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«Libre estética» (1920) es un ensayo de filosofía artística de José María Vargas Vila, donde el autor expresa su admiración por la belleza y plantea la posibilidad de un arte que solo busque alcanzar la belleza. Algunos de los artículos que componen esta obra son «El arte», «El genio en el arte», «La hora del arte», «La originalidad en el arte», etc.
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Seitenzahl: 183
Veröffentlichungsjahr: 2021
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José María Vargas Vilas
EDICIÓN DEFINITIVA
Saga
Libre estética
Cover image: Shutterstock
Copyright © 1920, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726680485
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
PARA LA EDICIÓN DEFINITIVA
Una mirada enternecida hacia las auroras lejanas, ya borradas para siempre, en cielos de Inanición;
mirajes y paisajes ya esfumados y diluídos en ignotos horizontes y, de los cuales, el vago perfil remoto, no alcanza a consolarnos de su ausencia definitiva...
rememorar, es revivir...
recorrer en espíritu las largas avenidas de laureles que nos fueron propicios...
¿no son hermanos de aquellos que tejidos en forma de coronas, se hicieron ya polvo sobre nuestra frente?
nuestras manos fatigadas, no se tienden ya hacia los ramajes admirables...
¿para qué?...
la Tristeza del Vencedor, es la más cruel de todas las tristezas;
ella siente no ya el hastío, sino el desprecio del Triunfo;... miserable león vencido que vace embalsamado a sus pies...;
recordar...
he ahí un buen triste placer, en esta hora sin Orgullo, en que sobre las cenizas de estériles victorias, vemos sin angustias, las tinieblas de la Eternidad descender sobre nuestros ojos, prontas a cegarlos para siempre...
y, lanzamos sobre nuestra Vida, miradas sin Amor;
la mirada de Ulises moribundo sobre los mares maravillosos que lo vieron cumplir su extraño periplo...;
así veo yo, la larga teoría de mis libros, aparecer ante mí, cuando necesidades imperiosas me obligan a evocarlos;
ellos surgen ante mis ojos fatigados, como islotes dispersos, acá y acullá, sobre mares antes en tormenta y hoy en serena quietud...
cuando hablo de ellos siento que una vaga sensación romántica hace temblar mi voz...
¿qué hacer?
ellos fueron toda mi Vida;
hoy, me toca releer esta, miLibre Estética ;
debo prefacear este libro, según el deber que me he impuesto, para con cada uno de los míos, cuando les llega el momento de ser incorporados en la Edición Definitiva de mis Obras Completas ;
hoy toca el turno a este volumen;
¿qué decir de él?
es un libro sin historia;
pero, podría decirse que él, explica la historia de muchos libros míos;
él contiene, si no todas, casi todas mis teorías sobre Arte;
todas mis Normas de Estética;
a las cuales ajusté mi vida de Escritor;
como Escritor, yo viví ese libro;
fué mi Código;
escribí según sus leyes de Belleza;
y, hablé según sus cánones de Elocuencia;
codificadas esas doctrinas mías, forman este libro;
publicado fué en Barcelona en el año de 1971;
y, hoy entra a formar parte de misObras Completas ;
y, este Prefacio, es uno como beso, que doy en la frente de este hijo de mi es píritu, que se aleja hoy de mí, y va como un Cristo cogitabundo y colérico, a predicar este Evangelio de Estética por los campos del Mundo donde almas nobles y serenas, cultivan con manos de Ideatidad, el divino rosal de la Belleza...
en perpetua floración.
Vargas Vila .
En el Estío de 1920.
La Contemplación, es la Madre del Arte;
la Creación, es su Vida.
Arte, es Acción;
el sueño estéril, es la almohada de los débiles, el inmenso campo en que sembró Onán; caos de infecundidades;
greifft nur hinein ins volle menschen Leben, dijo Gœthe;
agarra en plena Vida, tal debe ser la divisa del Arte;
el canto de la Energía, la exteriorización de la Vida Heroica, tal debe ser la obsesión del Arte actual, del Arte revolucionario y libre;
lejos de toda Divinidad;
en plena Humanidad;
el Arte cristiano, se inspiró todo en la Divinidad;
el Arte humano, debe inspirarse todo en la Humanidad;
la Forma, fué el alma del Arte pagano;
el Símbolo, fué el alma del Arte cristiano;
la Vida, tal debe ser el alma del Arte humano;
los dioses, deben desaparecer ya del Arte, como de todo;
esas quimeras, mudas y, falaces, han ocupado ya demasiado el corazón y la mente de los hombres, contagiándolos con su impotencia;
no más dioses...
que el río del Olvido, se lleve hacia el mar de la Nada, el cadáver de las divinidades;
y, en el corazón de los hombres suene el mismo grito libertador, que a la muerte de Pan, se escuchó sonar entre los arrecifes de Sicilia; ¡Dios ha muerto!... Dios ha muerto...
y, que flote la bandera de la Libertad, sobre la tumba de los dioses...
