Grandes minimisterios - Colectivo de autores - E-Book

Grandes minimisterios E-Book

Colectivo de Autores

0,0

Beschreibung

Este es un libro que recopila algunos de los minicuentos que se publicaron por la editorial en los años 80, los cuales eran policiacos. Podrías pensar que el propósito de nuestra Editorial, al regalarte este libro, sea que el día de mañana te conviertas en un gran investigador, un gran rescatista o un gran policía. Y, por supuesto, si así fuera, nos agradaría muchííísimo. Pero nuestro mayor deseo es que si tienes un amigo, un hermano, un vecino o si tus padres ya lo son, aprendas a admirar el trabajo que todos los días realizan en beneficio de la paz en tu país.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 120

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



PÁGINA LEGAL

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

 

Edición: Carla Otero Muñoz 

Diseño de cubierta, diseño interior y realización: JCV 

Ilustraciones: Wimar Verdecia Fuentes

© Colectivo de autores, 2022

© Sobre la presente edición:

Editorial Capitán San Luis, 2022

ISBN: 9789592116146

Editorial Capitán San Luis, calle 38 no. 4717, entre 40 y 47, Kohly, Playa, La Habana, Cuba.

[email protected]

www.capitansanluis.cu

www.facebook.com/editorialcapitansanluis

Sin la autorización previa de esta Editorial, queda terminantemente prohibida la reproduccion total o parcial de esta obra, incluido el diseño de cubierta, o su transmisión de cualquier forma o por cualquier medio.

Índice de contenido
PÁGINA LEGAL
GRANDES MINIMISTERIOS
El extraño caso de las piedras cuadradas
Decisión equivocada
Gracias, teniente
El misterioso caso de los maravillosos cascos de doña Cuca Bregante
Mi amiga Kubla
Desaparición en Baconao
La huella
Operación Caballo
Cuando pican los cangrejos
La natilla con merengue de Paca P
Cacos y cocos
Nano y Nino
La noche de los arcoiris
Robertico investiga
Un niño en la ventana
El caso de los duendes
Vuelo verde
La nota falsa
Mensaje para E.T.
El maletín carmelita
El bombero Candelario
Agatha en peligro
La novia de enfrente
Perrín y el lorito perdido
El verano en una bolsa

GRANDES MINIMISTERIOS

Hace muuucho, muchííísimo tiempo queríamos regalarte este libro. ¿Te imaginas de dónde han salido todos estos cuentos? Nos dirás: —¡Pero claro, los han escrito sus autores! Y sí, eso es cierto. Pero nos referimos a que si te imaginas cómo han llegado todos estos cuentos hasta estas páginas. Pues se escondían en un oscuroclosetde nuestra Editorial. Y como hace taaanto deseábamos que los pudieras leer, los “sacamos a la luz”.

Cuando se creó la Editorial Capitán San Luis en 1989, estas historias fueron coleccionándose bajo el nombre “Minimisterios”, porque consistían en pequeñas narraciones policiales dedicadas a los niños. Y eran pequeñas por dos razones: por su brevedad y por el minúsculo tamaño de los libros que las contenían.

¡Ay, si te contáramos cómo se confeccionaban –hace treinta años– aquellos libritos! Quizás tus padres o tus maestros te han hablado de un período especial en la historia de Cuba, y si no lo han hecho, no tardarán en hacerlo. Por lo pronto, te adelantamos que fue una época de inmensos problemas económicos. Pues durante esa etapa, de las tiras de papel que sobraban al cortar en las imprentas los libros de tamaño común, era que se producían los minimisterios. Parece increíble ¿verdad? Ya ves cómo para Cuba, tu país, el derecho de los niños a la lectura ha sido siempre primordial, aun en los momentos más difíciles.

¿Será que conoces a alguno de los autores de estos relatos? ¿A Exilia Saldaña, Enid Vian, Olga Marta Pérez, Soledad Cruz, Esther Suárez Durán, Enrique Pérez Díaz, Omar Felipe Mauri? Es verdad. Unos ya no existen físicamente, pero otros, con la misma edad de tus abuelos, pudieras encontrarlos un día al caminar por la calle, y saludarlos, abrazarlos y decirles que has leído sus cuentos. Estamos seguros de que lo agradecerán tanto que se animarán a continuar escribiendo, porque saben que lo más importante es la obra que legan a sus lectores.

