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«El huerto del silencio» (1935) se trata de una tragedia lírica escrita por José María Vargas Vila. El joven Octavio Heredia, aquejado de mal de amores, se hace seminarista por recomendación de don Hilario, un sacerdote amigo de la familia. Más tarde se enamora de Clara y la relación de los jóvenes desatará la tragedia.
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Seitenzahl: 164
Veröffentlichungsjahr: 2021
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José María Vargas Vilas
TRAGEDIA LÍRICA
Saga
El huerto del silencio
Copyright © 1935, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726680751
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
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Yo, no ejerzo la Auto-Crítica;
eso sería ejercer un oficio que desprecio;
iba a decir, arte..., y pido perdón al Arte, de haber querido dar su nombre a ese oficio vil de los fracasados: la Crítica;
yo, explico mis libros;
no los critico;
la auto-disección, me sería odiosa, aún más que dolorosa;
abrir el vientre de su propio hijo, y extraerle las entrañas, para mostrar a los otros, cómo circula la sangre en ellas…;
ese valor de cirujano loco, no me ha tentado jamás;
suelo hablar, y he hablado de las génesis de mis libros, y, dicho he, del resplandor de las auroras mentales en que nacidos fueron;
pero eso de reducirlos a polvo con mis propias manos creadoras, para mostrar a los otros sus átomos, y explicarles el funcionamiento de sus moléculas, no me seduce;
para desarticular mis libros, y poner a pública vista sus defectos, basta con mis críticos;
ellos se bastan y se sobran;
no tengo necesidad de huchear su celo para que parta la jauría en son de caza contra ellos;
ser el cuervo devorador de sus propios despojos, es una lúgubre fantasía, que no me ha venido en mientes;
dejo esa misión a los cuervos del porvenir;
la macabra proyección de sus alas sobre mis libros no me espanta;
defender mis libros…;
he ahí otra debilidad que no he tenido;
y, he de morir sin tenerla;
la Etica de mis libros…;
la Estética de mis libros…;
y...
hasta la Gramática de mis libros...
las dejo en poder de los vociferadores de la Crítica, para que hablen de ellas y contra ellas...
no argumento sobre esas cosas;
tengo el horror de la trivialidad;
la Moral de mis libros...
¿acaso no sé yo lo que se dice sobre la Moral de mis libros?
la Moral, es la virtud de los rebaños y el solo genio de los Tartufos;
he ahí por qué mis libros no tienen Moral; ni yo tampoco;
si yo no escribo para un público, de pécoras, ni actúo entre las bambalinas de una Farándula, ¿cómo habría de permitirme esas abyectas comicidades que ultrajarían la grave serenidad de mis libros?...
yo, escribo de espaldas vueltas a toda Moral, como escribo vuelto de espaldas a toda Mentira;
mis ojos no saben abrirse sino ante el sagrado esplendor de la Verdad;
es a causa de no ser morales, que mis libros son tan puros;
cualesquiera que sean sus modalidades de ficción y de expresión, ellos son puros, como la Naturaleza, como los cielos, como la luz;
ellos son puros y purifican como las alas de los vientos y el soplo de los grandes mares;
todo convencionalismo está ausente de esos libros;
el convencionalismo del Bien;
y, el convencionalismo del Mal;
no es sobre esos dos polos del Absurdo, que gira el universo de mis creaciones;
los dos polos de mi Obra, son: La Verdad y la Libertad.
Arte Verdadero.
Arte Libre.
Único Arte…
lo demás…
es la Ficción…
la Mentira;
la innoble mueca de los esclavos, que para prostituirlo todo, prostituyen también el Arte, haciendo el gesto de ejercerlo;
la Etica y el Arte, se excluyen, porque la Etica esclaviza; la Etica es un Código de esclavos;
el Arte no tiene sino Estética;
los cánones de ella son su solo Código;
¿tiene el Arte un Dios?
