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«Prosas-Laudes» (1907) es una recopilación de artículos de crítica literaria de José María Vargas Vila, donde el autor analiza y valora las obras de sus contemporáneos, como César Zumeta, Eugenio Díaz Romero o Pedro César Dominici. Además, dedica varios textos introductorios a temas universales, como son la libertad artística o la estética.
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Seitenzahl: 250
Veröffentlichungsjahr: 2021
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José María Vargas Vilas
Saga
Prosas-laudes
Cover image: Shutterstock
Copyright © 1907, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726680263
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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parecía un Jardin de Paradojas
y era una gran floresta de Verdades...
Reproduce tu corazón;
pinta tu corazón;
vuelto hacia el lado del alba canta tu corazón...
en el gesto negro de la angustia, di las cosas de tu corazón...
á las ráfagas de los horizontes arroja las cenizas azules de tus sueños, que son los sueños de tu corazón;
sobre el argento pálido de tu melancolía, engrandecido como la tarde, abre el abismo de tu corazón...
haz del Arte un pentagrama, en el cual cante tu corazón...
tal es el secreto del Arte vivo y verdadero, del Arte subjetivo;
porque el Arte es eso: la auto-visión del mundo universal, en el propio corazón;
el corazón es un espejo, y en él se refleja la visión de la Vida;
y, es la Vida, la que cantamos en la cabalgata loca de nuestros sueños, sobre las nubes encabritadas en cólera, bajo el acre huracán;
la Vida, evocada de lo más profundo y más puro de nuestro corazón...
el corazón brilla íntegro, con triste esplendor, en esas flores de tinta en que externamos nuestro pensamiento; floraciones negras, que son como la bituminización confusa y difusa, de nuestra Vida, largamente soñada: en sueño rojo;
la tibieza maternal del corazón envuelve nuestros sueños;
el corazón nos mira con maternidad;
hagamos un bouquet de las flores jeroglíficas de nuestro corazón; armónicas y líricas, llenas de un sublime dolor;
y, en cadencias suaves cantemos nuestro corazón...
cantad el Dolor de la Vida, la Miseria de la Vida, la Maldición de la Vida, ¡ oh artistas!
haced gemir la rosa sangrienta de vuestro corazón, crucificado por las manos violentas de los dioses;
engrandecidos en vuestro orgullo, como en un crepúsculo poderoso, decidlo todo de la Vida;
hacia los silencios fastuosos, hacia los cielos, infinitamente lejanos, lanzad el grito de la Vida...
pintar la Vida, es denunciar la Vida;
arrojad la Verdad entre el oro y las podredumbres del miraje;
la Vida es mala;
la Vida es vil;
la Vida es cruel;
¡salvaje y espléndida como un desierto!...
viéndoos vivir, oyéndoos vivir, contad la Vida;
¡acusad la Vida!...
testigo y Juez, que vuestro corazón diga la Vida;
denunciad la Vida;
delatad la Vida;
es decir: Pintad la Vida;
vuestra obra será entonces lo que debe ser...
una compasión hacia los hombres;
una requisitoria contra Dios...
