Polen lírico - José María Vargas Vilas - E-Book

Polen lírico E-Book

José María Vargas Vilas

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Beschreibung

Se trata de la recopilación de una serie de conferencias que José María Vargas Vila pronunció en 1924: durante el Ateneo de Montevideo («La crisis de la civilización»), en el Salón Kyrial de São Paulo («El fin del arte»), en Barranquilla («El cesarismo y la civilización») y en el Teatro Nacional de La Habana («La decadencia intelectual del mundo»).

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Seitenzahl: 140

Veröffentlichungsjahr: 2021

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José María Vargas Vilas

Polen lírico

CONFERENCIAS

Saga

Polen lírico

 

Cover image: Shutterstock

Copyright © 1924, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726680300

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Hay horas de nuestra Vida, que por nada en el Mundo las quisiéramos revivir...

su recuerdo, nos obsesiona como una pena, y nos alarma como un peligro...

y, tal vez no fueron desgraciadas, no fueron sino inquietas...

es su tumulto, el que nos espanta...

como a un náufrago, vuelto a su Hogar sobre la playa segura, lo inquieta aún el rumor de las olas lejanas, y, el recuerdo de las tempestades remotas, sufridas sobre esos mares en cólera...

tal a mí, con el recuerdo de este viaje, que ahora acabo de realizar a la América lejana...

emprendido en la hora crepuscular, en que ya los esplendores de la Aurora, no empurpuran los horizontes, ni hacen perspectivas feéricas los rayos perpendiculares del Sol, incendiando las olas azoradas, era natural que hubiese en él, algo de las tristezas de la Tarde, y esa vaga, obsesionante Melancolía, que se extiende sobre las almas y los mares, a la aproximación de la Noche Inexorable...

y, sin embargo, ese viaje fué, lo que los labios insensatos de los Hombres, llaman: feliz...

tuve en él, todo lo que habría sido necesario para la ventura de un corazón, si en mi caso, eso, no hubiera sido, arrojar un puñado de polvo mortuorio, en el fondo de una urna vacía...

yo, podría decir que en ese Viaje, tuve: Gloria, si yo creyera en esa Palabra sin sentido...

que obtuve Triunfos, si mis manos hubieran codiciado el follaje de esos árboles de ceniza, que se llaman, los laureles...

todo lo que es necesario para satisfacer la Vanidad de un Hombre; si yo hubiera tenido esa Insensatez...

aun el Orgullo de un Hombre, y la Ambición de un Hombre, si mi corazón fuera capaz de albergar esas Quimeras...

todo lo tuve; menos la Paz de mi Soledad, que había abandonado temerariamente...

es, al entrar de nuevo en ella, que vuelvo con un triste placerlos ojos, sobre ese sendero recorrido, y esos lejanos horizontes ya nublados...

la bruma de la distancia me los hace más amables;

el Destino, que me ha negado tantas cosas, me ha negado el seno de una Patria... y, por eso, no puedo decir que he vuelto a ella...

no tengo un Hogar...

ningunos brazos, ni ningunos labios, se han abierto para abrazarme y para sonreírme, cuando traspuse el umbral de mi casa abandonada...

nada...

ni la fidelidad de los lebreles de Byron, vino a acariciar con su lengua mis manos cubiertas por el polvo del camino, ni a llenar con el ladrido de su alegría, la tristeza de mis jardines abandonados...

solo, abrí las rejas del Huerto de mi Soledad...

tomé posesión del Imperio de mi Soledad...

de los parajes de mi Soledad...

del amor de mis libros, que yacían en Soledad...

y, del Amor de mi Soledad... gloriosa y confortable, y austera...

y, es desde esa Soledad, que hoy tiendo mi vista hacia los parajes recorridos...

y, quiero rememorar los gestos que hice;

y, las Palabras que dije;

en esa Peregrinación;

sobre los primeros;

en mi libro «Odisea Romántica» en el cual narro, mi viaje a la República Argentina, ya digo algunos de aquellos que esbocé...

y, en este mi libro: «Polen Lírico», digo, las Palabras que pronuncié a las Conferencias que di en esa Odisea Romántica, que es hoy para mí, un bello Recuerdo, que parece mirarme con los ojos de piedra de una Esfinge, traída por mí, de ese viaje para decorar los Jardines Silentes de mi Soledad...

