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La fuerza del natural es una comedia teatral del autor Agustín Moreto. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro español, la historia se desarrolla en torno a un malentendido amoroso tras el que se suceden numerosas situaciones de enredo.
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Seitenzahl: 83
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Agustín Moreto
Saga
La fuerza del naturalOriginal titleLa fuerza del naturalCover image: Shutterstock Copyright © 1911, 2020 Agustín Moreto and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726597479
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 2.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
CARLOS.
JULIO.
ROBERTO.
AURORA.
CAMILA.
GILA.
EL DUQUE DE FERRARA.
ALEJANDRO, duque de Urbino.
UN MAESTRO DE DANZAR.
Criados.
Músicos.
Acompañamiento.
La escena es en Ferrara y sus inmediaciones.
Campo delante de una quinta.
CARLOS y JULIO, con alforjas, vestidos de villanos.
CARLOS Necio, ¿qué me quieres?
JULIO Her
de ti lo que hará mi padre:
por la leche de mi madre
que esta vez te ha de moler.
CARLOS Harto, necio, me molió 5
en darme un hermano tal.
JULIO Pues bestión, bruto, animal,
¿sois más sabiondo que yo?
CARLOS Ya a cólera me provoco;
calla, Julio, o te daré... 10
JULIO Calla, Carlos, o te haré...
CARLOS ¿Qué harás, necio?
JULIO ¿Qué harás, loco?
GILA. Dichos.
GILA ¿Qué es esto? ¿sin resistillo
siempre heis de gruñir los dos?
JULIO Déjame, Gila, por Dios; 15
que vengo hecho un cocodrillo.
GILA ¿Qué traéis?
CARLOS La lema cansada
de gruñir por el camino.
JULIO Puerco, vos sois el cochino.
GILA Pues ¿qué traéis?
JULIO No traer nada: 20
los dineros, siendo ajenos,
de la leña que ha llevado,
en libros se los ha echado.
GILA ¿En libros?
JULIO Ni más ni menos.
GILA Pues ¿qué libros fue a comprar? 25
JULIO Qué sé yo; uno es muy grande:
envidio, De arte mamandi
para hartarse de mamar.
CARLOS ¿Sabes tú lo que es?
JULIO Sabido
si no hay cabra, mala cholla; 30
¿qué cuido ha de hacer la olla
con ese Envidio cocido?
CARLOS Si yo este libro antepongo
al comer, ¿has de impedillo?
JULIO ¿No era mejor un librillo 35
para hacer, Gila, mondongo?
GILA Tiene razón.
CARLOS ¡Qué ignorante!
GILA ¿Que esto traéis toda la vida?
CARLOS Para limpiar su comida,
una criba ¿no es bastante? 40
JULIO ¿Qué llama criba?
CARLOS El exceso
de tu ignorancia te ultraja.
JULIO Pues digo, ¡como yo paja?
¿bestia seré, según eso?
CARLOS Claro es.
JULIO ¡Bestia! Haré teatro 45
de venganza.
GILA Déjalo.
JULIO No hay dudar, llamómelo
como tres y dos son cuatro.
¡Bergantón!
CARLOS Pues no des voces,
y llega.
GILA Julio, detente. 50
JULIO Pues so bestia, al insolente
tengo de moler a coces.
ROBERTO. Dichos.
ROBERTO Carlos, Julio, hijos, ¿qué hacéis?
CARLOS Padre, venir del mercado.
JULIO Señor, ¿vos habéis llegado? 55
me huelgo. Ahora lo veréis.
ROBERTO Pues ¿cómo os estáis aquí,
cuando anda el Duque en el monte
ilustrando este horizonte
(que guardar me toca a mí) 60
con Aurora, su sobrina,
recién venida a Ferrara,
a quien por su beldad rara
la llaman la Peregrina;
y como otras veces hoy 65
con la caza la entretiene?
