La milagrosa elección de San Pío Quinto - Agustín Moreto - E-Book

La milagrosa elección de San Pío Quinto E-Book

Agustín Moreto

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Beschreibung

La milagrosa elección de San Pío Quinto es una comedia religiosa del dramaturgo Agustín Moreto. Este texto teatral relata la vida del santo San Pío Quinto, mencionando sus episodios más relevantes de forma cronológica, siempre desde una óptica desenfadada aunque con moral cristiana.

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Seitenzahl: 73

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Agustín Moreto

La milagrosa elección de San Pío Quinto

 

Saga

La milagrosa elección de San Pío QuintoOriginal titleLa milagrosa elección de San Pío Quinto

Cover image: Shutterstock Copyright © 1675, 2020 Agustín Moreto and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726597455

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 2.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAJES

AMADEO. GUILLERMO, criado.PAULO, viejo.GRATINA. ISABEL. MICAELO DEL BOSCO. CALEPINO. MORÓN, cardenal.FARNESIO, cardenal.COLONA, cardenal.REGINALDO. FELIPE II. EL PAPA. EL INQUISIDOR GENERAL. RUI GÓMEZ. UN MINISTRO DE LA INQUISICIÓN. Tres porteros.Dos hombres.Criados.Músicos.Cardenales.Acompañamiento.

La acción pasa en Italia y en España.

Jornada I

Calle del Bosco. Noche.

Escena I

AMADEO y GUILLERMO, de camino.

 

GUILLERMO Llegar, Señor, a Milán

esta noche es imposible.

AMADEO Estás, Guillermo, terrible.

Cuando llevándome van

el alma los pensamientos, 5

dos leguas pequeñas son.

GUILLERMO En oscura confusión

se han desatado los vientos,

amenazando a la tierra,

hecha un caos de soledad; 10

que en profunda oscuridad

la helada noche se encierra,

y en esta aldea podemos

la luz del día aguardar.

AMADEO Mi amor no me da lugar, 15

Guillermo, a que descansemos,

porque en dos meses de ausencia

de Porcia, muerto he vivido

entre esperanza y olvido

y entre temor y impaciencia. 20

GUILLERMO Cuando esta noche lleguemos,

¿puedes verla hasta mañana?

AMADEO Veré su oriente o ventana.

GUILLERMO Eso será si podemos.

AMADEO ¿Por qué?

GUILLERMO Por la oscuridad, 25

el agua y viento.

AMADEO Mi fuego

la abrasará, y su luz luego

nos dará mas claridad.

GUILLERMO ¿Qué luz?

AMADEO La que participan

sus piedras, que al sol iguales, 30

son rayos piramidales,

aunque en luz los anticipan.

GUILLERMO Perdido estás.

AMADEO Bien se ve,

pues a Milán no llegamos,

que es el cielo que buscamos, 35

donde ganado estaré.

GUILLERMO Pasar es temeridad,

y más estando rendidos

los caballos, y metidos

los cielos en tempestad. 40

Dejemos amanecer,

si te parece, Amadeo.

AMADEO Poner riendas al deseo,

amando, no puede ser;

que es desenfrenado amor 45

cuando a desbocarse llega.

GUILLERMO ¡Oh, cuánto perturba y ciega

el soberano candor

de un lucido entendimiento!

AMADEO Quien no sabe amar no sabe 50

vivir; no hay fiera ni ave

en la tierra ni en el viento

sin amor, porque sería

morir la naturaleza,

y el mundo en tanta belleza, 55

sin amor, se acabaría.

Pero ya que me resistes

en mi deseo, ¿qué haremos?

GUILLERMO En esta casa llamemos.

AMADEO Llama pues.

GUILLERMO ¿Ya te venciste? 60

¡Ah desta casa!

Escena II

PAULO. Dichos.

 

PAULO (Dentro.)

¿Quién llama

a estas horas en mi casa?

 

(Entran en la casa AMADEO y GUILLERMO.)

 

(Sala de casa pobre.)

 

(Salen AMADEO y GUILLERMO por una puerta y PAULO por otra.)

 

GUILLERMO Un caballero que pasa

a Milán.

AMADEO Murió la llama

del sol en sus aguas bellas, 65

y el hemisferio asombró;

y aunque la noche salió,

no salió pisando estrellas.

Y así, honrado labrador,

en vuestra casa quería 70

aguardarla luz del día,

satisfaciendo el favor

y el hospedaje.

PAULO Quisiera

tener casa suficiente,

cuya levantada frente 75

émula del tiempo fuera.

Pero sus merecimientos

son tan cortos y tan pobres,

que fatigan cuatro robles

sus mal seguros cimientos; 80

y sus cabelleras son

cañas, del viento peinadas,

que secas, del sol doradas,

hacen tosca guarnición.

Mas casas el Bosco tiene 85

bastantes, si en una aldea

hay casa que buena sea.

AMADEO Quien con mi cuidado viene,

no repara en la posada;

que en tan soberbia ocasión 90

soberbios palacios son.

PAULO Si su humildad os agrada,

en ella pasar podéis

la noche: lumbre dará,

que la falta suplirá 95

del regalo que perdéis.

(Que no hay en casa otra cosa

con que poder regalaros.)

Y una cama en que acostaros,

sin perfumes olorosa; 100

y con limpieza os la harán,

cuyas sábanas, dobladas,

en el cofre reservadas

habrá diez años que están.

