

son algo tan vulgar como la Muerte...

la Muerte, de la cual «vive» el Mundo;

hoy, no hay raro sino la Vida;

¿qué haré yo de la mía, que me pesa como una carga?

¿qué haré de esta hora crepuscular que me ha tocado vivir en el corazón de la Tragedia?

inclinarme sobre esta y escribirla;

contar al mundo de mañana, cuyo germen se nutre en las frondasones obscuras que abona el calor de la sangre, esta lucha de titanes enfurecidos, de la cual plugo al Destino hacernos testigos, ya que pasarán muchos siglos, antes que los jueces imparciales de ella, puedan nacer;

los archivos del Mundo, sepultados en la sangre, harán rojas, contra su querer, las manos que mañana los exhumen, para contar estas horas de heroica Abominación, en la cual murieron los hombres, por salvar la Ambición del Hombre, que se cree eterno sobre una tierra precaria, sacudida por su Audacia...

lo que hace triste todo Sacrificio, es su Inutilidad...

su imbécil y absoluta Inutilidad;

ningún Sacrificio, ha fundado nada;

los dioses, los pueblos y los hombres, que se han ofrecido en Sacrificio, han muerto inútilmente...

no han fundado nada, no han libertado nada, no han salvado nada;

aunque hayan sido llamados fundadores, libertadores, salvadores...

han muerto por palabras sin sentido...

han edificado sobre el agua;...

han muerto por una Quimera, que ella misma se encargó de estrangularlos...

fanáticos de su Ilusión o de su Orgullo, colgado de una cruz, o pendientes de una horca, muertos sobre el jergón de una cárcel, o de hambre sobre las playas del Destino, nada hicieron, sino perpetuar su desastrosa y aberrante Ilusión sobre la Tierra...

esta guerra ha venido a demostrar, la inanidad, la falsedad, la inutilidad de todos los ideales;

¿para qué murió el Cristo?

para crear este mundo de cristianos, que hoy se devoran unos a otros, escupiéndose el nombre de su Dios, como un proyectil, mascujeándolo con sus mandíbulas, trémulas de Odio y de Iniquidad?...

¿qué fundó?

¿estas sociedades en orgasmos, que no emplean su fuerza, sino para matarse, y, para morir?...

¿qué fundó Washington?

esa colonia de filibusteros, que desde las riberas del Hudson y del Misisipí, se lanzan sobre la América latina, para asesinarla, despojarla, y uncirla a su carro de mineros afortunados y, brutales?

¿qué fundó Bolívar?

¿ese bazar de pueblos que unos se venden al mejor postor, y otros no saben cómo defender su soberanía ultrajada por los bárbaros?

generaciones de generaciones han muerto para fundar en el Mundo, esto que se llamaba: la Civilización...

¿qué queda de la trágica Quimera?

el polvo de la Mentira Miserable...

el mundo se conservaba bárbaro, hasta la médula de los huesos, y, en su mentida Civilización, no había hecho sino afilar las garras...

tal vez Guillermo de Prusia, es el Símbolo Viviente, del Mundo que hoy sucumbe;

la Barbarie Primitiva, oculta bajo el fasto de la púrpura y el esplendor de una diadema;

nadie mejor que este epileptoide trágico, representó esa época morbosa y mendáz, de falsa Civilización y falsa grandeza, bajo la cual se incubó, esta tragedia de pueblos, en la cual le ha tocado ser el Atila vencido sobre los pedazos del martillo de Fhor...

época fastuosa y, miserable;

tan miserable y, tan fastuosa como ese Emperador de Decadencia;

época que hoy se disuelve violentamente en la Muerte...

yo, me inclino ante su grandeza heroica, pero lleno de desesperanza, ante la inutilidad de su Sacrificio se dijo:

morir...

¿por qué?

¿para qué?

acaso para rescatar la cobardía de haber vivido;

no hay duda;

el Hombre deshonraba la Vida;

y, la Vida, lo ha arrojado de su seno;

y abonará un mundo nuevo, con esta cosecha de cadáveres...

un mundo esclavo, tan miserable y tan esclavo, como el que acaba de desaparecer;

¿a dónde la visión del Mundo desaparecido?...

reflejada en los ojos inmóviles de los muertos, y, en la fragil memoria de los vivos...

esplendores de Babilonia, y, palacios de Tyro, jardines de Seoul, y, encantos de Bagdad, artes de Atenas, y, glorias de Roma, todo parecía eclipsado y humillado, por la grandeza fantástica de este mundo que hoy se hunde en el naufragio...

¿qué queda en pie en medio de esas ruinas?

la miserable Alma Humana;

desnuda y, abatida;

vencida y castigada por los dioses y por los acontecimientos;

dispuesta a entrar en nuevos dolores, y, en nuevas esclavitudes;

bajo los mismos dioses, y, bajo nuevos amos;

los hombres han muerto;

el Hombre vive...

el Hombre Inmutable;

el ser de Servidumbre y de Crueldad, que sus amos han llevado al matadero y han tenido el valor de devorar todo, menos sus amos;

el Hombre Colectivo y, encadenable, el terrible Animal Social, que salido del pantano de sangre en que se ha hundido, volverá al aprisco de sus ciudades, más enamorado que nunca de sus amos, de sus dogmas y de sus cadenas;

más feroz, y más esclavo que antes;

París, Roma, Londres, Berlín, volverán a ser cementerios de vivos, que albergarán mañana, millones de cadáveres que andan, sobre las ruinas de la Civilización que destruyeron, empeñándose en crear otra para dar un nuevo vestido a su barbarie, y, bautizar con un nuevo nombre su esclavitud;

¿de qué servirán, la insolencia de sus palacios, y la magnificencia de sus templos, reedificados, que solo alcanzarán a testificar la locura de los hombres que provocaron la Catástrofe, y la impotencia de los dioses que no pudieron evitarla?...

