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La milagrosa elección de San Pío Quinto es una comedia religiosa del dramaturgo Agustín Moreto. Este texto teatral relata la vida del santo San Pío Quinto, mencionando sus episodios más relevantes de forma cronológica, siempre desde una óptica desenfadada aunque con moral cristiana.
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Seitenzahl: 73
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Agustín Moreto
Saga
La milagrosa elección de San Pío QuintoOriginal titleLa milagrosa elección de San Pío Quinto
Cover image: Shutterstock Copyright © 1675, 2020 Agustín Moreto and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726597455
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 2.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
La acción pasa en Italia y en España.
Calle del Bosco. Noche.
AMADEO y GUILLERMO, de camino.
GUILLERMO Llegar, Señor, a Milán
esta noche es imposible.
AMADEO Estás, Guillermo, terrible.
Cuando llevándome van
el alma los pensamientos, 5
dos leguas pequeñas son.
GUILLERMO En oscura confusión
se han desatado los vientos,
amenazando a la tierra,
hecha un caos de soledad; 10
que en profunda oscuridad
la helada noche se encierra,
y en esta aldea podemos
la luz del día aguardar.
AMADEO Mi amor no me da lugar, 15
Guillermo, a que descansemos,
porque en dos meses de ausencia
de Porcia, muerto he vivido
entre esperanza y olvido
y entre temor y impaciencia. 20
GUILLERMO Cuando esta noche lleguemos,
¿puedes verla hasta mañana?
AMADEO Veré su oriente o ventana.
GUILLERMO Eso será si podemos.
AMADEO ¿Por qué?
GUILLERMO Por la oscuridad, 25
el agua y viento.
AMADEO Mi fuego
la abrasará, y su luz luego
nos dará mas claridad.
GUILLERMO ¿Qué luz?
AMADEO La que participan
sus piedras, que al sol iguales, 30
son rayos piramidales,
aunque en luz los anticipan.
GUILLERMO Perdido estás.
AMADEO Bien se ve,
pues a Milán no llegamos,
que es el cielo que buscamos, 35
donde ganado estaré.
GUILLERMO Pasar es temeridad,
y más estando rendidos
los caballos, y metidos
los cielos en tempestad. 40
Dejemos amanecer,
si te parece, Amadeo.
AMADEO Poner riendas al deseo,
amando, no puede ser;
que es desenfrenado amor 45
cuando a desbocarse llega.
GUILLERMO ¡Oh, cuánto perturba y ciega
el soberano candor
de un lucido entendimiento!
AMADEO Quien no sabe amar no sabe 50
vivir; no hay fiera ni ave
en la tierra ni en el viento
sin amor, porque sería
morir la naturaleza,
y el mundo en tanta belleza, 55
sin amor, se acabaría.
Pero ya que me resistes
en mi deseo, ¿qué haremos?
GUILLERMO En esta casa llamemos.
AMADEO Llama pues.
GUILLERMO ¿Ya te venciste? 60
¡Ah desta casa!
PAULO. Dichos.
PAULO (Dentro.)
¿Quién llama
a estas horas en mi casa?
(Entran en la casa AMADEO y GUILLERMO.)
(Sala de casa pobre.)
(Salen AMADEO y GUILLERMO por una puerta y PAULO por otra.)
GUILLERMO Un caballero que pasa
a Milán.
AMADEO Murió la llama
del sol en sus aguas bellas, 65
y el hemisferio asombró;
y aunque la noche salió,
no salió pisando estrellas.
Y así, honrado labrador,
en vuestra casa quería 70
aguardarla luz del día,
satisfaciendo el favor
y el hospedaje.
PAULO Quisiera
tener casa suficiente,
cuya levantada frente 75
émula del tiempo fuera.
Pero sus merecimientos
son tan cortos y tan pobres,
que fatigan cuatro robles
sus mal seguros cimientos; 80
y sus cabelleras son
cañas, del viento peinadas,
que secas, del sol doradas,
hacen tosca guarnición.
Mas casas el Bosco tiene 85
bastantes, si en una aldea
hay casa que buena sea.
AMADEO Quien con mi cuidado viene,
no repara en la posada;
que en tan soberbia ocasión 90
soberbios palacios son.
PAULO Si su humildad os agrada,
en ella pasar podéis
la noche: lumbre dará,
que la falta suplirá 95
del regalo que perdéis.
(Que no hay en casa otra cosa
con que poder regalaros.)
Y una cama en que acostaros,
sin perfumes olorosa; 100
y con limpieza os la harán,
cuyas sábanas, dobladas,
en el cofre reservadas
habrá diez años que están.
GUILLERMO ¿Habrá para los caballos 105
caballeriza?
PAULO Muy buena.
GUILLERMO ¿Y paja?
PAULO Paja y avena.
GUILLERMO Pues voy, Señor, a pensallos.
PAULO Ya iréis; llamaré primero
mi gente. ¿Isabel, Gratina? 110
GRATINA; luego, ISABEL. Dichos.