_________

Ese mi viaje a América, despertó una expectación tan grande, que yo mismo quedé desconcertado ante ella;

cuarenta años de ausencia de mi Patria;

treinta, de haber pisado por última vez, tierras de nuestra América y veintiocho de una Soledad, tan absoluta y tan absorbente, en Europa, que yo mismo no alcanzaba a reconocerme, en el fondo de ella;

y me veía, semejante a un Hombre, al cual le fuese dado mirarse dormido en el fondo de su tumba;

y, he ahí, que como un temblor de Tierra arroja los muertos fuera de sus sepulcros, los acontecimientos inesperados, vinieron a Sacarme de mi Soledad;

y fuí hacia el Mundo;

y entré en el corazón terrible del Tumulto;

sin salir de mi Soledad Espiritual, llevándola conmigo, como un gran Peplum, que me cubriese con arreboles de Leyendas;

como los dioses de Homero, yo había combatido siempre en el corazón de una nube;

oculto a los ojos de aquellos, que me oían, y no me veían, combatir;

los cincuenta y seis volúmenes de mis Obras, me habían mantenido vivo en la mente y en el corazón de los Pueblos y de los Hombres, de habla Hispana;

mi Revista «Némesis» caldeaba mensualmente la atmósfera, en la cual mi nombre, se conservaba siempre con un rojo fulgor de fuego vivo;

yo, cultivaba y conservaba en los otros, la sola pasión que salva a los hombres del Olvido: elOdio;

el Odio, esla forma colérica de la Admiración;

de todos los Escritores de mi tiempo, ninguno ha despertado los Odios que yo he tenido el privilegio de inspirar;

elOdio, es mi pedestal;

yo he sido el único Escritor que ha despertado Odios;

los demás...

ellos... han despertado admiración;

y eso, porque ellos han sido Literatos y Poetas; Escritores de Forma; de bellas prosas y de bellos versos... muy bellos Escritores;

ellos, no despertaron entre sí, sino emulaciones y hasta envidias;

y ésas, se perdonan fácilmente;

la sombra que proyectaron, los unos sobre los otros, fué tan pequeña, tan frágil, que desapareció el día que esos Pájaros de la Armonía, plegaron sus alas para dormirse en la Noche sin Auroras, que es la Muerte;

ni antes de Mí, ni Conmigo, ni después de Mí, Escritor algotro ha tenido, ni tendrá tal aureola merecida de Odios implacables;

Juan Montalvo, no fué Odiado sino de los curas del Ecuador, de los Conservadores del Ecuador, y de los Indios del Ecuador;

muerto él, su Memoria queda indiscutida e indiscutible;

y el Culto a su prosa, Impersonal y Clásica, es un Culto de todos los togados, y neoclásicos de nuestras parvadas Literarias, susurrantes a la sombra de los muros de la Academia, y ansiosas de entrar en ella;

ningún Odio persigue la Sombra Augusta de Juan Montalvo;

su Estatua, Erecta, en una Plaza de Quito, confirma este mi decir;

yo no tuve Epónimos;

llené toda mi Época;...

solo, absolutamente solo, con los combates que lidié, y los odios que inspiré;

otros Escritores que vinieron después de mí, ya que no en mi seguimiento; Grandes Escritores, como J. E. Rodó, hicieron el Monopolio de la Admiración, pero no intentaron ni lograron hacer, el Monopolio del Odio;

ése fué mío;

no hay un Intelectual en América, y—eso honra a los Intelectuales de América—, que no lleve casi al Fanatismo, su Culto por Rodó;

yo, no he tropezado todavía, con un Escritor, y sobre todo un Escritor Joven, que no sea un Fanático de Rodó;

hasta en su Patria, Enrique Rodó no tuvo, y no tiene sino Admiradores, y cuando se le alce el gran Monumento que merece, no faltará en su pedestal, para su Gloria Suprema, sino que abra en él, sus negras alas, el Gerifalte del Odio;

un Genio, que no es consagrado por los Furores Epilépticos del Odio...

¿es un Genio?

Rubén Darío, el apacible, el lírico, el musical y encantador Ruben Darío, tan digno de inspirar Admiración, no fué capaz de inspirar Odio;

no tenía talla para eso;

el Palmípedo Celeste, caído en la Azulidad Difusa, de un lago Nicaragüense, no tenía fuerza en las alas, para despertar esas tempestades, ni para cruzarlas;

fué, es, y será, amado y admirado, perpetuamente;

y, ahora quedije amado, me viene en mente, otroPoeta, que llevó por nombre ese adjetivo, y por apelativo, tuvo el de: Nervo;

Amado Nervo… ¿quéjoven portalira, románico, melancólico, insípido y lírico, no lleva en su corazón el culto de Amado Nervo?...