Mirad que a la quinta viene;
y como su guarda soy,
prevenidos los jardines
y fuentes he de tener. 70
Id presto, que hoy han de ser
sus flores mil serafines.
CARLOS ¡Cielos! Ya el alma se empeña
con nueva tan venturosa.
JULIO Y ¿no mos pescuda cosa 75
del dinero de la leña?
ROBERTO ¿Qué traéis?
JULIO Carlos dirá
del sayo; que aquí está el mío.
CARLOS Yo de mi padre confío
que a bien mi intento tendrá. 80
yo, Señor, soy inclinado
tanto a saber, que he aprendido
el latín, sin que haya sido
a tu costa mi cuidado.
Para ejercitarme más 85
unos librillos compré,
que el uno un Ovidio fue,
De arte amandi.
JULIO Y ¿los demás?
CARLOS Unos barros que algún día
harán falta, y más a quien 90
sirve a damas.
ROBERTO Dices bien.
JULIO Y ¿ es barro la bobería?
CARLOS Pues ¿no te brindan con ellos
a beber el agua en barro?
JULIO ¿Agua yo? Antes mal catarro 95
os dé Dios en uno dellos.
¡El mismo demonio fragua
que mi hermano hayas de ser!
ROBERTO ¿Por qué?
JULIO No puede tener
buena sangre quien bebe agua. 100
ROBERTO Pues tú, ¿qué traes?
JULIO ¿Que eso digas?
¿Yo había de ser tan bobo?
traigo aquí vaca en adobo,
traigo ajos para las migas;
un sebo que se desliza, 105
que no hay en casa palabra;
un menudico de cabra,
seis varas de longaniza.
GILA Y ¿vienen bien ajustadas?
JULIO Yo sé que está bien medido, 110
porque yo no me he comido
della sino dos pulgadas.
ROBERTO (Aparte.
¿Qué secreto será, cielos,
la distancia entre los dos?
Mas si se reserva a vos, 115
en vano son mis desvelos.
Carlos, hijo humilde mío,
es sabio, atento y cortés;
Julio, hijo del Duque, es
necio, ruin, torpe y sin brio. 120
Si el criarle tan secreto,
siendo fuerza, causa fuera,
en Carlos, mi hijo, pudiera
también seguirse el efeto;
mas siendo una la crianza, 125
la sangre tan desigual,
salir uno y otro tal,
ningún discurso lo alcanza.
Mas si en Carlos, mi hijo, ha sido
providencia su saber, 130
el pobre lo ha menester,
que el rico nace entendido.)
Venid.
JULIO Haréis que me aburra
si esto a Carlos consentís.
GILA Dice bien.
ROBERTO Pues ¿qué decís? 135
JULIO Que le peguéis una zurra.
ROBERTO Andad.
JULIO Pues venga a almorzar;
que yo os juro por san Pabro...
GILA ¿Qué es venir?
JULIO Me lleve el diabro,
Gila, si lo ha de probar. 140
CARLOS Ni yo a ti te lo pidiera.
JULIO Pues darle tengo por eso,
a trueque de pan y queso,
los libros a la tendera.
(Vase con GILA.)
ROBERTO, CARLOS.
ROBERTO Carlos, hijo, ven; ¿qué esperas? 145
CARLOS Señor
(Aparte.
¡Ah loca esperanza!)
Ya yo voy.
(Aparte.
¡Estoy sin mí!)
ROBERTO ¿Qué tienes, Carlos; que andas
triste todos estos días?
CARLOS Yo, Señor, no tengo causa, 150
sino...
ROBERTO ¿Qué sientes? ¿Qué tienes?
Dime tu pena, descansa.
CARLOS Padre mío, si no siguen
el parentesco las almas,
pues Dios las infunde al hombre 155
de su mano soberana,
no extrañes que en mí la mía,
con plumas imaginarias,
vuele sobre el coto, en que hizo
mi nacimiento la raya. 160
Yo, padre, vivo oprimido
en esta jerga villana;
basta para el traje mío,
que a mis alientos no basta.
