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«Los césares de la decadencia» (1907) es un ensayo de José María Vargas Vila sobre personalidades de la política colombiana y venezolana. El autor realiza una crítica mordaz de los gobernantes de estos países: Rafael Núñez, Miguel A. Caro, Manuel A. San Clemente, José A. Páez, Guzmán Blanco o Rojas y Andueza.
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Seitenzahl: 177
Veröffentlichungsjahr: 2021
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José María Vargas Vilas
Saga
Los césares de las decadencia
Cover image; Shutterstock
Copyright © 1907, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN; 9788726680430
1st ebook edition
Format; EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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En este libro, hay bastante, para disgustar á todos los partidos y para encolerizar á todas las facciones. No teniendo otro Partido, que el de la Libertad, está llamado á despertar el Odio de los opresores, y á provocar el celo vil de los aduladores... Hecho es para desafiar la cólera muda de los amos y la sonora servilidad de los esclavos.
Esta obra, completa, contiene aún los estudios históricos, sobre el Cesarismo;En México — En Guatemala — En El Ecuador — En Santo Domingo . La extensión de ellos, no ha permitido publicarlos todos en un solo volumen. Serán materia de otro, de inmediata publicación, que está ya listo á entrar en prensas.
La fuerza de un Escritor, no reside en su talento, sino, en su carácter...
es la unidad de una Vida, lo que hace la grandeza de ella;
no se ejerce una vasta dominación sobre su tiempo, sin haber ejercido primero una alta dominación sobre sí mismo;
es poseyendo una gran conciencia, que se llega á dirigir la conciencia de los otros;
la influencia de un Escritor sobre su época, marca, no los grados de su talento, sino los grados de su virtud;
la Humanidad, no quiere ser defendida, sino por almas dignas de ella;
y sólo los grandes caracteres son dignos de servir á la Libertad;
el carácter, gana las batallas que el talento compromete ó el miedo entrega;
el verdadero carácter, es aquel que no tiembla nunca, aquel que no cae jamás;
el talento en una alma sin carácter, es como la hermosura, en una mujer sin virtud: un elemento más de prostitución;
cuando la Naturaleza quiere hacer un conductor de hombres, lo hace completo: une á un talento enorme, un carácter inflexible, y la creación del Apóstol queda hecha;
el Verbo tiene ya cima de donde bajar sobre las almas;
y las tablas de la Ley, tienen ya un brazo fuerte, que en lo alto del monte las sostenga contra la tempestad;
ese hombre, dominará, no esclavizará;
esclavizar es función de déspotas; dominar es función de Apóstoles;
Faraón, es un lado de la cadena humana, aquel que entra y arraiga en la tierra;
Moisés, es el otro, aquel que vuela muy alto, y va hacia el cielo;
el Poder Intelectual, no pertenece sino á los grandes hombres; el Poder Material, pertenece á todos;
sólo las almas privilegiadas llegan á la autoridad de conducir;
cualquier ser, por abyecto que sea, tiene la fuerza de oprimir;
al Poder Material, se llega;
para el Poder Intelectual, se nace;
al Déspota, lo hacen los hombres;
al Apóstol, lo hacen los dioses;
la estrella de Belén, anuncia la aparición de un Conductor;
el relincho del caballo de Darío, no anuncia sino la victoria de un Conquistador... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
No hay rebelión posible contra los guiadores de conciencias: ellos son: la Rebelión;
el Verbo de sus labios, no es tangible;
se les puede cortar la lengua, y, ellos, continúan en hablar...
la cabeza cortada del Bautista, habla en manos de Salomé; habla con palabras espirituales, que hacen palidecer á Herodes;
esa Omnipotencia de la Palabra, hace temblar la Tierra;
el fulgor del Verbo, hace el furor del bruto;
porque el bruto manda; pero, solo el Verbo, reina;
el reinado del Verbo, es el único digno de ser sufrido por los hombres.
––––––––––
Un Escritor honrado, es toda la conciencia de su época;
el furor de una época, puede refugiarse todo, en la espada de un Conquistador;
pero, el alma de una época, no se refugia, sino en la pluma de un Escritor;
Tucídides, es toda el alma de Grecia;
Tácito, es toda el alma de Roma;
Hugo, fué por veinte años, toda el alma de Francia;
el día que murió Marti, el alma de Cuba murió con él; después, no se arrastró sobre su tumba, sino la sombra de un pueblo...