Sí;
la Belleza;
y, vive de rodillas ante ese Dios, cumpliendo los mandamientos de ese Dios, absorto en la contemplación de ese Dios;
no pidáis a la Obra de Arte, sino ser bella;
ése es su solo Deber;
y, su sola Razón de Ser;
bella en todos los sentidos y en todas sus maneras de expresión;
bella en el fondo, y bella en la forma, bella en la divina musicalidad que ha de emanar de toda ella, como del corazón de una flauta tocada por los labios de un dios lírico;
porque todo en la Obra de Arte ha de ser musical;
¿qué es la armonía de las formas y la pureza de los contornos en una bella estatua?: la música de las líneas; la Euritmia;
¿y, el claroscuro, y el juego de las tonalidades, que hace esplender una atmósfera de encanto del fondo de un bello cuadro?... la Sinfonía de los colores;
y, esa fascinación que se desprende de un libro, os sume en delicioso éxtasis y os arroja más allá de los límites de la Ensoñación, ¿de dónde viene?...
del Estilo , de la armonía del Estilo: la Música del Estilo;
yo , no digo que no haya libros sin estilo;
digo sólo, que: no hay bellos libros sin un bello estilo;
todo vibra y todo canta en la Obra de Arte;
toda Obra de Arte, es emotiva;
y, toda emoción es lírica;
¿hay música más bella que la de una frase de Amor?...
tal vez el más bello poema musical, está en el temblor de unos labios que besan;
el Arte, es un Pentagrama;
y, ese Pentagrama tiene la forma de un corazón: el corazón del Hombre;
hay que escribir, pintar, esculpir, y cantar sobre ese Pentagrama;
él contiene el alma de todas las músicas audibles e inaudibles, que viven en el seno de la atmósfera y, más allá de todas las atmósferas;
todo momento pasional es un momento lírico, cualquiera que sea la pasión que nos agite;
el Dolor ...
¿hay algo más augustamente bello que un gran Dolor?...
¿y, más lírico?
nunca nos sentimos arrebatados más alto en los cielos del lirismo, que cuando un gran Dolor nos hiere...
¿no es en esa hora del Dolor cuando lloramos?...
y, ¿quién podría decir, todo el lirismo que encierra ese Poema cristalizado que es una lágrima?...
¿quién podría explicar los mundos de misteriosa y doloroso música que hay en el diapasón de un sollozo?...
todo corazón herido es musical como una lira;
si recogéis esas lágrimas, traducís ese sollozo, y descubrís la herida de ese corazón, habréis hecho un Poema lírico...
todo libro de Amor, como todo libro de Dolor, es un libro lírico;
como este libro;
¿es un Drama?
¿es una Tragedia?
¿quién definirá bien, esa Única concepción del Arte?...
todo Dolor es dramático, y, todo Drama es una Tragedia; ¡ ay! como toda Vida…;
la Comedia...
¿no es también dolorosa la Comedia?...
¡ay! vosotros sabéis como yo sé, cuántas lágrimas escondemos, y cuántos sollozos ahogamos cuando hacemos el gesto de reír...
y sonreír...
¡cuántas veces nuestra sonrisa, no es sino una lágrima congelada en los labios!;
la Comedia es siempre la violación de un Drama;
un Drama que se sublimiza, es una Tragedia;
un Drama que se vulgariza, es una Comedia…;
la esencia de todos, es la misma: el Dolor;
cualesquiera que sean los gestos que el alma humana ensaye en esas esferas del Arte, no logrará salir nunca del Dolor;
bajo la blancura harinosa del rostro de Pierrot;
bajo la palidez trágica y fatal de las facciones de Medea;
siempre llorará;
llorará por los labios pintados de Arlequín;
y, llorará por los ojos ciegos de Edipo…
porque las lágrimas son la sal de la Vida;
y, el Dolor, es su esencia;
como en este libro;
libro de lágrimas, y libro de Dolor…
este libro, fué una Vida;
esa vida y aquel que la vivió son ya un puñado de cenizas;
no pongamos las manos sobre ellas;
al evocar de nuevo el fantasma doloroso que llena con su sombra estas páginas, yo me conformo con ornar el libro de esta introducción, para que entre a formar en la Colección Definitiva de mis Obras Completas, que la Casa Sopena edita y lo entrego así al veredicto de las almas adictas que me leen;
y, aun al de aquellas que no lo sean;
Aplaudido;
Lapidado;
todo es igual para este libro doloroso;
ni las lágrimas ni los anatemas podrán nada contra él;
el Dolor es eterno;
como el Arte.
vargas vila.