Yo, Señor, salir quisiera 165
donde mi suerte robara;
que si tal vez la fortuna
a los que encuentra levanta
mas aun que a los que la buscan,
y aquel a quien ella halla, 170
es porque ciega y sin tino
discurre por partes varias,
dando en el que no la busca,
diligencia hizo, y no mala,
el que se supo poner 175
en parte que te encontrara.
Que si a salir no se arroja,
¿cómo ha de hallarle ni hallarla
el que vive en los retiros
que la fortuna no anda? 180
esta es, Señor, mi tristeza;
aunque en mi loca esperanza,
reservada a tu respeto,
puede tener otra causa.
ROBERTO (Aparte.
El aliento de este mozo 185
da que pensar a mis ansias.
si acaso... pero es locura:
causa es de mí reservada.)
Pues ¿cómo, Carlos, mi amor
con esos desdenes pagas? 190
¿Qué pensamiento ser puede
el que a mi halago recatas?
CARLOS Es, Señor, una locura.
ROBERTO Locura en ti es muy extraña.
CARLOS Locura es poner el tiro 195
donde la fuerza no alcanza.
ROBERTO De tu discreción lo admiro;
pero ¿no puedes contarla?
CARLOS No es, Señor, para tu oído.
ROBERTO Yo admito la disonancia. 200
CARLOS Recelo...
ROBERTO Nada receles.
CARLOS Temo que...
ROBERTO No temas nada.
CARLOS ¿Me das licencia?
ROBERTO Y aun ruego.
CARLOS Pues oye.
ROBERTO De buena gana.
CARLOS Con el descuido, Señor, 205
que me da mi suerte baja,
deste monte el otro día
pisaba la verde falda,
tan fuera de pensamientos,
tan ajeno de estas ansias, 210
como quien vive una vida
sin ver otra mas hidalga:
que la quietud de los hombres
pende de no envidiar nada;
que el que no ve mejor suerte, 215
ni la envidia ni la extraña.
Y ningún hombre en el mundo
feliz o infeliz se llama
si estando en cualquier fortuna,
con otra no se compara. 220
Discurriendo sus veredas
sentí andar gente de caza,
paré la vista, y aquí
paré el sosiego del alma.
Una fugitiva corza 225
siguiendo, airosa bajaba,
armada de una escopeta...
no sé si sabré pintarla:
no en competencia de Venus
pintan tan hermosa a Palas, 230
para merecer más digna,
blandiendo un rayo por asta;
ni a la Venus vencedora
el pastor con la manzana
dejó tan bella, añadiendo 235
a su hermosura esta gracia;
ni el rubio carro del sol
por el horizonte arrastra
tanto esplendor, cuando sale
rey coronado del alba, 240
como una mujer divina
iba venciendo bizarra,
en luz, hermosura y brio,
al sol, a Venus y a Palas.
Llegando a tenerla a tiro, 245
con codiciosa asechanza
terció airosamente el cuerpo;
afirmó al suelo la planta,
la escopeta al hombro arrima,
la vista en el punto cala 250
y a la presteza del muelle,
juntando la mano blanca,
tocó el gatillo; y cayendo
el pedernal, trocó en llama
el fogón al negro polvo, 255
porque dos tiros lograra:
pues cierto arrojó el cañón
por sendas tan encontradas,
tan presto el fuego a mi pecho
como a la corza la bala. 260
A ver el feliz despojo
de la vitoria iba ufana,
y pasando junto a mí,
me dejó suspensa el alma.
Arrebatado yo entonces 265
de mis amorosas ansias,
pronunciando, de turbado,
un hielo en cada palabra,
la dije: «Con más razón
pudiera volver bizarra 270
a verme quien se deleita
en ir a ver lo que mata».
Díjome: «¿Quién es el muerto?»