Otros, como Nilda Rodríguez, son también fundadores de la serie televisiva policiacaTras la huella.Tal vez no la conozcas tanto porque en el horario en que se transmite ya debes estar durmiendo para descansar antes de una nueva semana de aprendizaje en tu escuela.

Veinticinco son los cuentos que esperan ser leídos por ti. ¡Una pila! Historias policiales, de rescate, de misterio… Sabemos que quizás no sea buena idea “soplarte” cuáles son nuestros relatos preferidos, pero nos causa tanto placer decirte que nos encanta “El misterioso caso de los maravillosos cascos de doña Cuca Bregante”, “La natilla con merengue de Paca P” y “Mensaje para E.T.” Leyendo los dos primeros te requetedivertirás con los sugerentes casos de las pérdidas de unos cascos de toronja y de unas natillas con merengue; y al leer el tercero te superasombrará conocer del trabajo de los radioaficionados.

Pero ¿sabes qué es lo que más nos resulta admirable de las historias de este libro? Pues que para sus autores los niños son grandes investigadores –y grandes lectores– capaces de contribuir a resolver los más grandes minimisterios con su especial perseverancia y sus deseos de aprender.

Para los escritores existen además otros dos personajes imprescindibles en sus historias policiales: los abuelos y los animales. Así que muy probablemente te los encuentres por aquí para ser rescatados, como salvadores y hasta como detectives.

¿Y qué decirte de las ilustraciones? Miriam Giménez González, Ramón Unzueta y Ariel Baró Báez, son solo algunos de los artistas que pusieron color a estos cuentos cuando se imprimían en aquellas increíbles tiritas. Pero ahora invitamos al joven ilustrador Wimar Verdecia para que todas estas historias, que bien pudieran ocurrir en la actualidad, se aparecieran ante tus ojos de la manera más novedosa posible.

Podrías pensar que el propósito de nuestra Editorial, al regalarte este libro, sea que el día de mañana te conviertas en un gran investigador, un gran rescatista o un gran policía. Y, por supuesto, si así fuera, nos agradaría muchííísimo. Pero nuestro mayor deseo es que si tienes un amigo, un hermano, un vecino o si tus padres ya lo son, aprendas a admirar el trabajo que todos los días realizan en beneficio de la paz en tu país.

Una vez un hombre, llamado Fidel, dijo que “nuestra Policía tenía que ser la mejor Policía del mundo, la más organizada, la más preparada, y también la más humana”. Por eso debes combatir la maldad siempre desde la bondad de tu corazón.

Ahora sí, ya estás a punto de comenzar a leer.

Para ti, pequeño lector, estos grandes minimisterios.

La Editorial

El extraño caso de las piedras cuadradas

Julia Calzadilla Núñez

Una mañana, alrededor de las 8:00, los habitantes de “Villa Hormiguero” encontraron un letrero que decía:

EN UN ALMACÉN SECRETO QUE HAY A LA SALIDA DEL PUEBLO, JUNTO A LA MATA DE NARANJAS QUE QUEDA DETRÁS DE LAS LOMAS, HAY CIENTOS DE LADRILLOS BLANCOS QUE YO LES REGALO.

(Sin firma)

¡El alboroto fue tremendo! Enseguida, cogieron otra vez sus carretillas, se dirigieron allí y comenzaron a cargar los bloques con la idea de construir la carpintería que tanto necesitaban.

Todos estaban ocupados en algo: unos limpiaban el terreno, otros descargaban los ladrillos recién descubiertos y otros los iban colocando unos sobre otros con el mismo esmero con que trabajaban los mejores arquitectos. Al caer la noche, el edificio de la carpintería estaba ya listo.

Los días fueron pasando y en el nuevo taller se fabricaban sin cesar los más variados tipos de muebles: mesas, sillas, sillones, libreros, estantes, escaparates, etc.

