La misma conciencia acusa - Agustín Moreto - E-Book

La misma conciencia acusa E-Book

Agustín Moreto

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Beschreibung

La misma conciencia acusa ladrón es una comedia teatral del autor Agustín Moreto. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro español, la historia se desarrolla en torno a un malentendido amoroso tras el que se suceden numerosas situaciones de enredo.

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Seitenzahl: 88

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Agustín Moreto

La misma conciencia acusa

 

Saga

La misma conciencia acusaOriginal titleLa misma conciencia acusa

Cover image: Shutterstock Copyright © 1911, 2020 Agustín Moreto and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726597448

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 2.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAJES

EL DUQUE DE PARMA, viejo.CARLOS. ENRIQUE. MARGARITA. ESTELA. LAURETA. TIRSO, villano.EL DUQUE DE MILÁN. UN ALCAIDE. UNA CRIADA. Guardas.Criados.Damas.Soldados.Labradores.Músicos.Acompañamiento.

La escena es en Parma y sus inmediaciones.

Jornada I

Selva.

Escena I

ESTELA, LAURETA y TIRSO, de aldeanos; salen retirándosede ENRIQUE, que viene vestido de campo.

 

ENRIQUE Prodigio hermoso, ligera

exhalación, que entre flores

vais dando al viento en colores

pedazos de primavera,

esperad.

ESTELA No es cortesía 5

porfiar a una mujer.

ENRIQUE Pues, Señora, el querer ver

al sol ¿es descortesía?

Por ser soberano el ciclo,

toda admiración disculpa; 10

pararme a una luz no es culpa.

ESTELA No es culpa; pero es desvelo,

que nada os puede importar.

ENRIQUE Pues, ¿eso decís, Señora,

a un ciego? ¿Cuándo el aurora 15

no nació para alumbrar?

ESTELA Mucho de cielo os escucho;

que os falte podéis temer.

ENRIQUE Con vos ¿cómo puede ser?

ESTELA ¿No veis que le gastáis mucho? 20

Id con Dios; que en esta aldea

de lisonjas no entendemos.

ENRIQUE De la verdad son extremos.

LAURETA (A ESTELA.)

Deja que el Señor te vea;

mira.

TIRSO Ahora echo de ver 25

en vuesa maldad, Laureta

que, a más de ser alcahueta,

os retoza el alcacer.

ENRIQUE No con rigor inhumano,

que a vuestra belleza iguale, 30

guardéis la nieve.

TIRSO Es que vale

a tres cuartos en verano.

ENRIQUE En buen hora me he perdido

en la caza, cuando veo

que me gano en el trofeo 35

de verme en vos suspendido.

no se halla en Parma mujer

que os iguale en hermosura,

ni en garbo, ni en compostura,

ni en el aire.

TIRSO Ni en comer; 40

que a dos carrillos se traga

un perol de naterones,

dos pavos, cuatro capones,

sin que el hambre satisfaga;

y tiene otras maravillas 45

muy propias para notar.

ENRIQUE ¿Cuáles son?

TIRSO Sabe envasar

lindamente unas morcillas.

ESTELA Vamos, Laureta de aquí;

que esperan los labradores. 50

LAURETA Y vienen como unas flores,

porque veas desde allí

bailes y juegos extraños;

que esta fiesta van a hacer

a tu hermosura, por ser 55

hoy día en que cumples años.

ESTELA Caballero, adiós.

ENRIQUE ¿Tan presto

os ausentáis?

ESTELA Es forzoso.

ENRIQUE Temple mi afecto amoroso

aquesa mano.

Escena II

CARLOS, de color. Dichos.

 

CARLOS ¿Qué es esto? 60

Estela, hermana, ¿tú aquí?

ESTELA (Aparte.)

He de disculpar su acción;

que no sé qué inclinación

tengo desde que le vi.

CARLOS Este montero o soldado 65

¿Hablaba contigo?

ESTELA No.

Que es cortés.

TIRSO Y lo que habró

fue muy poco y mal habrado.

ESTELA Antes anduvo advertido,

cuerdo, prudente...

TIRSO Y atento, 70

pues dijo su pensamiento

medio palmo del oído.