me fatigo leyendo laudes, ditirambos y palimpsestos de Elogios, a lasgeneraciones y degeneraciones de Escritores de Actualidad, para loscualestodo Olimpo, parece estrecho, y aloscualeslosvendedores de Inmortalidad barata, se la ofrecen a cambio de una sonrisa, un Prólogo, o un adjetivo, laudatorio, caído de los labios de esos Idolos coronados por el rumor de los Abejorros en orgasmo;

pero;

el Panfletario, el Libelista, coronado con las ortigas del Odio; ¿dónde está?

preguntándome eso,me veo, solo yenorme, en el vasto arenal caliginoso:… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …

así;

natural era, que al ir Yo, a América, todos esos Odios se pusieran en pie, por no decir que en cuatro pies, que fué como se pusieron;

desde luego... inútilmente;

Citando Yo llegué a Buenos Aires, la «Nación», y sus domésticos plumarios, ensayaron lo inverosímil, para hacer en torno mío, el vacío y el Silencio;

nada lograron;

el Tumulto que ocasionaron mi Nombre y mi llegada, los aplastó, los abrumó, los clavó, como en un poste de Impotencia y de Derrota, sobre sus Prensas venales, y al pie de sus linotipias vencidas;

durante veintiocho días, que viví yo allí, ni un solo momento decayó la Expectación Pública, nerviosa y podría decirse que febricitante, en torno mío;

¿por qué no di Conferencias en Buenos Aires?

todo estaba listo para mi Conferencia, en la Universidad del Plata;

se la esperaba con ansiedad;

y;

no quise hacerla;

se lo escribí así, al Rector de aquel Instituto, el Gran Tribuno, Alfredo Palacios;

me excusé, no me expliqué;

y lo dije, luego en mi «Odisea Romántica»; yo no hallé en la República Argentina, un Público bastante culto, ni bastante sensitivo, para escuchar mi Palabra;

y fui a Montevideo;

Montevideo, es a Buenos Ayres, lo que Atenas era a Roma, en tiempo de Roma Bárbara;

los Porteños—como llaman allí a los Argentinos—, van a Montevideo en peregrinación de Cultura, y para aprender a hablar español, en las playas de Pocitos;

en Montevideo, di la primera de las Conferencias, que forman este Libro;

fué un verdadero Acontecimiento Intelectual, entre aquellos atenienses, que parecen vivir bajo la sombra ausente de Pericles;

aquella Tribuna, fué una Tribuna digna de mi Palabra;

desde las tres de la tarde, de aquel día, la Plaza donde está situado el Local del Ateneo, empezó a poblarse de gentes;

y cuando a las diez de la Noche, el Presidente de la República, acompañado de su encantadora hija, llegó allí, le fué casi imposible entrar al Edificio, y llegar hasta el Estrado;

las olas del Público, crecían por minutos, llegando hasta la Tribuna, impidiéndome casi hablar, a causa de su aglomeración;

fué una Noche Memorable;

y larecuerdo aún en mi Soledad, comounagran caricia, hecha por las manos de la Gloria, sobre mifrente Taciturna;

el Brazil, del uno al otro extremo de sus selvas, es unJardín de Academus, poblado de laureles,dePoetas y de Músicos;

mis amigos de Santos, organizaron una fiesta para que yo hablara en el Salón Kyrial, de San Pablo, que es como decir, el Ateneo de allí;

desgraciadamente me enfermé y debiendo embarcarme en Río Janeiro, dos días después, la fiesta no pudo tener lugar;

la Conferencia, que debí decir allí, es la segunda de este volumen;

con el Alma rendida y emocionada, llegué a Playas de Colombia;

nunca olvidaré la delirante y apasionada ovación que mi Patria me hizo, cuando pisé su suelo amado, donde parecían haber muerto todos los rencores;

la Ciudad de Barranquilla, que fué aquélla, única en que detuve mi planta, es hoy uno de los ídolos de mi Corazón;

allí, pronuncié la Conferencia que ocupa el tercer lugar en este Libro;

decir el Entusiasmo que ella despertó, sería querer describir lo indescriptible;

de allí, fui a Cuba;

la Habana y Montevideo, son las dos Ciudades más Cultas y más Letradas, que yo he encontrado en mi camino;

allí, la«Academia de Artes y Letras» organizó una Sesión en mi Honor y en ella dije la Conferencia, que es, por orden cronológico, la cuarta de este Libro; ocho mil personas, llenaron el Teatro Nacional para escucharla;

de allí, fui a México;

callado permanecí en la República Azteca;

callado salí de la República Azteca;