Kosiutsko, se llevó consigo, toda el alma de Polonia;
Pœteffi, fué el último canto de la Ungría;
el alma de Colombia, duerme en Quito, bajo la tumba sin cruz, de Juan de D. Uribe;
ser el alma de su época, es el Destino de ciertos hombres;
cumplir ese Destino, es su Deber...
––––––––––
Un hombre libre, no es el cortesano de su época: es su Juez;
ser el cortesano de los pueblos, es aún más vil, que ser el cortesano de los reyes;
el escritor verdadero, no sigue la opinión pública: la guía;
los que son incapaces de tener una opinión, tienen la opinión pública;
eso, puede ser cómodo, pero, eso no es digno;
el verdadero Escritor, debe aspirar á conducir, no á seguir;
¿qué diríais de un pastor, que se pusiese en cuatro pies, á seguimiento del rebaño?...
seguir la corriente del río humano, como un leño arrancado de la orilla, en vez de henderlo y contrariarlo como la quilla de un navío, es cosa vil de almas sin fuerza, hechas á la domesticidad y fáciles al halago;
el alma de los mediocres, es así;
madera para esclavos;
el hombre superior, va fuera de su tiempo, y, sobre su tiempo;
guía su tiempo, no como un cayado, sino como una estrella;
es por él que se orientan, y, hacia él, que se orientan las multitudes;
para amar lo que todos aman; para odiar lo que todos odian, adorar lo que todos adoran é insultar lo que todos insultan, para doblar la rodilla ante los ídolos y bajar en silencio la cabeza, ¿qué necesidad hay del talento? ¿cuál del Genio?
la esclavitud no requiere grandeza alguna, antes las proscribe todas;
la Mansedumbre, es la virtud de los rebaños; no es el distintivo de los leones;
la Naturaleza, ha hecho las ovejas desarmadas, como para la obediencia;
y, ha dado garras á los tigres y á las águilas; seres de combate y resistencia;
las gacelas, corren la llanura, en busca de los grandes pajonales, para ocultarse en ellos;
el león, rompe la selva virgen, sin temor á las espinas del zarzal, que hacen corona inofensiva á sus melenas hirsutas;
no esperéis nada de las almas pasivas: son materia de sacrificio;
esperadlo todo de las almas agresivas: almas de soledad: ésas son las grandes combatientes;
el peligro no dice nada á esas almas; y el Miedo, no tiene el poder de estremecerlas;
desafiarán la Muerte, como han desafiado la Vida;
nada las hará retroceder, ni el encuentro con el sepulcro;
son toda la Virilidad de su época;
y toda la Verdad.
su corazón, llena un mundo que no pueden amar;
y, su Genio, ilumina una época que no pueden salvar;
¿ qué más puede pedirse á los hombres de la Verdad?
¿qué más?...
que sus labios la digan toda;
y toda será dicha;
y, ella caerá como una lluvia de fuego, sobre esa tierra calcinada, huérfana de la Verdad;
y, sobre esa época menguada, que entre todas sus bajezas, se distinguió por su odio á la Verdad;
y sobre el mundo miserable y los hombres miserables, que apostataron de la Verdad;
la Verdad, mata;
pero, la Verdad, salva;
salvar el mundo por la Verdad; he ahí el privilegio de los labios que no mienten, y de los corazones que no tiemblan;
tal es el deber de una Vida, consagrada á la Verdad;
vivir para Ella;
y, morir por Ella;
la Verdad es imperiosa, como la Muerte;
como el ídolo del Ganjes, ella devora por igual, la víctima del Sacrificio y el Sacerdote que la ofrece;
digamos la Verdad;
y, palabras de Libertad, y, voces de Verdad, sean el homenaje y el castigo de un mundo y de una época, que vivieron del Servilismo y se nutrieron de la Mentira;
no dejemos á la Verdad, perecer víctima de sus vencedores;
antes bien, apresurémonos á entregar á éstos, al veredicto implacable de la Posteridad, clavándolos en el pilorí de la Infamia, bajo el ojo inclemente de la Historia;
que la Verdad, sea dicha;
y, la Libertad, sea vengada;
he ahí una misión, digna de encarnar una Vida;
cumplirla, es vivirla;
cumplámosla.