_______________
No se es original, sino quedando personal;
nuestro arte ha de ser personal, dentro del Arte universal, como nuestro dolor es único, dentro del colectivo, humano dolor;
hay en el artista verdadero — que es todo artista veridico — una especie de segregación mental, que provee al desenvolvimiento anormal de sus sensaciones, y, le da uno como modo de visión, extraordinario, que es la distintiva específica de su genio:
no se es genial, sino á condición de ser anormal;
esa facultad, rara y terrible — desconocida de los organismos groseros — esas combinaciones de percepción extralúcida, que se desarrollan hasta el Éxtasis, en las naturalezas artísticas, son las que constituyen la esencia misma, de esa forma aguda de intelectualidad dolorosa, que se llama: el Genio;
la facultad de ver la Belleza, le es concedida á todo el mundo; pero, la facultad de sentir la Belleza, no es dada sino á los artistas;
esa acuidad, esa omnipotencia de visión, que sacude toda la impresionabilidad orgánica, por la cantidad y la naturaleza de las ideas que sugiere y de los espectáculos que despierta — espectáculos maravillados, que brotan del milagro intenso de nuestra vida interior, tan prodigiosamente rica en génesis sensoriales, y adivinatorias —,
esa facultad visual, apta para desarrollarse y penetrar en lo Irrevelado y lo Infinito, es la que hace la raza hosca y luminosa, solitaria y heroica, de los Profetas y de los Visionarios;
la inteligencia profunda del simbolismo oculto y siempre latente de las cosas; su apercepción engrandeciente y desmesurada; el abarcamiento magnificente de la Visión, con el ritmo de sus líneas y colores, prolongado en uno como limbo de alucinaciones, constituye, lo que pudiéramos llamar, la modalidad íntima, la esencia de la cerebralidad aguda del Artista;
esa facultad óptica y sensorial, es lo que lo diferencia, del cerebro asensitivo del vulgo;
un modo de ver ordinario, no dará sino revelaciones ordinarias, en formas ordinarias;
solo lo extraordinario, da de sí, lo extraordinario;
abyssus abyssum invocat...
el Abismo llama al Abismo...
el Genio es la Excepción...
_______________
La facultad de comprender el universo, no es la misma, para el Artista, que para el común de las gentes arrefinadas y obtusas;
el espectáculo exterior de la Belleza, no se refleja lo mismo en el océano tumultuoso de todas las almas...
simbolizar, es alta función de Arte, y la Belleza es un Símbolo, al reflejarse en los ojos del Artista, cargados de Eternidad...
el Artista perfecto y completo, entra, por su alma, en posesión absoluta y luminosa de las cosas que ve reflejadas con rayos de espiritual belleza, en el fondo de su conciencia, orgullosamente clara;
y, engrandeciéndolas, se difunde, se confunde, se diluye en ellas, en una voluptuosa sensación extraña, de anonadamiento y de desaparición;
su alma entra en el seno de la Inmortal Belleza; y, la completa;
ese don de compenetración, de adivinación, de prismatización y poemización de las cosas bellas, vistas y vividas, es lo que permite al Artista, las revelaciones estallantes del alma ardiente y luminosa del universo ultrasensible;
un paisaje, visto á la misma hora, por almas disemejantes, ¿dice á ellas, las mismas extrañas palabras de fervor, las mismas decoraciones inagotables, los mismos esplendores, llenos del infinito mudo de las cosas?
no;
la hora vesperal, en que el crepúsculo, ajado como una rosa mortuoria, va avanzando en el vértigo del cielo, sobre la madurez ardiente de la Noche;
y, la estupefaciente inmovilidad de los paisajes, se extiende como un estanque claro lleno de cosas inmóviles;
y, las perspectivas, en sinuosidades tenues, palidecen, bajo horizontes hostiles...
y, se hacen remotas, hasta perderse como en mares monstruosas en la ribera feérica de la noche violescente;
y, el rumor orquestral, que llena las florestas cercanas, pasa como un grito de centauresas vencidas, por sobre la verdura misteriosa del llano estremecido, infinitamente matizado de rosas, como en una sinfonía de Otoño;
toda esa belleza radiosa y hostiaria, agonizando entre las manos diáfanas de la tarde;
todo eso luminoso, de un encanto despótico y tierno, todo eso lleno de tristezas y de presagios, que es un crepúsculo en el campo, ¿creéis que dirá lo mismo al alma atrofiada y rudimentaria de un gayán boyero, que al alma exquisita y quintesenciada de un artista excelso?
un jardín primaticio de rosas festivales y funerales, crecidas bajo el sol blondo, cerca á la mar serena, como hechas de ceras vírgenes y bermellones solares, ¿creéis que dirá lo mismo, con sus coloraciones fastuosas y acariciadoras y sus palideces hieráticas y evocatorias, como de labios tendidos hacia la Muerte, al alma roma de un burgués feliz, que al alma atormentada y dolorosa de un Poeta?...