CARLOS Caballero, aunque os disculpa

a usar de libres acciones

el ignorar mis blasones, 75

no estáis ajeno de culpa;

cuando para mayor gloria,

entre esas rústicas greñas,

son pirámides las peñas

donde se escribe mi historia. 80

y aunque en tan pobres destierros

mi estimación se sujeta

a un caballo, a una escopeta,

dos alcones y dos perros,

con que el rigor importuno 85

divierto en la soledad,

no excede a mi calidad,

del Duque abajo, ninguno.

ENRIQUE (Aparte.)

¡Oh qué soberbio y qué vano

da su cuidado a sentir! 90

Pero ¿quién podrá sufrir

en su rincón a un villano?

Escena III

MARGARITA, de caza. Dichos.

 

MARGARITA ¿Primo Enrique?

ENRIQUE Gran Señora,

ya culpaba a vuestra alteza

la tardanza.

MARGARITA En la aspereza 95

tras la garza voladora

se empeñó mi pensamiento,

porque tan alto volaba,

que al ascua del sol rizaba

lo que le peinaba el viento. 100

Triunfó de su resistencia

el halcón, postró su vida;

mas ¿qué altivez presumida

no la rinde una violencia?

ENRIQUE Volar un ave, un azor, 105

en el monte, gusto ofrece.

TIRSO A mí mejor me parece

al fuego en el asador.

CARLOS (Aparte.)

Suspendida en su pintura

tengo el alma; mas ¿qué es esto, 110

corazón mío? ¿Tan presto

te sujeta una hermosura?

¿Si acaso en mí su luz bella

verá el amor y la fe?

Si yo mismo no lo sé, 115

¿Cómo lo ha de saber ella?

Pues suspensa en su cuidado,

no me mira, ciega está;

verdad es mi amor, pues ya

comienza a ser desdichado. 120

VOCES (Dentro.)

Todos al llano.

ENRIQUE El que llega

es el Duque.

CARLOS Estela, vamos.

ESTELA (Aparte a CARLOS.)

Carlos, dices bien; huyamos

de ese tirano.

CARLOS A su ciega

ambición agradecido 125

estoy, pues logro trocado

todo el afán de un cuidado

por la quietud de un olvido.

 

(Vanse CARLOS, LAURETA y ESTELA.)

 

TIRSO Por más que toquen al arma,

aquí me quedo a porfía, 130

por ver la filosofía

de aquestos Duques de Parma.

(Retírase a un lado.)

Escena IV

El DUQUE DE PARMA y CRIADOS, decaza. ENRIQUE, MARGARITA, TIRSO.

 

DUQUE Nada, amigos, me divierte;

no hallo alivio a mi tristeza.

ENRIQUE Descanse aquí vuestra alteza. 135

DUQUE Todo es contrario a mi suerte.

MARGARITA Señor, esos labradores

que aquí asisten, con placer

te podrán entretener.

DUQUE (Aparte.

Eso aumenta mis temores; 140

ninguno sabe el motivo

con que a estas montañas vengo,

ni el remedio que prevengo

a las dudas con que vivo.)

Enrique, a ese hombre llamad. 145

ENRIQUE Llegad; que os llama su alteza.

TIRSO ¿Dice a mí?

ENRIQUE Sí.

(Aparte.

¡Qué rudeza!)

TIRSO Mírese en ello.

ENRIQUE Llegad.

TIRSO Ello es cierto, claro está...

(Aparte.

Temblando estoy de temor.) 150

Digo, ¿no será mejor

que se llegue el Duque acá?

ENRIQUE Ponéos bien, y con cordura

os postrad.

TIRSO Hombre, ¿te crías

regidor de cortesías, 155

que me enseñas la postura?

Déme su nobre insolencia

la pata.

DUQUE Del suelo alzad.

TIRSO Porque a su paternidad

(mal dije), a su reverencia, 160

todo lo pienso besar.

No se me ponga a destajo

su merced; desde alto a bajo

alguno le ha de acertar.

DUQUE ¿A quién servís?

TIRSO A mi amo. 165

DUQUE ¿Tiene mucha gente?

TIRSO No.

DUQUE Y vos ¿cómo os llamáis?