––––––––––
Seamos sin Piedad para los enemigos de la Libertad;
no pactemos con el Éxito, cuando este, no es el de la Virtud;
y, rompamos nuestra pluma, antes de envilecerla, si la mengua de nuestra época, no nos permite esgrimirla con Honor;
si nuestra pluma no es bastante á salvar la Independencia de esos pueblos, que sea capaz de denunciar á aquellos que la comprometieron y á aquellos que la entregaron;
tengamos el valor de marcar, la hora del desastre, ya que no tuvimos la fuerza de evitarlo;
si no podemos salvar la Libertad, denunciemos siquiera sus verdugos;
si no nos es posible dar á esas generaciones decaídas, el alma ya extinta de la Libertad, démosles siquiera el sentido profundo y victorioso de ella;
y, si no podemos mostrarles ya la Libertad, como un ejemplo, evoquémosla ante ellas, siquiera sea como un remordimiento;
ya que no pueden ejercer el honor de ser libres, que conozcan, al menos, todo el oprobio de ser esclavas;
si no se puede contener la desaparición de esos pueblos, al menos cumplamos el deber de gritarla al mundo;
eso, hago yo;
testigo entristecido y encolerizado de las torturas que martirizan la Libertad y deshonran á los pueblos de América, vengo á hablar de ellas, con Cólera, pero con Justicia;
nada debo á los hombres que describo en este libro: ni persecuciones, ni mercedes;
mi ausencia. me ha mantenido lejos de las unas;
mi independencia, me ha mantenido lejos de las otras;
es verdad. que todos ellos, me han hecho insultar, por los plumitivos de sus diarismos, siervos hechos escribas, por las necesidades del momento;
es verdad, que el dicterio contra mí, ha llenado esas hojas inmundas, donde la adulación más venenosa, se une á la delación más tenebrosa, y donde el gesto festivo del mono, no logra ocultar la ferocidad nativa del tigre;
yo, no guardo rencor á esa turba de abyectos icoglanes, que cuando cesan de gritar contra la Libertad, se vuelven para aullar contra el Genio;
sus diatribas espeluznantes contra aquellos que tienen, á sus ojos, el crimen de resistir, se disuelven de tal manera en la Infamia, que se vacila en pisar esa saliva de energúmenos, arrojada á los pies del Talento altivo y solitario, que para no envilecer nada, no los castiga siquiera con su desprecio;
¡tristes entes de animalidad, que incapaces de ningún respeto, disparan contra el Imperio de la Libertad, desde la triste demagogia de su Esclavitud!
á esas almas de cieno, almas de mercenarios del Éxito, nada dicen, esos grandes soldados del Insuceso, que se llaman los Mártires, y los Pueblos;
defenderlos, es á sus ojos un delito, porque si tuvieron la gloria de combatir, no tuvieron la fortuna de vencer;
solo el Triunfo es sagrado á los ojos de aquellos pretorianos de la Victoria;
¡doctrina de lacayos, feroz y ruin, como el alma de un eunuco!
para ellos, toda Rebelión, les es odiosa, porque solo el Poder les es querido;
ellos, no saben, que oprimir á un pueblo, puede ser tarea de un lacayo afortunado; mientras que libertar á un pueblo, sólo es sueño y es acción de un Héroe Inmaculado;
para amar la Libertad, como para morir por ella, se necesita cierta talla de alma, que ellos no tienen;
en cambio, para traicionarla, para degollarla, sólo basta tener una alma de siervo, y un puño de Verdugo;
lo primero no lo hacen ellos, porque no son grandes;
incapaces de alzarse hasta el Sacrificio, se abajan hasta el Crimen;
oprimen la Libertad, porque no son dignos de servirla;
incapaces de comprenderla, no les queda otro camino que calumniarla;
y, no pudiendo comprar sus defensores, se encarnizan en deshonrarlos;
facciones del Terror, en el Poder, que se hacen facciones del insulto en el diarismo; y, no pudiendo alcanzar la Gloria, se conforman con denigrarla;
son la flecha de la Impotencia, persiguiendo el vuelo del Orgullo...
su cólera haría reir, si su bajeza no hiciera enrojecer;
no alcanzando á deshonrar la Intelectualidad, porque están fuera de ella, se conforman con deshonrar la Humanidad, diciendo pertenecer á ella;
no pudiendo ser la vergüenza de la Historia, se conforman con ser la vergüenza de su época;
y, no pudiendo salvar la Posteridad, se encargan de hacerla enrojecer.