GUILLERMO ¿Habrá para los caballos 105

caballeriza?

PAULO Muy buena.

GUILLERMO ¿Y paja?

PAULO Paja y avena.

GUILLERMO Pues voy, Señor, a pensallos.

PAULO Ya iréis; llamaré primero

mi gente. ¿Isabel, Gratina? 110

Escena III

GRATINA; luego, ISABEL. Dichos.

 

GRATINA ¿Señor?

AMADEO (Aparte.)

¡Belleza divina!

PAULO Hablad a ese caballero.

GRATINA Sé poco de cortesía;

su merced perdonará.

PAULO Pues ¿Isabel?

ISABEL (Sale.)

Aquí está. 115

AMADEO (Aparte.)

Vertiose en la nieve fría

el pomo de la vergüenza

mezclando nieve y coral;

siendo el rostro celestial

la aurora cuando comienza 120

a despertar entre rosas

y azucenas al dormido

sol, que ahora ha amanecido

en sus mejillas hermosas.

GRATINA Pondré la mesa primero. 125

ISABEL Y luego yo haré la cama.

PAULO Primero a esa gente llama,

y di que a este caballero

le dé la paja y la avena

que pidiere.

AMADEO (Aparte.)

¡Estoy perdido! 130

A ver mi muerte he venido.

 

(Vanse GUILLERMO, ISABEL y GRATINA.)

Escena IV

PAULO, AMADEO; después, ISABEL y GRATINA.

 

PAULO Mientras se aliña la cena

siéntese vuesamerced

a la lumbre; que no siento

en casa mejor asiento. 135

AMADEO Y que le estimo creed.

 

(Traen la mesa ISABEL y GRATINA.)

 

GRATINA Ya está aquí la mesa.

ISABEL Y viene

lo que hay que cenar en ella.

AMADEO Si quien la trae es estrella,

por plato el sol me previene. 140

ISABEL Si es el plato el sol, serán

las aceitunas los rayos.

AMADEO Y vuestro rostro los mayos,

que al rostro esas rosas dan.

PAULO ¿Qué traéis?

GRATINA Una cebolla 145

y ese plato de aceitunas.

PAULO Y ¿no habrá nueces?

ISABEL Ningunas.

PAULO Ayer se vendió una polla,

que me criaba Gratina

aquí domésticamente. 150

GRATINA Y era gallina valiente.

PAULO ¿No hay un poco de cecina

que darle?

GRATINA Padre y señor,

pienso y sospecho que sí;

tan fina y tan carmesí, 155

que es púrpura en el color.

Voy por ella.

(Vase, y vuelve con la cecina.)

AMADEO No entendí

hallarme en noche tan buena

de posada, cama y cena.

Escena V

GUILLERMO. Dichos.

 

GRATINA Ya la cecina está aquí. 160

GUILLERMO Ya los caballos están

boca abajo descansando,

y entre la paja espulgando

la avena.

ISABEL Mientras que van

cenando, iré a prevenir 165

la cama.

 

(Vanse ISABEL y GRATINA.)

Escena VI

PAULO, AMADEO, GUILLERMO.

 

AMADEO (Aparte.

Cenaré enojos

sin el plato de tus ojos.)

(Aparte a GUILLERMO.)

Guillermo, ¿para morir

a esta casa me trujiste?

GUILLERMO ¿De hambre?

AMADEO De hambre de amor. 170

GUILLERMO Esa aprieta con rigor.

¿De quién?

AMADEO Del cielo que viste.

GUILLERMO ¿Qué es cielo la labradora?

AMADEO Y sol hermoso su cara.

GUILLERMO «¡Ay cielos, quién la burlara!» 175

Irás a decir ahora.

Pues capitulado estás

con Porcia, divina esfera.

AMADEO Ni menos hacer pudiera,

ni este empeño espera a más. 180

GUILLERMO Disimula; porque el viejo

juzgo que oye.

AMADEO Harelo así.

(A PAULO.)

¿Sois, padre, del Bosco?

PAULO Aquí

de la fortuna me quejo;

puesto que aquí me crié. 185

En Milán nací.

AMADEO ¿En Milán?

PAULO Los tiempos tal vuelta dan.

Mientras cenáis, os diré

mi corta y mísera historia,

si me dan para contalla 190

voz el alma, que la calla,

y paciencia la memoria.

Mi padre (que esté en gloria) me contaba,

en torno de la mucha muchedumbre

que en este mismo sitio coronaba 195

con lisonjero círculo esta lumbre,

tal vez, noble Señor, cuando cenaba,

o después de cenar, como es costumbre,

glorias pasadas; porque el bien perdido

regala a la memoria, recebido. 200

Decíame en efecto que vivía

en paz tranquila, rico y sosegado,

en Milán, patria suya, en medianía

del más soberbio y más humilde estado;

ostentaciones bárbaras no hacía, 205

compuesto se trataba y recatado;

que no está en la soberbia la nobleza,

ni en el rico aparato la riqueza.

Noble, en fin, en Milán honestamente

pasaba, dilatando la familia 210

la casa, en tan honrado descendiente

guardada con cuidado y con vigilia.

Mas, como se encendieron de repente,

emulando las guerras de Sicilia.

Civiles bandos en Milán, de fuego, 215

turbó la paz y barajó el sosiego.

Mi padre, al fin, la parte defendiendo