no;
¿qué es una rosa para un burgués?
una aglomeración de pétalos;
y, ¿para un Poeta?
es un Poema;
¡qué de cosas infinitas hay en el alma inerte de las rosas!
y, el Poeta sabe de eso: sabe del alma de las rosas;
él, sabe del secreto de sus corazones ardidos y del lenguaje misterioso de los sedientos paisajes, violentos de pasión;
ama la psicología de las rosas;
y, en el jardín melódico, él, ve la psicosis y los matices, de la floramia misteriosa, que habla á su corazón...
esa rosa pálida, con una palidez de ámbar, como extraída del corazón de un ópalo, por las manos de alabastro de la Noche, le dirá de tristezas imperiales y de agonías diademadas, en lechos conquistadores, en el pórfiro inhospitalario de los muros palatinos: una alma de Princesa;
y, esa otra, exangüe, amarillenta, como hecha de las lágrimas de un cirio, con un amarillo ardido de fiebre, con su corola anémica en forma de beso, le hablará de clorosis claustrales, de días vitraceos, en capillas oraculares, llenas de calmas silentes, de interminables adoraciones cerca á los altares blancos, al pie de los Cristos pensativos, bellos en su juventud agonizante, pero de una virilidad inerte, sorda á los ruegos de la carne subiendo á ellos en una marea montante de plegarias: alma de novicia;
y, esa otra, con pulpa fuliginosa, ¿no le dirá en su fasto bermejo, algo como el deseo de una aldeana feliz, muerta en vísperas de desposorios?
y, el rosado pálido de esa otra, que semeja el obstinado silencio de una boca muerta bajo la presión de un beso, con su gesto de caricia le hablará de vírgenes muertas en un éxtasis de amor, con los vientres tendidos hacia el Deseo...
y, el violeta acónito, cuasi negro de otra, le hablará de mortales venenos, de secretos más profundos que el seno insondable de la Noche;
y, el adorable cadáver de esa otra que ha muerto como una madre en puerperio y muestra aún sus entrañas de rubíes, estremecidas de amores, le hablará de extrañas violaciones, de combates sobre vientres púberes, de senos rojos y martirizados donde han lactado los estupros, como leoncillos asesinos, con ojos verdes de esmalte;
y, esa otra blanca de un blanco de campiña invernal, con su corazón azul, como una sombra de alba, de un azul hepático, que es casi un verde de aguas, le dirá de gestos pertinaces de abnegación, como una lenta caricia sedativa, sobre los sexos imploradores;… gestos infanticidas, en un horizonte áfono, sin esperanza...
y, la otra, roja como una hora de lujuria, rosa de un cinabrio de delito, rosa shakespeariana, como para adornar el seno de Lady Macbeth, bajo la roja caricia de sus manos delictuosas, le dirá de codicias y venganzas, de horas de sangre, que parecen dormidas en las crispaturas convulsivas y complicadas de su seno de flor-dragón;
y, esas otras monocromas y simétricas, con un blanco antipático de yeso, y, las otras estrelladas y maravillosas, con pistilos ornamentales, como hechas para la flora vitrigráfica de una Adoración de Nitchunio, le dirán toda la expresión sinfónica de sus almas cambiantes y musicales, tenazmente enamoradas de los suaves vientos, pertinazmente tendidas hacia el beso del Eterno Sol;
el Poeta, y, solo el Poeta, con el don sagrado de su adivinización, podrá comprender y traducir, lo que en el grande aire exquisito, cargado de coloridos instrumentales y perfumes sinfónicos, le dice el alma desolada de las flores, hermanas en soledad y en abandono, al exhalarse en ondas divulgatrices, por sobre el vasto campo hacia la Suprema Belleza;
y, el gusto de los labios de las rosas, que llena el aire insidioso, de un perfume incalculable de voluptuosidad, escapado de su blanca agonía, hará que su Musa, ebria de la hora magnífica y aguda, se mezcle al nervosismo musical, que viola el silencio; y vuelto hacia las rosas blancas, ante el Sol que lo escucha, ya lejano, — como un cisne en destierro — les dirá:
¡oh, rosas!