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
La Belleza, fué la inspiración del Arte helénico;
la Tristeza, fué el culto del Arte católico;
la Libertad, debe ser el alma del Arte acrático;
ya, no se trata de la libertad del Arte, sino del arte de la Libertad;
el color del Arte se ha fijado;
el Arte, es rojo;
rojo, como una bandera de guerra;
rojo, como la sangre;
rojo, como la cólera.
Liberación: es el lema de esa bandera;
demolición de las viejas capillas escolásticas a donde se aprisiona el Arte;
todo el deber del Arte, está en esa lucha;
la abstención, es una deserción;
la Torre de Marfil de los viejos simbolistas, es ya una fortaleza de leyenda, poblada de fantasmas.
Mallarmé, fué su último custodio, y duerme, bajo las losas del templo sin deidades, coronado de rosas efímeras, en las largas liturgias del Silencio;
los cenobitas de esa Torre, cayeron uno a uno en brazos de la Muerte;
no hubo catecúmenos;
los jóvenes peregrinos que iban hacia ella, fueron iluminados por el rayo de Damasco, que se desprendía del corazón de la Tormenta, y desanduvieron el camino;
y, volvieron hacia la Vida;
no hay Vida posible fuera de la lucha;
es imposible inclinarse sobre la batalla, como un dios impenetrable, contemplando la agonia de los dioses;
la Vida, no se ennoblece sino por la lucha, y no se inmortaliza sino por el Sacrificio;
no hay Ideal posible fuera de la Humanidad;
renovar, es decir, luchar, ése es el deber del Arte;
a cada nueva aurora, una nueva Conquista;
servir a las más altas idealidades del Espíritu, y ser el Apóstol de las más dolorosas realidades de la Vida;
al Arte puramente ideal, oponer el Arte fuertemente social;
a las embriagueces letales de un idealismo fatalmente soñador, las obras trascendentales de un realismo fuertemente luchador;
al individualismo orgulloso, que se encierra en su Torre de Marfil para soñar, el altruismo generoso, que baja a la arena para luchar;
al Arte, que reniega de la Vida, por prosaica y por vil, por tumultuosa y por mala; el Arte que ama esa Vida, por dolorosa y por cruel, y se entrega a combatir por ella, heroicamente, con una noble Abnegación, que es una Santidad;
a la Poesía, exclusivamente ornamental, que llena el mundo de Símbolos sonoros, desoyendo el balbuceo angustioso de las muchedumbres que piden ser defendidas y salvadas por los pensadores, oponer la Poesía orquestal del Combate y del Tumulto, llena como el Mar, de prestigios y de amenazas;
a ese Arte anémico de neurosis, Sol de Decadencia y de Agonía, suplirlo con el sol rojo y violento de los grandes desiderátumes del Destino: la Revolución;
ese concierto de sonoridades verbales, es el himno de la Esterilidad cantando sobre las playas de la Muerte;
ya no habrá Obra de Arte inmortal, fuera de las del Arte Social;
separar el Arte, de las necesidades dolorosas de la época, es algo oprobioso y traidor, algo así, como castrarlo antes de estrangularlo, someterlo a la Vergüenza, antes de entregarlo a la Muerte;
el Escritor, el Poeta, el Artista, tales deben ser los Sumos Sacerdotes de la grande Obra Social;
y, la misión del Arte, debe ser:
narrar, pintar, cantar, esculpir, el hondo Dolor de su época, el gesto pavoroso del Pueblo en pena, que tiende sus manos en gesto desesperado hacia la siniestra imperturbabilidad del Cielo vacío;
hacer en la prosa, en el verso, en el mármol y en el lienzo, la constante reproducción de este grupo trágico de la Fuerza degollando al Mundo, que es la pavorosa síntesis de la época actual;
que el verso sea algo más que armonía mórbida, conjunción de refinamientos verbales, asonancia vocabular, gama de matices musicales, escarceos de una poesía claudicante, crepúsculos de malaquita y soles de talco;
que el poema, la novela, el mármol, y el lienzo sean todos, la reproducción sociológica y, la copia fiel del estado social en que vivimos, de este orden existente, que según La Forge: es un escándalo capaz de sofocar la Naturaleza humana;