1921.
He principiado, y he acabado de escribir este libro, de Soledad y de Pasión, en una soledad sin pasiones, ajena a todo tumulto, lejana de toda agitación; en un lugar amable y tranquilo, bajo cielos sonrientes de una infinita dulzura;
cielos de un azul férvido, a pesar de las tonalidades delicuescentes, peculiares a los cielos en invierno;
retiro apacible, donde hay caricias de ramajes, de flores, y de pájaros, y el corazón del Silencio, se hace luminoso, como el nimbo de oro de una estrella;
desde las ventanas de mi refugio, ajeno a todo imposible fasto, que no sea el de la Naturaleza, puede verse, la líquida belleza del Mar Mediterráneo, mágico de luz dorada, sonriendo al sol, con el brillo de sus olas múltiples, que sintonizan un himno de Paz, tal vez momentos antes de tornarse en rojas, como las de aquel otro, que abrieron en dos las manos proféticas de Moisés, allá en los horizontes remotísimos, donde se alberga el candor de las leyendas primitivas; todo es paz y quietud, en torno mío;
aunque no lo sea en mi corazón...
¿qué importan a los otros, las tormentas de un corazón, que se empeña en permanecer misterioso, como un sueño?
rebelde a revelarse.
*
He escrito esta Tragedia de Amor, cuando una Tragedia de Odio, la más violenta que hayan presenciado los siglos, se desarrolla, no lejos de la playa hospitalaria, que me alberga;
los más grandes pueblos del Orbe, hechos Etéocles y Polinice, luchan sobre la arena, atacados de un súbito furor de barbarie regresiva;
los Hermanos Enemigos, se disputan el dominio del Mundo, y el Destino parece impotente para sofrenar la carrera del caballo de Atila;
la Tierra se anega, por una lluvia de sangre, y se hace uno como lago bituminoso, sobre el cual el rayo no deja de vibrar, y el rimbombo del trueno, suena con un furor inacabable...
y, esa lucha de titanes enloquecidos, no tiene por espectadores lejanos, sino los ojos de las mujeres, cegados por el llanto;
y, los ojos de los niños, nublados por el espanto;
en esta hora, decisiva y conmovedora, he escrito estas páginas, no menos trágicas y pletóricas de horror, que las que escriben actualmente los hombres, con la punta de la espada, sobre el dorso sometido de la Tierra, ebria de sangre.
*
Este, mi: Huerto del Silencio;
con: El Corazón de un Dios;
y: ElCrepúsculo sobre las Rosas;
forman la trilogía, de mis Tragedias Líricas;
y, tengo empeño en declarar;
que: ésta como mis otras tragedias, han sido escritas para ser leídas, no para ser representadas;
que yo escribo obras dramáticas y trágicas, pero, no escribo obras teatrales;
que: continúo en creer el Arte del Teatro, un Arte inferior, el cual no intento cultivar;
que por eso, acumulo en mis obras, todos los elementos de anti-teatralidad posibles, hasta hacerlas, según mi designio, absolutamente irrepresentables;
que abrigo la certidumbre, de que las profanaciones de la escena, no caerán sobre mis tragedias;
y, para lograrlo, marcho en dirección contraria a toda teatralidad, vuelto de espaldas a todo código de Teatro;
ignoro en absoluto los secretos de la escenología, y no quiero aprenderlos;
el oficio — que no arte—, de escribir para el Teatro, es ajeno por completo a las condiciones de mi inteligencia y a las de mi carácter;
comprendo que no podría aprenderlo, ni ejercerlo;
no amo el Teatro;
la luz de sus escenarios, no me atrae;
sus candilejas, no son soles para mí;
por eso, mis obras dramáticas, han sido escritas con el designio premeditado, de hacerlas, anti-escénicas, anti-teatrales; en una orientación contraria a toda mise en scène;
tengo para mis libros, un público muy extenso, muy selecto, muy leal, para que intente cambiarlo ahora, por un público de Teatro;
sería una inconsecuencia, una abdicación inexplicable, en mi larga vida de Escritor, ya consagrada por el Exito;
no lo intento;
y, es por eso, que no quiero que se me atribuya la intención de escribir obras para el Teatro;
y, me defiendo hasta de la sombra de esa suposición;
mis tragedias, son demasiado altas, y demasiado profundas para eso;
yo, no tengo el alma vulgar y ligera de un escritor de sainetes y de farsas;
he sufrido demasiado, para reír;
tengo demasiado orgullo, para hacer reír a los demás;
no podría envilecer mi talento, hasta la jocosidad...