¡fraternas rosas!
vuestra palidez monacal, vuestra paz incolora, me parece un desastre del alba;
vuestra tristeza ignota, en el gran silencio blanqueante, que oprime la tierra, os hace aparecer consuntas, en la tácita albura de vuestros linos astrales;
en la hora diáfana, sois como narcisos eneïos, sobre las soledades del agua;
irradiáis rayos florecidos de tristezas, en la calma inexorada, bajo el crepúsculo violeta;
sois la melancolía;
¿ha muerto el canto en vosotras, ruiseñores inertes de la adoración?
la vida profunda del himno aretúsida ¿no se escapa ya de vosotras, hacia los jardines vocalizantes y la desierta orquesta del amplio mar en calma?
la palabra eterna y breve de vuestra boca cerúlea y misteriosa, no va ya sobre los vientos peregrinos, hacia los silencios que escuchan la gran Tragedia de la Vida? inmortalmente;
en la cándida paz del valle, bajo los montes vigilantes, cuyas heroicas frentes, se tienden sitibundas al beso espiritual del alba, ¿por qué ya vuestros cantos de leticia llenos de virtud odorante y salvaje, cesado han, y vírgenes y solas, agonizáis, bajo la rabia del sol famélico? mudamente;
cerca á la mar infatigable ¿sois los cirios que velan los sueños corruptos de sus aguas intoxicadas?
la azulidad os hace difusas, con una difusión de lejanía, como de alciones vistos en la noche, sobre una costa remota;
cerca al velamen marino, en las acanaladuras góticas de la playa, sois como los guardianes sagrados de muertes milagrosas;
vuestras pubescencias monásticas, vuestras blancuras abaciales, como hechas de carbonato de plomo, os hacen fúnebres en vuestras ternuras profundas, llenas de uno como extraño horror místico;
¡qué rara intensidad de muerte hay en vosotras! vuestro claro silencio es más bello que la tumba, ondas de oculta armonía, van en ritmos lentos de nieve deslumbrada, hinchando las venas de vuestros cálices lactescentes;
en la paz umbría, vuestra alma odorante, se evapora y canta, como un despertar de mar ante una alba exaltada;
vosotras, perfumáis la euritmia del seno adorable de la Noche;
¡todas blancas, como divinas tribades, azulosas del delirio sáfico, llenas de un inaudito ensueño!.
¡todas blancas, como suspendidas á los astros blancos, en el verde devorador de un crepúsculo amargo!
¿dónde está vuestra sangre?
una divina anemia os hace exangües, y sin embargo enervantes, como una hora de cefalalgia;
una opacidad pensativa duerme en vuestros pétalos, como en las hojas mórbidas de un cicutario;
de astralidades sois hechas, como de un amor de ritmos;
¿sois hechas de la leche de la Osa Mayor ó de las Siete Cabrillas?
vuestro origen es divino, como el de un Hermes praxitéleo, lleno de femenino encanto;
¿qué constelación os dió la vida?
¿sois nacidas de un sueño de Safo, triste como una degradación de amor, bello como un sublime vicio violento?
en la ribera tibia ante la insensibilidad azul del mar, ¡cómo sois bellas, de una belleza obsesionante, de una inmutable acalmía!...
el Mediterráneo, como un luchador dormido, os muestra su seno enemigo, lleno de un funesto encono...
y, os inclináis sobre él, y, os miráis en él, ante las cosas mudas, llenas de una maravilla de Eternidad;
vuestra tenacidad en nacer en el Invierno, sobre la playa ondeante, ante el rebaño glauco de las olas, que como las panteras versicolores de Dionysos, van espumeantes y bufantes, hacia los horizontes indecisos, plenos de negras querellas... os hace heroicas...
así, ante la mar epileptiforme, semejáis un coro de mujeres, de rodillas, entre los líquenes moarés de la costa, viendo desaparecer un navío que va hacia la tempestad;
vuestra violencia es piadosa, como una fraternidad;
¿para quiénes se abre la nupcial eflorescencia de vuestros senos núbiles de alabastro?