hacer del Arte, un Acusador;
dar al Arte, una conciencia;
hacer novelas, como Tácito escribía historias, para encerrar dentro de los muros de su dialéctica, el Crimen desesperado;
hacer Poemas, como Dante escribió los suyos, para aprisionar en las mallas de fuego de sus rimas, y ver contorsionarse en los círculos de su Infierno, todos los réprobos de la Libertad;
hacer la estatua del Pueblo, que casi grite el dolor como el Hércules Vencido;
pintar cuadros que reproduzcan el horror de la Misericordia lapidada, como en el Cristo, de Rembrandt;
hacer del Arte, una Protesta;
todas las protestas.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
El Arte, es una Fuerza;
la más grande Fuerza que la Naturaleza pudo poner en el cerebro del Hombre, para enaltecer y consagrar la Vida; y para revelar al mundo la Belleza;
la más alta forma de la Belleza, es la Libertad;
por eso el más grande deber del Arte, es servir a la Libertad;
separar el arte de la Libertad, es partir en dos, el corazón de la Belleza;
el Arte, tiene el derecho y el deber de mezclarse a las luchas ardientes de los hombres, de espigar su cosecha de victorias, en el campo fecundo de la Acción, de cantar las bellezas del Tumulto, y entonar la Marsellesa estruendorosa de todas las rebeliones, en las grandes batallas de la Vida, sobre el corazón de la Humanidad, vencida y humillada por la Fuerza;
la hora es del Arte Social;
es decir: del Arte Revolucionario;
nuevo Orfeo, él debe pasar despertando al mundo con los sonidos de su flauta, haciendo sonar en la negra Noche de la Injusticia, las grandes sinfonías de la Justicia y de la Fraternidad, a tiempo que los Tirteos de la Conmoción, llaman a los pueblos a rechazar sobre las murallas del Ideal, las invasiones crecientes de la Fuerza;
el clamor atormentado y siniestro, de todos los siglos pretéritos, degollados por la Injusticia; la queja vindicativa de las dolorosas y heroicas generaciones, de todos los mártires de la Libertad, deben tronar por las mil bocas del Arte Nuevo, del Arte Libertador, como una anunciación de Castigo, de Justicia, y de Revancha;
el clarín de la Nueva Aurora;
¡el Arte!
¿qué vale él, qué significa él, fuera de la Audacia orgullosa, de la Fiereza obstinada, de la Voluntad tesonera de destruir, de crear, de libertar?...
¿de ser un Himno de Victoria, y un soplo de Creación sobre las ruinas?
¿qué es sin eso, y fuera de eso?
cortinajes de oro y seda, telas ornamentales, cálices y orfebrerías, hechas para los altares de un dios que debe destruirse;
bizantinismo miserable;
los sacerdotes de ese culto, la primera adoración que tienen es la de su propia castración;
y, viven de rodillas ante sus genitales desprendidos, proclamando ante el mundo, el orgullo de su mutilación;
esa capilla de eunucos, es la Torre de Marfil, de: el Arte por el Arte;
obscura Sacristía de la Impotencia;
el Arte por la Libertad, y para la Libertad;
ésa es la fórmula;
¿la Libertad del Arte?
eso es poca cosa;
el Arte de la Libertad;
eso es todo.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
El Dolor Colectivo, el gran dolor Humano, para el cual cada corazón es un altar;
el Dolor torrencial y miserando de la grande Alma Humana, que grita en la garganta de todos los desheredados de la Tierra;
ese Dolor, tumultuoso y afrentoso, cuyo lamento llena el mundo, como el ruido de mares infinitos en la Noche;
¿quién lo canta?
¿quién lo esculpe?
¿quién lo pinta?
¿dónde está la Obra de Arte, que lo reproduce, lo traduce y lo inmortaliza?...
nada... nada...
¿qué vasos de oro, robados al Templo de la Piedad, se ponen bajo esos ojos anónimos e inagotables, para recoger sus lágrimas, que son la condenación inapelable de los dioses y de los hombres?
¡el Dolor de los miserables de la Tierra!...
¿dónde recibe culto?
¿qué asclepiades se juntan, para auscultar su enorme corazón en duelo?
¿sobre qué altar de Entusiasmo y de Conmiseración, ungen con el óleo aromal de la Misericordia, sus llagas portentosas?