no tengo osatura de clown;
el terreno de la comedia, me es vedado a causa de eso;
de todos los escritores de mi tiempo y de mi medio, yo he sido y soy, sin duda, el más aislado y el más solo;
no sé de otro ejemplo de soledad igual;
la comedia, es una cosa vivida, o vista vivir;
¿cómo pues, un solitario podría escribir una comedia?
no viviendo sino la tragedia de su soledad, un solitario, no puede escribir sino tragedias;
tanto como las comedias, yo desconozco los cómicos;
he leído cosas, sobre su conmovedora y estéril vanidad, pero no la he sufrido nunca, y no la he visto de cerca jamás;
no he tratado hombres, ni mujeres de teatro;
ignoro sus modalidades, y sus temperamentos;
son especímenes de una fauna absolutamente desconocida para mí;
¿cómo un hombre que no conoce los cómicos, podría escribir comedias para ellos, cuando lo más cómico que hay en las comedias, son acaso los cómicos mismos?
Shakespeare y Molière, extrajeron de allí toda su fuerza;
ellos fueron cómicos; y por eso fueron tan grandes comediógrafos;
no he andado entre bastidores, sino una sola vez en mi vida, cuando un escritor de mucho talento, a quien no pude resistir, me llevó a visitar una bella actriz, que él distinguía;
recuerdo, que salí dando tumbos, por entre farándulas y bártulos, cachivaches y chirimbolos, cuasi asfixiado con el olor de las candilejas, y el de los potes de afeites y pinturas, que empestaban el aire;
y, cuando estuve en la calle, todavía me perseguía la visión obsesionante y macabra, de los rostros pintados de los cómicos, y de la belleza ajada y fantasmal de las actrices;
un hombre que así ignora los bastidores, ¿cómo podría escribir obras para los que viven entre ellos?
ser el bufón del Público, no me ha tentado nunca;
y, ser un bufón, interpretado por bufones, mucho menos.
*
He leído en alguna parte, que lo más dramático en los dramas, suele ser la Vida de los dramaturgos;
y, lo más trágico en las tragedias, digo yo, es la Vida de aquel que las escribe;
no se tiene un genio trágico, sin haber tenido una Vida trágica.
Esquilo, sabía mucho de eso, cuando escribió Prometeo;
él, se había visto desterrado, perseguido por sus propios hijos, acusado de las peores infamias...
ultrajado por los hombres, se volvió para dialogar violentamente con los dioses, que aquello permitían...
clavó su corazón, sobre la cima desnuda, y escupió al cielo sus blasfemias;
entre Corneille y Racine, el primero fué más trágico, porque sufrió mayor lote de dolores;
pero, más trágico fué Crébillon, porque sufrió la Tragedia del Olvido; aquella en que el Hombre muere, ahogado por el Silencio.
Voltaire, hizo tragedias clásicas; pero, no pudo hacer tragedias trágicas;
ignoró siempre lo sublime, tal vez a causa de que ignoró el Dolor…
él reía... y, hacía reír…
no le fué dado el glorioso privilegio de hacer llorar...
Voltaire, tenía el alma de un mono, en cuyo cerebro, se hubiese anidado una estrella...
la Tragedia, es el cielo tenebroso, a donde vuela el Genio...
Voltaire, era el ingenio;
y, el ingenio, no tiene fuerza en las alas para remontarse hasta ese cielo, y atravesar la tiniebla formidable, en rumbo recto hacia el sol.