¿para quiénes desplegáis vuestros mantos de desposadas del Silencio, bajo los aromatas de la Noche, que es como un incensario sibilino, en el oro de la estéril soledad, estremecida?
¿para quiénes son los baños de vuestras esencias, sedativas y reparatrices, como besos de Madre, sobre ojos ardidos por la fiebre?
¿hacia quiénes van vuestras ondas de amor, como inefables espumas florecidas, sobre los golfos blondos, que el sol cubre desmesuradamente, como un albatros de púrpura con las alas abiertas sobre las inmovilidades azules?
¿sobre qué frentes, ávidas de vivir, va á posarse el enjambre blanco de vuestros pétalos, como manos eucarísticas de fluidos dedos argénteos?
os llamáis: Misericordia;
vosotras sois las hermanas compasivas y encantadoras, de esa legión moribunda, que viene á estas riberas como á un calmado destierro, y bajo vuestros silencios perfumados, mira huir la Vida... y, expira con los ojos desmesuradamente abiertos sobre la Esperanza...
¿qué tísico no ha soñado con vosotras, con pasear sus fiebres, terribles y soñadoras, bajo la miel vegetal de vuestros rosales, bajo vuestra indolencia armónica, llena de un sagrado deseo de llorar?...
sois el sueño divino de la paz, que en vibramentos de Angelus, pasa por sobre las almas agonizantes, como el estremecimiento de la tarde sobre una basca profunda;... y, les ocultáis el Triunfo Cruel, que avanza; la Victoria Mala, de la Muerte;…
sois como un sol de oro, sobre el espejo tierno de las tardes difuntas;
sobre la embriaguez impenitente de cuántos sueños de juventud conmovedora y moribunda no habéis también agonizado vosotras en una agonía clara de holocausto?
¡en avalanchas de alabastro, vuestros pétalos han caído como ritmos de Eternidad, sobre las frentes dolorosas, ya casi hundidas en la Implacable Nada;
yo, sé de idilios nacidos y vividos á vuestra sombra, idilios color de cenizas, que el soplo inflexible de la Fatalidad, aventaba sobre el frío surco, ya abierto por la Muerte...
¡idilios estremecidos y palpitantes, como el corazón de un pájaro, bajo las alas implumes;
¡florescencias de Ilusión, bajo la caricia de oro de los soles vencidos!...
¡besos mortales, á la sombra de las rosas inclinadas hacia la Noche;
¡besos de dos corazones, demasiado pesados de dolores, amargos de lágrimas obscuras...
¡besos de labios que se unen para morir sobre la saya gótica de la tarde, nimbada de Infinito, llena de una gran claridad mortuoria;
melancólicamente;
para mortajas sois hechas, ¡blancas rosas siderales, blancas rosas inmortales!...
rosas significativas;
para mortaja de los corazones que ya llena el infinito de la Nada;
para mortaja de los corazones dilatados en el Misterio, entrados ya en el estuario maravilloso de la Muerte;
y, para caer sobre los catafalcos, sellados de emoción sublime;
y, para adornar las románticas, tumbas, en la joven hierba pura, ante el perfil luminoso y sutil de las lejanas colinas, dardeadas de oro, y, de belleza exultantes...
para sudario fué hecha vuestra palidez de nardos, llena de una angustia mística;
y, para el contacto apasionado de las almas que se van, apretando sobre el corazón vuestros cálices gemelos;
y, para caer sobre los párpados cerrados y los labios eternamente mudos:
por eso os amo;
¡oh, rosas de mi porvenir!...
vosotras coronaréis mi último estremecimiento de Orgullo...
y, mi Pensamiento Electo;
y, mi Sueño Ineficaz,..