Hasta una noche en que llovió tanto, tanto, que las calles de la villa parecían riachuelos y los riachuelos parecían mares.

Al amanecer dejó por fin de llover. Los techos de las casas todavía chorreaban agua como las regaderas y los vecinos, para ir al trabajo y a la escuela, tuvieron que utilizar botes. Pero muy pronto corrió la voz de alarma: ¡La carpintería no estaba en su lugar! ¡Se había evaporado, desvanecido como por arte de magia! A su alrededor, un lago espeso se movía con la fuerte brisa que aún soplaba…

—¿Un lago espeso? —exclamó el detective Chirri levantando las cejas.

—Sí, espeso como las sopas de Tití Carmen —respondió Carriolina.

—¿Y no hay otra pista? —quiso saber Grandulónnn.

—Por el momento no —dijo Chirri revisando su libreta de notas—. Solo eso… —y añadió pensativo—: ¡Volvamos al lugar de los hechos, tal vez descubramos algo más!

Y así fue, porque averiguaron cinco cosas interesantes:

1. que sobre el extraño lago volaban varias moscas.

2. que en sus orillas se acumulaba una cantidad inmensa de granitos, parecidos a la arena.

3. que la carpintería había desaparecido después de la lluvia.

4. que aquel líquido no era agua.

5. que aquel líquido, además, era dulce.

—¿Dulce? —preguntó Carriolina a Chirri—. ¿Estás seguro?

—Prueba una gota y lo comprobarás tú misma —le contestó este—. Estamos frente a un misterioso caso, amigos: ¡El de las piedras cuadradas que se convirtieron en sopa!

—En sopa no, sino en un lago almibarado. No es lo mismo —rectificó Grandulónnn.

—Tienes razón. Y si no es sopa, ni es agua y sí esdulce, entonces se trata de almíbar —agregó Chirri con tono de victoria—. ¡Tomemos una muestra para analizarla en nuestro laboratorio!

Una vez allí, y después de varias horas de estudio y análisis, el microscopio lo aclaró todo: ¡Era almíbar! Chirri estaba en lo cierto.

—Pero el almíbar, ¿de dónde salió? —quiso saber Carriolina.

—No sé —dijo Grandulónnn—. El taller desaparecido era una carpintería y no una fábrica de bombones… No entiendo nada…

—Eso es lo que vamos a averiguar ahora mismo —declaró Chirri—. Me temo que todo es obra del ratón bromista. Estoy seguro de que fue él quien puso el letrero. Ya no tengo duda alguna… ¿Entiendes ahora por qué la carpintería desapareció después de los torrenciales aguaceros que cayeron aquella noche? —preguntó a Carriolina.

—Creo que ya lo entiendo —respondió esta—. Simplemente ¡se derritió!

—¡Exacto! —dijo Grandulónnn, que también lo había comprendido todo—. Los torreones de azúcar se derriten con el agua… No eran tales ladrillos…

—He ahí la explicación del lago espeso —añadió Chirri.

—Dulce como el caramelo —exclamó Grandulónnn—. ¡Corramos a la villa a explicar lo ocurrido con las piedras cuadradas!

—Y a ayudar a nuestros amigos a construir otra carpintería, esta vez de madera de verdad —concluyó Chirri mientras recogía apurado sus instrumentos de trabajo.

—Y esta nueva que haremos, aunque no sea azúcar, seguro que va a ser tan dulce como la otra —dijo Carriolina ya con los motores encendidos—. La amistad es así…

Decisión equivocada

Nilda Rodríguez

Con los vasos desbordantes de helado, Beatriz, Sergio y Daniel fueron a sentarse. Ya Sergio raspaba el fondo de su vaso cuando notó algo en el piso, se inclinó y al levantarse, los demás vieron el hallazgo en su mano…

—¡Un carné de identidad! —casi exclamaron a coro. Sergio comenzó a hojearlo.

—Vamos a ver de quién es para devolverlo— dijo Daniel, el mayor del grupo.