y fué al regresar a esa«Esmeralda Fúlgida» que es la Isla de Martí, que detuve allí el vuelo de mi Espíritu, y quedé como Prisionero de su Encanto, antes de regresar a esta Europa fatigada y vencida;

a mi edad, ya no se pasca sobre las playas del Mundo, sino sus propias cenizas;

las cenizas de sus sueños y las de su corazón;

al llegar a la zona ilúcida, vecina a los sesenta años, un Hombre no es ya sino una tumba que anda...;

tumba a veces musical y llena de armonías extrañas;

por un Decreto Inexorable de mi Destino, no me ha sido dado hallar la Paz que yo deseaba, para mis últimos días;

continúo en vivir y continúo en combatir, sin saber el lugar en el cual he de caer, muerto, como un Hoplita, sobre su Escudo;

y tal vez estas Conferencias, serán el Último Eco de mi voz sobre la Tierra;

nuevos libros seguirán a mis libros ya escritos y publicados;

mis combates de «Némesis» seguirán, hasta rodar yo en el polvo, vencido por la Muerte;

pero;

¿hablar en Público?

¿volver a escalar una Tribuna?

eso será muy difícil...

por no decir, que es ya, imposible;

he vuelto a entrar en mi Soledad;

y quiero morir en ella;

guardando el Silencio de mis Labios;

ya que no el Silencio de mi Pluma;

y mi corazón sabe por qué teme, que este Libro mío, sea... el Canto del Cisne;

mi último acento de Tribuno;

el Escritor, vive y vivirá en Mí, tanto más fuerte, cuanto más me hunda en el riñón de mi Soledad;

porque es de los bosques, de mi Soledad y de sus árboles sagrados que Yo saco la madera, para mis flechas de combate;

pero...

hablar...

escalar una Tribuna;...

no;

eso no;

yo no tengo el amor de esos Combates;

cuando últimamente esbocé esos gestos, fué haciendo una gran Violencia a mi Espíritu;

los que me oyeron, pudieron comprenderlo tal vez, más en la angustia de mi actitud, que en la amargura de mis Palabras;

acaso Yo, fui nacido para la Tribuna, como muchos lo han creído y lo han escrito, pero las circunstancias de mi Vida, que me alejaron por luengos años de los combates tribunicios, me deshabituaron de esos campos de batallas;

y, hoy, su aparición en ellos, no tiene ningún encanto para Mí;

cada una de estas Conferencias, dadas en América, fué un Triunfo Personal, para Mí;

pero, fué también, un, gran Sacrificio, Personal para Mí;

recuerdo esos Triunfos, con gratitud, pero la impresión de esos Sacrificios, perdura en Mí, como una angustia;

me ha pasado, la edad de emocionarme, fácilmente;

carezco de toda Ambición;

y eso me hace atérmico, para las emociones de la Publicidad;

de todas mis pasiones, que fueron muchas, la del Desdén, es la que hoy adquiere mayor magnitud, en Mi Espíritu;

algo de la Insensibilidad de la Muerte, hay en la zona amable y amada, que precede a ella;

y el Amor al Silencio, es uno como homenaje al Silencio Eterno, en que vamos a entrar;

es tal vez por haber obtenido todas las victorias, que ya no se ama ninguna;

y es por haber apurado todas las Derrotas, que no se tiene ya el Temor de ellas;

Yo, atravesé los mares, sin emoción;

viví, en las ciudades encantadoras, sin sentir su encanto;

fui admirado;

agasajado;

aplaudido;

discutido;

defendido;

y

aclamado...

y vuelvo fatigado, y aturdido, a las playas de mi Soledad, para morir en ellas;...

tanto más feliz,cuanto más solo...

dos son hasta hoy, los libros que esta Peregrinación me ha hecho escribir;

«Odisea Romántica» o sea mi viaje a Buenos Aires;

y este «Polen Lírico» osea mi Libro de Conferencias;

pongo en orden, mis notas para escribir mis sensaciones, mis emociones, y mis visiones, de los otros países que recorrí;

Uruguay;

Brazil;

Colombia;

Cuba;

y...

México;

¿tendré tiempo?

eso me es indiferente;

hace ya mucho, que la Muerte, me Obsesiona, como un Amor;

el Solo Amor, que me es desconocido;

la Vida, no guarda ya, encantos para mí, porque todos me los reveló;

la Vida, no guarda alguna emoción y alguna sensación, sino por la cantidad de Dolor que hay en ella;

y, yo creo haber agotado la Vida, porque he agotado el Dolor;

ya no hay para Mí, Misterio, sino en la Muerte;

y siento el Obsesionante Deseo de Violar ese Misterio...

VARGAS VILA