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Así dirá el Poeta;
y, solo el Poeta podrá decir así, porque solo el Poeta siente así;
solo él tiene dentro de sí, la fórmula iniciática, compendial de la Belleza; la Inspiración, que es como el carbón ardiente, que quema los labios humanos, llenos de las palabras torturantes de la Revelación...
solo él sabe de la categoría de emociones que el contacto con la Naturaleza, despierta en el alma del Poeta;
solo él, comprende y escucha, en el ritmo imperecedero de la Vida: el alma grandílocua del paisaje;
porque los paisajes también tienen una alma;
los soles, que se extinguen en la bruma;
el spleen de los campos;
la calma de la hora que se esfuma...
cuando una belleza de Elegía, que rememora á Gray, dulce y amarga flota;
y, en el silencio de las cosas, brota como un cántico de bienaventuranza;
¿no sentís la esperanza, venir en dulce vuelo, sobre el viento salvaje, y hablar al corazón?
es el alma sagrada del paisaje...
¡el alma de las cosas, vagas, indistintas y medrosas!...
las cosas tienen una alma...
oh, no olvidéis las cosas, cuando duermen en calma...
las cosas son humanas;
las cosas son nuestras hermanas;
amemos el alma infinita de las cosas...
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y, el poeta, traduce y ama el alma de las cosas;
y, da á las cosas, la voz de su propio corazón;
y, conoce la gloria de vivir, y, conoce la gloria de llorar con el alma sensible de las cosas...
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Nietsche, ha dicho: “el hombre, aun penetrando mucho en las cosas de la Vida, no puede retener de ellas, sino un pedazo de su propia biografía”;
para el Artista verdadero, no hay más mundo que su mundo interior;
vive en él, y de él;
su Yo, enorme y desmesurado, es decir su Infinito, su Absoluto, es la cantera inagotable de donde extrae el divino mármol de todas sus creaciones;
el falso artista, pide al mundo exterior, la inspiración y el objeto, es decir la Idea y el material, de sus serviles reproducciones;
el uno, es el Artista;
el otro, el artesano;
el Artista, se ve vivir, y traduce su propia Vida en sus obras; sus creaciones, aun objetivas, son el reflejo de su Yo creador; se mueven, piensan y actúan, según sus propias modalidades; y son una exteriorización, de su mundo interior, vivo y vivificante;
el artesano, no crea, reproduce; como todo en él, está fuera de él, busca moldes de figuración, no los hace, y vacía en ellos, los residuos licuados de un pensamiento que no es el suyo;
el Artista inventa el molde y el troquel, para poner en él, el oro hervoroso y sin alianzas de su pensamiento nuevo y poderoso; y, si en mármol trabaja, suyo es el cincel, suya la mina espiritual, de los cuales brota impoluta la soberana creación;
el artesano — y, léase en sentido artístico-literario: el mediocre — infecundo por Natura, es incapaz de producir el porvenir; como una larva ofuscada, vase hacia el pasado, por la espesa selva clásica, buscando el nido en que ha de depositar su huevo de oruga, para modelarlo en esa creación coetánea de los siglos;
el Artista, crea el molde, y, lo lega al porvenir, como una herencia de divinidad, como una constancia de lo único adorable que existe sobre la tierra: el Genio;
el artesano, de las letras, no tiene en su Yo, los elementos creadores: su alma es una soledad;
sus miradas, no pueden posarse sino sobre el mundo exterior, puesto que el suyo interior, es un desierto;
el espectáculo y el contacto del universo, no despiertan en él, emociones personales, ni agitan su sensibilidad hasta ese grado de conciencia superior subjetiva, que produce la expresión turbada y poderosa del propio sueño;
esa anexión de un distrito de conciencia, que es la originalidad, falta en él, por faltarle esa Omnipotencia de Sí Mismo, que es la distintiva del Genio;
incapaz de crear, por carencia ó deficiencia de la percepción sensible y patética de las cosas; no pudiendo levantarse hasta el intenso absoluto, porque le falta la vibración poética del universo en Sí, recibe ya hechas las formas del pensamiento y á ese soplo de cosas extrañas modela su expresión;