*
No quiero decir, con estos mis decires adversos al Teatro, que los que a escribirlo se dedican en nuestra lengua, carezcan de talento;
decir eso, en una época y en un idioma, en que escriben para el Teatro, Jacinto Benavente, Ramón del Valle-Inclán, y Jacinto Grau, sería un sacrilegio de la palabra, contra el Arte y contra la Verdad;
si Benavente, no ha llegado a la altura trágica suprema, a la cima esquiliana o ibseniana, a que podía llegar, culpa es de su época y de su medio, y culpa de él, que capituló con ellos;
en Benavente, hay más, mucho más, que el escritor de comedias sutiles, agudas, y a veces dolorosas, que conocemos;
hay en él, el autor dramático, el autor trágico, capaz de las más altas concepciones, y que permanece irrevelado, o apenas revelado fugitivamente, por relámpagos de genio, que brillan a intervalos, sobre el cielo, no siempre apacible de su elegante ligereza;
en otro país, libre de los prejuicios religiosos y sociales, que agotan y esterilizan la mente española, Benavente se habría permitido tener genio;
en España, se ha limitado a tener talento;
eso, le ha bastado para triunfar, no hasta donde merece, sino hasta donde es posible desmerecer para triunfar;
¿ha sido eso una abdicación de Benavente?
para emplear un eufemismo, que no lastime mi admiración y mi aprecio por el grande Escritor, pláceme decir, que ha sido una adaptación;
puesto a optar, entre el fracaso por exceso de talento, y el triunfo por falta de él, escogió un término medio, y resolvió triunfar a medias, con un gran talento, puesto a escribir cosas, a la altura del medio...
y, el día que hizo: Los Intereses Creados, ese día creó sus intereses;
no triunfó del medio;
el medio, triunfó de él;
y, a pesar de esa mutilación de su Genio, queda siendo el primer comediógrafo, no de España, sino de la Raza, y no tiene rivales sino en Italia, pese a los falsos esplendores del Teatro de París.
*
Yo, he visto fracasar en el Silencio, un silencio inquietante, pronto a llegar hasta la hostilidad: el Yermo de las Almas interpretado por la exquisita sensibilidad y el espíritu sutil y atormentado de Margarita Xirgu;
y, en esa atmósfera de incomprensión cuasi agresiva, deslumbrado y conmovido ante la admirable creación de Valle-Inclán, lamenté, que su fracaso no hubiera sido estrepitoso, inmisericorde, absoluto... como lo merecía, como lo merece, toda Obra Superior;
el Genio, no tiene derecho al triunfo, sobre las tablas de un Teatro...; ni en la arena de la Vida;
el Insulto o el Silencio, es lo único que le debe prodigar la Multitud;
su aplauso lo mancilla;
por eso, y a causa de mi gran cariño espiritual, y de mi admiración férvida por Valle- Inclán, y por toda la Obra valleinclanesca, yo hubiera deseado presenciar su fracaso definitivo, aquella noche de audición indecisa y cuasi hostil;
tal vez, la gracia delicada y el acento apasionado y trágico de la Xirgu, impidieron este beso de la gloria, sobre la frente lejana del Autor...
Valle-Inclán, tumbado por la Bestia-Multitud, viendo fracasar su drama en un yermo de almas, incapaces de comprenderlo, habría sido doblemente augusto;
sabido es, que cuando la Multitud ultraja al Genio, de cada coz de la Bestia, nace un Sol para coronar la frente del Vencido;
yo sé, que dramas de Valle-Inclán, han tenido gran suceso, en escenarios diversos de España y de América;
y, sé que La Marquesa Rosalinda, por su elegancia versallesca, y el preciosismo exquisito de su versificación, fué aplaudida en el Teatro de la Comedia de Madrid, por manos enguantadas, dignas de coger rosas en los jardines del Trianón;
pero... esos triunfos, no alcanzan a decirme nada contra el arte admirable y supremo de Valle-Inclán, ni a disminuir mi admiración por él;
se la conservo toda, a pesar de sus sucesos, por creerlo superior a ellos.
*
En cuanto a Jacinto Grau, no me ha sido dada la pena de verlo triunfar sobre la escena;