TIRSO ¿Yo?

¿Qué sé yo cómo me llamo?

DUQUE ¿Carlos no es vuestro amo?

TIRSO Él es.

DUQUE ¿Es Carlos bien inclinado? 170

TIRSO Sí, Señor; no es corcovado

ni cojo, aunque es muy cortés.

DUQUE ¿Qué hace? ¿En qué se entretiene?

TIRSO Caza por toda esta sierra,

a todo bruto hace guerra, 175

a la labranza va y viene;

y allá tal vez en las eras

viendo a los bolos jugar

a todos suele birlar,

porque los birla en hileras, 180

como escuadrón.

DUQUE ¿De continuo

lo suele hacer?

TIRSO Sí, Señor;

mas lo que birla mejor

es un jamón de tocino;

un oso entero desgarra, 185

corre y brinca, ¡pesia tal!

y con él ningún zagal

se atreve a tirar la barra;

pues si alguno le provoca

a luchar, le hace pedazos; 190

si con vos llega a los brazos,

os hará abrir tanta boca.

También con los camaradas

labradores se entretiene;

a los naipes juega, y tiene 195

azar con el rey de espadas.

«¡Que siempre aquesta figura

me gane!» suele decir;

«Algún día ha de venir

sobre este azar mi ventura.» 200

DUQUE (Aparte.

Mi temor, con su rudeza,

la ponzoña apura al vaso.)

Y Carlos ¿muéstrase acaso

amigo de la riqueza?

TIRSO No, Señor; antes arguyo, 205

según es de liberal,

que de todo su caudal

lo que tiene es menos suyo.

Suele decir con valor

que el dinero por arrobas 210

viene de casta de lobas,

pues se va al hombre peor.

DUQUE ¿No se queja acá en sus males

de haber perdido un ducado?

TIRSO ¿Quieres que le dé cuidado 215

cosa que monta once reales?

Con desprecio y sin temor

afirma que es descendiente

de un emperador.

DUQUE No miente,

su sangre es de la mejor. 220

(Aparte.

No fue mi recelo vano.)

TIRSO Y no hará caso de ti.

DUQUE Calla, calla. Echad de aquí

a este bárbaro villano.

TIRSO ¡Que me echen! ¿Aqueso dudas? 225

Paso a paso, y por mi pie,

Señor, yo mismo me iré;

que no he menester ayudas.

(Vase.)

DUQUE Los criados despejad.

CRIADOS Ya todos nos retiramos. 230

 

(Vanse.)

Escena V

El DUQUE, MARGARITA, ENRIQUE.

 

DUQUE Pues solos los tres estamos,

hija, sobrino, escuchad:

después que César, mi primo.

Duque de Parma, aquel feudo

pagó a la muerte a que estamos 235

por deuda común sujetos,

por más cercano en la sangre

tomé posesión del reino;

si bien fuego, a pocos días,

alteró aqueste pretexto 240

un testamento cerrado

que dejó César, diciendo

que sólo a Carlos dejaba

por legítimo heredero,

como hijo natural suyo. 245

Ventilóse en Parma el pleito;

quedó el derecho de entrambos

en igual balanza puesto.

Pero Carlos, descuidado,

sin atender a este empeño, 250

dejó dormir su esperanza

a la sombra, al halagüeño

letargo de un torpe olvido;

cuando entonces, más despierto

en la pretensión, mi orgullo 255

solicitaba los medios,

pues siempre con el descuido

viene el mérito a ser menos,

y las diligencias nobles

dan lustre al merecimiento. 260

Sentencióse en mi favor

(con justa razón) el pleito.

(Aparte.

Recato la tiranía

con que injustamente tengo

usurpada esta corona, 265

pues la dicha que poseo

al soborno la he debido,

a la industria y al ingenio.)

Y después que me juraron

de Parma absoluto dueño, 270

prevenido a lo quejoso

de Carlos, dispuse atento

darle esa pequeña aldea

por limitado alimento,

siendo su patria ese monte, 275

su corte ese rudo centro,

donde retirado viva;

con límite, con precepto

que de su esfera no salga.

Evité con esto el riesgo 280

que pudo haber de que Carlos

levantase, al feliz eco