la cualidad lírica, eternamente superior, del superconsciente, le falta por completo, y la poesía, por ejemplo, no es en él, inspiración sino versificación, ciencia ermética, sino métrica, una especulación mecánica, una función cuasi secretoria, ajena en un todo, al estado de alma apolínea del Poeta, inequivalente á ese insondable fenómeno de pensamiento, alto y sonoro, solitario y acre, que doma con su esplendor, todas las cosas de la Vida, y, que es: la Inspiración;
esos mecánicos del vocablo, son los asonantadores, pero no son los Poetas; son la imitación, pero no son la inspiración, son el instinto, no son el Genio;
les falta, eso, que sube del profundo Yo, hacia la luz profunda; la ascensión luminosa del Misterio por los laberintos del alma, llena como el Cosmos, de protoplasmas divinos en acción;
ellos, proceden por reflejos, que fingen un grado de conciencia, pero, que no son la apercepción maravillosa que lleva en sí el universo en germen, que evoca la Vida del fondo del No Ser, é incendia y alumbra todo con la irradiación de lo divino;
el instinto predatorio del viejo hombre primitivo y, el servilismo vejatorio del cortesano alejandrino, son los estigmas infalibles de aquellos rimadores simétricos;
su trabajo de adaptación y de asimilación, llega á ilusionarlos á ellos mismos, porque nada hay más apto á hacer la ilusión del talento, que la mediocridad;
empeñados en bordar frases sin emoción sobre el canebas apolillado de la vieja métrica oracular, sueñan con dar á sus calcomanías la dignidad de una pintura, y á sus copias sin pasión la altura de una fe;
el rimador escolástico y clásico, es eso, y nada más que eso: un copista servil y adocenado;
su alma, cerrada á las claridades imprevistas, á esa álgebra luminosa en que el Genio hace ecuaciones de inmortalidad, cierra los ojos al Sol de lo bello y entrando en la sombra sedativa de la tradición, se da con un ardor bestial, al estudio y á la imitación de los viejos pergaminos, que yacen al lado de las momias polvorientas, en esos hipogeos de lo mediocre, y, con ese vino de antigüedad, trajinado y primitivo, se embriaga de idiotez retrospectiva y contagia de ella á las generaciones de impotentes que lo siguen, valetudinarios que reculan ante el Símbolo, ante el Misterio, ante el poder creador, que extiende una ala en forma de lira, llena de ritmos nuevos y formas impalpadas, en el dominio profundo y las vastitudes cíclicas del Arte;
esos yoghis en estado de anabiosis, cuya mentalidad vegetal, adormecida por la abolición de la conciencia de lo bello, es incapaz de llegar á la exaltación y á la revelación de la espiritualidad artística, se duermen como inmensas salamandras, en las brasas ya extintas del pasado;
á esos mediocres, no sólo les falta el Genio creador y la Voluntad heroica, que son la confirmación del Genio, sino que les sobra el instinto destructor y la facultad critica, que son la negación de él;
por eso, los más agresivos de entre ellos se hacen críticos;
el crítico, no solo es el enemigo del Genio:
es su antítesis;
todo el que no alcanza á ser un escritor, se hace un crítico;
no pudiendo crear, se conforma con destruir;
su mentalidad obtusa y su visualidad enferma, se dan con tenaz voluntad á deformar esos átomos de la Belleza jerarquizada, que el Genio siembra sobre la tierra, en su auto-génesis maravillosa, en esa como cristalografía de prodigios en la cual palpitan todos los gérmenes de la conciencia artística y el atomismo radioso de la Universal Belleza;
el Destino, ha dado el instinto á los críticos para eso: para odiar al Genio;
y, ¿sabe el Genio, que desespera á los criticos?
sí;
¡ese es el único consuelo de su vida esplinética, tan luminosamente triste!
si no hubiera críticos, ¿quién divertiría al Genio?
el crítico es el mono que hace reir la Gloria;
colgado del rabo, en los árboles tristes de la Envidia, sus visajes desesperados, sus gestos impotentes, son una protesta contra el Genio, tan sincera, que si no fuera tan vil sería conmovedora;
los críticos, no perdonan á los genios, y, sin embargo viven de ellos;
su mayor defecto, no es la bajeza, es la Ingratitud;
¿quién es ese mono, que ha pasado el mar de los siglos, en ese bajel enorme, que se llama Hornero?