GRATINA ¿Señor?
AMADEO (Aparte.)
¡Belleza divina!
PAULO Hablad a ese caballero.
GRATINA Sé poco de cortesía;
su merced perdonará.
PAULO Pues ¿Isabel?
ISABEL (Sale.)
Aquí está. 115
AMADEO (Aparte.)
Vertiose en la nieve fría
el pomo de la vergüenza
mezclando nieve y coral;
siendo el rostro celestial
la aurora cuando comienza 120
a despertar entre rosas
y azucenas al dormido
sol, que ahora ha amanecido
en sus mejillas hermosas.
GRATINA Pondré la mesa primero. 125
ISABEL Y luego yo haré la cama.
PAULO Primero a esa gente llama,
y di que a este caballero
le dé la paja y la avena
que pidiere.
AMADEO (Aparte.)
¡Estoy perdido! 130
A ver mi muerte he venido.
(Vanse GUILLERMO, ISABEL y GRATINA.)
PAULO, AMADEO; después, ISABEL y GRATINA.
PAULO Mientras se aliña la cena
siéntese vuesamerced
a la lumbre; que no siento
en casa mejor asiento. 135
AMADEO Y que le estimo creed.
(Traen la mesa ISABEL y GRATINA.)
GRATINA Ya está aquí la mesa.
ISABEL Y viene
lo que hay que cenar en ella.
AMADEO Si quien la trae es estrella,
por plato el sol me previene. 140
ISABEL Si es el plato el sol, serán
las aceitunas los rayos.
AMADEO Y vuestro rostro los mayos,
que al rostro esas rosas dan.
PAULO ¿Qué traéis?
GRATINA Una cebolla 145
y ese plato de aceitunas.
PAULO Y ¿no habrá nueces?
ISABEL Ningunas.
PAULO Ayer se vendió una polla,
que me criaba Gratina
aquí domésticamente. 150
GRATINA Y era gallina valiente.
PAULO ¿No hay un poco de cecina
que darle?
GRATINA Padre y señor,
pienso y sospecho que sí;
tan fina y tan carmesí, 155
que es púrpura en el color.
Voy por ella.
(Vase, y vuelve con la cecina.)
AMADEO No entendí
hallarme en noche tan buena
de posada, cama y cena.
GUILLERMO. Dichos.
GRATINA Ya la cecina está aquí. 160
GUILLERMO Ya los caballos están
boca abajo descansando,
y entre la paja espulgando
la avena.
ISABEL Mientras que van
cenando, iré a prevenir 165
la cama.
(Vanse ISABEL y GRATINA.)
PAULO, AMADEO, GUILLERMO.
AMADEO (Aparte.
Cenaré enojos
sin el plato de tus ojos.)
(Aparte a GUILLERMO.)
Guillermo, ¿para morir
a esta casa me trujiste?
GUILLERMO ¿De hambre?
AMADEO De hambre de amor. 170
GUILLERMO Esa aprieta con rigor.
¿De quién?
AMADEO Del cielo que viste.
GUILLERMO ¿Qué es cielo la labradora?
AMADEO Y sol hermoso su cara.
GUILLERMO «¡Ay cielos, quién la burlara!» 175
Irás a decir ahora.
Pues capitulado estás
con Porcia, divina esfera.
AMADEO Ni menos hacer pudiera,
ni este empeño espera a más. 180
GUILLERMO Disimula; porque el viejo
juzgo que oye.
AMADEO Harelo así.
(A PAULO.)
¿Sois, padre, del Bosco?
PAULO Aquí
de la fortuna me quejo;
puesto que aquí me crié. 185
En Milán nací.
AMADEO ¿En Milán?
PAULO Los tiempos tal vuelta dan.
Mientras cenáis, os diré
mi corta y mísera historia,
si me dan para contalla 190
voz el alma, que la calla,
y paciencia la memoria.
Mi padre (que esté en gloria) me contaba,
en torno de la mucha muchedumbre
que en este mismo sitio coronaba 195
con lisonjero círculo esta lumbre,
tal vez, noble Señor, cuando cenaba,
o después de cenar, como es costumbre,
glorias pasadas; porque el bien perdido
regala a la memoria, recebido. 200
Decíame en efecto que vivía
en paz tranquila, rico y sosegado,
en Milán, patria suya, en medianía
del más soberbio y más humilde estado;
ostentaciones bárbaras no hacía, 205
compuesto se trataba y recatado;
que no está en la soberbia la nobleza,
ni en el rico aparato la riqueza.
Noble, en fin, en Milán honestamente
pasaba, dilatando la familia 210
la casa, en tan honrado descendiente
guardada con cuidado y con vigilia.
Mas, como se encendieron de repente,
emulando las guerras de Sicilia.
Civiles bandos en Milán, de fuego, 215
turbó la paz y barajó el sosiego.
Mi padre, al fin, la parte defendiendo