––––––––––
Yo, no tengo el amor de los tiranos, ni siento el temor de ellos;
sordo soy á sus amenazas, como á sus halagos;
y frente á ellos, guardo el justo equilibrio, entre mi cólera y mi desdén;
mi indignación, no es, sino, la indignación de la Historia;
fuera de Cipriano Castro, á quien conocí en mi juventud, cuando él, era un Héroe campesino, libre de las mancillas del Poder, yo no conozco personalmente á los hombres de este libro 1;
en un salón parisiense, alcancé una vez, á ver la pálida faz patibularia de Rafel Reyes, y le volví la espalda, temeroso de tener que estrechar aquella mano de Asesino;
yo, hago violencia á mi corazón, hablando dealgunos de ellos, porque hay en su vida, páginas de una grandeza casi igual á la grandeza de su Crimen 2;
el prestigio de la Gloria, no logra desarmar la Historia;
es, sólo, amando con violencia la Justicia, que se llega á tener un corazón digno de ejercerla;
arrancarse las entrañas por miedo de enternecerse, es mejor que enternecerse;
el Historiador que se deja corromper por el prestigio de la Gloria, es tan vil, como el que se deja corromper por el poder del oro;
seamos implacables para la Gloria, cuando la Gloria no está al servicio de la Libertad;
sólo las almas débiles se dejan corromper por el Éxito; las grandes almas, no se rinden sino al Mérito;
escribiendo fuera de la América y casi fuera de mi época, ninguna pasión que no sea la de la Justicia, alcanza á mover mi pluma;
las pasiones de Partido, no tenderían sino á desarmarla;
la pasión de la Libertad, ha devorado mi vida;
la defensa de las Ideas Liberales, consumió mi juventud;
y, hoy, el Partido Liberal, vendido, donde no vencido 3, yendo á busca de un Amo, donde no ha caído bajo él, no pediría á mi pluma sino el homenaje del Silencio, como un Epitafio sobre su deshonra;
para callarme, no tendría sino que dejarme conmover por el sofisma;
bastaría dejar á la Mentira, el cuidado de enternecerme, porque muchos de los déspotas descritos en este libro, se han dicho liberales y ha sido con el patrocinio y la merced del Partido Liberal, que han desgarrado las entrañas sagradas de la Democracia, deseosos, como Nerón, de ver el vientre ubérrimo en que fueron concebidos;
liberal era Porfirio Díaz, del Partido Liberal salió, con él ha dominado y, ha sido con la espada de Juárez, robada de su tumba, que el Bárbaro Azteca ha degollado al pueblo, que otros habían libertado;
liberal, se ha dicho Estrada Cabrera, y, es con la espada de Justo Rufino Barrios, que ha flagelado las espaldas desnudas de Guatemala, y, ha cortado la cabeza, de todos aquellos que no han querido doblarla ante su sanguinaria Incapacidad 4;
liberal, se ha dicho Castro, y, fué arrojando lejos la espada conservadora, que había ceñido antes, que se lanzó al asalto del Poder; y, fué con una vieja espada liberal, hallada en Tocuyito, que expulsó de bajo el solio el fantasma de la Legalidad, y, venció al Liberalismo, sobre esos nuevos campos de Farsalia, donde el heroico Nicolás Rolando, rompió, antes que entregarla, su gloriosa espada oriental, que no habiendo podido salvar la Libertad, resolvió perecer con ella;
Reyes, es conservador, pero vino al poder, traído por el voto de unos liberales, se ha mantenido en el Poder, por ellos, y, es, con la espada de esos mercenarios del liberalismo, que él, ha degollado la República;
para venderme á ese sofisma de liberalismo, y desarmarme ante él, yo, no tendría que hacer violencia sino á mi conciencia, porque las apariencias todas estarían allí, para cubrirme, y embellecer con un manto de oro, mi infame Claudicación;...
¡lejos de mí, esa teoría de los venales, que si basta á satisfacer su hambre, no alcanza á desarmar mi Indignación!
y, es, para vengar al Partido Liberal, y, en nombre de las Ideas Liberales, que yo denuncio á esos hombres, que en nombre del liberalismo han matado la Libertad:
yo, el Escritor Liberal, acuso en nombre de las Ideas Liberales, á esosdegolladoresdel Ideal Liberal;
su primer pecado, es, la Traición;
el segundo, es, la Profanación;
abandonar las ideas liberales no les bastaba;...