Dios y el Hombre, han hecho quiebra fraudulenta de su prestigio, sobre la muda insolencia de las ruinas que acumularon;...

y, sin embargo;

Dios, continuará en reinar...

y, el Hombre, en obedecer...

reyes y sacerdotes, continuarán en apacentar y en esquilmar, el rebaño idiota, vuelto a la mansedumbre...

postrado de rodillas, el Hombre continuará, en adorar dioses tan bárbaros como él, que le impusieron el Asesinato como deber, en nombre de todas las sangrientas quimeras...

en nombre de la Patria...

en nombre de la Libertad;

en nombre de la Civilización...

en nombre de todo lo que destruía, y aventaba lejos, con la punta ensangrentada de su lanza;

y, continuará en servir, esas divinidades inferiores a las cuales se sacrificó;

la Patria, que acaba de devorar sus hijos, volverá a alzar sus murallas artilladas de cañones bajo la egida del Dios Terminus engrandecida o mutilada, según los veredictos de la Victoria, pero siempre implacable, con sus fauces voraces absortas hacia otros pueblos;

y, en esas fauces insatisfechas dormirán las tormentas del mañana...

y, en nombre de la Patria, el Hombre continuará en ser, el enemigo del Hombre...

la Fe, una Fe enfermiza en lo Inverosímil se alzará de estos escombros;

el polvo de estas ruinas, servirá de aureola a las absurdas divinidades;

Dios continuará en reinar sobre pueblos que no pudo proteger;

y, misioneros asesinos, continuarán en marcha hacia los pueblos infieles, para imponer ese Dios, con las puntas de sus lanzas;

y, en nombre de Dios, el Hombre, continuará en ser el enemigo del Hombre;

el Estado, continuará en alzar la pesadumbre de su mole, encerrando en su recinto todas las teorías y todas las paradojas de la opresión, cargando al Hombre de tributos y de gabelas, llenando el aire con el ruido de sus asambleas de sofistas, y, el tumulto de sus pretorianos, dispuestos siempre a levantar un Amo, en las puntas de sus bayonetas, hechas los sostenes violentos del Trono y del Altar;

y, en nombre del Estado, el Hombre continuará en ser el enemigo del Hombre;

el Hogar, poblado tal vez de hijos bastardos, que el semen de la Conquista, dejó en los vientres indefensos, volverá a ser declarado sagrado por aquellos que lo violaron y, por aquellos que sufrieron la Violación, y, en ese vientre de Lidia, en ese Templo de todos los Fratricidios, nuevos hijos de la Fuerza, abrirán sus ojos a la luz, esperando la hora de violar su madre, y, salir al campo virgen, para buscar en el polvo la carraca del asno, que ha de darle la Victoria sobre su Hermano;...

y, en nombre del Hogar, el Hombre continuará en ser el enemigo del Hombre;

la Libertad, invocada por todos, en esta hora de angustia, y, traicionada por todos, después de la Victoria, volverá a ser como siempre, degollada sobre el altar del Orden, y sus apóstoles proscriptos, volverán a llorar en el destierro, la derrota de todos sus ideales...

y, en nombre del Orden y, de la Libertad, el Hombre continuará en ser el enemigo del Hombre;

el Hombre de hoy, en nada superior, al Hombre antiguo de los tiempos más remotos, continúa y, continuará, en combatir y, en morir, como en tiempos de Homero y, de Moises, por los mismos dioses inertes y feroces, por los muros de sus ciudades crueles e inhospitalarias, por las mismas esclavitudes ancestrales, por las cuales murieron sus mayores;

si Dios, queda en pie;

si la Patria, queda en pie;

si la Tiranía queda en pie;

¿por qué extrañar entonces, que los hombres se preparen de nuevo para combatir y morir por ellos o contra ellos?

si las fuentes del Odio, entre los hombres quedan vivas, ¿por qué extrañar que sus siniestros manantiales, hechos ríos de sangre, vuelvan mañana a inundar la Tierra?

desde los tiempos míticos, las guerras entre los pueblos, han tenido los mismos orígenes;

defender o imponer sus dioses;

defender o imponer sus patrias;

defender o imponer sus amos;

por eso han sido;

por eso son;

por eso serán;

las guerras de ayer;

las de hoy;

las de mañana;...

si esta guerra, en vez de destruir robustece las causas mismas que la ocasionaron, ¿cómo sostener que esta guerra es algo más, que un drama inmisericorde y expiatorio, un Crimen inútil y fatal?...

el Crimen de los dioses y de los reyes;

ante él... ¿cómo dar un lugar a la Esperanza en el cerebro de los pensadores?