—Mira, tiene dinero ahí atrás y bonos de gasolina —indicó Beatriz.

—Es de un amigo que estaba conmigo —se apresuró a decir una voz.

Los niños se volvieron hacia un hombre solitario, de aspecto un poco sucio, que caminó hacia ellos.

—Yo se lo llevo, se le cayó al pagar.

El hombre se alejó guardándose el carné.

—Ese hombre está raro. A lo mejor no conoce al del carné —soltó Beatriz.

—Vamos a pedírselo —decidió Sergio levantándose de la mesa.

—¿Y ustedes creen que lo va a dar? ¡Qué bobos son! —sentenció Beatriz.

Daniel asumió el mando:

—Vamos a hacer una cosa: Yo lo sigo con mi bicicleta y ustedes le avisan a Ricardo, el jefe de Sector.

Ricardo atendió de inmediato a Beatriz y a Sergio. Ninguno se atrevió a decirle que Daniel, por su cuenta, chequeaba al sospechoso.

—Yo vi la foto, es un hombre joven, así como usted, trigueño y con un bigote grande —describió el niño.

—¿Recuerdas algún otro dato, Sergio?

—Radamés… pero no pude ver el apellido.

Unos minutos después, en la oficina municipal del Carné de Identidad, Sergio estaba ante un grupo de fotos y tarjetas.

—Menos mal que son pocos los Radamés del municipio —comentó Ricardo.

—Este es —dijo Sergio con una foto en la mano.

Mientras, Daniel mantenía bajo control al sospechoso. Este se detuvo en un bar, sacó dinero del carné ajeno y compró dos botellas de ron.

Ya no había dudas. Ahora Daniel debía saber dónde vivía el hombre.

Ricardo, acompañado de Sergio y Beatriz, tocó a la puerta de un apartamento. Quien abrió fue nada menos que Radamés, el dueño del carné.

—Buenas tardes, compañero, ¿usted ha extraviado su carné de identidad? —preguntó Ricardo.

—Sí, compadre, estaba con mi mujer en la cafetería de Porvenir… ¿Lo encontraron? Tenía ahí el sueldo del mes.

Beatriz se decidió entonces:

—Daniel fue detrás de ese hombre…

—Debieron decírmelo desde el principio —respondió Ricardo visiblemente disgustado—. Hemos perdido mucho tiempo.

—Pero ahora sabemos que es de verdad un delincuente —razonó Sergio.

—Y que un niño solo anda tras él.

El hombre vivía en un barrio demasiado solitario, por eso Daniel no pudo evitar que se volviera al sentir el ruido de la bicicleta.

—Ah, pero mira quién está aquí… Ven, que tú mismo vas a devolver el carné —dijo en un tono tan normal que confundió al niño.

Daniel se vio de pronto rodeado por dos hombres que lo miraban de rara manera.

—Se las quiso dar de guapo el chama. Vamos a tener que darle un escarmiento.

Ricardo se había comunicado con la Unidad de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y los patrulleros tenían la descripción de Daniel y el hombre. El carro 418 transitaba por una solitaria calle cuando descubrió al grupo que aún se encontraba en la acera.

Los dos individuos, buscados por otros delitos, ya ocupaban sus puestos en los carros patrulleros y Ricardo contemplaba la escena rodeado por Daniel, Sergio, Beatriz y la bicicleta.

Ricardo se dirigió a los niños.

—Vamos, los invito a un helado. Ustedes y yo tenemos mucho que hablar.

Gracias, teniente

Francisco Cruz

La noche llegó con su canasta de estrellas, entonces Laura arregló la cuna y llamó.

—Copo de Nieve, vamos, a dormir.

Y Laura le cantó a su gato y se quedó dormida.

De madrugada, cuando todos dormían profundamente, se desató un fuego rápido y violento en los pisos inferiores del edificio. Todo se llenó de humo, llamas y mucha confusión.

—¡Laura, Laura, corre para acá! —gritaba la madre.

—¡Corramos por la escalera! —indicó el padre.

Era tarde, las llamas habían obstruido el paso por la escalera.