¡era necesario deshonrarlas!...
y, ¡las deshonraron!
hicieron de ellas una hacha de verdugo, y, con esa hacha decapitaron á los pueblos;
¡Salvaje Horror!
es para vengar las Ideas Liberales, que escribo este libro;
y, para vengar la Libertad.
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... Es necesario también vengar la Historia;
el Despotismo, se empeña en hacer sufrir á la Historia la fascinación del Crimen, y, se hace el erudito de su propia Infamia, creyendo corromper al porvenir, porque habla con arrogancia á las miserias del presente;
la Historia, no es en manos de los déspotas, sino un instrumento más de asesinato: el cadalso de la Verdad ..
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he ahí por qué nosotros, no tenemos Historia;
los anales de esas dictaduras, escritos por los mercenarios de ellas, como el relato de un saqueo, hecho á la luz del vivac, en un campamento de bárbaros, eso no es la Historia;
eso es una lenta conspiración de la barbarie contra la Verdad: un asesinato del Honor;
páginas de un serrallo, escritas por los eunucos, eso no es la Historia; esa es la impudicicia del mono, agravada por la malicia del esclavo;
eso, no hace fe, entre los pueblos, ni entre los hombres libres;
no es la fascinación que el oro de la Dictadura, ejerce sobre sus siervos, lo que hace más mal á la Verdad y á la Historia;
esas crónicas de la servidumbre, escritas por los esclavos, al resplandor de un puñal, nadie las cree;
es, la corrupción que el oro de esas Dictaduras, siembra fuera de ellas, ó mejor dicho, la explotación de los mercados de la pluma, en las prensas extranjeras, la que hace más mal á la Verdad, y, á la Historia de América;
el soborno de aquellos aventureros voraces, llenos del fanatismo del mendrugo, no alcanza á corromper el criterio del mundo, pero sí alcanza á deshonrarnos á nosotros;
recorred la Europa y la América; id á New-York, á París, á Londres, á Madrid 5, en todas esas ciudades hallaréis algún papel á sueldo de las dictaduras de América, un foco de putrefacción moral, donde los corsarios de la tipografía, se empeñan en defender esos despotismos, sin forma ninguna de pudor, antes bien, ostentando como un mérito, la plácida ignominia de su portentosa venalidad;
si sois enemigos de esos despotismos, puede que no encontréis en cada una de aquellas ciudades, el puñal de un asesino, ó la espada de un rufián, para deteneros, pero estad seguros, de que en todas ellas, tras del ojo del espía, asomará la pluma del sicario, para insultaros.
la mendicidad mental de aquellos merodeadores de la prensa, falsea el criterio de la Europa y se empeña en hacer creer á ésta, en la existencia de un gobierno libre, dondequiera que hay la mano de un Amo que los pague;
las Embajadas de esas Dictaduras, son agencias de corrupción, que ejercen la trala de blancas, en las regiones de la más baja intelectualidad extranjera, y, reclutan su mercancía en las capas más abyectas del periodismo ocasional, entre aquellos cuya mentalidad de topos, está aún por debajo de su moralidad de esbirros;
y, esos escribidores paniaguados, extranjeros que todo lo ignoran de la América, hasta la Geografía, son los que informan el criterio del mundo sobre nosotros... ¡oh, mengua!...
y, esos proxenetas de la pluma, se encargan de corromper la Historia, calumniando con suceso la Libertad;
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... Es necesario apagar los aullidos inusitados de aquellos mercenarios, que han enarbolado el pabellón de su hambre como una bandera, y han proclamado la venalidad, como una virtud;
es necesario ir contra esos conspiradores, que así asesinan la Verdad, en las sombras de una emboscada;
es necesario abrir los ojos del mundo, sobre esta gran noche profunda, que es, la Tiranía, en América;
á esa misión va encaminado este libro, como han ido todos mis libros;
lleva la autoridad de la Verdad;
y, lleva la autoridad de un nombre, que no ha mentido jamás ante la Historia, ni ha calumniado jamás, ante la posteridad;
contra las adulaciones de la servidumbre, y las calumnias con que se agobia la Libertad, ha sido escrito este libro, con la conciencia de un hombre, que no tiene beneficios que agradecer, ni ultrajes que vengar;
el hombre verdaderamente incorruptible, lo es en todo: el Odio, mismo, no tiene el poder de corromperlo.
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