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Basadoen el libro Jorge Fraga Pujols. Cómo se escribe un guion: poética de una escritura, se acerca a la vida y obra del destacado cineasta cubano Jorge Fraga. El cuerpo principal es el curso impartido por él en la Universidad Externado de Colombia bajo el título "¿Cómo escribir un guion cinematográfico en esta época de cine de autor?" Contiene, además, una semblanza del escritor colombiano Guido Tamayo; una entrevista que Tamayo sostuviera con el intelectual cubano Ambrosio Fornet; un retrato del cineasta colombiano Leopoldo Pinzón; un texto del escritor y librero colombiano Álvaro Castillo, y posee el prólogo de Ambrosio Fornet.
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Seitenzahl: 108
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Basado en el libroJorge Fraga Pujol. Cómo se escribe un guion: poética de una escritura(selección de Guido Tamayo), publicado por la Universidad Externado de Colombia, 2017.
Edición, diseño interior y realización: Hugo Vergara, Carla Muñoz y Beatriz Rodríguez
Diseño de cubierta: Hugo Vergara
Realización electrónica: Alejandro Villar Saavedra
Fotografías: Archivo personal de Jorge Fraga y de Ediciones ICAIC
©Herederos de Jorge Fraga, 2022
Sobre la presente edición:
©Ediciones ICAIC, 2022
ISBN 9789593043618
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.
Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos
Ediciones ICAIC
Calle 23, no. 1155, entre 10 y 12, El Vedado
La Habana, Cuba
Tél.: (53 7) 838 2865
www.cubacine.cult.cu
Los autores:
Jorge Fraga
Ambrosio Fornet
Guido Tamayo
Leopoldo Pinzón
Álvaro Castillo
La presente edición se basa en el libro Jorge Fraga Pujols. Cómo se escribe un guion: poética de una escritura, editado por la Universidad Externado de Colombia en 2017.
El cuerpo principal es el curso impartido por Jorge Fraga, durante varios años en esa universidad, bajo el título “¿Cómo escribir un guion cinematográfico en esta época de cine de autor?” La edición colombiana incluía algunos guiones breves escritos por sus alumnos para ser analizados en clase. Comoquiera que el análisis de estos guiones no aparece en aquella edición, nos pareció innecesario, y hasta complejo, reproducirlos aquí, habida cuenta de la abundancia de colombianismos, que hubieran puesto en aprietos al lector cubano.
De dicha edición hemos tomado tres textos acerca de la vida y obra de Jorge Fraga: una semblanza, del escritor colombiano Guido Tamayo; una entrevista que Tamayo sostuviera con el intelectual cubano Ambrosio Fornet, y un retrato que agradecemos al cineasta colombiano Leopoldo Pinzón.
Incluimos ahora un texto del escritor y librero colombiano Álvaro Castillo recordando a Fraga, y el prólogo de Ambrosio Fornet, escrito especialmente para este libro.
Dejamos constancia de nuestro más profundo agradecimiento a la Universidad Externado de Colombia y a Luz Amalia Camacho Velásquez, Decana de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de esa universidad, así como a Patricia Posada, esposa de Fraga, sin cuya dedicación no hubieran sido posibles ambas ediciones.
La Editorial
Desde el comienzo, en el ICAIC se había logrado un difícil equilibrio entre lo artístico y lo didáctico. Más de una vez me pregunté qué dosis de pedagogía y de audacia debían combinarse para dar como resultado fórmulas tan exitosas como las que hallaban nuestros cineastas. En 1963 se celebró una Mesa Redonda sobre lo moderno en al arte en la que Fraga participó junto a Gutiérrez Alea y García Espinosa, entre los cubanos, y un grupo de extranjeros que incluía a cineastas de la talla del francés Armand Gatti, el polaco Andrzej Wajda y el soviético Mijaíl Kalatozov. Y yo me peguntaba: ¿están los nuestros tan “actualizados” que pueden hablar de un tema semejante sin hacer el ridículo? Pues sí, hablaron, y hablaron bien, tal vez porque sentían, como revolucionarios, que eran voceros de una modernidad-otra, representantes de un nuevo concepto de modernidad que servía de base a la búsqueda de un lenguaje propio, a lo que más tarde llamaríamos el desarrollo de un auténtico cine nacional.
Entrábamos así en un terreno resbaladizo, porque en el sintagma cine nacional latía una contradicción que no podía ser pasada por alto: la de contenidos más o menos locales que iban a tener que expresarse en un lenguaje universal. En el caso del cine argumental o de ficción, ese lenguaje aludía no solo a la imagen sino a la construcción del conjunto, a la dramaturgia. En efecto, si esta no respondía a lo humano esencial, caía en el peligro del color local, en el costumbrismo, y lo echaba todo a perder porque lo confundía todo, la fruta con la corteza, el aliento del personaje con su sombrero. Veníamos de un mundo donde decir Cine era decir Hollywood, y el modelo estaba firmemente arraigado en la conciencia de productores y público… ¿Qué hacer para tratar de enfrentar con éxito tamaño desafío? No quedaba más alternativa que proponer modelos distintos, procedentes de focos alternativos (el propio Hollywood podía suministrar algunos ejemplos) y de otras escuelas, sofocadas por el monopolio jolivudense, pero vivas…, como lo era, todavía en los años 60, el neorrealismo italiano, para citar el ejemplo que los latinoamericanos sentíamos más próximo.