¿qué almas de pecadoras arrepentidas vienen a besar sus pies?
¿qué cabelleras de oro los enjugan como caricia de auroras fulgurantes?
¿dónde están los himnarios y las liturgias, que canten el ¡Hosanna! de ese verbilocuo peripatético, que va por los valles y por los montes, cantando su Dolor, y cuyo nacimiento fué anunciado por la estrella de las desolaciones, lívida como un astro muerto, y por el rugido de los leones exangües, que guardan en su boca negra, el misterio de los grandes veredictos?
a ese Dolor hecho carne, y llamado el Pueblo; a ese Mártir, hecho de cicatrices y de harapos, con las manos atadas por la iniquidad de todas las leyes, hechas en su nombre, y la boca sellada por la piedra blasfematoria de la Fuerza, puesta sobre ella, como la garra de una Esfinge de basalto;
a ese nuevo Cristo, multílocuo y poliformo, cuya cabeza divina se bambolea como un astro ebrio, con una ebriedad de lágrimas, pues ha bebido el llanto que corre por la cuenca de sus maceraciones, como una tierra convulsionada, bebe los manantiales y los ríos de lava que corren sobre ella;
a ese gran Nazareno, escupido por todos los sayones; ¿qué pueden consolarlo, los cantos saduceos, las liras de oro, los plectros armoniosos, que cantan la gloria de un dios hostil a sus miserias, y de Césares violentos contra ellas?...
esos grandes lampadarios con sus luces versicolores, no disipan su tiniebla ascensional hacia la cumbre del Vértigo, a la cual asciende a tropezones, empujado por las manos brutales de la Injusticia;
esos cantos litúrgicos a una Belleza estéril, no apagan el grito fariseo de sus perseguidores;
esas rimas exangües e incoloras, no vienen como manos de hermanas cariñosas, a estancar la sangre que vierte su cabeza lapidada;
si no ha de ser el consuelo del miserable, la alegría del pobre, la protesta del oprimido... ¿para qué el Arte?...
Arte, que no es lucha, que no es Venganza, y no es Justicia... ¡estéril Arte!;
ese Arte... ¿Sardanápalo, no lo agotó con sus prodigios?...
¿qué déspota oriental, no lo contó entre sus útiles de divertimiento, cerca a sus pájaros exóticos y a sus tigres domesticados?
¿no lo protegió Calígula?
¿no lo cultivó Nerón?
ese Arte, es un perfume de Serrallo;
humanizar el Arte;
transubstanciar en él, el Hombre todo;
el Hombre es el Dolor;
quien dijo Humanidad, dijo Infortunio.
Esquilo, creando a Prometeo, sintetizó y simbolizó todo el Arte: la lucha del Hombre contra Dios...
vencer a Dios, y desterrar a Dios de los dominios del Arte;
eso, es purificar y libertar el Arte;
libertarlo de la tiranía de un cadáver; purificar la atmósfera de la pestilencia de ese cadáver insepulto;
la Cruz se ha alzado como un muro de sombras, entre el Sol y el Hombre;
es necesario derrumbar la cruz, y volver a ver el Sol;
el divino Sol del Arte...
hace veinte siglos, que el cadáver del Nazareno, nos oculta la belleza de Apolo;
la Galilea bárbara, ha ocultado la Grecia de Pericles.
Jerusalén, eclipsa a Atenas;
el Gólgota, no deja ver las colinas de la Hélade...
el Semita bárbaro, y los pescadores nauseabundos, ocuparon el puesto de los bellos dioses fugitivos...
la Belleza huyó, perseguida por la Cruz...
¿cómo restaurar el culto de la Belleza?
aboliendo el culto de la Cruz...
descristianizar el Arte, es descretinizar el Arte...
libertar el Arte;
hacer Arte Libre;
quien dijo Arte Libre, dijo Arte Ateo...
¿recordáis el grito de Voltaire?
Guerra al Infame.