¿ése?
pues, ese se llama: Zoilo;...
ha llegado á la posteridad, á horcajadas en la gloria que insultó;
la voracidad de la crítica, es ingrata, como la de los parásitos ocultos en las melenas de los leones; viven de ellos y sin embargo los muerden con furor;
devoran sangre de fieras, pero, permanecen eternamente insectos;
tal es la razón de su despecho;
el desprecio á esta llaga moral, á esta epilepsia de eunucos, llamada la Crítica, es otra de las distintivas verdaderamente características del Artista Superior 1;
el Artista genial, el verdadero Artista, ignora su tiempo, ó hace el gesto de ignorarlo; no está dentro de él, sino sobre él, adelante de él; no lo sigue, lo domina y lo guía; no es el amor de su época lo que lo distingue, es el desprecio supremo de ella;
el artesano en letras, el mediocre, es siempre el cortesano, cuando no el prisionero, de su tiempo;
el Genio, alucinante y alucinado, no sufre la influencia ambiente, ni se modela por ella; es un solitario, sin porosidades para la impregnación de las cosas bajas, y hostiles que lo rodean;
su soledad, es la acre defensa contra la invasión de la vulgaridad externa, que amenaza el deslumbramiento perpetuo de sus visiones, y su latente gestación de Belleza y de lnfinito;
lo que distingue al Genio, es el desdén del triunfo;
lo que distingue á la mediocridad, es la sed del Suceso;
amar el Suceso, es la característica del mediocre: obtenerlo, es su consagración definitiva;
por eso, ama tanto el reclamo, que es el Sport de la celebridad barata;
el reclamo es la epizootía de los mediocres;
¿por qué tienen los mediocres tal sed de reclamo?
porque sin él, morirían en la obscuridad...
tienen necesidad de ser anunciados y denunciados...
el Genio se denuncia él, solo...
un lago, necesita ser descubierto...
el mar, se anuncia él mismo, con su clamor;
nadie ignora dónde está la tempestad...
menos aquellos que tiemblan ante el rayo;
todo Genio, es un rebelde;
todo rebelde genial es un aislado;
la soledad es su reino; desde él, conquista el mundo;
el Silencio, es su heraldo; con él atruena la Tierra:
mientras los demás van tras el suceso, él parece marchar hacia el desastre;
cuando los mediocres se embriagan del triunfo fácil; él, tiende el puño á la victoria difícil...
los mediocres obtienen la celebridad;
él, obtiene la Inmortalidad;
los mediocres, llegan al Triunfo;
solo él, llega á la Gloria...
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El Arte, no tiene Ética;
ignora los antagonismos artificiales, las categorías caducas, de eso anormal y confuso, atrabiliario y extravagante, que el hombre llama: el Bien y el Mal;
el Arte no tiene sino Estética;
ante la conciencia del Arte, no existe lo moral ni lo inmoral, sino lo bello y lo feo;
la Belleza, ignora la Moral, como un niño, en la cuna, ignora el sexo;
el convencionalismo de la Moral, no existe sino en los pueblos corrompidos y para las mentes corrompidas;
la Moral, no es sino un antifaz y un incentivo del vicio;
un niño no tiene moral, porque no tiene vicios;
un pueblo primitivo, tiene instintos, no tiene vicios, por eso no tiene Moral;
los bárbaros, son cándidos, procrean al sol, bajo las cúpulas de las selvas, en el panteísmo absorbente del vértigo universal;
ellos, ven en el acto de la procreación, un rito carnal, no ven un delito social;
la Moral, no entra en ellos, sino con la Civilización, es decir, con el vicio...
el día, que la Moral entra en ellos, se cubren el sexo, y abren casas de lenocinio;
el día que la Moral los descubre, ellos descubren el pecado;