De ahí que fuera imprescindible desatar una campaña de “concientización” dirigida a la crítica, al público y, claro está, a los propios miembros del gremio. A esa campaña –que llamábamos “de afirmación de nuestra identidad” o de “descolonización cultural”– dedicaron grandes esfuerzos, tanto teóricos como prácticos, los cineastas cubanos (al igual que sus colegas del resto de nuestra América): ahí están los ejemplos cubanos más conocidos, el de García Espinosa (“Por un cine imperfecto”) y el de Gutiérrez Alea (Dialéctica del espectador), pero también algunos otros, menos divulgados, como los que publicó el propio Fraga en la revista Cine Cubano (véanse “Nota sobre el cine, la cultura y los mambises”, de finales de los 60, y “El Noticiero ICAIC Latinoamericano: función política y lenguaje cinematográfico”, de principios de la década siguiente). Y véanse también dos momentos de su trabajo teórico posterior: su participación en la sonada polémica de los cineastas con sus adversarios ideológicos –artículos publicados en La Gaceta de Cuba entre 1963 y 1964 y recogidos por Graziella Pogolotti en el volumen Polémicas culturales de los 60 (2006)–, y su minucioso examen crítico de la película de Humberto Solás, Cecilia, una reflexión dirigida a Alfredo Guevara, presidente del ICAIC, que este incluye en su libro ¿Y si fuera una huella? (2008). En casi todos ellos puede apreciarse el nivel teórico de Fraga como ensayista y como representante de un pensamiento estético marxista avanzado, que no transigía con el esteticismo, ni el dogmatismo, ni el sectarismo.
“Es muy frecuente –advertía en su polémica con prestigiosos militantes de la vieja guardia del PSP [Partido Socialista Popular]– que los temas de la cultura artística se analicen desde posiciones visiblemente dogmáticas”. A su juicio, ello se debía a una tendencia muy difundida, la de analizar las funciones del arte en abstracto, “separadas de los fines que se persiguen”. De ahí el error de considerar que “la cultura debe supeditarse a los intereses de la política” sin tomar en cuenta que “el objetivo final de la política es la cultura y no al revés”. Eso no significa –precisaba Fraga en otro contexto– que no haya elementos clasistas en las culturas, como ya observó Lenin; significa que “la cultura no es, exclusivamente, expresión e instrumento de clases, que el contenido clasista de la cultura no es todo su contenido”.
Impresiona ver la frescura que conservan, más de medio siglo después, las reflexiones de Fraga, improvisadas como simples aportes e invitaciones a la polémica. Esa capacidad que pudiéramos llamar dialógica era otra cara de su fuerte vocación docente, que se expresó inclusive en los temas de su filmografía: En días como estos (1964), Escuela en el campo (1970), la ya citada La nueva escuela… Y esto me devuelve al tema de la EICTV de San Antonio de los Baños. Cuando se decidió su fundación, Fraga –asesorado por un especialista–, se dedicó en cuerpo y alma al proceso de organizar sus cursos. Yo era un poco su ayudante, y a mí, que ya impartía cursillos en el ICAIC, se me encargó que impartiera en la escuela uno introductorio, que designamos como de “Guion y Dramaturgia”. No tengo que aclarar que la orientación ideológica de Fraga influyó decisivamente en su contenido: se abría con una reflexión sobre la Poética de Aristóteles y continuaba con un análisis pormenorizado de Casa de muñecas, de Ibsen, que habíamos adoptado como modelo de ese tipo de dramaturgia, la realista, puesto que solía ser predominante en el cine. Teníamos que aprender el lenguaje del otro si realmente queríamos hablar nuestro propio lenguaje. Y siempre partiendo de una tradición, de un legado cultural vigente, que el mercantilismo o la rutina no hubieran podido erosionar o adulterar. Fraga era muy consciente de que los asuntos de la cultura solo podían abordarse con éxito desde los presupuestos de la cultura. De ahí que muchas de sus reflexiones, pese a los cambios de época y de contexto, mantengan para nosotros su vigencia.
La Habana
abril de 2019
En su apartamento en La Habana, frente al legendario Malecón, don Ambrosio Fornet (1932) nos recibe con una jovialidad envidiable, como si con ello reafirmara su convicción en la Revolución cubana, de la que ha sido protagonista cultural indiscutible. Ambrosio Fornet es un hombre frágil, pero recio a la vez. Habla con voz débil, pero sus ideas son de tal firmeza que no dejan dudas sobre la maduración que han transitado en su cabeza. A sus 78 años, ha vivido activamente la historia de su país desde la dictadura de Fulgencio Batista, su derrocamiento en 1959, la instauración de la Revolución, el inicio de la normalización de las relaciones con los Estados Unidos en 2016... Don Ambrosio es un intelectual. Ha escrito varios libros sobre cine y literatura, ensayos sobre política y arte, fue líder de la gran Campaña de Alfabetización en Cuba como editor, y ha sido, igualmente, guionista. En 2002, recibió el Premio Nacional de Edición y, en 2009, el Premio Nacional de Literatura. Es miembro de la Academia Cubana de la Lengua.
Ambrosio Fornet fue amigo y colega de Jorge Fraga desde la fundación del ICAIC; años más tarde, trabajaron juntos en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Por ello, conversar con él sobre Jorge Fraga es apenas una obligación y un placer a la vez.
¿Cuál sería esa primera imagen que le viene a la cabeza cuando recuerda el nombre Jorge Fraga?
La de un joven que cruza apresuradamente la calle con un li- bro bajo el brazo. No sé si será una imagen realista, pero muestra de manera muy gráfica dos aspectos de la personalidad de Fraga: su sentido del tiempo y su pasión por la lectura. De todos modos, reconozco que se trata de una imagen parcial; siempre me llamó la atención que una persona tan concentrada en el trabajo y la lectura fuera tan aficionada al baile y a la playa.
¿En qué circunstancia lo conoció?