Nietzsche, ha dicho: «El hombre, aun penetrando mucho en las cosas de la vida, no puede retener de ellas sino un pedazo de su propia biografía»;
para el Artista verdadero, no hay más mundo que su mundo interior;
vive en él, y vive de él;
su Yo, enorme y desmesurado; es decir, todo lo infinito y lo absoluto que hay en él, es la cantera inagotable de donde extrae el divino mármol de todas sus creaciones;
el falso artista, pide al mundo exterior, la inspiración y el objeto, es decir: la idea y el material de sus serviles reproducciones;
el uno, es el Artista,
el otro, el artesano;
el Artista, se ve vivir, y traduce su propia Vida en sus obras;
sus creaciones, aun objetivas, son el reflejo de su Yo creeador; se mueven, piensan, y actúan, según sus propias modalidades, y son una exteriorización de su mundo interior, vivo y vivificante;
el artesano, no crea, reproduce; como todo en él, está fuera de él, busca moldes de figuración, no los hace, y vacía en ellos los residuos licuados de un pensamiento que no es el suyo;
el Artista, inventa el molde y el troquel para poner en ellos el oro hervoroso y sin alianzas de su pensamiento nuevo y poderoso; y, si en mármol trabaja, suyo es el cincel, suya la mina espiritual, de los cuales brota impoluta la soberana Creación;
el artesano — y, léase en sentido artístico literario: el mediocre — infecundo por natura, es incapaz de producir el porvenir, y de laborar para él; tiene el horror de los soles nacientes, por la impotencia absoluta de contemplarlos, y no ama sino los soles ya extintos de las edades pretéritas; ellos no ofenden la debilidad de sus pupilas;
por eso, como una larva ofuscada, va hacia el Pasado, por la espesa selva clásica, buscando el nido en que ha de depositar su huevo de oruga tradicionalista, que no ha de empollar sino plagios arcaicos dignos del amor de una Academia;
el Artista, crea el molde, en él fabrica su creación, y los lega ambos al Porvenir, como una herencia de divinidad; como una constancia de lo único adorable que existe sobre la tierra: el Genio;
el artesano de las letras, no tiene en su Yo, los elementos creadores, sino los instintos imitadores y reproductores del Arte... su alma, es una matriz que otros fecundan;
sus miradas, tienen que posarse sobre el mundo exterior, y extraer de allí, toda su inspiración, puesto que su mundo interior es un desierto que no puede darle nada, incapaz de toda creación y de toda floración;
el espectáculo y el contacto del Universo, no despiertan en él emociones personales, es decir, originales, ni agitan su sensibilidad hasta ese grado de conciencia superior, subjetiva, que produce la expresión turbada y poderosa del Pensamiento, hecha una Obra de Arte;
esa anexión de un distrito de conciencia, que es la Originalidad, falta en él, por faltarle esa Omnipotencia de Sí Mismo, que es la distintiva del Genio;
incapaz de crear, por carencia o deficiencia de la percepción sensible y patética de las cosas; no pudiendo levantarse hasta el intenso absoluto, porque le falta la vibración poética del Universo en Sí, recibe ya hechas, las formas del pensamiento, y las reproduce como una eyaculación mental, sin voluntad y sin grandeza;
la cualidad lírica, eternamente superior, del superconsciente, le falta por completo; y, la Poesía por ejemplo, no es en él inspiración, sino versificación, asonancia métrica, especulación retórica, una función cuasi secretoria, ajena en un todo al estado de alma apolínea del Poeta; inequivalente y cuasi contraria a ese insondable fenómeno de pensamiento, alto y sonoro, solitario y acre, que doma con su esplendor todas las cosas de la Vida, y que es: la Inspiración;
esos mecánicos del vocablo, son los juglares de la Métrica, pero no son los poetas; son la imitación, pero no son la Inspiración; son el instinto, no son el Genio;
les falta eso que sube del profundo Yo, hacia la luz, inaccesible; la ascensión luminosa hacia el Misterio; la carrera vertiginosa por los laberintos del alma, llena como el Cosmos de protoplasmas divinos en acción;
ellos, proceden por reflejos, que fingen un grado de conciencia, pero que no son nunca la conciencia artística; es decir, la apercepción maravillosa que lleva en sí el universo en germen, que evoca la Vida del fondo del No Ser, e incendia y vivifica todo, con el poder creador de lo divino;
el instinto predatorio, del viejo hombre primitivo, y el servilismo vejatorio del cortesano alejandrino, son los estigmas infalibles de aquellos rimadores estériles, llenos de genuflexiones mentales, y de esclavitudes permanentes;
su trabajo de adaptación y de asimilación, llega a ilusionarlos a ellos mismos, porque nada hay más apto a hacerse la ilusión del talento, que la mediocridad;
empeñados en bordar frases sin emoción, sobre el canevas apolillado de la vieja métrica oracular, sueñan con dar a sus calcomanías, la dignidad de una pintura, y a sus copias sin pasión, la altura de una fe;
el rimador escolástico y clásico, es eso, y nada más que eso: un copista servil y adocenado;